lunes, 30 de mayo de 2016

El ACABose de la libertad de expresión

En enero el locutor radiofónico Federico Jiménez Losantos expresó ante los, supongo, deleitados oídos de centenares de miles de oyentes, que la dirigencia de Podemos, citando incluso nombres propios como Errejón, Bescansa o Maestre, le producía el deseo de tomar la escopeta y disparar. No dijo ante esa legión de oyentes que no disparara por algún tipo de escrúpulo moral o por temor a la legislación vigente. Simplemente alegó un inquietante, por circunstancial: “o sea, menos mal que no la llevo”.
Y ahí, sorprendentemente, se acabó la historia. No ha habido ni una citación judicial. El individuo nombra a tres personas públicas y dice que no dispara si las ve porque no porta arma de fuego. En este mismo estado el concejal del ayuntamiento de Madrid, Guillermo Zapata, por darle difusión en la red a chistes que banalizan el holocausto o chascarrillos de dudoso gusto sobre Irene Villa ha visitado en un par de ocasiones los juzgados y, obviando sobreseimientos judiciales, el señor fiscal ha perseguido con enorme empecinamiento que lo procesen. El rapero César Strawberry irá al banquillo en julio por seis tuits relacionados con las víctimas de ETA y el Grapo, acusado de enaltecimiento del terrorismo, sin amenazar, él en concreto, a nadie. No sería justo olvidarnos del escándalo del año (a cuya condena más de uno, presa del posibilismo de no enfadar a la prepotente caverna fascista y de que mandan su pensamiento a paseo cuando surge la palabra terrorismo, llegó muy tarde): la detención, encarcelamiento y proceso de los titiriteros que exhibieron en una enorme pancarta tamaño folio el inadmisible “Gora Alkaeta”. También en enero, Marisol Moreno, concejala del ayuntamiento de Alicante, fue condenada a pagar 6.000 euros por llamar “hijo de puta” al rey demérito y decir que los Borbones eran una familia de vagos y estafadores. Doña Marisol no dijo: “si veo al rey y llevara una escopeta me liaba a tiros. Menos mal que yo no tengo licencia de armas y él tiene escolta”. Si ella, o algún otro miembro de la izquierda bolivarianocomunistafiloetarra, insinuara algo similar, dudo que no estuviera disfrutando unas vacaciones pagadas en un centro de Instituciones Penitenciarias. Todo este celo, virado siempre hacia la izquierda, es inversamente proporcional al que han demostrado los fiscales para llamar a declarar a un señor que no expresa malvados deseos genéricos o  chirriantes mofas. Losantos  amenaza a personas concretas ante un número de testigos descomunal y el vigilante aparato fiscal no se entera. En cambio la fiscalía apoyó el fallido, por la decisión de un juez, acto fascista de la delegada gubernativa en Madrid cuando pretendió prohibir las esteladas en la final de copa.
Como refuerzo a este clima de persecución, y ejemplo de las diferentes varas de medir, ha entrado en vigor, desde julio del año pasado, la Ley de Seguridad Ciudadana, que da a la policía la potestad de multar determinadas (e interpretables) expresiones. Entre ellas está la falta de respeto a las diversas policías “en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad”.
Este tema ha saltado a la palestra con cierta fuerza tras la multa, posteriormente retirada ante el escándalo, de 600 euros  que se le puso hace una semana a Belén Lobeto por llevar un bolso que decía “A.C.A.B. All Cats Are Beatiful”. Sí. Todos los gatos son hermosos. Este acrónimo coincide con otro igual “All Cops Are Bastards” (todos los policías son bastardos) popularizado desde los 70 por grupos de punk. El año pasado, en julio, a otra chica en Alicante le pusieron una multa de cuantía parecida por llevar el mismo acrónimo a palo seco, sin hacer mención a lindos gatitos.
¿No es asombroso? Multan por portar una prenda o complemento con unas iniciales a las que yo, o usted, podemos darle el significado que deseemos. Además, la ley dice que se penaliza la falta de respeto a la policía “en el ejercicio de sus funciones de protección de la seguridad”. Si voy caminando por la calle con una camiseta o un bolso no colisiono, salvo que me dirija expresamente a alguien de esos cuerpos, con las funciones de protección que el estado  les asigna. Es un ejercicio maligno, irritante, de despotismo policial. Para mí, si fuera un canario que viviera en Madrid, el acrónimo citado podría significar, en este 30 de mayo Día de Canarias, por ejemplo: A Canarias Añoro Bucólicamente. ¿Cursi? Hasta el vómito (podemos cambiar el bucólicamente por bestialmente o bárbaramente o cualquier otra memez). Pero jamás delictivo. Mientras tanto, cualquier opinador mediático puede despotricar a su antojo amenazando de muerte con impunidad, o cualquier político del PPSOEC´s, mesarse los cabellos por la falta de libertad de expresión… en Venezuela, aunque ésta sea la dictadura con más micrófonos por metro cuadrado.

