sábado, 26 de septiembre de 2015

Billy era múltiple o la tortura como esencia del fascismo

El 27 de septiembre se cumplen 40 años de los últimos cinco fusilamientos realizados por el régimen fascista surgido en España a raíz de la sublevación militar de 1936. Coincidiendo con esa fecha, La Sexta emitió en la noche del viernes 25 un especial de su programa "La Sexta Columna" con el título: "40 años después: la última bala de Franco". 
No es mi intención analizar dicho programa al completo pues quién no lo haya visto seguro que puede hacerlo a través de internet y se formará su propia opinión. No obstante, sí me gustaría señalar algunos aspectos que me parece interesante poner en valor.
El personaje estrella del programa, multianunciado desde días antes por la propia cadena, con fuga ante las cámaras incluida, es el famoso policía conocido con el sobrenombre de Billy el Niño. El periodista, inquisitivo y algo crédulo, le pregunta a González Pacheco si se ha arrepentido, si no va a pedir perdón a sus víctimas. Lógicamente, eso no puede hacerlo, pues él ni siquiera ha sido sentado en el banquillo y, mucho menos, condenado. O sea, una petición de perdón de motu propio sería un reconocimiento de facto de culpabilidad. Una víctima suya lo califica en el programa de sádico que disfrutaba torturando. Seguro, no tengo la más mínima duda de que no sentía lástima por ninguna de sus víctimas. Pero no olvidemos lo principal, que no lo exime de sus responsabilidades, la tortura no fue algo específico de policías o guardias civiles con tendencia sádicas que encontraban en sus parcelas de poder vía libre para satisfacer sus inclinaciones perversas. La tortura no era una excepción, era intrínseca al régimen. Un elemento básico de su engranaje con dos objetivos claros: aterrorizar a la población y extraer información de los detenidos. 
Billy el Niño ejerce su función como símbolo, pero no lo convirtamos en una especie de malvado aislado, de torturador único. El estado español estaba sembrado de miembros de la Brigada Político-Social (cuyo nombre, curiosamente, si mi percepción no fue errónea, no aparece ni una vez en el programa): los hermanos Creix en Barcelona, o Heliodoro en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, o el comisario Matute que mató a finales de 1975, en Tenerife, torturándolo, al obrero Antonio González Ramos. Estos individuos de indeseable fama y muchos otros, anónimos, se aplicaron con fervor a su siniestro oficio durante décadas. Fueron nuestra Gestapo particular y duradera. El problema, siéndolo, no es que el famoso Billy no haya sido juzgado. Lo lamentable es que todos estos esbirros del fascismo transicionaron a defensores de la democracia con total impunidad y aquiescencia de la izquierda reformista del PSOE y el PCE, dirigido por el "lúcido". y siempre bien ponderado por el poder, Santiago Carrillo. 
Otra idea que se me quedó rondando la mente tras finalizar el programa fue la ausencia de una palabra, para mí, clave: fascismo. En diversas ocasiones se habla de dictadura franquista, pero nunca se habla de dictadura fascista. Y el régimen de Franco tuvo como parteras de su nacimiento a Hitler y Mussolini. Y durante 40 años tuvo un Caudillo-Führer-Duce y un partido único Falange-Nazi-Fascista. El concepto Dictadura Franquista convierte a Franco en un tipo cuya ideología era él mismo. Nunca oigo hablar de dictadura mussoliniana o hitleriana. Y cuidado, cada régimen, tuvo sus especificidades, sus contextos históricos y sus demonios particulares. Pero los tres, más allá de la longevidad extra de la tiranía española y su participación de refilón (exclusivamente en el frente ruso mediante la División Azul) en la 2ª Guerra Mundial, fueron regímenes fascistas. 
En esas estamos. A 40 años de los últimos fusilamientos, sigue sin transmitirse al conjunto de la población, ni en los centros de enseñanza, ni por los grandes medios de comunicación hispanos, que este estado, aunque mucha gente lo ignore, es el que más tiempo sufrió el yugo (y las flechas) de la barbarie fascista.

martes, 22 de septiembre de 2015

Joyas abyectas

“El Estado de sitio del Chile de Pinochet respetaba más los DD.HH. que el paraíso de paz y de prosperidad de la Venezuela de Maduro”
“El Tribunal de Orden Público de la dictadura de Franco era mucho más respetuoso de la legalidad que la justicia por encargo de Maduro y de Diosdado (…)”

