lunes, 27 de enero de 2020

A los Federicos fascistas y anticomunistas, con ánimo de enfrentar

Jiménez Losantos. Para algunos, Federico, o Don Federico.
El hombre que solo tiene dos pasiones: España y, la palabra más malbaratada del mundo, la libertad. 
El hombre que hace unos días recibió en su casa a Bertín Osborne y, como suele, se despacho a gusto. El hombre que sabe que en este extraño país, a veces cómico, otras trágico, por parte de millones de personas, el fascismo y el antifascismo se perciben (y se venden por los grandes medios) como las dos caras de una misma moneda. El gran insultador, el que para sus seguidores es el intelectual más brillante de España, admirados ante su enorme biblioteca. La brillantez intelectual, más allá de lo admirable que nos parezca o el gozo que nos produzca, no añade ni quita nada a la miseria moral y al desprecio de clase que conlleva el fascismo. Él, que estuvo en las entrañas de la bestia (comunista, por supuesto) y salió de ella refulgente, con la camisa novísima de la que aborreció el hilo rojo, a pastorear a esos autodenominados liberales prestos a fascistizarse al primer susto, por muy leve que sea, circunstancia que hemos visto, por ejemplo, con el eurodiputado de VOX Hermann Tertsch llamando a la intervención militar ante el gobierno de coalición UP-PSOE. Él y sus seguidores, todos los bertines (tipología tradicional del campechano facha hispano) que en el estado español son, son fascistas. Igual que en el 36. Lo único que varía es una coyuntura histórica en que la burguesía europea no necesita el fascismo actuante pero le interesa el fascismo acechante. No obstante, si fuera muy necesario para sus intereses no faltarían abundantes plumillas en los medios ni espadones en los cuarteles para llevar a cabo el golpe. Ahí están, como ejemplo, los militares pertenecientes a la bancada de VOX, dispuestos a enveredar (aún más) el país.
Y hay que llamarlos así. Bertold Brecht dijo “que no había nada más parecido a un fascista que un burgués asustado”. Y cuando se dice burgués, yo al menos lo interpreto, en este contexto, como una cuestión ideológica. Federico Engels era un hombre de familia rica, pero nadie duda de su apuesta, teórica y práctica, por los desheredados de la tierra. A la inversa, todos conocemos multitud de personas que perteneciendo a la clase trabajadora, incluso a sus capas mas desfavorecidas, están absolutamente dominados por la ideología burguesa, esa que te dice, desde la más tierna (o dura) infancia, que la aspiración de todo ser humano tiene que ser la acumulación, casi infinita, de unas riquezas a las que nunca se plantea poner límite. Así, casi nadie ve con escándalo de primera página perpetua, el que a mí al menos me produce, que vivamos tiempos en los que un individuo, una sola persona cuyo nombre no voy a citar, tenga una fortuna de 90.000 millones de euros. Según la tabla del FMI sobre el PIB (Producto Interior Bruto) de cada país en 2019, este individuo solito, sobre un total de 189 países reflejados, metería su cabecita entre el puesto 62 y 63. Está claramente en la parte superior de la tabla. Intermón Oxfam en 2017, según sus estudios, estableció que los 8 individuos más ricos del planeta acumulaban la misma riqueza que los 3.600 millones más pobres (BBC Mundo, 16 de enero de 2017). Sobre esto, para no extenderme, pues no era el objeto de este texto (ellos y mi dispersión siempre me llevan por donde quieren), un último dato referente a España que recogí en otro escrito hace años y que siempre me ha parecido demoledor, sirviéndome de ejemplo, a mí, al profe adoctrinador (jódanse fascistas, yo me cago en esa idiotez llamada pin parental), en muchas clases para ilustrar lo inhumano de las clases sociales: chicos y chicas, les digo, las 20 personas más ricas de España, que cabrían en este aula, tienen la misma riqueza que los 14.000.000 de españoles más pobres, lo que, asómbrense, son casi 7 archipiélagos (Canarias) como el que habitamos.
