martes, 17 de octubre de 2023

Gaza, Israel y el terror

El 7 de octubre de 2023 va a ser recordado como la fecha en que se quebró, no sabemos si por una extraña desidia o por un mal medido interés, la infalibilidad del estado de Israel. Hasta ese momento el palestino era el sufridor perpetuo que nos inspira lástima y solidaridad y el israelí el intocable e impune que ha vivido largo tiempo a cuenta del holocausto llevado a cabo por los nazis contra los judíos en Europa durante la Segunda Guerra Mundial. En el escenario político internacional son dos papeles asumidos que la acción de gran envergadura realizada por Hamas el día señalado hizo tambalearse en gran medida. Sí, lo inesperado el 6 de octubre sucedió: Israel entró en pánico y Hamas con otras organizaciones armadas palestinas, circunstancia que generalmente se omite, realizaron una acción que dejó en un uno o dos días más víctimas en el bando israelí (alrededor del 1.400 según datos del propio gobierno de Israel) que las habidas desde 2006 hasta ese día (sobre 300). 

Antes, en 2006, el ejército israelí realizó en Gaza una operación militar con el refrescante nombre de Lluvia de Verano (EEUU e Israel tienen a veces la pomposa costumbre de bautizar sus campañas militares con cierto recochineo) que mató a 400 palestinos y 5 soldados israelíes; entre finales de 2008 y 2009 llevaron a cabo la operación Plomo Fundido (aquí lo amenazante puede a lo burlesco cambiando el agua por el plomo digno de una película del Oeste) que mató a 1.314 palestinos y 11 soldados y 3 civiles israelíes; en 2014 la operación se denominó Acantilado Poderoso (se ha impuesto definitivamente el cariz amenazante) y mató a 2.310 palestinos y 66 soldados y 5 civiles israelíes. Fuera de estas operaciones de envergadura la Franja cada poco recibe la "visita" de los cazas israelíes cuando consideran pertinente realizar una acción de castigo sobre un territorio que tiene una superficie (365 km) casi calcada a la isla de La Gomera (370 km). Gaza, con 2.300.000 habitantes, es como si introdujéramos toda la población del Archipiélago Canario en La Gomera. 

He sido prolijo en datos numéricos porque me parecen relevantes para ubicarnos. Las masacres de Israel en Gaza hasta el 7 de octubre casi no han rozado a la población civil israelí e incluso sus bajas militares, sumando las tres operaciones citadas, no llegan a 100. Por eso al inicio de este texto utilicé las palabras intocable (o casi) e impune, sobretodo a nivel internacional, ámbito en el que desde siempre han ignorado, con el desparpajado de quien es el principal aliado mundial de EEUU, múltiples resoluciones de la ONU. El costo de la ocupación israelí de Palestina, en cuanto a bajas propias, siempre ha sido escaso, asumible. Por supuesto, podríamos ir mucho más atrás y hablar del 15 de mayo de 1948, día de la Nakba o Catástrofe cuando 750.000 palestinos huyeron de sus aldeas para no ser masacrados por las tropas del recién nacido estado de Israel. Todas las propiedades de esas personas, que se asentaron mayormente en Jordania, Siria, Líbano o la propia Gaza fueron confiscadas y sus tierras entregadas a los judíos. Fue un acto de algo sobre lo que me extenderé después: terrorismo.

El conflicto, la barbarie, en contra de lo que quieran hacer creer los grandes medios de comunicación, no comenzó el 7 de octubre. Es una ocupación de largo aliento basada en la doctrina sionista que desde fines del siglo XIX pretendía, y logró medio siglo después al albur del impacto del Holocausto, crear un estado judío en las tierras que Israel ocupó hace 2000 años teniendo como base absurdos derechos sustentados en ser “el pueblo elegido de Dios” según La Biblia. Esta atribución da soporte ideológico a la actitud racista y colonizadora del estado israelí con el pueblo palestino.

Hamas es integrista y fue potenciada por el propio estado de Israel para debilitar a la OLP y la llamada Autoridad Nacional Palestina que gobierna en Cisjordania, me espetarán algunos lectores. Y quien me lo diga tendrá razón. Aborrezco el integrismo, pero debemos preguntarnos por qué las elecciones parlamentarias palestinas de 2006 las ganó Hamas con el 45% sobre el 41% de Fatah, organización laica que llevó históricamente, liderada por Yasser Arafat, la lucha del pueblo palestino por su liberación. Hoy en día Mahmud Abbas es el presidente de una ANP que controla Fatah y que se mantiene en una actitud pasiva mientras en Cisjordania, donde está radicada, avanza la colonización con la punta de lanza de unos integristas israelíes envalentonados y que armados, con el respaldo del ejército, actúan impunemente contra los palestinos.

