martes, 31 de diciembre de 2013

La desunión de la izquierda transformadora es un delito contra la esperanza (un anhelo panfletario para 2014)

El término que encabeza este artículo lo ideó el profesor Pablo Iglesias, o al menos se popularizó a través de un texto que el escribió. En su momento generó cierta polémica entre diferentes autores sobre su pertinencia. En el debate surgieron conceptos como clase obrera, proletariado, clase media, etc. Vaya por delante que siendo yo un hombre que se considera del campo de la izquierda transformadora, de tradición marxista, aún reconociendo que es una osadía por mi parte, pues mis conocimientos  de dicha ciencia son muy escasos, siempre he defendido una visión de la historia que está marcada por el devenir de la lucha de clases, por el conflicto entre los que tienen la propiedad de los medios de producción y su gran beneficio y los que vendemos nuestra fuerza de trabajo por un salario cuando no integramos el ejército de parados. Y sé que está en el ADN de la izquierda, y es necesario e imprescindible, el debate de las ideas.

Pero. Siempre hay un pero acechante.

Llevamos varios años donde nos están moliendo a palos (sé que algunos están recibiendo más leña que otros), sin conmiseración, a todos los que conformamos ese magma diverso que es el pueblo: trabajadores fijos o precarios, parados de corta o larga duración, jóvenes con o sin formación (entre ellos el desempleo supera el 50%) sumidos en la desesperanza, pequeños empresarios ahogados. Sí, somos un pueblo variopinto que tiene como denominador común que, en mayor o menor medida, está siendo vapuleado, ninguneado, irrespetado.

Ante esta situación, me parece un delito de lesa patria (insisto en robarle la propiedad de la palabra patria a la derecha. Verstringe lo dijo: los ricos, con sus capitales huidizos y viajeros en pos de mayores beneficios no tienen patria; nosotros, los trabajadores, que pagamos por adelantado los impuestos con nuestras retenciones, sí la tenemos) por parte de la izquierda radical no buscar la unidad de acción en todos los ámbitos y lograrla, no hablo de construirla a velocidad de tortuga. La guerra, no la batalla, está siendo ahora. La unidad, ante ese coloso político, económico e ideológico, es necesaria ya. Hay que levantar banderas de ilusión alrededor de un programa de mínimos anticapitalista con inmediatez. Nos están derrotando para decenios ahora. El debate es importante, pero lograr un frente popular (¿les suena de algo?) de cara a las elecciones es vital. Por lo pronto, quizás para intentar cubrirnos y amortiguar los golpes, y en el futuro, quizás para pasar a la ofensiva con un discurso diferente que rompa las cadenas ideológicas que atenazan esta sociedad a la resignación.

Esa unión, que anhelo, de las fuerzas que quieren representar a ese conglomerado real que son los de abajo, tal vez no llegue nunca, no es el optimismo (estado del alma carente de todo fundamento) una cualidad que me adorne, pero es lamentable no haber intentado parar ese fascismo light que viene a paso ligero, machacando al débil, restringiendo derechos, esgrimiendo el salario bajo, la porra y la multa.

Acabo este panfleto deseándoles para 2014, a todas las personas que en algún momento transitan este callejón, salud y rebeldía, mucha rebeldía que alumbre dignidad.

En Cuba hace 55 años, un 1 de enero, el ejército rebelde (ése era su nombre) expulsó al gigante estadounidense y su colonización, instaurando una patria. Y ahí sigue, mesándose sus barbas, ejemplo de rebeldía integral, ese coloso llamado Fidel.