Y entre esos 14.000.000 más pobres seguro que hay votantes de VOX y seguidores desclasados de Federico, el gran insultador fascista. El que odia al comunismo, el que dice, con la sonrisa aquiescente del granujilla andaluz (que fácil es ser faltón) que “para ser comunista hay que ser millonario y si quieres ser millonario hay que ser comunista”. Amancio Ortega, Ana Botín y Florentino Pérez están a punto de constituir el soviet más reducido y más rico de la historia. Pero es comprensible, la maquina del desprestigio no puede parar. Por ahí le duele a Federico y le horroriza a la burguesía. Ni un minuto han dejado, los Federicos del mundo, de combatir una ideología que plantea que el fin de cada ser humano no es la acumulación de riquezas (circunstancia que ya choca con la propia supervivencia del planeta, aunque como siempre nos quieren hacer ahorrar a los curritos mientras los ricos llevan sus vidas de disipación sin cortapisas, hace unas semanas me asombró la noticia de un tipo que tenía aparte de su yate otro yate exclusivamente para transportar sus “juguetes” acuáticos), circunstancia que siempre se hace a lomos de otros, sino una vida digna en la que desarrollar honestamente las diferentes potencialidades de todas las personas.
Es ya casi legendaria su mención a la lupara que dispararía si algún líder de Podemos se le pusiera, nunca mejor dicho, a tiro. Esta amenaza pública, con amplia difusión, no tuvo ninguna consecuencia jurídica para el individuo. Siempre el desequilibrio judicial, la balanza inclinada hacia el fascismo. Si usted dice algo inapropiado de los sacralizados cuerpos de seguridad del estado y fuerzas armadas escorados hacia la ultraderecha (vean la geografía del sufragio y como en las zonas de cuarteleras de toda laya el voto a VOX se dispara) tiene muchos boletos para recibir una cita judicial. Los Ongi etorri, los recibimientos a presos de ETA que han cumplido largas condenas (casi siempre más de 20 años) por sus atentados, llevan a que 4 miembros de la izquierda abertzale sean acusados de apología del terrorismo, casi el mismo día en que se supo que el gobierno pagará 10.000 euros al mes de seguridad privada para la tumba de Franco que nos costó a todos 70.000 euros o que la mesa del Senado rechazó una pregunta de un senador porque en la misma se faltaba al respeto al tipo que nos regaló un rey, el mayor asesino terrorista español del siglo XX, llamándole lo que fue: genocida. Me pregunto cuándo citarán, siguiendo la lógica de perseguir al terrorismo y a cualquier sujeto o entidad que lo ponga en valor, a todos los presidentes del gobierno de España que reconocieron de facto a ETA, y su raíz política, sentándose con ella a negociar.
Curiosamente, quién sí estuvo a tiro fue él, Federico. A tiro de Terra Lluire en el año 1980. Le dispararon en una rodilla  y lo dejaron atado a un árbol. En la entrevista con el tipo con nombre de coñac, entre las risotadas de éste, habla de “los cabritos de Cataluña, que son antiespañoles satánicos” (yo, por esta afirmación, ya le bajaría unos cuantos puestos en el podio intelectual en el que sus acólitos lo ubican). 

Federico, contente un poco, que contigo los satánicos terroristas catalanes fueron, te guste o no, algo piadosos. Piensa que hay otros lugares del cuerpo, un poco más cabroncetes, a los que disparar. Desconozco, cuando citabas esa lupara que si tenías a mano utilizabas, donde ponías tu mira mental, pero, con ese alma legionaria que tienes (juntándote al excomando Ortega Smith serían un redivivo duo sacapuntas facha), dudo que fuera en las rodillas. Siendo bien pensado imagino que donde siempre, para alguien que escapó del infierno catalán: en la defensa de los cielos hispanos y su deífica libertad.

lunes, 20 de enero de 2020

De la escéptica esperanza

En una gradación de literato mediocre y filósofo peor, categorizando de lo optimista a lo pesimista, hablaría de que la asunción del gobierno por parte de la coalición PSOE-UP, entre la fauna que se autodenomina de izquierdas, interpela, al menos en la primera sílaba de la primera y la tercera palabras, curiosamente las no dubitativas, al verbo ser, que se supone es la esencia. Así, nos preguntamos: ¿qué será (cómo actuará) el gobierno de coalición? Y desde el turbulento e impreciso campo de la izquierda surgen, a grandes rasgos, tres posiciones: esperanza, a la expectativa y escepticismo.