Les voy a contar una anécdota sobre la situación en Cisjordania. En las redes sociales apareció un anuncio de una pizzería palestina en el pueblo de Huwara donde se veía, mediante un montaje hecho por ordenador, una señora mayor capturada por Hamas al lado de la imagen de una pizza. De inmediato se produce una concentración de colonos israelíes y estos llaman al ejército para que venga con una excavadora y reviente el local. Y así ocurré aunque el propietario insistió en que no había sido él. Pero la esencia del asunto es la siguiente: si el dueño del negocio que publica eso o algo similar es un ciudadano israelí la actuación no sería la misma, produciéndose en todo caso una denuncia ante los tribunales y el castigo que estos considerarán pertinente. Una acción de ese tipo dirigida en exclusiva a un sector de la población, el palestino, no siendo en el mapa de las barbaridades la más grave, aunque es bastante habitual el derribo de casas palestinas, dibuja con precisión el carácter colonialista y ocupante del estado de Israel con respecto a esa población de segunda categoría que, una acción tan arbitraria como esa lo demuestra, carece de derechos tan elementales como la tutela judicial.

La palabra estrella tras la acción de Hamas es, con toda su carga ideológica de restringir la capacidad de pensar y preguntarnos los porqués de los hechos que ocurren, terrorismo. Se le ha aplicado al ataque de Hamas miles de veces en estos días. Sin embargo, esa misma palabra no la he visto utilizada en ningún gran medio para referirse a los bombardeos de Israel que ya han matado hasta el momento que escribo, 17 de octubre, a 3.000 palestinos, entre ellos alrededor de 1000 niños. En un territorio ínfimo, muy densamente poblado, esos bombardeos van a matar civiles sí o sí. Y además, lo haces adrede. Cuando el nazi que dirige el Ministerio de Defensa de Israel, Yoav Galant, tildó  a los gazatíes de “animales humanos”  a los que se debe cortar el gas, la electricidad y los alimentos, está dando con sus palabras vía libre a la masacre y a su justificación. Y esta la está llevando a cabo el peor y más cobarde tipo de terrorismo: el bombardeo masivo. Ningún acto terrorista en el mundo de la dimensión de las bombas atómicas lanzadas por EEUU sobre Hiroshima y Nagasaki, dos poblaciones de casi nulo valor militar, y que asesinaron a 200.000 civiles. Siempre pienso lo que se diría si ese crimen lo llega a cometer la Unión Soviética. Cada año los ideólogos del capitalismo nos hablarían de lo bárbaro que es el comunismo. Como el salvajismo fue perpetrado por EEUU, cuando se conmemora no faltan los textos o menciones que hablan de esas bombas como meteoros precipitados del cielo por un fenómeno natural, ignorando el nombre del estado que las lanzó.

Sobre el tema del terrorismo y la violencia ejercida por Hamas en su incursión, estos días me ha venido a la mente una película de Gillo Pentecorvo llamada La Batalla de Argel, cruda recreación de la lucha del Frente de Liberación Nacional de Argelia. Tiene una dura escena donde, desde un coche o furgoneta, militantes de esa organización ametrallan indiscriminadamente a población civil francesa, o de origen francés, que toman copas en unas terrazas de un bulevar. En otra se ve como disparan a un policía en la cabeza. Unos años después, desde el 1 de enero de 1963, esa Argelia que era parte indisoluble de Francia obtuvo su independencia y pasó a estar gobernada, con pleno reconocimiento internacional, por esos “terroristas” del FLN. 

