domingo, 29 de junio de 2014

Los asuntos de familia se tratan en familia

"Los asuntos de familia se tratan en familia"

¿La oyen? Empieza a sonar, turbia y evocadora, la música.
Esta declaración de Gallardón ha activado en la mente de la mayoría de las personas con un cierto conocimiento cinematográfico, la imagen de un Marlon Brando patriarcal sentado tras una gran mesa desde la que, voz pausada en tono bajo, con la displicencia de un emperador romano baqueteado en mil batallas, recibía los besos cortesanos y dictaba sus irrevocables sentencias.
Está cercano el tiempo en que la violencia machista se ocultaba, en bastantes ocasiones, tras la frase: "nadie debe entrometerse en los problemas de una pareja". El maltrato cotidiano era un problema familiar. Un coto privado en el que ningún foráneo debía intervenir. Más teniendo en cuenta que lo que había unido Dios no debía, salvo que la muerte lo separara (lo que algún sujeto se apresuraba y se apresura, a llevarlo a la práctica mediante el crimen) desunirlo nadie.
Si, siendo irónico, nos ponemos en plan propaganda (y arrimando el ascua a mi sardina con gorro frigio): "la república independiente de mi casa".
Gallardón con esa frase manda un mensaje incompatible con su cargo. Los asuntos de familia no están exentos de la justicia, señor ministro de justicia.
Hasta hace pocos decenios el hijo era considerado casi una propiedad del padre. Todavía es bastante habitual escuchar aquello de que "mientras mi hijo viva en casa hace lo que yo diga". Siempre le cuento a mis alumnos que en mi época de enseñanza media no era obligatoria, por desgracia, la escolarización. Los niños iban a la escuela por lógica responsabilidad de los padres, que querían  una progresión social para sus hijos o, al menos, que manejaran una herramientas básicas para desenvolverse en el futuro. Pero no existía un cuerpo legislativo, una acción de la justicia que impusiera, ante una hipotética desidia de los progenitores, la escolarización del niño y, principalmente, de la niña. Hace ya unos años salió el dato de que dos tercios de los analfabetos eran analfabetas. Y estoy convencido de que la mayoría criadas en zonas rurales apartadas donde los padres y probablemente la necesidad eran la única ley. No pretendo hablar aquí de educación, pero sí dejar claro que las cosas de familia no siempre se resuelven (ni deben) en familia. Es curioso el planteamiento de un ministro que quiere intervenir en algo más íntimo que la familia. En el propio cuerpo de la mujer. En su decisión, inalienable, de tener descendencia o no.
El problema es que hay familias de diferente importancia. Y no me refiero a heterosexuales, homosexuales o monoparentales. Estoy convencido de que el amor, el bien hacer y la ejemplaridad no tiene que ver con la naturaleza de la relación de los adultos que conforman el núcleo familiar.
La importancia de una familia la da su posición en la escala social, que viene marcada por su elevada posición en la escala económica, lo que le suele otorgar gran influencia política.
Hasta hace muy poco, ya se usa menos, aunque se piensa quizás igual, se utilizaba la expresión "ser de buena familia". Probablemente a éstas, a las seculares "familias de toda la vida" (esos apellidos sonoros que en cada población oímos desde la niñez) y a las advenedizas de la riqueza, se refería el ministro cuando uso su inquietante frase. Mil veces lo han escuchado: "los trapos sucios se lavan en casa". Las familias son lavadoras, y las grandes familias tienen un armario con muchísimo más fondo.
El vástago de Gallardón, yéndose del lugar de un accidente, y refugiándose, cuál hijo prodigo etílico, en "la casa del padre" (o padrino), es un asunto de familia y de soberbia de clase. La soberbia del que entiende, además con fundamento y base histórica, que la ley no le concierne, que la ley tiene como función básica mantener el orden social preestablecido. El sometimiento de los humildes. La altivez de Esperanza Aguirre dándose a la fuga cuando los mindundis de movilidad la obligan a esperar lo que ella considera un tiempo excesivo. Alguien pensará que a lo mejor la retenían más de lo debido por una aplicación a la contra del "mire usted quién soy yo". no lo niego. Para una vez que tienes al poderoso a tu merced (cierto que a una merced bastante suave) ¿vas a dejar escapar esa nimia venganza que es hacerle pasar un mal trago?
Pero la esencia familiar en el estado español está en la cúspide. La irreal familia real, disminuida por la mala cabeza y peor casamiento de la hermana del joven Borbón. Las cosas de esa familia se resolvieron durante muchos años en el castillo custodiado por el Can Cerbero de las tres cabezas: PP, PSOE y la acorazada mediática. Hoy la cabeza comunicativa, disminuida por el auge de las redes sociales, corre el peligro de morir por un babeo tan descomunal que seca el organismo más hidratado. La cabeza pepera, pustulosa, corrupta, intenta insuflar vida (alentada por el mago Felipe González), aunque sea pútrida, a la asfixiada cabeza socialista.
Hoy el viejo padrino regio deambula, solitario y añorante de cacerías varias, por palacio. Mientras, obligado a traspasar la empresa familiar, besamanos incluido, al vástago varón, espera contradiciendo (¿o no?) al señor ministro, su aforamiento. Ése que libre a su católica majestad de todo mal, e incluso, mosca cojonera menor, de esa figura menospreciada y en desuso que sembraban los prohombres de las buenas familias: el bastardo.