Yo viví el triunfo arrollador de Felipe González en 1982, hace casi 40 años (el tango Volver, aquél que dice “que veinte años no es nada” es un mentiroso que se queda corto, muy corto). Votante de la coalición nacionalista y de izquierdas (sí, indocumentados repetidores de mantras, se puede ser ambas cosas) Unión del Pueblo Canario, que perdió el escaño que ostentaba Fernando Sagaseta, yo era la cara enfurruñada de mi casa. La cara alegre, emocionada hasta el brillo en los ojos, aunque su voto había sido para UPC, era la de mi padre. Siempre votó a formaciones a la izquierda del PSOE, pero tengo claro que, habiendo nacido en el 29 y recordando el sancocho que comían en el patio de su casa del barrio de La Isleta en Las Palmas de Gran Canaria el 18 de julio del 36, cuando empezaron a sonar los tiros que anunciaban una dictadura fascista que se prolongaría 40 años, o recordando sus conversaciones nocturnas, en la dura posguerra de los años 40, con Don Joaquín, un socialista represaliado cuya biblioteca fue quemada por su aterrorizada familia, que se ganaba el sustento dando clases particulares a las que acudía mi padre a aprender algo de inglés… sí, imaginando los recuerdos que mi padre  pudo tener esa noche, tengo la certeza de que para él y para otros muchos de su generación o mayores (pienso también en mi tío Domingo, cuya casa sentía como mi casa, y esa guardia civil que durante años lo visitó para atestiguar su “buen” comportamiento) la victoria del PSOE tuvo la dimensión de un resarcimiento histórico y también estaba preñada de esperanza porque parecía que se enjaulaba a la bestia que había campado a sus anchas durante tantos años. 
La esperanza que hoy siente buena parte de la población tiene, en ese aspecto, alguna similitud con la del 82. La bestia, tras años en los sótanos (o tal vez igual que tenía caja b, también poseía casa b) del PP, puesta a buen recaudo, emitiendo algún rugidito que otro de vez en cuando, se ha escapado. Y está grandita, y parece que sigue creciendo. Sí, para mucha gente el gobierno progresista (así se denominan ellos) cierra el acceso al poder de VOX y un PP que, compitiendo con su criatura, se bestializa a pasos agigantados. Ésta que describo sería una esperanza a la contra, una esperanza que quiere, desde su perspectiva, al menos no retroceder más y si se puede (aquí el sí es condicional) dar tímidos pasos. También observo otra esperanza: la de Unidas Podemos. Una esperanza puramente terrenal y muy alejada de los cielos, que sabe que su influencia está en el ámbito social y con las limitaciones que marca la UE en el tema del déficit, asumiendo que en otros asuntos no podrá ir más allá de atemperar o matizar posiciones. “Es un programa muy moderado”, aseveró Pablo Iglesias en una entrevista mientras una prensa desquiciada habla de Venezuela y de Cuba como próximos horizontes patrios a los que Google, con la visión de futuro de algún cachondo mental, se adelantó situando a España como un país comunista. 
Podemos no ignora que el pacto es una píldora que no ha tenido más remedio que tragarse el PSOE ante el temor, de ambos, a una nueva convocatoria electoral. Pero lo cierto es que si el PSOE se ha tragado una píldora, Podemos debe tener bastante asumido, las palabras de Pablo Iglesias lo demuestran, que quizás ellos van a tragarse una caja entera en temas como Política Exterior, Defensa, Cataluña, etc. Ocurre, salvando las distancias, algo similar a lo que planteaba Vázquez Montalbán con respecto a la situación de la Oposición y el Régimen a la muerte de Franco y que devino en lo que llamamos Transición: estamos ante un pacto donde predominan las debilidades sobre las fortalezas. La repetición electoral que Sánchez provocó para crecer y limpiar el terreno a su izquierda, intentando hundir a UP en la irrelevancia, fue un fracaso absoluto, pues UP, con dificultades, mantuvo el tipo, el propio PSOE bajó y encima consiguió eliminar a su posible aliado de centro (Ciudadanos parece que va camino de la desaparición) acrecentando a la ultraderecha. 
A la expectativa están básicamente los de ERC y, en segundo plano, EH Bildu. Sin ellos, como le dijo Rufián, no hay legislatura. Será interesante ver lo que ocurre cuando se constituya la mesa de los gobiernos español y catalán con la que el PSOE logró la abstención de ERC. Vienen curvas bastante cerradas. El ataque de la derecha fascistizada, con todas sus potentísimas baterías mediáticas, va a ser aún más brutal de lo que vimos en las fechas anteriores a la investidura. La unidad de España es un banderín de enganche muy eficaz. Y será un ataque que se trasladará a la calle. Ya sabemos que los heroicos jóvenes que luchan en Venezuela por la libertad quemando, si se tercia, a gente en la calle, cuando prenden contenedores en la noche barcelonesa transmutan en una patulea terrorista. Saldrán a la calle con dureza y debería UP, no sé si estará el PSOE por la labor, movilizar a la izquierda para defender los posibles avances sociales que se planteen y, quizás, la propia supervivencia del gobierno de coalición. 