sábado, 21 de mayo de 2016

La thatcheriana y la ideología criminal

La thatcheriana señora Aguirre siempre hace gala de su liberalismo. Ésta es una palabra que, como una etiqueta que certificara un excedente de moralidad y generosidad con el genero humano, se cuelgan muchísimas personas. “Yo soy liberal”, pronunciado con un ligero engolamiento de la voz, suena a amante, así, a saco y en abstracto, de todas las libertades de los seres humanos.
El término es tramposo en su doble vertiente. En la económica, los fieles al credo liberal suelen dar muestras de flaqueza cuando menguan los beneficios o asoman las pérdidas. Entonces las ayudas estatales al sector privado, cuya divinidad principal son los rescates bancarios, dejan de ser demonizadas subvenciones gravosas para el erario público. En el ámbito político, el faro de Aguirre, la extremista liberal Margaret Thatcher, mostró su simpatía por el sanguinario fascista Augusto Pinochet, que en el terreno económico, mientras al izquierdista se le controlaba con la picana, aplicaba las ultraliberales políticas económicas de Milton  Friedman.
Por edad, la señora Aguirre tuvo oportunidad de ser una esforzada luchadora contra “la ideología más criminal de toda la historia”, que no es aquella a la que yo me siento cercano, y que soy consciente de que ha cometido crímenes alevosos a la hora de la concreción práctica: la comunista. La ideología más criminal, por la perversidad de sus postulados teóricos, es el nazifascismo, que tiene como señas de identidad, como esencias primordiales, como parte de su código genético: la xenofobia, el racismo y el machismo. Y la señora Aguirre, nacida en el 52, desde su exacerbado amor a la libertad, pudo combatirla, pues era la ideología imperante en su país, con la existencia del partido único fascista Falange Española, cuando ella, alrededor del 70, arribó a la universidad, que era una de los núcleos más activos en la resistencia antifascista. El principal problema que habría podido encontrarse, es que ese ente casquivano que era el espíritu liberal, sumido en la extraordinaria placidez mayororejiana, no se activó hasta después de muerto, en noviembre del 75, nuestro asesino fascista particular, Francisco Franco. Ése cuya imagen, junto a la de un jefe nazi, fue proyectada a gran escala en el muro de un castillo toledano, sin que ningún juez haya llamado aún a responsable alguno a declarar. Y la escala no es baladí, pues no olvidemos que dos titiriteros fueron encarcelados y arrostran un proceso donde la punta de lanza fue un “gora alkaeta” tamaño folio. Además, les aseguro que es imposible poner la foto de un jefe terrorista más sanguinario en la España del siglo XX.
Muchos comunistas, esos que usted califica de poseer una ideología criminal (aseveración absurda, pues una de las frases que más he oído en mi vida, cuando de política se hablaba y surgía el término comunismo, es la siguiente: “el comunismo en teoría está muy bien, pero en la práctica…” ¿Quién, cuando habla de la idea nazifascista, defiende que su problema ha sido la práctica?), mientras millones de futuros liberales hispanos hibernaban el letargo de la dictadura fascista, para posteriormente abrirse como flores en primavera, no cejaron, con poca fortuna y mucha cárcel, en su empeño de luchar contra el fascismo.
La palabra comunista, maridada con Venezuela, va a ser, al menos hasta el 26 de junio, y según los resultados electorales también después, incansable badajo al que no va a faltar una enorme campana, con el objetivo de atemorizar, repique tras repique, al voto dubitativo.
Reconozco que, aún sabiendo que la confluencia de IU y Podemos está a años luz de cualquier aroma de comunismo, me produce una cierta satisfacción perversa ver al facherío patrio paseando, con la careta medio caída, uno de sus demonios particulares.