Estas dos joyas que anteceden mi comentario son obra de un tipo que milita en el PSOE. La primera ha tenido una cierta repercusión, la segunda creo que ha pasado bastante más desapercibida. 
No, su partido no le ha abierto expediente. Quizás sea imposible, o al menos inspira cierto temor reverencial, expedientar a un jarrón chino. Aunque tengo entendido, si sirve de precedente (yo tuve el enorme placer de no pasar obligatoriamente ningún momento de mi vida en la milicia), que en el ejército español se arrestaban objetos. En cualquier caso, con la estructura de cemento armado que se gasta, el jarrón puede estar tranquilo, seguro que es irrompible.
Las dos joyas de González, el abyecto, están embadurnadas de mentira y sangre. Cada vez tengo más a gala, me siento más satisfecho de no haberle votado jamás a este personaje cuyo Ministro del  Interior y subalternos acabaron enchironados por estar enfangados en el terrorismo de estado, yéndose él, en cambio, de rositas, y quedando en cualquier caso en un penoso lugar. Tanto si era el señor X o el señor ignorante de las andanzas de su ministro.
El señor X, el señor ignorante, el señor jarrón chino (tres personas y un único dios que diría el desaparecido Benegas), cualquiera de ellos, tiene derecho a defender a Leopoldo López, golpista e instigador de las guarimbas que en febrero de 2014 acabaron con las vidas de 44 venezolanos. Ningún familiar de estos últimos, alguno de ellos decapitados por cuerdas cuando circulaban en sus motos, ha tenido el privilegio de ser recibido por los gerifaltes políticos hispanos. ¿Para cuándo la visita a la Moncloa y a Ferraz de los familiares de los estudiantes normalistas de Ayotzinapa, de cuya desaparición se cumplirá un año el próximo 26 de septiembre?
Insisto, puede defender a quién le apetezca. Pero ciertas comparaciones son mentirosas y, en mayor medida, profundamente inmorales.
El socialista Salvador Allende entregó el poder el 11 de septiembre de 1973 en una magnífica ceremonia "democrática" que consistió en morir cercado por tanques y bombardeado el Palacio de la Moneda por la fuerza aérea del ejército, terrorista de facto, de Chile. Unos días más tarde, un tipo sumamente peligroso llamado Víctor Jara, empuñador de guitarras y autor de una hermosa canción de amor que nos recordaba la sonrisa ancha de Amanda, tras ver machacadas sus manos, fue asesinado en el estadio nacional de Santiago. Y así, murieron o sufrieron cárcel y tortura muchos miles más. Por supuesto, al igual que en la Venezuela de Chávez-Maduro, en los 17 años que duró la presidencia militar de Pinochet se celebraron 18 procesos electorales a los que hubo libre concurrencia por parte de las fuerzas opositoras.
En España, hoy, en este día, en esta hora y este minuto en que tecleo, para vergüenza y oprobio de este estado, siguen enterrados en fosas comunes o, aún más indignante en el panteón fascista del Valle de los Caídos, decenas de miles de víctimas de la dictadura fascista y terrorista de Franco. Otro individuo que accedió al poder encabezando un golpe de estado, una acción, que tenía en palabras de su director, el general Mola, que ser "en extremo violenta". El próximo 27 de septiembre se cumple el 40 aniversario de los últimos fusilamientos de una dictadura cuyo fundador murió matando. El Tribunal de Orden Público emanó, aunque actuara de 1963 a 1977, de esa acción bárbara, de ese régimen parido, en sus propias palabras, con vocación de terror. La legalidad que defendía ese tribunal era, en su origen, ilegítima. Por supuesto, al igual que en la Venezuela de Chávez-Maduro, en los cerca de 40 años que duró el caudillaje de Franco en el Reino de España, se celebraron 18 procesos electorales con libre concurrencia de las fuerzas opositoras. Si el PSOE no compareció, tal vez fue por despiste o por los famosos 40 años de vacaciones. Los comunistas, y otras gentes de la siniestra, siempre presentaban, entre fusilamiento y fusilamiento, o desde la cárcel, sus candidaturas.
Comprueben en el siguiente vídeo la altura, la serenidad moral de Allende, su visión clara de lo que sucedía cuando se le venía encima el fin. Era un defensor del socialismo, un hombre que hoy es reivindicado como un precursor en Venezuela. Cualquier parecido con un jarrón chino es pura coincidencia.