sábado, 28 de diciembre de 2013

Alegría

Una pareja, que vive de la venta de chatarra y de una pensión de invalidez de la mujer de 350 euros, se pasó un día entero sin comer para comprar un décimo de lotería y les tocó el tercer premio: 50.000 euros. No, la justicia divina, esa a la que nos arrimamos cuando no existe la terrenal, no ha sido completa. La historia habría sido mucho más impactante si hubieran sido agraciados con al menos un millón de euros: de la pobreza a bordear la riqueza, con un día de ayuno por medio. Fíjense que incluso, puestos a sacarle punta, tiene algo de expiador. Tras la penitencia de un día sin comer llega la recompensa. La lotería, en un país donde se ponen tantas esperanzas en los juegos de azar, es la puerta de entrada a la gran avenida navideña. Esa puerta que nos permite sacar alguna conclusión ejemplar y sedante: dios aprieta, pero no ahoga. Y al que ahoga, porque la omnipotencia es tarea ardua, no se le publicita en los medios. Según la noticia de La Vanguardia, aunque no abandonen las estrecheces, la pareja de chatarreros podrá tener un vehículo que les facilite el oficio y tapar ese colador que serán sus agujeros económicos. Por supuesto, todos estamos más contentos de que el capote cubra a los humildes y no a los Fabras que arrasan la tierra que pisan. Pero lo siento, el triste que habita en mí está hasta las narices de las historias conmovedoras que tras la lagrimita entronizan la sumisión, el mantener ordenaditas las filas mientras esperamos el toque de la varita mágica. El triste está harto de que día tras día emitan en la televisión anuncios desgarradores donde, archimillonarios, nos dicen que para que se salve un niño en el Tercer Mundo es necesario nuestro aporte pecuniario. Para que seguir... Alegría.
Mientras tanto, el gobierno congela el salario de la ignominia: 645 euros al mes. Quizás nuestros alegres corazones navideños, sin la sangre de la rebeldía, también lo estén.

miércoles, 25 de diciembre de 2013

Las reinas magas

Juan Valyán era, paradójicamente, un hombre sin historia. Su vida había sido una concatenación de rutinas. Apenas en su juventud tuvo ciertas ínfulas guevaristas, comprando una gastada zamarra de faena del ejército, que acompañó de la boina rebelde y una barba fidelista que los mayores peligros que vivieron fueron pequeñas manifestaciones ilegales que se dispersaban al alegre paso de los grises. Gris era el color de su existencia, y no lo lamentaba, había trabajado la grisura con esmero tras leer toda la poesía amorosa que vieron los siglos y tomar la decisión de que él no padecería jamás por esa infección mortal que se conoce como amor, fuera éste el que se siente por una causa o por un ente femenino. Sabía que deslindarse de las causas nobles, al menos cuando la posición social es apacible, era un objetivo sencillo, con la dificultad de dejarse caer plácidamente por un tobogán. El territorio de las mujeres lo vivía, por su propia debilidad, como más acechante. Y, terco como una mula, cuando una mirada alteraba su cansino ritmo cardiaco, tomaba, casi derrapando, la primera desviación y, con empeño de asesino metódico, borraba todos los rastros físicos y los brotes emocionales. Tras vacunarse, Valyán, nada ajeno al latido carnívoro de la especie, cazaba mujeres rotundas y que intuía ajenas al instinto materno. Prolongaba los encuentros  mientras no prendiera una brizna de cariño en algún pliegue cerebral díscolo. También ponía fin, haciendo la sangre justa, si notaba en su ocasional compañera de juegos ese antecedente devastador que es la ternura. A los cuarenta y cinco años, en otra vuelta de tuerca, cerró la tienda de los juegos carnales y abrió el mundo, que ya nunca abandonó, de los nomadeos persistentes, sin alejarse nunca mucho de su guarida, donde devoraba libros insustanciales y escribía la vida que nunca viviría. En esos paseos errabundos, donde compaginaba el vehículo y el andariego, descubrió un lugar que le subyugó.  Situado en mitad de un sendero ancho, que bordeaba un monolito ancestral, donde punteaban los pinos y abundaba el monte bajo, halló un modesto trono trabajado por los milenios que convirtió en su pequeño observatorio de los humores que desprende la tierra en los atardeceres, donde casi a la par empiezan a titilar las luces mortecinas de los pueblos y las primeras estrellas.