jueves, 26 de junio de 2014

La invasión de un campo de fútbol: demonios y espíritus

Quiero, después de darle muchas vueltas, a la luz de la invasión del estadio de Gran Canaria faltando un minuto para finalizar el partido por el ascenso a Primera División entre Las Palmas y el Córdoba, que ha hecho correr ríos de tinta y ha presentado una faz desagradable, aunque no creo que exclusiva, de la sociedad canaria, tanto por parte de los invasores del campo, como por sus replicantes desde algunos medios de comunicación y, sobre todo, desde las redes sociales, quiero, decía, hacer alguna consideración, tal vez poco pertinente y bastante deslavazada.
Lo he dicho en otras ocasiones: soy ateo. No creo en ninguno de los muchos dioses verdaderos que pueblan nuestra tierra y, en su tiránica inmortalidad, derraman nuestra sangre. Si algún día los invoco será desde mi fragilidad y mis miedos ancestrales y renovados. Renegando de los dioses, soy un férreo defensor de la dimensión espiritual del ser humano. El alma. Un alma que fenecerá con mi cuerpo y que (vana pero existente ilusión) quizás reviviría en las evocaciones que pudiera producirle a alguien recordar una conversación que tuvo conmigo o tal vez leer un poema o un texto de este blog (soy contumaz en las vanas ilusiones). Nada que no permanezca en otros quedará de mí. Siempre que un chico o una chica (cada vez menos sospecho, y me entristezco) sienten que han encontrado el amor de su vida y leen con devoción  los "Veinte poemas de amor y una canción desesperada", vive el alma de Pablo Neruda en ellos. Un alma que no está en cielo alguno a la diestra de nadie, sino que anida en cada lector que se emociona. Un alma, la de Pablo Neruda, carente de dioses, pero inmortal. Para mí, el hecho de que no sobreviva al cuerpo, le otorga una relevancia especial. Siendo un poco cínico podría pensar: barra libre al perecedero don cuerpo, que tú, alma mía, tienes toda la eternidad por delante. Pero no, tienes el mismo tiempo que yo. Y apenas puedo aspirar a sembrar pequeños trocitos de ti en otros.
Del asalto, digno de mejor causa, al estadio de Gran Canaria, a las nieblas del alma. Lo sé, soy muy difuso a veces, pero estoy convencido de que hay pocos compartimentos estancos, que las causalidades y sus efectos son diversos y enrevesados. Prosigo.
Desde hace 22 años trabajo en un IES de la localidad grancanaria de Jinámar. Éste, ya lo he reflejado en algún escrito anterior, es un barrio con graves problemas sociales: pobreza, elevada tasa de paro, familias desestructuradas, drogas, etc. Cuando vi, sumamente enfadado, la invasión del campo, lo pensé: ahí hay muchachos de Jinámar. Y no me equivoqué. Ya en el periódico local La Provincia salió un chico de esa localidad acompañado de su madre, lacrimógenos ambos por supuesto, pidiendo perdón. Aprovecho para decir que es repugnante la cacería a la que se está sometiendo a estos jóvenes. Un abogado dijo en televisión que, con lo que se veía en las imágenes a alguno de ellos podría caerles hasta ¡17 años de cárcel! De golpe, en una sociedad llena de injusticias y modelos sociales infames, estos jóvenes son el enemigo principal, el mal absoluto, unos monstruos del averno que han brotado espontáneamente, como las setas en los bosques húmedos durante el otoño. Son un tsunami arrasador que nos espanta y nos coge por sorpresa. Esta misma sociedad, que quiere linchar a estos jóvenes y adolescentes, consiente, sin que se le afile una sola garra, que menos del 1% de la población canaria tenga en su poder el 40% de la riqueza de estas ínsulas. También han alzado la voz algunos lumbreras argumentando que habría que denunciarlos por la cantidad de dinero que dejará de ingresar Gran Canaria debido al fallido ascenso (yo denunciaría también al Córdoba por tener la osadía de marcarnos un gol). En un país donde el fraude fiscal  de los ricos es multimillonario, estos pobres infelices son los empobrecedores de Gran Canaria.
Después de bastantes años hablando con ellos, con los iguales de los demonios que nos robaron el sueño, escrutando sus miradas huidizas en cabezas gachas, sus respuestas monosilábicas, la concepción fatalista que la mayoría tienen  de sus propias existencias, de ver como pareciendo grandes gallos de pelea (llenos de mataduras), son apenas pequeños pollos de corral, he llegado a la conclusión de que están famélicos.
Famélicos de cariño (no lo confundamos con proporcionarles deseos materiales) y principalmente de espiritualidad.
Uno empieza siendo socialista o comunista porque quiere (simplificando mucho), que haya un reparto de riquezas más equilibrado, que cese la explotación del hombre por el hombre, que comida, sanidad, techo y educación para todos sean una realidad. Ese objetivo sigue siendo el primordial. La base de la edificación. Pero también anida en mí, creciente, un convencimiento. La sociedad socialista es una sociedad (o no será) esencialmente espiritual, que busca el pleno desarrollo de los seres humanos en comunión, seres con capacidad para la sana conmoción, para disfrutar las diferentes facetas de la belleza, para reconocer y vivir como propio el legado creativo de tanta humanidad. Una sociedad donde cada persona sienta que su ser tiene la capacidad, desde que empieza a crecer, de condensar, dentro de sus capacidades, saberes y sentires de aire, de piedra, de color o de signos. Y que eso quizás nos hace únicos en el universo.
Alguien que me lea pensará que he perdido el sentido de la realidad. No lo discutiré. Planteo una utopía, una especie de renacimiento mundial no circunscrito a una élite e impensable e irrealizable si no está cuajado de valores. Unos valores reales, no mentirosos, de esos que se enseñan por la mañana, en el mundo virtual y lleno de buena voluntad, en cuanto a objetivos, de los centros de enseñanza, y se destrozan por la tarde en el mundo real que nos muestra la riqueza y el oropel como objetivo número uno del ser humano.

domingo, 22 de junio de 2014

La heroicidad contra los humildes es imposible

La Policía municipal de Madrid  —que depende del Ayuntamiento que dirige Ana Botella— ha anunciado hoy que otorgará la Cruz del Mérito a diez mandos y agentes antidisturbios de la Policía Nacional por su "heroica labor" durante las Marchas de la Dignidad del pasado 22 de marzo.