viernes, 13 de mayo de 2016

Neofeudalismo

El feudalismo se caracterizaba por el vasallaje personal. Ante la casi inexistencia de sólidas estructuras estatales, la vida de la inmensa mayoría de las personas, campesinos en un mundo europeo profundamente ruralizado, dependía de las fidelidades, que generalmente eran obligatorias. Cada feudo, simplificando mucho, se organizaba como una especie de microestado de propiedad personal en el que la única norma esencial era la obediencia a un noble, el señor, que era la fuente de la vida y de la muerte. 
Por supuesto, el término neofeudalismo, que encabeza este texto, no es una ocurrencia mía. Por ejemplo, hay un libro de Antonio Baños, ex diputado de la CUP, llamado "Posteconomía. Hacia un capitalismo feudal", en el que habla de una Nueva Edad Media. Me ha venido a la mente, quizás con escaso acierto, haciendo asociaciones descabelladas, cuando he visto las noticias que reflejan la visita a España de un grupo de 2.500 trabajadores chinos, que no vienen invitados por su gobierno por ser trabajadores ejemplares en la construcción de una sociedad socialista. Aderecen esta última afirmación de toda la carga irónica que deseen y párense a pensar en los argumentos mediáticos aleccionadores que nos ilustrarían, si la circunstancia fuera real, acerca del gregarismo comunista (palabra que, sospecho, va adquirir bastante relevancia en la próxima campaña electoral).
Masivo y uniformado, ha llegado el desarmado ejército amarillo. Tranquilidad. Estos modernos guerreros (y guerreras) de Xian, vestidos con el color celestial y sin el abotonamiento hasta arriba del modelo Mao, no vienen como punta de lanza del estado chino. Llegan a cargo de su señor, el magnate y filántropo (lo que hay que leer, ni que pudieran separarse ambas palabras. Sí, todo magnate accede al estado armónico de la filantropía) Li Jinyuan, que ha pagado por el viaje 7 millones de euros. La fortuna de esta alma caritativa, según la ultraizquierdista revista Forbes (una revista de ese tipo debería encabronarnos tanto que parece increíble que no sea un motor revolucionario de gran potencia), es de 1.200 millones de dólares. Ustedes mismos calibren la bondad y el desprendimiento del señor Li.
Alguien me argumentará que comparar a los despóticos señores feudales, nobles bestiales que mantenían en la miseria a unos campesinos, que seguramente nunca asomarían la nariz un palmo mas allá del feudo, con el multimillonario chino que paga una semana de vacaciones a sus trabajadores a miles de kilómetros de distancia, es una acción alambicada y demagógica. Pero me refiero al símbolo. A que me sigue pareciendo inverosímil e inaceptable que en este planeta haya personas con riquezas tan obscenas, que pueden actuar con sus trabajadores como un pastor con un rebaño. Viajando de paella en plaza de toros, toditos juntos, a cuenta del jefe, son un muestrario, aunque sea interesado, de la sumisión, y un objeto de propaganda acerca de las bondades del patrón. ¿Por qué el dadivoso no entregó a cada empleado la cantidad equivalente al costo del viaje? Y que cada uno lo gastara a su libre albedrío (seguro que el señor Li, odie o ame al PCCH, es un  liberal recalcitrante). A mí me fastidiaría que me paseara, para mayor gloria suya, como si fuera un esclavo feliz, un señor feudal del siglo XXI, que puede tener su castillo, su tierra y sus vasallos, en cualquier lugar del mundo. Desde mi posición, nada contradictoria (sólo se trata de luchar contra la explotación de un ser humano por otro), de comunista amante de su individualidad, prefiero que el ocio o la vacación sigan la senda de las afinidades electivas.