sábado, 19 de septiembre de 2015

La ilusión griega o el año que no fue sur

En enero de 2015 Syriza ganaba las elecciones en Grecia. Ese mismo mes las encuestas en España establecían que Podemos tenía opciones de triunfar en las elecciones generales que se celebrarán en diciembre.
Ilusionaba la posibilidad de que en dos países del sur de Europa se quebrara el cinturón de hierro del bipartidismo que conforman los liberal-conservadores y los liberal-socialistas o exsocialdemócratas.
Ha pasado muy poco tiempo, nueve meses, y los griegos vuelven con la cabeza gacha a las urnas. Syriza se ha rendido y, de camino, sin quererlo, por supuesto, ha machacado el mensaje interno de Podemos: el famoso y multiusos "Sí se puede". Resulta patético Pablo Iglesias tachando de fiero león a un Tsipras que, según él, en un acto de enorme generosidad, da la voz a su pueblo. A la fuerza ahorcan. Tsipras convocó las elecciones forzado por la aparición en su grupo parlamentario de 40 diputados díscolos (aunque en realidad los díscolos al fenecido programa electoral de enero son Alexis y sus fieles). O sea, se había quedado en clara minoría y tenía que subsistir apoyándose, todos los acuerdos con la UE se han aprobado así, en los partidos de la "vieja política". Con las elecciones consigue desembarazarse de los sectores críticos y a lo mejor, a veces malévolo me lo pregunto poniéndome en la mente de Tsipras, tiene suerte y pierde.
Yo, después de llegar al poder con un programa antiausteridad lleno de líneas rojas que nunca traspasaría, me sentiría incapaz de subirme a un estrado a pedir el voto, con el añadido al incumplimiento del mandato electoral programático del bochornoso espectáculo que fue el referéndum burla. Aquel donde un 62% de los electores, a pesar de las duras condiciones del corralito, votaron una dignidad que apenas una semana después se vio afrentada por su propio gobierno. Siempre he creído que la entidad moral de la izquierda debe ser intachable y si le planteas una pregunta tu pueblo y sale la postura que tú defiendes, tienes la obligación estricta de establecer los medios para cumplimentar ese mandato del que tú has sido adalid.
Syriza, ubicándonos en territorio español, se ha convertido en  un precioso regalo para el PP y el PSOE de cara a las próximas elecciones generales. Fuera del social-liberalismo no hay opciones. Queda sólo la locura, el peligro, el mar tenebroso que nos lleva al abismo. Los laboristas eligen un líder, Jeremy Corbyn, del ala izquierda, que maneja algunos vocablos propios de la cultura socialista, como gravar a las rentas más altas para disminuir el déficit o nacionalizar algunos sectores estratégicos, y es tachado por Cameron de "peligro para la seguridad nacional". También se espanta un posible criminal de guerra, nunca juzgado, de su propio partido: Tony Blair. Nunca llegará al poder con esos postulados izquierdistas, claman los analistas. Quizás tengan razón. Aquí brota la teoría de ocupar la centralidad del tablero. 
Resumiendo: la izquierda puede llegar al poder sólo si oculta un programa de transformación social. Se pliega al pensamiento dominante y se niega a educar ideológicamente, a hacer pedagogía de lo común, de que la base de la riqueza es el trabajo humano y no el burgués benefactor (la famosa frase: "mi jefe me da de comer"), a enseñar que el capitalismo es una lacra que transita de crisis en crisis y, en consecuencia, de guerra en guerra. Por supuesto, la izquierda tiene que abanderar las causas inmediatas como la protección de los migrantes por el hambre y la guerra. Pero su deber ineludible es explicar quienes son, y que beneficio buscan, los miserables que convierten países en trágicos estados fallidos.
El sueño de 2015, el sueño de la quiebra por el flanco sur de la política de austeridad (que lástima el destrozo del significado de una hermosa palabra) para el pueblo, no cristalizará más allá de algunas posibilidades surgidas en mayo en el ámbito municipal. En diciembre es probable que Podemos, o las candidaturas de unidad popular, si impera el sentido apropiado de la confluencia, tengan unos resultados buenos, no alcanzados nunca por fuerzas situadas a la izquierda del bipartito. No obstante, la ilusión de enero ya es un ser malherido. Si a duras penas gana Syriza (quizás cuando lean esto ya se haya votado), diremos algo similar a: "bueno... vale", mientras el rictus más nuestro, el del pitufo escéptico, se nos dibuja en el rostro.