El cinco de enero de 2014, tan reciente su jubilación, motivo por el cuál ya pocas palabras pronunciaría el resto de su vida, como sus sesenta años, dejando atrás la urbe donde los niños, anhelantes de regalos y temerosos del colegio, preparaban su noche de insomnio, tras aparcar en la curva de siempre, enfiló el caminillo que tantas veces había hollado. El fuelle menguaba, quizás pronto su trono quedaría vacío. No había atisbos de melancolía en ese pensamiento. Sabía que era inútil cuestionarse las leyes de la vida.  Quizás ya estaba recorriendo los caminos aquél que le sustituiría, pero aquella tarde aún era suya. Cuando lo vio, allí, a la derecha, en un plano ligeramente inferior al camino, a su pesar, casi con ira, se añulgó. Bien abrigado tomo posesión y colocando ambas manos sobre la verticalidad del viejo bastón con punta de metal, esbozo una sonrisa cansada y se sintió un héroe antiguo y desterrado que se presta a ver pasar ante sus ojos inmortales los eones. Su sonrisa se amplió y con un punto sardónico se dijo que nunca debería haber leído El Señor de los Anillos o desvaríos similares. Cuando, con un precioso estertor rojizo, la noche ponía en fuga el límpido azul de la tarde, sintió el ruido amortiguado, regular y creciente de unas pisadas. Desechó el miedo por ilógico y puesto en pie esperó la aproximación de las lucecillas que, lentas, se aproximaban. Ante él se pararon tres figuras a lomos de sus respectivas bestias. Cuando apagaron las luces de visera Juan percibió su condición de mujeres montañeras, pertrechadas de botas y trencas.

-Buenas noches señoras, soy Juan Valyán.

-Buenas noches caballero –contestaron al unísono.

-Yo soy Alegría, la reina maga del pasado.

-Yo Tristania, la reina maga del presente.

-Me llamo Impasíbilia, la reina maga del futuro.

-Van ustedes a recibir una demanda post mortem de Charles Dickens y el cabreo bíblico de San Mateo señoras –contestó risueño Valyán.

-Don Juan –repuso Impasíbilia- , sea usted más serio y mírese la chepa, que es bastante miserable, a la par que ridículo, birlarle con disimulo el nombre a don Víctor Hugo.

-Basta de pullas, que hay mucho camino por delante –suspiró Tristania.

-Pues con esos animalitos… -retorció jodelón.

-Estos animalitos y nosotras seguiremos en el camino cuando de usted no quede ni el recuerdo de sus malos pensamientos y sus inexistentes acciones, señor Vallllllllyaaan.

-Que nombre tan mal puesto el tuyo… Impasíbilia.

-Impasíbilia, Tristania, no es momento de broncas. Además, Juan, por cruzarse en nuestro camino esta noche tan especial, tiene derecho al privilegio de los tres deseos –terció Alegría.

-Pobre Aladino…Ustedes señoras, dicho sea con todo respeto, van saqueando alegremente las historias. ¿Por cierto, para que me concedan los  tres deseos qué y con qué tengo que frotar?

-Ese genio es puro humo tontaina, un tipo demediado. Mi puño en cambio es real y certero. Es insoportable… -rugió Impasíbilia mientras Tristania invocaba su profesionalidad.       

-Juan, no seas tonto, ¿acaso no tienes deseos?

-Señoras, los deseos son casi lo único que no me ha faltado en la vida. Hace un minuto habría sido jocoso y hurgador, pues estaba pensando en pedirle a la sin par Impasíbilia una noche de desenfrenada coyunda –Impasíbilia meneo desdeñosa la cabeza-. Hace medio habría soñado recuperar un fracasado proyecto de asaltar el Banco de España –ya ha sido completamente saqueado apuntó Tristania-. Ahora sólo deseo una balconada celestial, convertir este trono de piedra en atalaya de aire cuando muera.

-Valyán, no pidas imposibles –contestaron al unísono.

-¿Imposibles? Ustedes tienen cuña con el dios todopoderoso.

-Está viejo y cansado, ya ni siquiera se cree a sí mismo –contestaron doloridas al unísono.

-Pues la tendrán con el hijo. Sus esposos le llevaron presentes hace dos mil…

-¡¿Nuestros esposos?!... –bramaron-. ¡Es imposible enderezar una memoria histórica deformada…!     

-El hijo, Valyán, se ha vuelto ateo, ahora está siempre de cháchara con un barbado decimonónico y  un ruso achinado y embalsamado -habló pesarosa Alegría-. No hay balconada posible Juan, disfruta éste mágico lugar mientras puedas.