Sí, lo sé, el terror, en sus más variadas formas, es un arma política indeseable, pero lo que me incomoda y me parece una injusta doble vara de medir es que se use ese concepto al dictado exclusivo de los intereses de Estados Unidos e Israel o de los poderosos que penalizan unos crímenes y justifican otros. En el estado español creo que soy de las pocas personas que adjetiva al dictador Franco como terrorista. Y es que Josu Ternera, el dirigente de ETA que ha entrevistado Jordi Évole en un documental que se intentó censurar en el Festival de Cine de San Sebastián, es un aprendiz de terrorista al lado de Franco, el criminal de masas que, terror mediante, logró que el "topo" (este nombre procede del título de un libro de Jesús Torbado y Manuel Leguineche que contaba la historia de decenas personas que estuvieron ocultas durante la Dictadura) Pedro Perdomo viviera escondido en el barrio de La Isleta durante 33 años (1936-1969). 

En este dislate de asignaciones de suprema maldad terrorista puede suceder que una nación como Cuba, que envía médicos a zonas de catástrofes u otros lugares donde sean necesarios, esté incluida arbitrariamente por EEUU en la lista de estados patrocinadores del terrorismo, mientras los expansionistas israelíes aparecen poco menos que como víctimas cuando en este campo son principalmente victimarios. Hay un artículo magnífico del periodista Pascual Serrano https://globalter.com/quien-decide-lo-que-es-terrorismo/ donde analiza el concepto de terrorismo y las contradicciones y manipulaciones que se producen a la hora de usar el término.

Nunca, nunca el lenguaje es inocente. Siempre es una fuente moldeadora de pensamiento o incluso de la ausencia de este en el sentido de provocar reacciones impulsivas que desatienden cualquier esfuerzo explicativo. Hoy en día abundan los “antiperistas”. Me refiero con este concepto, que desconozco si me estoy inventando, a todas aquellas personas que rechazan la utilización del “pero” porque lo ven como un elemento justificativo o encubridor de desmanes. Lo siento, siempre voy a usar los peros y aún en mayor medida los porqués que a ellos van unidos. Todo fenómeno, aunque nos parezca execrable, es analizable. Cuando los gobiernos decían que ETA era una organización de delincuentes comunes ellos mismos, cuando se sentaban a negociar (lo hicieron tanto el PSOE como el PP), se desmentían. A los que plantean que el Mossad estuvo entre bastidores en la creación o potenciación de Hamas, recordarles que lo mismo sucede con los integristas islámicos de Afganistán, serpiente creada por EEUU para morder a la URSS y que después de realizar su función, en teoría, se convirtieron en enemigos del coloso norteamericano. Si Israel potenció el islamismo de Hamas en detrimento de Fatah no sé si ahora pensará, viendo la dinámica de unos y de otros, que fue una medida acertada, pues le ha inflingido la mayor humillación de la historia de ese estado. Hecho que, imagino que no tanto tanto como las vidas perdidas de los ciudadanos israelíes, también les duele. Vidas que aunque ellos, animales humanos mediante, no lo crean, tienen el mismo valor que las de los palestinos.

Otro apunte: es vergonzosa la prohibición y represión de las manifestaciones de apoyo a Palestina en Francia y Alemania. A esto se une, en una situación que podría empezar a parecerse a las anulaciones de actuaciones de artistas rusos desde febrero de 2022, la cancelación de la entrega, en la Feria del Libro de Frankfurt, a la poeta y narradora  palestina Adania Shibli de un galardón por su novela Un detalle menor. Si fuera a una israelí todos somos conscientes de que no se cancelaría. Incluso Juergen Boos, director de ese evento, ha comunicado que ésta "ha decidido espontáneamente crear más espacios de programación para las voces israelíes". Tampoco debe olvidarse que, casi en el silencio total de los medios, 12 periodistas han muerto por los bombardeos de Israel: sí, están devaluados, son palestinos.

Pedirle a los palestinos que condenen las acciones de Hamas, cuando ellos son víctimas cotidianas del colonialismo israelí, me parece inmoral. Un dato: en Cisjordania, territorio físicamente separado de Gaza, han sido asesinados 61 palestinos por soldados y colonos desde el 7 de octubre y hay centenares de detenidos administrativos, o sea, sin orden judicial y con la potestad israelí de mantenerlos en prisión sin acusación formal.

El oprimido tiene que auto flagelarse mientras su opresor surca, marejadillas puntuales aparte, las plácidas aguas de la arrogancia y la tranquilidad. Y no, esto no es una defensa del sufrimiento de los civiles de una u otra nacionalidad, esto es una reflexión acerca de que la paz de hoy siempre tiene que tener los sólidos cimientos de la justicia porque si no ya está gestando las renovadas atrocidades del mañana.