jueves, 17 de septiembre de 2015

El hereje y el emperador

Los diputados de los honorables partidos nodriza de los gurtelianos del centro y los eresitas del sur, con el añadido de algún diputado de cuerpo presente de ese ectoplasma que responde al nombre de UPyD, han decidido entregar al fuego purificador al herético representante de Amaiur Sabino Cuadra, que ha osado, en el púlpito del "templo de la democracia" (en lenguaje de cursis embaucadores), arrancar airado, sin la levedad del que desgrana su duda amorosa con una margarita, algunas hojas del sagrado libro de la Constitución Española, donde conviven la palabra revelada, que nombra lo trascendente, lo inalterable eon tras eon (léase la nación española), con la palabra burlada (derechos básicos incumplidos o laminados en la práctica).
El abertzale de izquierdas Sabino Cuadra debería arder entre las llamas de la ley mordaza sin esperar a que, por mor de la justicia divina y unitaria, se vaya derechito al infierno en cuyas lenguas de fuego va a tostarse por toda la eternidad, si la tuviera, su alma separatista. Allí purgará su pecado mortal irredimible junto a los Junqueras, los Oteguis, los Mases y los cuperos como David Fernández, el renegado charnego de origen castellano-leonés. Todos, juntitos para siempre, sin derecho a decidir, en una babel inversa de lenguas subalternas.
En las antípodas del aquelarre separatista, el reyezuelo seráfico acude a la morada, blanco celestial, del emperador, que lo sienta a su diestra y declara, en un plural que me pregunto si será mayestático o inclusivo con el actor secundario que le mira arrobado: "Queremos una España fuerte y unida".
Curioso. No dice que quiere una España próspera, solidaria, y donde impere la justicia social. Covendrán conmigo en que el término fuerte puede ser bastante equívoco e inquietante. Con Franco, el abuelo político del actor secundario, España, como ente estatal nacido de un golpe de estado derivado en guerra de exterminio, fue muy contundente... con sus habitantes. Y la unidad, de destino en lo universal por supuesto, era férrea. 
Pero, siendo esperables, lo más repugnante fueron las babas de los peperos, embadurnando la mano del amo por seis míseras palabras tan rebosantes de simpleza como carentes de compromiso. Caso aparte es el ínfimo Pedro Sánchez declarando, en un ejercicio de enorme talla intelectual, que lo señalado por Obama es el camino a seguir. Como casi siempre sirve más para la compasión que para el sarcasmo. La involución del PSOE en cuanto a la calidad de sus dirigentes es llamativa. Observando que de Felipe González han llegado a Pedro Sánchez, aplicaría una frase que le he oído a ese españolazo atípico que es Pérez Reverte: "Más miedo me da un imbécil que un malvado".