Pusieron pie en tierra y le besaron tiernamente en los labios. Los de la arisca Impasíbilia eran dulces y esponjosos. En silencio siguieron su camino. Al cabo de varios días, la inmovilidad, el abandono del coche de Valyán en aquella apartada curva llamó la atención.   

Nunca se le encontró.

Los reyes magos, lo saben hasta los niños, no existen. Pero las reinas magas sí, y alumbran el mundo.

miércoles, 18 de diciembre de 2013

Adolescentes en el funeral de Mandela. Un agradecimiento

En el funeral de estado por Nelson Mandela, celebrado para regocijo del señor Rajoy en el estadio donde la selección española de futbol ganó el mundial, lo más destacado o noticioso no fue el acto en sí. Todos somos conscientes de que esos funerales de grandes personalidades (y muchos otros) están repletos de hipocresía y lágrimas de cocodrilo. Las de muchos sudafricanos si fueron sinceras, pues lo sentían como a un padre espiritual. Los grandes protagonistas del funeral del luchador social fueron el desparpajo adolescente y los celos. Desde hace ya algunos años unir cabezas y autorretratarse con gesto divertido, estrambótico o poniendo morritos, es una práctica común que, al menos yo, asocio con edades tempranas del ser humano. Parece que la proximidad de la Primera Ministra sueca, ¡perdón danesa! (el lapsus ha sido real al escribir, debe haber aflorado de manera inconsciente el despertar sexual de mi generación, donde la "sueca" era para los jóvenes isleños un ser mítico que viendo del frío prometía, siendo cursi, un ardiente paraíso). Decía, retomando el hilo, que la presencia de doña Helle Thorning-Schmidt alteró el ánimo de los mozuelos Cameron y Obama, que entusiastas hicieron un sandwich jovial con la interesante testa dorada de la líder socialdemócrata. Curiosamente, el debate posterior surgió acerca de si doña Michelle Obama se había puesto celosa o no, debido a que contrastaba la felicidad del trio antes mencionado con el gesto adusto de la "primera dama" estadounidense. Incluso creo que hay una foto posterior donde se la ve situada en medio de su esposo y la premier danesa. A veces soy un hombre cándido y no pensé en un ataque de cuernos, sino en que Michelle sí tenía conciencia del lugar que ocupaban, que su enfado no provenía de un temor a la infidelidad de su marido, suponiendo que fuera el elegido entre los cortejantes (realmente el competidor, por poderío y estética, es un macho alfa menor), sino porque, con buen criterio, era consciente de que el lugar no era el apropiado para esos juegos de la edad temprana. Aunque como ahora la juventud no tiene límite temporal (a mí, casi en la mitad de la cincuentena, me dicen, ante mi asombro, que aún soy joven), probablemente soy yo, un señor antiguo, el desubicado tanto cronológica como espacialmente. Porque ni el momento ni el lugar eran los adecuados para esos jueguitos, pues miles de personas que estaban allí, no por compromiso o cortesía, sentían verdadera emoción. Y, por añadidura, ese lugar está situado en tierra extranjera y hospitalaria, donde es de rigor extremar el bienhacer y la actitud respetuosa. El duelo de gallitos y de gatas (la cascabelera y la ofendida) no me interesa. No obstante dejo abierta una pregunta: ¿si la situación hubiera sido a la inversa los comentarios habrían sido los mismos?
A través de TeleSur vi parte de los funerales de Hugo Chávez. Yo no observé a ningún representante extranjero haciendo niñadas de este tipo. No me imagino a Correa y Evo emparedando, juguetones, el rostro de Cristina Fernández. Tampoco logro visualizar al propio Obama haciendo lo mismo en el hipotético funeral de Su Graciosa Majestad.
En el fondo, en muchas ocasiones uno tiene el defecto ( o la virtud) de escarbar, buscar tras las conductas que parecen insustanciales. Tengámoslo claro, aunque ahora lo iconicen, el muerto no era uno de los suyos. Incluso me cuestiono si han convertido al vivo y poderoso hombre rebelde (palabra hermosa que hace unos días expliqué a mis alumnos de 4º de la ESO, mostrándoles todas las connotaciones positivas que tiene, pues hoy en día se usa, al menos en el ámbito familiar y educativo, para caracterizar el comportamiento disruptivo), que aguantó 27 años de cárcel por su lucha contra el racismo y en pro de una nación más justa socialmente, en un símbolo interesado de la "reconciliación". Y cuestiono las reconciliaciones, que por la connotación pactista de la palabra tienden a considerarse siempre positivas, cuando estas suponen perpetuaciones de grandes injusticias, cuando las estructuras sociales son maquilladas quedando la maquinaria del poder económico prácticamente incólume. Incluso reforzado, y permítaseme el brochazo, por el barniz de una naciente burguesía de color negro. Recomiendo el artículo escrito en Publico por la fina analista internacional que es Nazanin Armanian https://www.google.com/url?q=http://blogs.publico.es/puntoyseguido/1199/hubo-dos-nelson-mandela/&sa=U&ei=9-ixUoeQFcOAhAf5pIHQAQ&ved=0CAcQFjAB&client=internal-uds-cse&usg=AFQjCNEN4W7fGgSv7JinE7vZNe9oultb9g
Lo mejor que he leído sobre la figura de Mandela. No puedo evitar pensar que sus últimos 20 años han sido usados para enterrar, o al menos minimizar, sus anteriores 75. Para muchas personas Mandela ha quedado reducido a la tesis de la película Invictus (repuesta por multiples televisiones y que se pone en los centros de enseñanza para ilustrar su vida) que alumbra de manera exclusiva e interesada, desvirtuando la riqueza del personaje, lo que yo mentaba antes: el conciliador, el hombre seráfico, obviando en cambio al que abanderó durante gran parte de su vida la lucha, el imprescindible conflicto que debe generar la injusticia flagrante.
En estos tiempos de graves y crecientes desigualdades, los símbolos de conciliación entre opresor y oprimido (tesis de fondo del fascismo) tienen una gran repercusión porque, sin duda, interesa al poder establecido.
¿Estarán por eso tan felices Obama y Cameron? Sé comprensiva Michelle...
 
