En el funeral de estado por Nelson Mandela, celebrado para regocijo del señor Rajoy en el estadio donde la selección española de futbol ganó el mundial, lo más destacado o noticioso no fue el acto en sí. Todos somos conscientes de que esos funerales de grandes personalidades (y muchos otros) están repletos de hipocresía y lágrimas de cocodrilo. Las de muchos sudafricanos si fueron sinceras, pues lo sentían como a un padre espiritual. Los grandes protagonistas del funeral del luchador social fueron el desparpajo adolescente y los celos.
Desde hace ya algunos años unir cabezas y autorretratarse con gesto divertido, estrambótico o poniendo morritos, es una práctica común que, al menos yo, asocio con edades tempranas del ser humano. Parece que la proximidad de la Primera Ministra sueca, ¡perdón danesa! (el lapsus ha sido real al escribir, debe haber aflorado de manera inconsciente el despertar sexual de mi generación, donde la "sueca" era para los jóvenes isleños un ser mítico que viendo del frío prometía, siendo cursi, un ardiente paraíso). Decía, retomando el hilo, que la presencia de doña Helle Thorning-Schmidt alteró el ánimo de los mozuelos Cameron y Obama, que entusiastas hicieron un sandwich jovial con la interesante testa dorada de la líder socialdemócrata.
Curiosamente, el debate posterior surgió acerca de si doña Michelle Obama se había puesto celosa o no, debido a que contrastaba la felicidad del trio antes mencionado con el gesto adusto de la "primera dama" estadounidense. Incluso creo que hay una foto posterior donde se la ve situada en medio de su esposo y la premier danesa. A veces soy un hombre cándido y no pensé en un ataque de cuernos, sino en que Michelle sí tenía conciencia del lugar que ocupaban, que su enfado no provenía de un temor a la infidelidad de su marido, suponiendo que fuera el elegido entre los cortejantes (realmente el competidor, por poderío y estética, es un macho alfa menor), sino porque, con buen criterio, era consciente de que el lugar no era el apropiado para esos juegos de la edad temprana. Aunque como ahora la juventud no tiene límite temporal (a mí, casi en la mitad de la cincuentena, me dicen, ante mi asombro, que aún soy joven), probablemente soy yo, un señor antiguo, el desubicado tanto cronológica como espacialmente. Porque ni el momento ni el lugar eran los adecuados para esos jueguitos, pues miles de personas que estaban allí, no por compromiso o cortesía, sentían verdadera emoción. Y, por añadidura, ese lugar está situado en tierra extranjera y hospitalaria, donde es de rigor extremar el bienhacer y la actitud respetuosa. El duelo de gallitos y de gatas (la cascabelera y la ofendida) no me interesa. No obstante dejo abierta una pregunta: ¿si la situación hubiera sido a la inversa los comentarios habrían sido los mismos?
A través de TeleSur vi parte de los funerales de Hugo Chávez. Yo no observé a ningún representante extranjero haciendo niñadas de este tipo. No me imagino a Correa y Evo emparedando, juguetones, el rostro de Cristina Fernández. Tampoco logro visualizar al propio Obama haciendo lo mismo en el hipotético funeral de Su Graciosa Majestad.
En el fondo, en muchas ocasiones uno tiene el defecto ( o la virtud) de escarbar, buscar tras las conductas que parecen insustanciales. Tengámoslo claro, aunque ahora lo iconicen, el muerto no era uno de los suyos. Incluso me cuestiono si han convertido al vivo y poderoso hombre rebelde (palabra hermosa que hace unos días expliqué a mis alumnos de 4º de la ESO, mostrándoles todas las connotaciones positivas que tiene, pues hoy en día se usa, al menos en el ámbito familiar y educativo, para caracterizar el comportamiento disruptivo), que aguantó 27 años de cárcel por su lucha contra el racismo y en pro de una nación más justa socialmente, en un símbolo interesado de la "reconciliación". Y cuestiono las reconciliaciones, que por la connotación pactista de la palabra tienden a considerarse siempre positivas, cuando estas suponen perpetuaciones de grandes injusticias, cuando las estructuras sociales son maquilladas quedando la maquinaria del poder económico prácticamente incólume. Incluso reforzado, y permítaseme el brochazo, por el barniz de una naciente burguesía de color negro. Recomiendo el artículo escrito en Publico por la fina analista internacional que es Nazanin Armanian https://www.google.com/url?q=http://blogs.publico.es/puntoyseguido/1199/hubo-dos-nelson-mandela/&sa=U&ei=9-ixUoeQFcOAhAf5pIHQAQ&ved=0CAcQFjAB&client=internal-uds-cse&usg=AFQjCNEN4W7fGgSv7JinE7vZNe9oultb9g
Lo mejor que he leído sobre la figura de Mandela. No puedo evitar pensar que sus últimos 20 años han sido usados para enterrar, o al menos minimizar, sus anteriores 75. Para muchas personas Mandela ha quedado reducido a la tesis de la película Invictus (repuesta por multiples televisiones y que se pone en los centros de enseñanza para ilustrar su vida) que alumbra de manera exclusiva e interesada, desvirtuando la riqueza del personaje, lo que yo mentaba antes: el conciliador, el hombre seráfico, obviando en cambio al que abanderó durante gran parte de su vida la lucha, el imprescindible conflicto que debe generar la injusticia flagrante.
En estos tiempos de graves y crecientes desigualdades, los símbolos de conciliación entre opresor y oprimido (tesis de fondo del fascismo) tienen una gran repercusión porque, sin duda, interesa al poder establecido.
¿Estarán por eso tan felices Obama y Cameron? Sé comprensiva Michelle...
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Hago un aparte para agradecerle a Asun, profesora de un instituto de Gran Canaria, que utilizara un escrito de este blog, http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/11/30000-ofensas-espana.html como comentario de texto para sus alumnos de 2º de bachillerato. Me ha hecho mucha ilusión, pues supone acceder a un segmento que imagino transitará muy poco este recóndito callejón: los jóvenes.
Milgracias, de corazón.
Milgracias, de corazón.