jueves, 10 de septiembre de 2015

Cataluña o el sueño envenenado del estado español

En este blog ya he escrito algún otro texto sobre ese tema que, parafraseando el título de una novela del expresidente madrileño Joaquín Leguina, envenena los sueños del estado español: la posibilidad de que Cataluña inicie el camino hacia la consecución de un estado independiente.
El PP, que sabe que el centro-derecha no nacionalista allí lo representa Ciutadans, es consciente de que su reducido caladero electoral catalán es la ultraderecha españolista de aromas rancios. Tal vez por eso se plantea la campaña catalana en clave de fidelización, vía leña al mono separatista, del voto nacionalista español que necesita para tres meses después.
La falta de sutileza o para ser más exactos, el desparpajo más demagógico, es la carta que pone boca arriba casi a diario.
"Guardiola (candidato simbólico de Junts pel si) jugó en la selección por interés crematístico" dijo, con esa voz que le da gravedad a cualquier declaración que realice, el ministro de la Ley Mordaza, menos para la boca del facha, como la del individuo que lleva un programa en una tele local de Tenerife y del que voy a poner una muestra al final de este texto como ejemplo del fascismo rampante y repugnante del siglo XXI. Que Fernández Díaz me presente al futbolista altruista que va a la selección española henchido de amor a la patria y renunciando a sueldos, primas y demás familia. En 2010, estando en la fase más cruda de la crisis, cuando España fue campeona del mundo, Izquierda Unida les planteo a los jugadores que renunciarán en favor de determinadas obras sociales a la prima por ser campeones. El éxito de tan patriótica (dicho sin ironía) solicitud fue clamoroso. 
"Los catalanes que no creen en la independencia y tantísimos andaluces que tuvieron que salir de Andalucía por culpa de un nazi, un fascista que fue Franco, ahora que no tengan que volver a ver las tumbas de sus familiares con un pasaporte extranjero. Creo que hay mucho andaluz en Cataluña que tiene mucho que decir" son las palabras textuales de ese dechado de exquisitez que responde al nombre de Celia Villalobos. No me digan que no se añulgan pensando en legiones de andaluces suplicando un visado para entrar en esa "Albania del siglo XXI" que, demostrando un nivel político ineludible en el consejero de una gran empresa, pronostica Felipe González, quién en su escrito "A los Catalanes" publicado en el diario El País, refiriéndose a la lucha política de los independentistas, dice que "es lo más parecido a la aventura alemana o italiana de los años 30 del siglo pasado". No utiliza la palabra, pero saca de paseo al espantajo anatemizador por excelencia del siglo XX: el nazismo. El fenómeno expansionista más brutal del siglo XX es comparado, sin vergüenza alguna, con un pequeño territorio de siete millones y medio de habitantes sin ejército. Fenómeno expansionista vencido en gran medida por la Unión Soviética, ese gigante a cuya desmembración en múltiples repúblicas seguro que asistió feliz desde su presidencia, al igual que sus colegas de la Unión Europea, don Felipe. Sin pensar en la viabilidad, en la endeblez económica de los pequeños territorios que surgían, como por ejemplo Letonia, con dos millones de habitantes o Estonia con un millón y cuarto. Aún recuerdo los llantos lastimeros de Helmut Kohl cuando con el estímulo alemán a la secesión croata, Yugoslavia saltaba por los aires en seis estados inviables económicamente (según los criterios que ahora se utilizan para criticar el flanco económico del proyecto independentista). Sí, no lo duden, si Cataluña se independiza le sucederá lo que a nivel de la Peninsula Ibérica fantaseaba José Saramago en su novela "La balsa de piedra": se desgajará del territorio peninsular y quedará a la deriva sumida en una neblina eterna mares tenebrosos.
"Las fuerzas armadas no tendrán que intervenir si todo el mundo cumple con su deber" declaró Pedro Morenés. Y lo hizo, nos guste o no, ateniéndose a la constitución, que le da al ejército la potestad de velar por la integridad territorial del estado español. A mi me parecería una barbaridad esa intervención y no creo que aunque Cataluña culminara, en rebeldía (no le quedaría otra) su independencia, viéramos tropas por las calles de Barcelona, pero ese desafuero político estaría en la letra antidemocrática del artículo octavo de la constitución.  Óscar López, portavoz del PSOE en el Senado fue diáfano: "la independencia no es ni legal ni posible, ni con el 51% ni con un 80%". Imaginemos, por ejemplo, que el 28 de septiembre unos enloquecidos catalanes dieran 100 diputados de 135 a las dos fuerzas claramente independentistas (Junts pel si y la CUP). Para el PP y el PSOE no pasaría nada, pues según ambos partidos el sujeto que decide la independencia de un territorio, sea Euskadi, Canarias o Cataluña es el conjunto de lo que ahora constituye el estado español. 
O sea, como se constató el año pasado, imposibilidad absoluta de utilizar legalmente la única herramienta que permitiría saber, soslayando mil encuestas esgrimidas para repartir mandobles, mediante una pregunta clara, el número exacto, de personas que están a favor y en contra de la independencia. Pero claro, abrir la puerta del derecho de autodeterminación o derecho a decidir, no lo van a hacer jamás ni PP ni PSOE ni Ciudadanos. Podemos o Cataluña si que es pot sí defienden la posibilidad de realizar una consulta legal. Por lo tanto, quienes ubican a esta última fuerza en el campo del voto estrictamente españolista saben que tergiversan la realidad. Por eso, tras las elecciones seguirá el debate sobre que campo es mayoritario. Muchos defienden que una mayoría absoluta de escaños sin mayoría absoluta de votos es tramposa. Y tienen razón. Y no resuelve el problema. Pero recordemos que muchos han defendido la legitimidad de todos los recortes del PP aduciendo que tienen la mayoría absoluta en escaños (186) aunque en votos tengan un 45% minoritario frente al 55 que no les votó.  
También es otro argumento habitual referirse a la división de la sociedad catalana. Cierto, pero ¿cómo dirimimos esa división? Debate libre con exposición de todas las ideas y como culminación la posibilidad de votar en un referéndum consensuado. Y la opción que pierda, perdóneseme que lo diga crudamente, se aguanta y asume lo votado mayoritariamente. 
Debo parecerles un "pensador" algo naif, un bienintencionado simple. Quizás. Pero me parece la única solución realista y, lo que es más importante, honesta.
Por último, procederé a mojarme. Si viviera en Cataluña creo que votaría a la CUP. Patriotas anticapitalistas e internacionalistas. Una fuerza germinada en el ámbito municipal con la sana voluntad de disolver muchas realidades que nos presentan como  indisolubles.