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Hago un aparte para agradecerle a Asun, profesora de un instituto de Gran Canaria, que utilizara un escrito de este blog, http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/11/30000-ofensas-espana.html como  comentario de texto para sus alumnos de 2º de bachillerato. Me ha hecho mucha ilusión, pues supone acceder a un segmento que imagino transitará muy poco este recóndito callejón: los jóvenes.
Milgracias, de corazón.
 

sábado, 14 de diciembre de 2013

Cataluña y las patrias

2014 tendrá una fecha que va a acaparar gran parte de los titulares de los cenáculos periodísticos y  será un foco básico de la acción política.
CiU, ERC, ICV y la CUP han acordado que el 9 de noviembre de 2014 se celebre en Cataluña un referéndum con las siguientes preguntas consecutivas: ¿Quiere que Cataluña sea un estado? Si la respuesta es afirmativa se contestará a una segunda pregunta: ¿quiere que este estado sea independiente?
En septiembre, tras la cadena humana celebrada en la Diada, escribí un texto que titulé http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/09/cataluna-necesita-la-consulta.html . Pues la consulta ya está programada. Las fuerzas que la apoyan suman 87 de los 135 diputados que conforman el parlamento catalán. La rechazan los 48 restantes. En base a estas cifras la consulta es respaldada por el 64,4% de los representantes del pueblo de Cataluña (casi dos tercios, o sea, una mayoría cualificada). Se perfectamente que no todas las personas que votaron a estas fuerzas son independentistas, pero también sé que dentro del PSC hay una corriente importante que defiende la consulta (quizás a este partido es al que la hipotética consulta le remueve más los cimientos, no les sucede esto al PP y a Ciutadans pues son la bandera del unionismo en Cataluña). Pienso, ya lo dije en otra ocasión, que la independencia y su negación son reivindicaciones políticas que tienen una importante transversalidad social en Cataluña. Una muestra es que CiU y la CUP son, en sus modelos sociales, antagónicos, pero han llegado junto a la izquierda pequeñoburguesa de ERC y a la izquierda ¿transformadora? de ICV, a un consenso que ha cuajado en las preguntas antes citadas.
El tropel mediático españolista, afín al PP y al PSOE (en este caso más cautelosos) , ha salido en tromba afirmando que la consulta no se celebrará bajo ningún concepto. El considerado dubitativo Rajoy ha sido de una inusual contundencia. Sabe que su electorado se reafirmará con cada colleja verbal que de a los levantiscos catalanes. El español construido con vísceras, ese que considera que la españolidad es casi un don divino, ese ser que tan bien modeló el fascismo, ese individuo que está consintiendo con insana docilidad, sin salir masivamente a la calle, las tropelías sociales del PP, ese que ahora mismo está incapacitado para luchar por sus derechos (incluso las luchas laborales son puramente defensivas, por quedarnos como estamos o perder poquito) va a inflarse, aún más, de patriotismo malo, en los próximos meses. Y hablo de patriotismo malo no porque considere que ser patriota español sea, en sí, malo. Pero no puedo olvidar que en el siglo XX el patriotismo español ha sido enarbolado por fascistas y opresores, ligados al ejercito, la monarquía y la jerarquía eclesial, que han considerado a  la izquierda -nos guste o no- la antiespaña (¡oh , el alma republicana y escindida del PSOE!) que incuba en su seno al ogro comunista y al cáncer separatista.