Siempre leo a Julio Anguita con atención y hoy domingo 19 de enero en eldiario.es dice lo siguiente: “la oposición de verdad está en el IBEX, la banca y los poderes económicos”. Además cita también a la Iglesia (la conferencia episcopal quiere mantener prietas las filas de una grey que tiende a lo disoluto, aunque en el programa no hay ninguna medida, como pagar el IBI, que atente contra los intereses de la casta eclesial) y a sectores recalcitrantes del PSOE. Las palabras de Anguita me han hecho formularme, con toda la inocencia del mundo, una pregunta: ¿qué temor tienen el IBEX o los poderes económicos al muy moderado programa del gobierno de coalición? En nada peligra la estructura del poder económico en el estado español. Lo que se plantea en el ámbito económico son tibias medidas que apenas podrían tildarse de socialdemócratas. El PSOE, obligado a lidiar con la coyuntura, no va a dejar de ser de un día para otro uno de los pilares del sistema político español. Incluso, pensando retorcidamente y entrando ya de lleno en el territorio de los escépticos con el pacto, parece que les viene bien que el asalto a los cielos haya sido pospuesto sine die y que UP arrime el hombro para apuntalar lo que hasta hace un rato llamaba el Régimen del 78. Te tengo en casa y puedo, desde mi posición de predominio en el pacto, controlarte mejor. 
El único trasvase de riqueza que se plantea el bipartito gobernante es el incremento de los impuestos a quiénes ingresen más de 130.000 euros (un 0.9% de la población activa). Una medida que contribuirá no a la revolución social, sino a acercarnos un poco a la carga impositiva media de la Unión Europea y a que haya (y es valorable) algunos miles de millones de euros más en las arcas públicas para asuntos sociales. Quiero hacer una mención específica al desparpajo con que la derecha trata como idiotas políticos a buena parte de la población hablando de subida de impuestos a unas clases medias que, por lo que parece, ganan la minucia de unos 11.000 euros mensuales. El problema es que hay sectores de la población, y no pudientes precisamente, profundamente acríticos, que compran ese discurso, que suele ir en el mismo lote que el berreante ¡Viva España!, más allá de sus propias condiciones materiales de vida. Así, me lo contó mi hijo, en uno de esos foros de “guasap” donde el facherío mas memo da rienda suelta a sus simplezas, el que vive de alquiler está preocupado porque el gobierno “comunista” va a empezar a expropiar a los ciudadanos esa vivienda que él, por ejemplo, no tiene.
Anuncié un poco más arriba que entraba ya en el territorio de los escépticos, de los que desde el campo de la izquierda nada esperan del pacto de gobierno. Este punto reconozco que acentúa al dubitativo pertinaz que habita en mí. Podemos no ha pactado un programa de izquierdas con el PSOE. Por una sencilla razón: el PSOE, desde hace bastante tiempo, no es un partido de izquierdas, es, y no siempre, un gestor más amable del sistema capitalista que la derecha montaraz o fascista. El PSOE, aunque se llame socialista, no tiene ya, ni en su horizonte más remoto, la construcción de una sociedad sin explotación. No sé cuantos de los puntos fundacionales de Podemos en 2014 siguen vigentes, pero sospecho que son pocos o están arrumbados en un cuarto oscuro. Sé que un programa pactado para 4 años no puede pretender cambiar el mundo, pero si me parece desazonante que la teórica izquierda haya quedado para defender y lograr, casi exclusivamente, determinados derechos civiles, renunciando casi por completo a su esencia, la lucha por un modelo económico diferente. 
Desde ese punto de vista comprendo que para determinados sectores de la izquierda el entusiasmo sea cero. No obstante, asumiendo que tienen todo el derecho a la crítica consistente y razonada, no tienen ningún derecho a la crítica inconsistente y que baile la música de la derecha. Pongo un ejemplo concreto. Sigo a diario las informaciones del digital insurgente.org que recoge voces variadas dentro de lo que llamaríamos la izquierda transformadora. Me preocupé profundamente cuando vi en ese medio la siguiente y escueta “noticia”: “PSOE y PP la misma mierda es/ pero hay que comé” al pie de una foto del abrazo de Pablo Iglesias y Pedro Sánchez el día de la firma del pacto. Digno de cualquier panfleto de la ultraderecha que considera a los políticos en general, y a los de izquierdas por muertos de hambre en particular, unos tipos que están en el cargo para llevárselo crudo. Es una crítica indigna de un medio serio de izquierdas. Siempre combato el tema demagógico del sueldo de los políticos (en este tema no está exento de culpa Podemos). Y pongo el ejemplo del Presidente del Gobierno, cuyo salario ronda los 80.000 euros brutos anuales. Para su responsabilidad y la disponibilidad absoluta de las 24 horas del día me parece una remuneración bastante comedida. La crítica de la izquierda puede y debe ser contundente, sacando a flote las contradicciones, que no son pocas, y tal vez  tampoco son evitables, pero no puede transitar, bajo ningún concepto, el derrotero fácil y demagógico propio de las mentes perezosas acodadas en la barra de esos modernos bares que son las redes sociales.