En teoría, para mí al menos, un héroe es la persona que realiza una acción en beneficio de la colectividad, poniendo en riesgo su libertad o su propia integridad física. No obstante, no soy un iluso. Sé que hoy en día el término está muy mancillado. Se usa para ensalzar determinadas victorias deportivas y, por parte del poder, para halagar a sus más fieles y armados guardianes. Hace unos años un periódico de Las Palmas (no recuerdo cuál de los dos) titulaba, ante la repatriación del cadáver de un soldado canario fallecido al estallar una bomba al paso de su vehículo, algo parecido a "regresa el héroe". Ese soldado fue una víctima (sería incluso muy discutible si un miembro de una fuerza de ocupación es una víctima o una baja infringida por la resistencia a esas fuerzas ocupantes) y seguirá siendo un dolor perenne para su familia. Pero no fue un héroe. Ni por la naturaleza de la acción intervencionista en la que participaba, ni por las circunstancias concretas de su muerte, que no se produjo mientras arriesgaba su vida para salvar la de otras personas.
Tildar de heroica la labor de los antidisturbios que reprimieron al final de las marchas del 22M es una auténtica burla. Tras las marchas, los heridos de más gravedad no estaban en las filas policiales, fueron dos jóvenes que perdieron, uno la visión de un ojo, y el otro un testículo. Yo no niego que un grupo de antidisturbios pasara un mal trago (¿buscado por el poder para repetirlo hasta la saciedad en todas las cadenas televisivas durante una semana y criminalizar una protesta que  congregó a cientos de miles de personas  y que para mucha gente sí supuso el grandísimo esfuerzo de caminar durante cientos de kilómetros?). Pero que los condecoren cuando exista la medalla al añulgamiento. Tampoco voy a pedir que creen la medalla al vilipendiado por el abuso policial en el estado español, pero en comparación serían legión los candidatos a recibirla. La última muestra fue el 19 de junio, durante la imposición del joven Borbón en Madrid, día en el que todas las personas portadoras del emblema republicano, que quisieron asomarse a las calles de un supuesto estado democrático, las pasaron, símbolo viviente del color que las distingue, moradas. Quizás sí podrían tacharse de pequeños héroes, a quiénes se expusieron a la ira policial por mostrar, en una ciudad sometida a un estado de excepción de facto, un emblema cuya presencia, con la consiguiente alarma del régimen del 78, crece imparablemente en cada protesta social que se realiza.
La función de los antidisturbios es represiva. Lo sabemos todos. Y ellos actúan, con mayor o menor inquina, más allá de la justeza o no de su labor. Su función no es pensar, pero debería extrañarles que gobiernos que machacan al común de los mortales, a la gente del pueblo, nunca a un poderoso, estén siempre dorándoles la píldora, desbordándoseles  en la boca las palabras laudatorias hacia su labor, condecorándolos. Alguno de ellos se preguntará alguna vez ¿por qué? Sé que es una pregunta retórica, su proyecto de vida es la obediencia acrítica, una ventana abierta, estable y desclasada, en épocas de pobreza y paro.
En una entrada anterior de este mes http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2014/06/enmascarados-violentos-y-politicos-en.html puse el video de la agresión a un manifestante en Telde. Otro candidato a ser condecorado como hacedor de miedos y violencias.

jueves, 19 de junio de 2014

Un inicio de reinado rompedor (una foto para la ilusión)


Tasio, fotógrafo de sueños en el digital Insurgente, ha captado, en el primer día de reinado del joven Borbón, la imagen magistral que acompañan estas humildes palabras. Como siga por este camino, ya he leído que el martes va a recibir en audiencia "a los desfavorecidos" (¡¿así, en tropel?!), lo va a ir a buscar la guardia civil (en realidad ya la tiene en la puerta de casa). Afortunadamente su padre es, en lenguaje cursi, un "hombre de posibles" que no tendrá problemas para pagar la fianza y, de paso, darle un pertinente tirón de orejas. Las lenguas viperinas murmuran que todo es culpa de esa republicana conversa, licenciosa y emboscada, que responde al nombre de Letizia.



martes, 17 de junio de 2014

Las espinas del referéndum. Sigue un militar en la jefatura del estado

Parafraseando uno de los arranques más famosos de la historia de las obras escritas, me atrevería a decir que un fantasma recorre el estado español. No, lamentablemente no es el fantasma del comunismo o siquiera del socialismo, pero si es un fantasma que produce cierta inquietud, que amenaza con agitar los sueños del joven Borbón. El Borbón mayor dormía, voluptuosa siesta de vino y rosas, plácidamente arropado por las grandes mayorías del PP y el PSOE y las odas sonrojantes de los medios cortesanos (más del 90%). Esa burbuja familiar, entre un yerno chorizo con un suegro de gatillo fácil en mano larga, y unas redes sociales difícilmente Secuestrables (lo demuestran las portadas de El Jueves), aunque sí amedrentables, ha estallado. Y los reyes han quedado desnudos, hecho que no debería extrañar, pues su legitimidad viene de un acto que se realiza habitualmente de tal guisa.
