Mil mujeres
complacen mis recuerdos,
las que jamás conoceré
y son tan carnales
como la alegría obscena del verano,
tan voluptuosas como el cénit de un concierto barroco
o tan espirituales
como la memoria,
siempre deforme, de la lluvia.
Mujeres que se volvieron locas
para mí
por la irreparable pérdida
de haberme desconocido siempre.
Mayo 2006
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