Una última consideración, no seria extraño que esperanzados, expectantes o escépticos, ante el que sospecho será durísimo embate de la ultraderecha (en alianza con los jueces) acabemos encontrándonos en la calle, si no para defender al gobierno, quizás para defendernos a nosotros mismos.

miércoles, 8 de enero de 2020

Estados Unidos: el fascismo en la acción exterior


Según cuenta Pablo Iglesias, en una entrevista que le realizó, el escritor mejicano, nacido y criado en Asturias (ah, las identidades, que electivas son, como el cubano universal nacido y educado en Argentina), Paco Ignacio Taibo II portó en una manifestación, años ha, cuando el dominio del PRI (Partido Revolucionario Institucional) era apabullante, una pancarta que decía, más o menos, lo siguiente: “Aplíquennos a nosotros su política internacional”. El mismo país que en la escena internacional (cierto que ahí estuvo la mano de un humanista como era el presidente Lázaro Cárdenes) abrió sus puertas a miles de exiliados españoles, y que nunca reconoció diplomáticamente a la dictadura fascista de Franco, y que siempre mantuvo relaciones con Cuba cuando EEUU impuso la ruptura con ella de todos los gobiernos títeres latinoamericanos, en política interior provocó, el 2 de octubre de 1968 (un año con tanta literatura y ponderación, que en el panteón de los tiempos extintos debe ser un engreído insoportable), en el marco de una revuelta universitaria, la matanza de centenares de personas en la plaza de las Tres Culturas. La generosidad y la mano tendida en política exterior se tornaba en puño férreo contra su pueblo en defensa de los intereses oligárquicos y de una situación con lacerantes desigualdades sociales.
Me vino a la mente la pancarta de Paco Ignacio Taibo II, no sé si acertadamente, las conexiones mentales, por lo menos las mías, a veces son extrañas o enrevesadas, a cuenta del asesinato, en el norte de Iraq, por parte de EEUU del general iraní Soleimani. El pensamiento común considera al estado norteamericano como un país que respeta las libertades en el interior de su territorio, donde los ciudadanos tienen unos derechos formales (libertad de expresión, asociación, reunión, manifestación, etc) asentados que consideran parte inalienable de su constitución política. Por supuesto, aquí no podríamos incluir, con el mismo vigor, los llamados derechos sociales. Existe carencia de una sanidad universal, millones de personas viven bajo el umbral de la pobreza en el país más rico y poderoso del planeta, y ligado esto último pervive un racismo latente o manifiesto que, con precisión casi matemática, te aclara la piel cuando te crece, exponencialmente, la cuenta corriente.
Curiosamente, ese asentamiento de derechos formales en el interior, es una carta blanca entre buena parte de su población (ningún presidente norteamericano ha perdido una reelección mientras está embarcado en un conflicto bélico exterior) para una acción en el resto del planeta que yo me atrevo a tildar, más allá del usual concepto de imperialismo, como fascista. Lo percibo, quizás en un trazo grueso, como una acción inversa a la del gobierno mejicano que exponía en el inicio de este texto.