El referéndum monarquía versus república, esa utopía de hace 10, 15 o 20 años (aún recuerdo la demonización de Anguita cuando en los 90, en un mitin por la fiesta del PCE, planteo la opción republicana como un futurible), si nos fiamos de las encuestas, es reivindicación mayoritaria que, según la de El País apoya un 62% de la población. El que haya dejado el terreno de la utopía no quiere decir que vaya a ser factible a corto o medio plazo. Incluso desde sectores afines a la idea republicana se plantea si interesa realizarlo ahora, pues se teme que el resultado fuera una indeseable victoria de las fuerzas, utilizando un término antañón, realistas.
El debate es interesante. ¿Hay que solicitar, que exigir, lo justo, lo aplazado durante decenios, o esperar, si se presenta, el momento adecuado? Aparte, existen otros dos tipos de opositores a la consulta mutuamente antagónicos: Unos dicen que la legitimidad de la corona quedo grabada en mármol con el referéndum constitucional del 78. este argumento es extremadamente débil y tramposo pues hablamos -y ellos son conscientes- de un lote variado que se adquiría completo, en el que se introdujo inexcusablemente, junto a libertades aherrojadas durante 40 años, una corona donada por un dictador fascista envuelta en una bandera rojigualda. En las antípodas a los anteriores, otros detractores del referéndum defienden que la república debe ser restaurada atendiendo a su legitimidad histórica, pues fue un régimen derribado por la acción criminal de un golpe militar fascista en el 36. Nunca he dudado de la legalidad de la 2ª República y la manera artera, a sangre y fuego, en que fue eliminada, pero ¿podemos traer la 3ª invocando sólo la legitimidad de la 2ª? Pienso que no. Si ya en el 76 las organizaciones de oposición al régimen, agrupadas en la Platajunta, planteaban el referéndum sobre el modelo de estado, obviando (quizás por aquello de que a la fuerza ahorcan) la legalidad republicana, hoy, con otros 40 años añadidos, no podemos pensar, salvo que la monarquía implosionara (no creo que tengamos fuerza para hacerla explotar), en ese argumento. La tercera podría llegar sin consulta por un desmoronamiento, no previsible, de las estructuras monárquicas, pero no creo que lo haga por invocar la legitimidad, absoluta, de la segunda.
Esta circunstancia pone en el eje central el ya no tan utópico referéndum y su hipotético veredicto. Una consulta no se realiza con la periodicidad de unas elecciones. Su resultado vincula, quizás, durante generaciones. Las encuestas estiman que la opción republicana sería derrotada. Dan sobre un 49 o 50 por ciento a la monarquía y sobre 34 o 35 a la república. ¿Ante este escenario guardamos la consulta para mejor momento? ¿Esperamos a que Felipe nos muestre sus flancos débiles? ¿Y si estos no existen y descubrimos un padre y marido ejemplar que considera que su bienestar económico es suficiente no necesitando la compulsividad comisionista paterna? No soy un suicida político, y si hubiera consulta quisiera ganarla, pero creo que esta es una reivindicación innegociable, esencialmente moral. Es necesario saber con certeza si la mayoría de la población quiere un jefe del estado vitalicio y hereditario o uno que no lo sea. Si el resultado refrenda la monarquía, mi decepción y mi hastío serán grandes, me lameré las heridas de sempiterno derrotado político, pero al menos todo el mundo se habrá retratado y sabremos que tanto por ciento (lo quieran o no) tiene alma de súbdito.
Esta situación trae al hilo otra pregunta. ¿Ante tan halagüeñas perspectivas por qué no nos convocan a las urnas? ¿Por qué renuncian a legitimarse de manera incontestable? La primera respuesta que me planteo es que no quieren cambiar de paradigma democrático. No pierden ocasión los poderes políticos de recordarnos que esta es una democracia representativa. Elija usted a una persona que se encargará de tomar todas las decisiones, obviando que hay temas de enorme trascendencia en los que es imperativo que cada persona tenga la opción de pronunciarse. Dejando de lado el argumento que acabo de exponer y haciendo un ejercicio de optimismo, creo que tienen temor. El treinta y pico por ciento que dan las encuestas al republicanismo (opción mayoritaria entre los menores de 45 años, lo que podría hacernos pensar en una solución biológica, a 20 ó 30 años vista, a un problema biológico) es una base de partida interesante. Un suelo desde el que ya creo que sólo podemos izarnos. Desde mi óptica un elemento sería crucial en esa votación: el alma republicana del PSOE enclaustrada en la torre del castillo monárquico. Si este partido le da rienda suelta, si la libera y la deja recorrer ciudades y campos, un escalofrío recorrería la espina dorsal de la corona. Si ahora, sin ellos, con todos los medios del capital, inmensa mayoría, cantando las loas borbónicas, estamos en más del 30%, ¿es disparatado pensar que si en la tesitura de un referéndum, liberándose de sus regios arneses, tuviera la valentía de apostar decididamente por la república, la victoria estaría muy cerca? Sé que me estoy manejando, por ahora, en el terreno de la ficción, pero desde luego la única definición que no podría tener el PSOE sería la indefinición.