Los patriotismos pueden ser diversos. El patriotismo de EEUU es imperialista, expansivo, sometedor. El patriotismo cubano es defensivo, liberador, solidario con otros pueblos. El  primero exporta soldados y armas, el segundo médicos. Son visiones diferentes de lo que es una patria y el rumbo que puede tomar.
No es igual el patriotismo que impide que un pueblo decida si quiere crear su propio estado, que el que solicita la posibilidad de, libremente y en paz, pronunciarse a través del voto sobre la citada cuestión.
No existe ninguna ETA en Cataluña que permita la coartada de cobijar al independentismo bajo el ala terrorista. Aunque tampoco obviaré que la conformación histórica de muchos de los estados hoy existentes se forjó a través de la lucha armada. Por ejemplo, hace 250 años no había ninguna nación independiente en América (esto chafa a los que anhelan poner un freno basado en la historia a los pueblos que quieren decidir si constituyen en estado propio), y todas surgieron de guerras de liberación.
¿De qué me sirve ser independentista, pregonarlo a diario a los cuatro vientos,  si no dispongo de vías para lograr mi objetivo si éste llega a ser socialmente mayoritario? Se trata de, tras debatir, contarse. El estado español demuestra temor al resultado de la consulta. La antítesis es el caso escocés. Allí, Reino Unido y Escocia han pactado para septiembre de 2014 un referéndum de autodeterminación. Aquí en cambio, algunos sectores, cierto que minoritarios, hablan de la posible suspensión de la autonomía catalana. Y esos sectores, quizás vayan en aumento, quedando en segundo plano el debate de ideas. Creo que la premisa básica de la consulta debería ser que nadie se sienta amedrentado en su voto, que lo reflexione, y que cada opción tenga el mismo espacio para la difusión.
Cataluña, o Canarias, mi tierra, son territorios con un devenir histórico propio. Y la historia es cambio, evolución, transformación. Por eso es ridículo, sí, ridículo que la constitución hable de "la indisoluble unidad de España". Aparte del tufo carcelario, a cadena perpetua, que emana del articulito, es absurdo pensar que un enunciado dictado por el ejército en 1978 podrá frenar indefinidamente a un pueblo que tenga voluntad de constituirse en estado. Con esto no afirmo que vaya a celebrarse la consulta. Al contrario, mi natural tendencia al pesimismo me conduce a pensar que no, que el estado central la impedirá. Hecho que retratará, si así acontece, la faz, ya muy deteriorada, de la democracia hispana y que, de camino, sólo servirá para enconar el conflicto.
Si Cataluña lograra, tras acuerdo con el poder central, votar el 9 de noviembre, sin importarme cuál fuera el resultado, yo pensaría lo que ahora no pienso, que quizás (sólo quizás), es posible otro estado español, aquél que se vislumbró en la Segunda República, y que el patriotismo malo español, encarnado en el fascista general Franco, destruyó. Un estado surgido de la libre unión de pueblos. Un estado que no necesite proclamar absurdas unidades indisolubles con un sustrato ideológico imperialista. Un estado donde quizás un viejo -aparte de rojo- republicano federal, al que tampoco asusta la independencia, se sentiría razonablemente cómodo.
 