viernes, 6 de mayo de 2016

Sin complejos: Objetivo Sorpasso

A pesar de las tropelías del PP, y a la expectativa de si con Albert Rivera, ese chico para todo, transversal, les llega, yo diría que reina la calma en los territorios de la derecha. Está claro que da igual, que debemos abandonar toda esperanza, pueden sacar mil escándalos y suciedades más. El suelo marmóreo no va a bajar, bajo ningún concepto, del 25%. Al contrario, sospecho que un aluvión, aún mayor, de corruptelas, tendría sobre los irreductibles un efecto cohesionador. Sí, la derecha está en paz y otea, imagino que entre el asombro y la carcajada mal contenida, la posibilidad de una mayoría absoluta, a la que podría acceder con los votos del zurrón centroizquierdista que Ciudadanos (muleta idónea a diestra, y si hace falta a siniestra) se elaboró con los retales del pacto con el PSOE.
La claridad, la simpleza del convencional campo de la derecha, se torna en el convencional campo de la izquierda (ese en el que se sitúa, a pesar de su praxis cuando accede al gobierno, al PSOE) en pura tensión, en mensajes cruzados. Las ya convocadas elecciones del 26 de junio plantean dos aspectos básicos e inéditos.
En primer lugar la posible alianza de Izquierda Unida y Podemos, circunstancia que se dirimirá en apenas una semana por imperativo de los plazos electorales, y que ya produce un multidireccional fuego graneado y una enorme preocupación de la derecha por el futuro de IU como organización. Observo que los anteriormente comunistas camuflados en IU, se convierten en entes preciosos por los que valdría montar un operativo especial tipo “Salvar al soldado comunista”. Entiendo que los seres humanos, yo el primero, amamos nuestros símbolos, nuestra identidad. Y este tema me ha hecho, en una extraña asociación, acordarme de la Unión Soviética. Hasta el día antes de morir, sus símbolos se mantuvieron intactos, el socialismo era eterno, lo que no estaba intacto era lo más importante, el pensamiento, la capacidad de lucha de la gente que debía defender los valores igualitarios, el objetivo indeclinable de construir una sociedad mejor. Lo esencial no es la identidad de IU o de Podemos. Lo esencial es si se puede construir una alternativa con un programa de mínimos y objetivos claros que esté en condiciones, por primera vez en 40 años, tal vez no de inquietar, para eso se necesitaría una calle poco activa, pero sí de incomodar, que les haga dejar de mirarnos como a insectos, a la clase dominante. Caso aparte (y que me parece el trabajo de un submarino como fue la Nueva Izquierda de López Garrido y Cristina Almeida que torpedeó el proyecto de Anguita y arribó, tras el trabajo bien hecho al puerto socialista), es el de Gaspar Llamazares, de plató en plató defendiendo, desde el paradójico nombre de Izquierda Abierta, una IU que con él nunca pasó de ser una moderada muletilla del PSOE.

En segundo lugar, si fructifica la confluencia, la palabra, mágica para unos, y tabú para otros, será sorpasso. La posibilidad del adelantamiento, de que la hegemonía de ese espacio ideológico llamado izquierda en el que con gran generosidad se ubica al PSOE cambie de bando después de 40 años. Una unión de izquierdas puede superar en votos y escaños a una de las, hasta hace un par de años, sólidas patas del bipartidismo. Pensar en ganarle al PP me parece muchísimo más complicado. Supondría llevar a su nivel máximo de movilización e ilusión al voto de izquierdas y dar un gran bocado al voto tradicionalmente socialista. Pero el simple hecho de superar al PSOE rompería el imaginario monolítico, instalado durante décadas, de las dos grandes formaciones turnistas, que ya, sin estar hundido, salió tocado de las últimas elecciones. El PSOE comenzaría un periodo de lucha interna que no se si llevaría a la anunciada pasokización, pero si supondría una oportunidad de oro para instalar otro imaginario, más combativo y transgresor, como referente en el ámbito de la izquierda. Y si la derecha no obtiene la mayoría absoluta, que es mucho más factible frenar con esta confluencia de izquierdas, el PSOE, además, se vería obligado a asumir una posición que en el ámbito del gobierno estatal desconoce, la de tomar partido, bien por activa, entrando en un gobierno de izquierdas, o bien, siguiendo la posición de Felipe González, por pasiva, facilitando con su abstención el gobierno del PP. 
A confluir, que no es fácil, pero ya es hora. Aún sabiendo que los márgenes de acción que deja este sistema son escasos, y los hipotéticos triunfos modestos, es necesario acabar con lo que he percibido siempre como una tendencia de la izquierda, tan irresistible como esquizofrénica, a una fragmentación casi cainita, a la par que se clama ardorosamente por la unidad popular. No obstante, este pesimista relativamente ilusionado, ante las expectativas creadas, piensa que esta vez no hay marcha atrás.