Apunte final.


El 19 de junio de 2014 invisten como jefe del estado, el tercero consecutivamente desde 1939, a un individuo de uniforme. O sea, un jefe militar, perteneciente además a una estirpe que nunca ha sido, antítesis del canto de Kavafis, fiel a su pueblo. El nieto político de Franco, ese individuo preclaro que sabía bastante bien lo que decía cuando hablaba de que todo estaba "atado y bien atado". ¿Ustedes que opinan, lograremos ir aflojando los correajes?

domingo, 15 de junio de 2014

Republicanofilia

Hace unos días, en la columna que publica en "Eldiario.es", el escritor Isaac Rosa hablaba de la republicanofobia, diferenciándola del antirrepublicanismo propio, por lógico y consustancial, de un monárquico. Todos sabemos que una fobia es un temor incontrolable hacia un elemento  o situación determinados. El claustrofóbico se ahoga en el eterno breve instante que vive en el ascensor y el agorafóbico puede estar años sin pisar esa intrincada selva, llena de peligros, que para él son los espacios abiertos. Ambos consideran su fobia el territorio de la catástrofe. No siendo psicólogo desconozco en que grado una fobia es inducida por una circunstancia exterior  y en que porcentaje puede haber una cierta predisposición a adquirirla. Si parto de mi experiencia personal, tiendo a pensar que en cierta medida pueden ser originadas por un trauma de mayor o menor calibre. Recuerdo que cuando era un niño pequeño salí un día apresuradamente de mi casa al rellano de la escalera y me topé con un enorme perro pastor alemán. Huelga decirles que a partir de ese momento desarrollé un miedo a los canes que me llevaba a cruzar de acera en cuanto avizoraba uno de esos animalitos que son, por cierto, y para mi desgracia en aquellos momentos, unos grandes olfateadores del miedo. Con los años, esa fobia, ese miedo cerval, sin poder presumir de que haya desaparecido por completo, ha sido en gran medida domeñado. Una experiencia traumática es uno de los caminos más diáfanos  hacia una fobia.
Y en el estado español, los inoculadores en  muchos cerebros del virus de la republicanofobia, utilizan como detonante la denostación continua, caricatura con final trágico, de la Segunda República. La presentan como un momento álgido de desorden y caos que inevitablemente desembocó en una Guerra Civil surgida  por una fractura del pueblo. Así, se nos presenta la 2ª república (y por ende el concepto república globalmente) como elemento divisor (factor negativo), en contraste con la aglutinadora monarquía supuestamente ubicada por encima del bien y del mal (elemento positivo). Durante 40 años la dosis diaria de propaganda no tuvo, más allá de la menguada que se daba desde la clandestinidad, respuesta posible alguna. Lo lamentable es que, muerto hace años el dictador, esa visión catastrofista de la república sigue siendo, a nivel de calle, la visión dominante, que por supuesto, coincide con el discurso estructurado por una clase dominante que no vio cuestionado su dominio, ni económico, ni ideológico, con la muerte de Franco.
Ahora se comenta, por parte de ciertos sectores,  que para traer la tercera hay que enterrar la segunda y los temores que genera en buena parte del imaginario colectivo. Esos temores son fruto en gran medida de la renuncia de la izquierda a hacer pedagogía, a mostrar con orgullo lo que intentó ser la Segunda República: un régimen que buscó, en un país preñado de injusticia, desigualdad y miseria, realizar una serie de reformas sociales que ponían en cuestión el dominio secular y apabullante de una oligarquía financiera y terrateniente, que apretó el botón de emergencia que utiliza la burguesía cuando su dominio está en entredicho: la dictadura fascista. La república dio el voto a la mujer, construyó miles de escuelas, intentó llevar a cabo una reforma agraria (tocó la sacrosanta propiedad de la tierra) que sacara del hambre de siglos a los jornaleros, granjeándole la ira de los terratenientes (plasmada en el 36 en la brutal represión fascista del campo andaluz). Además enfrentó, ya en la temprana fecha de agosto de 1932, un intento de golpe de estado del general Sanjurjo, faz (entre otros que descollarían en el 36) de un ejército educado en el "africanismo" deshumanizante de las guerras coloniales, conservador, y que se arrojó en brazos de Hitler y Mussolini. Cuando hablamos de la república nos referimos a un periodo de cinco años (poco más de una legislatura de las actuales), de los cuáles gobernó algo más de dos años la CEDA, una derecha fascistizante que intentó vaciar la república de todo contenido social (frenazo absoluto a la reforma agraria). Es pura infamia que un país que ha "gozado" de una pléyade de monarcas borbones indeseables, criminales y felones, como por ejemplo el iniciador de la dinastía en España, Felipe V, que inauguró su reinado realizando, en el marco de la Guerra de Sucesión, y como medida ejemplarizante para las ciudades que se le opusieran, la quema de Xátiva, en cuyo museo su cuadro figura boca abajo. Decía que es pura infamia que un país que quedó, mientras la monarquía era su forma indiscutible de estado, en el vagón de cola del desarrollo europeo y en el podio de la injusticia social, sea tan cándido, tan servil con siglos de mal gobierno y tan crítico y melindroso (tan abierto a la republicanofobia) con el breve intento reformador que supuso la Segunda República.
Sé que la hay que mirar al futuro y que la república, si algún día llega, arribará en otro momento histórico y con una sociedad diferente. Yo no aspiro a la Segunda República bis. Pero lucharé siempre contra la idea dominante de una república de abril desastrosa que nos conduce, cual castigo divino, a la guerra civil. Esa guerra incivil, sucia y heroica, es la resistencia armada del pueblo español con más empeño que medios, a la agresión del fascismo internacional, manu militari y eclesial. Ningún pueblo enfrentó con más decisión, prácticamente solo (salvo la ayuda de los brigadistas y la URSS), ante la complacencia interesada de las oligarquías europea y de EEUU, el embate fascista. Sin duda esa resistencia es una de las explicaciones de la ferocidad de la represión en los años de posguerra.
El filósofo Javier Sadaba dice en un texto que la república es una necesidad moral, pues inmoral, carente de toda ética, es que una familia nos degrade al resto de los ciudadanos, quedándose la jefatura del estado (ese estado que se supone componemos todos) en propiedad y sometida al azaroso sorteo biológico de un avezado espermatozoide del que tantos (¿tontos?) quedamos excluidos. Lo comparto, pero no quiero engañar a nadie, para muchos construir república equivale a la construcción de más igualdad social. Aunque no partamos del punto en que comenzó su andadura la segunda, mi pretensión es que el cambio de la forma de estado sea un camino de cambios reales en la vida de la gente. Una garantía de sanidad, vivienda y educación, de pensiones y salarios justos. Quiero transitar de mano de la república a una sociedad que hoy es tabú (aunque paradójicamente haya gobernado más de 20 años un partido que lleva esa denominación) incluso en la mente de muchas personas humildes. Una sociedad socialista donde no exista, ya lo he escrito en otras ocasiones, ni la riqueza insultante, ni la pobreza degradante. Ese tránsito, que apenas atisbó la segunda, debe recorrerlo, recordando con cariño pero sin nostalgia a su fenecida hermana, la Tercera.


sábado, 14 de junio de 2014

Holanda es ETA (conciso y casi epitáfico comentario de un léctor del diario Público tras el 5-1)

Yo, futbolero confeso, pensando en que, con más de 700.000 euros por jugador, tienen la prima más alta de todas las selecciones (callando cuando se les sugiere, ellos tan dados a los partidos benéficos que benefician su imagen, donar parte de sus desorbitados incentivos), en que si llegan a la final tendremos al monarca más joven de los dos (ahora vamos a ser un "birreinato") chupando cámara y consolidando el maloliente mejunje de la restauración borbónica, en que se llenarán las calles de banderas rojigualdas en manifestación de fervor patriocuartelero y rancio, en que dirige al selecto grupo un marqués (un ser humano en muchas ocasiones, sin perder un átomo de elegancia, puede decir no),   en el ágrafo canto que tiene como maravillosa letra "yo soy españoooooo, españoooo..." Pensando en todo lo citado, y como humilde miembro de la resentida y cuasi separatista secta de la antiespaña (la roja de verdad), debo ser honesto: me alegré.

jueves, 12 de junio de 2014

Enmascarados violentos (y políticos) en Telde

En la tarde noche del día 11 de junio, la ciudad de Telde, en la isla de Gran Canaria, vio actuar, con total impunidad, una partida de enmascarados violentos. Fue la violencia política (llamemos a las cosas por su nombre) de un estado que quiere acogotar la protesta aquí mientras la estimula y la glorifica, por ejemplo, en las calles de Ucrania. Ante este vídeo que circula por la red (yo aún no lo he visto en ninguna cadena de televisión), mucha gente se pregunta para que sirven los test psicotécnicos. Para mucho. Hay que detectar al individuo que está dispuesto a pegar sin preguntarse si la persona que tiene delante lucha por una causa justa; sin preguntarse porqué siempre tiene ante él a gente que reivindica mejoras para las clases populares o para la colectividad y que no busca su lucro personal; porqué siempre persiguen a los de un mismo color: rojos y otras gentes de malvivir; porqué, Carmen, granadina de 57 años, va a ingresar en prisión de inmediato, tras ser condenada a tres años de cárcel por formar parte de un piquete, y el enmascarado del vídeo, usando una violencia innecesaria y mayor, que sale de su rabia fascista, quedará (ojalá me equivoque) impune.