viernes, 13 de diciembre de 2013

Caminando hacia el socialismo. Amén

Hace varias semanas el alcalde socialista y perecedero, al igual que toda su corporación,  pues fueron elegidos por cuatro años, ha nombrado a la virgen alcaldesa perpetua de la Línea de la Concepción.
Curioso este PSOE bipolar.
Casi al mismo tiempo solicitaba al gobierno que denuncie el Concordato con la Santa Sede.
Para mí es un acto de pura vergüenza. Gobiernas de 2004 a 2011 (me olvidaré de los catorce años de Felipe González). Muchos sectores de la izquierda te piden la denuncia de los citados acuerdos, que otorgan prebendas injustificadas a la organización privada Iglesia Católica. No lo haces por temor al enfrentamiento con la Conferencia Episcopal, como reconoce en unas declaraciones la Sra Valenciano, y ahora, sólo dos años después, le pides a los clericales del PP que hagan lo que tu no tuviste ni el valor ni la coherencia de hacer.
Cuando escribo estos textos, desde mi limitación analítica, uno de los principales objetivos que busco es mostrar aspectos contradictorios de la realidad. Y reconozco que muchas veces soy más duro o contundente con los que se supone que están en mi campo o alrededores, que con los que "juegan" en el terreno opositor. La coherencia del PP me importa un pito. Sé perfectamente que su acción, más allá de programas que nadie lee, seguirá la senda de recortar derechos a las clases populares. Es su naturaleza y su función perpetuar la estructura social existente. Sí me importa, y mucho, la coherencia de los que se sitúan (al menos nominalmente)  en el terreno de la izquierda. El campo que precisamente ondea la bandera del cambio de las estructuras sociales. Me interesa mucho más nuestra ética (la de la abigarrada izquierda), que la del enemigo.
En los ya inexistentes países del "socialismo real", en muchas ocasiones, aduciendo un fin superior (la propia pervivencia del socialismo), se ocultaba la realidad que albergaba la ineficiencia, pues esas informaciones se consideraban derrotistas. El socialismo sólo puede existir, como doctrina emancipadora, entre pueblos conscientes y críticos. No me gusta la idea de un socialismo, aunque la riqueza se reparta más justamente, para menores de edad. Un socialismo vertical donde una cúpula dirigente, por muy bienintencionada que sea, adopta las decisiones sin un debate profundo, con libertad de expresión y proposición. Sé que el enemigo capitalista siempre estará actuando, laminando el proyecto liberador (Venezuela es un ejemplo), sé que podemos perder, pero la base de la victoria nunca será el seguidismo, una sociedad acrítica y acomodaticia. Sólo desde el convencimiento, que va unido al conocimiento, no al asentimiento, se construye una sociedad de seres libres. Me parece muy triste que el principal ejemplo de hecatombe del socialismo, la URSS, implosionara tan fácilmente existiendo una organización de 17 millones de militantes (se suponía que revolucionarios) donde, estoy convencido, el marxismo era una entelequia, una "religión" que servía en la mayoría de los casos para medrar. Uso el término religión porque se asumían las directrices cupulares de manera acrítica. Así, cuando hubo que defender la esencia socialista, igualitaria, de la sociedad, esa militancia no movió un dedo, fue incapaz de enfrentarse a los dirigentes que abocaban al país a un capitalismo brutal. Contra lo que en su día dijo Fukuyama la historia no se ha acabado. Las sociedades, con sus vaivenes, siguen bregando. El socialismo, con diversas faces, tendrá nuevas oportunidades (hay experiencias interesantes en América Latina) y no aprender de las experiencias pasadas sería dar carta de naturaleza para mucho tiempo a un régimen capitalista que, inhumano, nos lleva cada día más a la iniquidad.
Pienso que la conciencia de la necesidad de un reparto de la riqueza más igualitario es un camino lento, que todos los que defendemos un mundo sin explotación tenemos que irradiar en nuestros pequeños ámbitos de influencia. Para que llegue una realidad mejor para toda la humanidad tiene que calar, lenta e inexorable, la lucha por la utopía. En alguna otra ocasión ya he hecho la distinción -leída en no recuerdo que lugar a Julio Anguita- entre quimera y utopía. La primera hace referencia a lo imposible. La segunda a lo deseable pero de muy difícil consecución. Es curioso que en un mundo donde tanta gente cree en un ente abstracto indemostrable, muchos consideren irrealizable desterrar el perverso axioma que nos inculcan desde niños: "siempre ha habido y siempre habrá ricos y pobres". A este aserto, por dignidad, nunca digamos amén.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Mandela