viernes, 4 de septiembre de 2015

Refugiados: entre la infamia y un porcentaje revelador

Aylan. 
Su cuerpo desmadejado, minúsculo y endeble, de muñeco abandonado boca abajo en mitad de un juego por un niño descuidado (pido perdón si a alguien le parece reprochable, tal vez frívola, esta impresión mía), es la imagen que acompaña, no sé si con mayor o menor valor, millones de palabras en todos los medios de comunicación y las redes sociales del planeta.
Cuando hagamos, a toda prisa, la rueda feroz no para, un nuevo balance de la historia más universal que existe, la de la infamia, el pequeño Aylan estará junto a los poquísimos convertidos en símbolos. Aquellos con nombre propio entre los centenares de millones (su propia madre y su hermano) absolutamente anónimos. Lo he dicho ya en alguna ocasión, pero lo reitero. El texto más largo de historia sobre la Segunda Guerra Mundial (hagan el cálculo con 500 palabras por página y verán que son muchos tomos), sería aquél que nombrara a todas las víctimas del conflicto. La cifra habitual que se maneja es la de sesenta millones de muertos. Pero cuidado con esta cantidad, en ella se nos podrían colar de rondón miles de victimarios que también fallecieron.
Llevamos un año viendo a la hora del almuerzo o de la cena imágenes de cadáveres de naufragados anónimos en el Mediterráneo tratando de pasar del norte-sur africano al sur-norte europeo. Personas que se embarcaron huyendo de los conflictos o de las penurias, casi siempre unidos en infeliz maridaje. 
Ahora llegan masivamente del este. De Siria, feliz producto de ese extraño "tránsito a la libertad", con amargo desenlace, que fueron las primaveras árabes. De Iraq, donde se calcula que han muerto desde los años noventa, ya que de niños hablamos, en un ciclo de guerras impulsadas por Occidente, decenas de miles. En ambos países, irrumpiendo con la fuerza que da un gran flujo de dinero, nació ese ente llamado Estado Islámico. Un desestabilizador voraz que sirve a quienes quieren unos países sumidos en una crisis continua, que ha hecho caer en barrena indicadores sociales que se movían en unos parámetros dignos. De Afganistán, donde la operación "libertad duradera" lanzada en 2001 por EEUU no ha impedido que una pareja, disfrutando de esa libertad floreciente, haya recibido en la provincia de Ghor cien latigazos por adulterio. 
La Unión Europea se plantea repartir entre sus socios 120.000 refugiados. También otras instituciones como ayuntamientos e incluso particulares con alguna capacidad alojativa, desde sus diferentes posibilidades, muestran su disposición a acoger gente que huye de unos territorios que siguen desangrándose.
Cuando pienso en los gobiernos occidentales se me viene a la mente don Juan de Robres que según mi paisano el erudito Juan de Iriarte "...con caridad sin igual / hizo este santo hospital / y también hizo los pobres". 
Aunque en realidad, como la UE no entiende de caridad sin igual, pienso que podría dirigirse solícitamente al quinto hombre (ni siquiera hay que ir mendicante ante alguien con medalla) más rico del continente. Me refiero a don Stefan Persson, de nacionalidad sueca y con un patrimonio, según "Eleconomista.es" de 23.000 millones de euros. Estableciendo, por ejemplo, una ayuda media anual por refugiado de 10.000 euros si este señor donara el 10% de su fortuna sufragaría los gastos de los 120.000 refugiados durante casi dos años. 
Curioso este mundo. Aquello a lo que un tipo fuera del podio de la riqueza europea (establecer el planeta como marco sería aún más humillante, pues podrían las instituciones europeas pedir audiencia incluso al don nadie que está en el puesto 35) hace frente sin despeinarse, sin dejar de revolcarse en la más escandalosa abundancia, supone para el gigante europeo un esfuerzo que le hace crujir de huesos.