lunes, 9 de junio de 2014

Carta triste de un rojo crepuscular y otras notas

Diputado o diputada del PSOE, si usted se considera de izquierdas, si su alma republicana (esa que nadie ha visto pero según los creyentes, los feligreses que aún pacen en la iglesia progre, existe) se siente lacerada por levantarse, obligado, cuando digan su nombre el día 11, para darle un sí (que al contrario del que proclamaba el poeta Gabriel Celaya, en nada glorifica) a la escueta ley de abdicación que implica un sí a la continuación de la senda trazada por Franco en la jefatura del estado durante decenios, tiene una opción digna, diría que hasta hermosa: dimitir e irse. Me dirá que el grupo socialista debatirá y adoptará una decisión que los vinculará a todos. De acuerdo. Se debate y se defiende la postura mayoritaria. Pero permítame un par de matizaciones. No hagan trampas, no le soliciten al PP, por ejemplo en el tema del aborto, una libertad de conciencia que, acertadamente, ustedes no practican. Además quisiera trasladarle la siguiente cuestión: ¿puede estar, como persona de izquierdas, en una organización que, debates aparte, traiciona sus orígenes y esencias republicanas y, en un momento histórico clave (donde el régimen podría entrar en pánico) da un paso que implicará que este pueblo siga, por muchos años, sin poder pronunciarse sobre la forma de estado que desea? Usted sabe que no hablamos de un tema baladí. Lo expresó, tras abdicar, en una reunión con los empresarios, rebosante de campechanía, el monarca saliente: "Yo siempre estaré a vuestro lado". Es uno de ellos, de los oligarcas. Eliminar la monarquía, sería eliminar un bastión de la España arcaica y tradicional, jerarquizada y clasista. La España de esa cúpula eclesial que ha expresado su apoyo a la monarquía católica del país aconfesional. Al final, usted sabe que el principal patrimonio de un ser humano de izquierdas  no es ser consejero de Gas Natural, como algún egregio conmilitón suyo, sino en el viaje, como dice el poema de Kavafis, ser un guerrero fiel a su pueblo y, perdóneme el toque sentimental, a los huesos de tanto pueblo que todavía permanece en las cunetas físicas y, lo más sangrante, en las cunetas de la desmemoria y la injusticia por defender este país de los embates del fascismo que trajo la monarquía que usted, ahora, cuando se atisban fallas en su estructura, va a contribuir a cimentar. A retratarse toca.


Apuntes sueltos (variaciones sobre un mismo tema).

¿Anticipadores del futuro?
34 ex ministros del PP, UCD y PSOE han creado la Fundación España Constitucional. Sus impulsores son Zaplana y Bono. En su primer acto público han homenajeado como principales adalides de la democracia al individuo, entonces príncipe, que se asomó con Franco al balcón del Palacio Real el primero de octubre de 1975, tras el fusilamiento de 5 militantes antifascistas y, a Adolfo Suárez, que fue director, entre 1969 y 1973, de la televisión que ensalzaba al régimen criminal. Los encarcelados, los perseguidos, los torturados (incluso hasta la muerte), siguen siendo los nadie en el ranking de campeones de la democracia. Esta agrupación de miembros de la casta (utilizando el término tan el boga por el fulgor de Podemos), quizás anuncia nuestro futuro si el bipartito, con su dialéctica gobierno-oposición, se sigue debilitando: el gobierno conjunto, a cara descubierta, del PPSOE. La unión de ambos en aras de la estabilidad y la defensa del régimen.

La preeminencia de una mala encuesta sobre una buena consulta.
Empiezan a proliferar las encuestas donde se pone de manifiesto que la ciudadanía prefiere que reine Felipe a que se reinstaure la república. A mí los sondeos sobre tendencias de voto me parecen interesantes en un sentido: pueden contrastarse con el día de las elecciones y ahí queda retratada su fiabilidad (ninguno auguró los 5 diputados de Podemos al parlamento europeo). Que me pregunten en una encuesta sobre el dilema monarquía-república me pone de mala leche. La razón es simple. Sospecho que nunca tendré la oportunidad de pronunciarme sobre ese asunto en el único lugar válido y decisivo: una urna. Uno de los razonamientos anti consulta que ahora circulan es que hay problemas más acuciantes, como el paro, y que ese gasto sería casi un lujo. Si tiramos hasta el fondo de ese hilo argumentativo llegamos, y no exagero ni un ápice, a la monarquía absoluta o a una universidad específica donde se preparen las élites sabias en cuyas manos pondríamos la gobernanza aséptica de la nación. Arribaríamos al sueño tecnocrático que nubla la razón de más de uno, o si se quiere, a los albores de la antigua Grecia, la aristocracia (el gobierno de los mejores).

El mundial salvador.
A partir del viernes 13, debut de la selección española de futbol, si el triunfo la acompaña, las calles se inundarán de enseñas rojigualdas. Ésta será la verdadera convocatoria monárquica, no las anecdóticas de hace unos días. Ésas donde un joven coreaba el "yo soy españooooo, españoooo, españooo..." Y creo que tiene razón, el representa la España eterna. Yo, crepuscular y rojo, soy cada día más, la antiespaña.



sábado, 7 de junio de 2014

Dimensiones. Ilegal, pero existente. Como Dios manda. (O las dificultades del escribidor de este blog para titular)