El periodista John L. O’Sullivan, en 1845, en la revista Democratic Review de Nueva York expuso lo siguiente: “el cumplimiento de nuestro destino manifiesto es extendernos por todo el continente que nos ha sido asignado por la Providencia para el desarrollo del gran experimento de libertad y autogobierno. Es un derecho como el que tiene un árbol de obtener el aire y la tierra necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades y el crecimiento que tiene como destino”. Ésta sería la idea básica de la conocida como doctrina del “Destino Manifiesto”. Sustituyan la palabra manifiesto por evidente, con la incuestionabilidad que supone, y la idea adquiere aún más diafanidad. También debe procederse a sustituir, en los siglos XX y XXI, la palabra continente por planeta. Y como colofón, como razón de peso insuperable e irrebatible la Providencia, o sea, Dios. Por arte de la divinidad quedas convertido, y eso cala con fuerza en muchas mentes, en un pueblo elegido que tiene derecho a obtener “el aire y la tierra (ésta y sus riquezas son el objetivo básico, aunque ahora esté en valor también, permítaseme una cierta ironía, la calidad del aire) necesarios para el desarrollo pleno de sus capacidades…”
Todo bajo el estandarte de la libertad, que es palabra muy agradecida. Además, los pueblos, malagradecidos, tienen la extraña costumbre de defender los territorios donde han vivido ancestralmente, aunque después, como las diferentes naciones indias, acaben recluidos en reservas.
Ahora me permito transcribirles un párrafo de la Wikipedia acerca de la teoría del Espacio Vital (Lebensraum) de la alemania nazi: “El programa estratégico de Hitler para dominar el mundo se basaba en la creencia en el poder del Lebensraum, especialmente cuando era buscado por una raza superior. Las personas de razas no arias en el territorio del Lebensraum serían objeto de expulsión o destrucción. La eugenesia del Lebensraum consideraba un derecho de la raza superior (herrenvolk) aria alemana quitar a las personas originarias para conseguir su propio espacio vital”.
Muchas personas pensaran que me paso tres pueblos estableciendo similitudes entre el destino Manifiesto y la teoría del Espacio Vital. Antes que nada precisar que aunque el Lebensraum se asocia al nazismo, es una teoría anterior, que surge a finales del siglo XIX y que, sobre todo fruto del magro imperio colonial alemán, ve en las llanuras del este un posible territorio de expansión. Dicho esto, observamos que aunque el Destino Manifiesto no pone el acento en la raza al ser EEUU territorio de inmigración, sí habla de una nación divinamente electa que se eleva sobre los ocupantes originarios que, siendo reducidos, según la conveniencia, a la condición de salvajes (indios) o subhumanos (eslavos), pueden eliminarse impunemente. O sea, no hay en esa expansión un elemento presente en muchas experiencias imperialistas: la coartada civilizatoria.
Y a esta última palabra me aferro para venir a la actualidad y enlazar con el asesinato del general iraní. El fascismo, fruto de su ideología supremacista, siempre se piensa impune y moralmente legitimado desde el momento en que considera al pueblo del estado que gobierna superior a otros pueblos. No albergo duda alguna de que el sentimiento nacional de EEUU, más allá, vuelvo a insistir, de sus libertades internas, está aderezado con grandes dosis de superioridad, de nación elegida para, lo hemos oído múltiples veces, liderar el mundo. Y liderar quiere decir mandar y en muchos casos, cuando la persuasión diplomática y el acoso mediático de las mentiras repetidas mil veces no funciona ante el díscolo, hay que pasar a la siguiente fase: sancionar, estrangular económicamente (Cuba y Venezuela) y, si esto falla, la acción armada de un ejército que tiene un presupuesto militar igual que la suma de los nueve países que le siguen en la lista y que representa, además, el 36% del gasto militar mundial para una población que supone el 4% de los habitantes del planeta. Este desequilibrio entre población y presupuesto militar demuestra la vocación manifiesta de gendarme mundial.
La acción de EEUU contra un general de un país con el que no tienes un conflicto militar declarado (ya no se “declaran” guerras, creo que tampoco los amores) es una acción puramente fascista, al estilo de las protagonizadas por otro estado que práctica en su política exterior el asesinato selectivo (y no selectivo): Israel. Pienso que es imprescindible utilizar el término fascismo, y no significa banalizarlo, porque es revelador, necesario para desnudar y reflejar con la máxima crudeza la realidad del imperio de la fuerza y la supremacía y el expolio de otros pueblos que es la línea de acción exterior de EEUU.
Acabo con la declaración que hoy 8 de enero de 2020 acaba de realizar, hace apenas unas horas, Donald Trump: “Irán amenaza al mundo civilizado”. Amenaza y civilización (¿cristiana?), términos tenebrosos constantemente utilizados en la política exterior de EEUU y que, permítaseme mi conexión con un caldero que ya tengo al fuego en mi mente para un hipotético próximo texto, me recuerda a la actuación, apocalíptica y fascistoide (invocaciones explícitas o veladas al ejército incluidas), de la extrema derecha española en el Congreso ante el surgimiento de un gobierno PSOE-UP, horda roja que amenaza la pervivencia de España y su civilización.