En la muerte de Nelson Mandela quiero alejarme de la hagiografía que venera en abstracto a un adalid de la libertad.
Hay dos maneras de cegarnos: la ausencia de luz es la primera que nos viene a la mente, pero su irrupción torrencial sería igual de dañina. A Mandela falta poco para que lo hagan santo, y es una santificación interesada, para ubicarlo en el panteón de los intocables, panteón que yo al menos (como hombre de izquierdas) detesto por empobrecedor, pues creo que los luchadores sociales están ahí y son valiosos, para debatirlos, no para convertirlos en el tótem de la tribu.  Un Mandela por encima de las ideologías. Un Mandela  bueno y mártir. Un Mandela que estuvo 26 años en la cárcel. El mismo tiempo, que coincidencia, que pasó presa la mujer del hermoso nombre (según don Manuel, junto con don Jerónimo, uno de los patibularios contumaces de este callejón), Inés del Río. Y Mandela tiene otro elemento en común con la expresa de ETA. Ambos practicaron, más allá de que uno este ubicado ya para siempre en el Olimpo y la otra transite, también para siempre el Averno, la lucha armada. El Ghandi de la segunda mitad del siglo XX en un momento de su vida, no sólo cogió su fusil, sino que fue Comandante  en Jefe de La Lanza de la Nación, el brazo armado del Congreso Nacional Africano. Después de salir de la cárcel, la primera visita al exterior que hizo Mandela fue a Cuba. Allí agradeció la ayuda de Fidel con las siguientes palabras: "Que nos entrenó a nuestra gente, que nos dio recursos, que ayudó tanto a nuestros combatientes, a nuestros médicos". Este es otro elemento a tener en cuenta. ¿Cuántos países ayudaron de hecho, más allá de las bellas declaraciones y las condenas enérgicas, a los combatientes sudafricanos en los duros años de la lucha contra el despiadado régimen del apartheid? Apoyar activamente al CNA era la mejor manera de ayudar a Mandela, que tampoco fue, como he leído en algún lugar, un preso de conciencia. Era, en su plenitud, un preso político (terrorista para el régimen racista), un dirigente de una organización que luchó, en todos los frentes (en alianza con el Partido Comunista Sudafricano), por acabar con el racismo e implantar la justicia social en sus país. Este último es otro tema de capital importancia. El apartheid cayó. Desaparecieron playas o urinarios para blancos o negros. Era una gran victoria, refrendada con su elección presidencial del 94, de Madiba, que simbolizaba, ese es su gran valor, a todos los que lucharon, muriendo y matando (suena mal, pero es así), por un noble ideal. Sin embargo, creo que la pirámide social sudafricana no ha sufrido grandes variaciones. El poder económico sigue estando en manos de los blancos, siendo el ingreso medio de una familia blanca (32.500 euros), seis veces superior al de una familia negra (5.400 euros). Sospecho que esta lucha por una sociedad más igualitaria, sin duda era una parte fundamental del pensamiento de Mandela,  que sabía que era una enorme tarea pendiente, una tarea que él no podía afrontar, quedando reducido los últimos años de su vida a receptor sonriente y protocolario de tanta gente que iba a homenajearlo desde el desconocimiento o, lo que es peor, la tergiversación.