El martes 3 fueron detenidas y llevadas ante la Audiencia nacional 5 personas por plantar un robledal en Oiartzun (Guipúzcoa). Tranquilidad, a pesar de los indicios, parece que aún la silvicultura no ha sido declarada actividad ilícita. Según parece, en ese robledal había plantados 239 esquejes (tantos como militantes de ETA fallecidos a lo largo de la historia de la banda), que fueron arrancados por la guardia civil en una operación cuajada de peligros y con ira equivocada. Los detenidos han sido puestos en libertad con cargos por el juez Ruz, acusados de enaltecimiento del terrorismo pues según su auto allí se realizaban "actos con significado ritual para la militancia de ETA". Esto, como tantas otras cosas en la vida, debe ser una cuestión de dimensiones. Mientras el mentado y extirpado de raíz (nunca mejor dicho) robledal, desconocido por la inmensa mayoría de la población del estado español, es un homenaje, perseguible jurídicamente, a la violencia etarra, el Valle de los Caídos, gigantesco mausoleo del genocida fascista Francisco Franco, que asesinó alrededor de 200 veces más que ETA, que sometió al país durante casi 40 años y fue padre político del rey abdicante, es conservado (para que los peregrinos fascistas se sientan a gusto) con dineros públicos. Aparte de ese engendro de piedra que debería ser dinamitado, aún perviven por todo el país, en olímpico desdén, calles y placas que recuerdan a eméritos fascistas.
En Granada fueron detenidos dos hombres por arriar y destrozar una bandera monárquica. Semanas atrás fueron detenidas varias personas por escribir mensajes considerados violentos en las redes sociales. Hay personas condenadas a  entrar en prisión por participar en piquetes.
La represión afecta básicamente a las posiciones de izquierda. Nos quieren sumisos en la protesta y que no nos salgamos del cauce. Lo dijo el fiscal general Torres Dulce: "lo que no está en la constitución, no existe en la política española". Esta declaración me parece interesante por sintomática: tienen cierta preocupación. Y convierten a una constitución que se supone garantiza (eso dicen) todas las libertades, en cercenadora de esas propias libertades. El Partido Comunista de España durante los 40 años del fascismo fue ilegal, pero existía. Por eso era perseguido con saña, al igual que otros grupos de izquierda, por la policía política del general Franco (la Brigada Político-Social). Era un elemento real de la política española. Dulce, puede usted cerrar los ojos, pero ahí fuera, a pesar de los intentos represivos crecientes, de las ganas de asustar y amedrentar, tras años estancada hay una realidad que parece empezar a moverse. Algunos empiezan a notar un ligero temblor de tierra bajo sus pies. Lo que aún desconocemos es la magnitud del sismo. Si quedará en asustante, casi imperceptible tambaleo o derribará el edificio del 78, ese que intentan apuntalar con un andamio, cierto que largo, llamado Felipe VI.
Epílogo tolerante.
El psicólogo estadounidense Frederich Morton ha cancelado un seminario para "curar el catolicismo" que iba a desarrollarse en Sevilla debido a amenazas y presiones de cofradías (sí, de esas que durante años sacaron a pasear a la Macarena con el fajín del asesino Queipo de Llano) y altas autoridades eclesiásticas. La conferencia titulada "Dios, ese viejo camelo" quedó (como dios manda, que diría don Mariano) cancelada. ¡Qué hermoso es vivir en un país aconfesional y libre! Por cierto, hablamos de Andalucía, ese territorio gobernado durante más de tres décadas por el PSOE. No me hagan mucho caso, ya conocen (al menos quienes  de vez en cuando se asoman a este callejón) mi irritante costumbre de mezclarlo todo. Con lo bello y tranquilizador que es un mundo bien compartimentado.


jueves, 5 de junio de 2014

De lo divino y lo humano: virgen, petroleo y consulta

El sábado 31 de mayo se produjo en la isla de Gran Canaria una de las mayores movilizaciones populares de su historia. Se estima que la bajada número 51 de la Virgen del Pino, desde la localidad de Teror, donde "reside" habitualmente, hasta la catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, congregó alrededor de 200.000 personas (la población total de la isla es de 852.000 habitantes).
El próximo sábado, 7 de junio, tendrá lugar una movilización de otro tipo en todas las islas del archipiélago en la que se busca un doble objetivo: expresar el rechazo a las prospecciones petrolíferas que va a realizar Repsol frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura y, en última instancia, solicitar que la decisión final se adopte tras una consulta popular al pueblo canario.
De lo divino y lo humano, que al final es lo mismo.
Si en todo el territorio canario (algo más de 2.100.000 habitantes), salieran a la calle la mitad de las 200.000 personas que acompañaron a lo largo del 31 a la virgen, sería un éxito enorme. Es curioso, y a mi entender lamentable, observar como moviliza mucho más, como concita muchas más voluntades lo incierto y retrógrado (me llama la atención ver a tantas mujeres devotas de un ente que simboliza su absoluta sumisión y represión sexual), que la acuciante realidad.
Sé que no son elementos necesariamente contradictorios, pero estoy convencido de que no más de 2 ó 3 de cada 100 personas que participaron en el homenaje a la virgen, acudirán a la movilización del próximo fin de semana en Gran Canaria. Insisto, quizás estoy errado, pero creo que son personas que habitan países mentales diferentes.
Lo incontestable es que los habitantes del archipiélago moramos un mundo muy pequeño y fragmentado (7.500 kilómetros cuadrados divididos en ocho cachitos de diferente tamaño cuajados de costa), en el que un hipotético vertido puede ser catastrófico, aparte de que el petróleo nunca generaría el trabajo que aporta el turismo y sus beneficios serían básicamente para los accionistas de Repsol. Existe el mito del maná petrolero: hallar petróleo equivale a nadar en la abundancia. Pero esa supuesta abundancia depende, como casi siempre, de las directrices políticas. Con Chávez, sus enemigos objetaban que los avances sociales se basaban sólo en la renta petrolera, en un curioso planteamiento que debe considerar mejor el beneficio particular que el colectivo sobre los recursos de un país. ¿Los nigerianos, que en más de un 50% viven sin electricidad, reciben alguna migaja del petróleo producido en su país o beneficia casi en exclusiva a grandes compañías extranjeras? En África se conjugan enormes riquezas naturales con una pobreza brutal.
Ahora desde los sectores de la población canaria que rechazan las prospecciones, como señalé antes, se plantea un referéndum. Y el gobierno central ya ha dejado clarito que de consultas populares, nada. También son puñeteros estos catalanes, con la añadidura ahora de los republicanos queriendo votar el desalojo de la monarquía, levantando la liebre. Si hasta los aplatanados canarios quieren tirar de papeleta. ¡Qué la gente decida sobre las cosas que le afectan, faltaría más! Apréndanselo: se vota cada 4 años al jefe de turno y después calladitos y obedientes. Yo, desde luego, no me imagino a Paulino Rivero, presidente del gobierno de Canarias, echándole un pulso real (llevando la consulta adelante) al gobierno del estado. La historia de la burguesía pactista canaria, más allá de algún leve ademán de chulito menor de barrio, es, desde la primera nobleza aborigen que se sometió al colonizador en el siglo XV, la historia de una provechosa sumisión.
El tema de las consultas populares es muy interesante, pues nos muestra como gente que está todo el día con la palabra democracia en la boca, cuando sectores diversos plantean que el pueblo decida directamente sobre un asunto de gran calado, echan el freno y nos ilustran con que esto es una democracia representativa y no asamblearia. Y lo más curioso es que en no pocas consultas los resultados, debido a su apabullante poder mediático, serían favorables a las posiciones conservadoras. En Suiza ganaron los contrarios a limitar las ganancias de los ejecutivos y perdieron los que proponían un salario mínimo de 3.300 euros.
¿A qué tienen miedo? Probablemente a abrir el camino, quizás irreversible, a la posibilidad de que la gente, independientemente de su voto a una u otra formación política, empiece a opinar y decidir directamente, no por vía interpuesta, sobre aspectos fundamentales del acontecer socio-político.

martes, 3 de junio de 2014

¡Malditos bastardos!

