Del 22 al 24 hay movilizaciones contra la LOMCE en todo el estado español. En concreto, está convocada huelga de estudiantes para esos tres días, ampliándose para el 24 también a los profesores. La culminación serán las manifestaciones, a las que se convoca también a los padres, que se celebrarán esa fecha en muchas ciudades. El pasado mes de mayo hubo otras tres jornadas de lucha. En el último mes se han recogido un millón de firmas contra la ley que, aprobada en el Congreso, ahora va al Senado, de donde retornará al propio Congreso.
Mi intención, firme, es ir a la huelga y acudir a la manifestación de mi ciudad.
Pero lo voy a decir como lo siento y lo percibo. Ante la abulia social predominante, no creo que sirva, a efectos prácticos de retirar la ley, para nada. Ya en alguna otra ocasión he citado el título del poemario de Ángel González, "Sin esperanza, con convencimiento", como referente moral ante diversas situaciones de la vida. No sé cuál era la intención del poeta al escribirlo. Creo que lo más atrayente del lenguaje poético, hablando desde mi condición de lego en la materia, es que se basa sobretodo en la sugerencia. Al estar publicado en 1961, con más de veinte años de régimen fascista criminal, muchos vemos en esa frase un asidero extremo: aunque no podamos derrotar a la dictadura, no podemos dejar de luchar, si somos conscientes, contra la dictadura. Esa frase yo la percibo (insisto, es mi percepción) en clave imperativa. Es una frase que me embelesa y me asusta. Piénsenlo. Yo me imagino a parte de la gente que luchaba clandestinamente contra Franco, jugándose literalmente la vida, en momentos de desánimo, que quizás serían los más, agarrándose a ese palo mayor mientras arreciaba el vendaval. Pero, sigan imaginando, perfectamente la pudo pronunciar Hitler en los días finales del asedio a Berlín dirigiéndose a sus atribulados camaradas. Es una frase llena de luz y de tinieblas. Siendo yo de naturaleza cobarde, tuve la suerte de nacer en el 59 y no en el 39, por ejemplo. La frase, aplicada al día de hoy, pierde la épica de jugarse la vida ante un régimen de dominación burguesa fascista, pero mantiene sin embargo el desaliento que encierra.
Es así. Nuestro aliento, mientras aumentan las tropelías de la clase dominante, se entrecorta cada vez más. Se abren continuos frentes de lucha, se convocan diferentes manifestaciones para intentar taponar las múltiples vías de agua que van a anegar nuestros derechos durante generaciones, y tengo la triste impresión de que casi siempre acudimos las mismas caras, desfilando, rutinariamente, por los mismos sitios.
Todas las luchas son cortitas. Somos un cuerpo raquítico, incapaz de lanzar, ante tanto órdago ofensivo, el nuestro defensivo. Por eso me pareció admirable la valentía de los profesores de Baleares al plantear una huelga indefinida, que sostuvieron durante tres semanas, no estando en juego la pérdida de puestos de trabajo, que es el único motivo que hoy en día origina huelgas que vayan más allá de uno o dos días.
En la conciencia global de amplios sectores de la sociedad, lo que son acciones y opciones de grupos humanos privilegiados, han calado con la misma fuerza de principios científicos inmutables o de catástrofes naturales. La crisis (englobando en esta palabra todas las medidas antipopulares) es un sol oscuro que viaja por el cielo de nuestras vidas con la misma autonomía y capacidad cegadora que el astro rey, venerado por tantas civilizaciones finiquitadas, que le ofrendaban tributos de sangre. Ese tributo de sangre, de sufrimiento social, que con vana esperanza y escaso convencimiento estamos pagando con más estoicismo del esperado... por ellos.
Acabo.
Un sacerdote, menor, del culto a las tinieblas, es el señor León de la Riva, alcalde pícaro de Valladolid, que esta semana nos ha dejado esta greguería digna del Lazarillo: "no hay que multar al pobre de pedir de toda la vida". Mi padre, que trabajó muchos años en una agencia de aduanas, me contaba que los sábados ponían en el mostrador monedas de céntimo de peseta. Los pobres de pedir de toda la vida (me fascina la arquitectura de la frase, además tiene resonancias a estirpes de pobres, seres predestinados a recibir caridad que tienden la mano con decencia, ajenos a ágrafos cartones), debidamente acreditados, llegaban y se les daba la limosna. Pura inmutabilidad solar.