Después de leer que la ejecutiva del PSOE, tras reconocer su "tradición (¿o traición?) republicana" mostraba su adhesión al futuro Felipe VI; que todos los hipotéticos candidatos de las primarias con peso específico (Madina, Chacón o Susana Díez) manifestaban su apoyo a Felipe VI; que Rubalcaba ha ido de la manita de Rajoy en el sigiloso proceso de abdicación del Borbón y su sustitución, para fortalecer la debilitada monarquía, por la esbelta figura de Felipe VI; que Zapatero, ex presidente socialista, piensa que se renovarán y fortalecerán las instituciones con Felipe VI; que el representante de las Juventudes Socialistas, en un guiño para débiles mentales prestos a dejarse embaucar, pedía un referéndum para decidir si nos tragamos a Felipe VI; que...

No puedo más, después de atragantarme con tanta infamia de esa supuesta izquierda (de la derecha pepera de la que nada espero, sólo espero, por su esencia, que apoye esa injusticia que se llama monarquía y otras mil), que responde a las siglas PSOE, se me vino a la mente, airado, el título de la película de Tarantino, el exabrupto que encabeza estás líneas.

Hasta ahora, cobardemente, se han refugiado en esa ideología de lo campechano que era el juancarlismo. Planteamiento básico: no soy monárquico, pero soy seguidor fiel del supremo hacedor de democracias proveniente del fascismo (el otro gran druida, Adolfo Suárez, también elaboró sus primeras pócimas en el sanguinario régimen) llamado Juan Carlos Primero. Veloces, la mayoría de ellos ya transmutan a felipistas después. Tampoco debe costarles demasiado, pues ya han tenido durante más de 20 años el liderazgo de un Felipe probablemente más pérfido (aunque con el aval de su elección por voto popular) que el individuo del que voy a ser súbdito  a partir del 18 de junio de 2014. Todo, incluidos sus 21 gramos de almita republicana, se sacrifica en el ara de la estabilidad institucional, de ser un partido de estado.

Hay un argumento especialmente artero. José Miguel Pérez, vicepresidente socialista del gobierno autónomo de Canarias (Coalición Canaria-PSOE): "Si hubiera un referéndum lo ganaba la monarquía", expresó este mago menor. Definitivo: el PSOE no apoya una consulta para que su almita agonizante no se lleve un chasco incapaz de superar. No, Don José Miguel, colega (no es despreciativo, es historiador, como quién esto escribe), usted sabe que los cambios históricos no vienen solos, que la actuación colectiva de los grupos sociales que componen los pueblos y de sus diversas organizaciones, son fundamentales para transitar un rumbo político u otro. Un hombre de izquierdas y, por ende, republicano, tiene la obligación moral de no escudar su cobardía política en un simulado "yo querría pero no se puede" falaz.

Los 110 diputados del PSOE (alrededor del 30% de la cámara) podrían presentar una ley que solicitara la transformación de una jefatura del estado vitalicia y hereditaria en otra electiva y con una duración determinada, mediante la celebración de un referéndum. Pero no. Un no rotundo. El PSOE votará, junto a la derecha del PP, UPyD y CiU, la ley de abdicación aprobada por el gobierno que facilitará el relevo en el trono. Esta ley recibirá el apoyo de más de trescientos (nada heroicos) diputados. O sea, el 90% de la cámara. ¿Alguien cree que si este mes de junio, que verá la entronización de Felipe VI, se celebrara una consulta popular la monarquía tendría un 90% de los votos?

El PSOE, con su generalizada postura entreguista, abofetea a gran parte de su base social que, dicho sea de paso, hasta ahora ha manifestado una preocupante tendencia al masoquismo, a perdonar cada canallada que supera la anterior. He usado el pasado porque, en un cierto alarde de esperanza, más inducido por alguna voz de mi entorno que por mi acendrado pesimismo, puede que los adormecidos y añulgados por los cantos de sirena previos a las citas electorales (¡qué viene la derechaaaaa...! ¡qué viene la derechaaaaa...!), comiencen a desperezar sus mentes y aventar sus miedos.

Parece que hay un país que anhela otra realidad, aún pequeño, insuficiente, que se mueve cada vez más intentando dejar atrás al país oficial, ese país de corruptelas y componendas donde aún hay, tantos años después de escrita la hermosa letra de La Internacional (¿la recuerdan amigos del PSOE?), reyes, dioses y tribunos alquimistas que nos venden como oro el tóxico plomo.

lunes, 2 de junio de 2014

Milhombres (veinte)


¡Abajo los borbones! A la calle, a pelear la 3ª República

Ante el deterioro de la imagen del Borbón viejo, del hijo de Franco, nos quieren colar vía abdicación, deprisa y corriendo, por sorpresa, al Borbón más joven. En esta hora es mucho más necesario que juntar palabras urgentes salir a las calles masivamente a reivindicar lo mínimo, la plena ciudadanía, nuestra capacidad de elegir al jefe del estado. El primer cargo institucional de un país no debe ser, por simple dignidad, el cortijo particular de una familia. Ahora mismo, desde un punto de vista republicano, sobra casi todo lo que digamos. Tenemos diseccionado al rey y la institución que representa en miles de artículos. Ahora vendrá el aluvión de panegíricos de las fuerzas del régimen del 78. Ni puñetero caso. Ni este texto ni el que "ardan" las redes sociales los moverá un milímetro de sus intenciones. Únicamente una presencia audaz y masiva en las calles podría intentar (es muy difícil lograrlo) abortar esta jugada que pretende frenar el creciente sentimiento republicano y mantener a una "renovada" monarquía como eje político durante los próximos decenios. Desde las redes sociales, estupendos y veloces cauces de comunicación, no se cambia nada. Ningún republicano puede quedarse en casa. Lo dejó escrito Celaya en otro momento histórico:


¡A la calle!, que ya es hora
de pasearnos a cuerpo
y mostrar que, pues vivimos, anunciamos algo nuevo.




En el siguiente enlace están todos los textos que he escrito en este blog sobre el abdicante: