En el barrio de La Isleta, nacido a finales del siglo XIX al albur de la construcción a partir de 1883 del Puerto de la Luz en la ciudad de Las Palmas, barrio que se fue conformando con los inmigrantes de los campos de Gran Canaria y gentes venidas de otras islas del Archipiélago Canario, barrio en el que nació en 1902, en una choza situada en medio de la calle Pérez Muñoz, mi abuela Carmen, cuyos padres llegaron allí desde el Valle de los Nueve en Telde, barrio al que arribó, procedente de Fuerteventura, siendo un muchacho, mi abuelo José, barrió que acogió en los albores del siglo XX, emigrado desde San Miguel de Abona en el sur de Tenerife, a mi abuelo Juan (a ellos, que no tuve la dicha de conocer, debo mi nombre), para traerse al poco tiempo desde allí a mi abuela Pilar. En ese barrio donde en 1936, a los pocos días del golpe militar fascista del 18 de julio, los falangistas volaron con cargas de dinamita la Casa del Pueblo de la Federación Obrera Canaria, barrio donde la Unión del Pueblo Canario, hermoso y unitario intento de crear una alternativa transformadora de izquierdas a fines de los 70, cosechó miles de esos votos que ahora tanto necesitamos, allí, en ese barrio que era emblema de lucha por la justicia social y que tan orgulloso me siento de que sea mi raíz vital, allí este fin de semana ha salido, vacío, el trono de la Virgen del Carmen, procesionando a hombros de costaleros durante cinco horas, para recoger entre los vecinos alimentos para los necesitados. El periódico Canarias 7 titula en su edición digital del domingo 24 de noviembre: "El milagro del trono de La Isleta" http://www.canarias7.es/articulo.cfm?id=318054&p=3. Triste y acongojado pienso que sí, que al final vamos a necesitar un milagro que obre sobre nuestras aletargadas conciencias para que, más allá de la bienintencionada caridad, se derrame sobre nuestras cabezas, venturoso, el espíritu de la rebeldía.
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domingo, 24 de noviembre de 2013
jueves, 5 de septiembre de 2013
El SAT tira del carro
La acción del Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT), llevándose diez carritos con material escolar de una gran superficie de Sevilla, tiene una virtud: genera polémica, debate en la sociedad, y se aparta, sin negarlas, de las acciones reivindicativas clásicas del sindicalismo, como son la manifestación (convertida casi en una liturgia de la que suelo ser feligrés) y la huelga (usada, por la precariedad laboral, salarial y de conciencia, cada vez con más renuencia).
El SAT utiliza el término expropiar para denominar su acción. Otra gente habla de robo o hurto (a partir de 400 euros , el hurto se transforma en robo). El acto es el mismo lo llamemos de una manera u otra, pero su significación, e incluso su prestigio, es diferente. Si nos ponemos legalistas queda claro que una expropiación no es. Quién tiene la potestad de expropiar es el estado. Y no me refiero al estado español en concreto. Todo estado, sea cuál sea su carácter, se reserva esa potestad. Por eso no es baladí en manos de quién esta la maquinaria estatal. La II República, acometiendo la Ley de Reforma Agraria, que cuestionaba la secular propiedad de la tierra de los grandes latifundistas, llevó a cabo un intento expropiador y, todo sea dicho, se busco un enemigo brutal y dispuesto a desangrar el país, como demostró el golpe fascista del 36. La expropiación suele conllevar una compensación económica (creo que en términos jurídicos se llama justiprecio). No niego que eso deba ser así en muchos casos. Pero si se expropia alguien que ha acumulado enormes masas de capital y propiedades durante décadas a costa de la sobreexplotación de los trabajadores, ¿También habría que indemnizarlo?
Permítanme un inciso acerca de la sobreexplotación. Titular de El País hace unas semanas: Servir mesas 12 horas al día por 500 euros al mes. Subtítulo: El turismo ofrece un leve respiro al desempleo, pero camufla prácticas que rozan la explotación laboral. Para el periódico progresista El País trabajar 60 horas por 500 euros sólo roza la explotación laboral.
Prosigo. Cuando iniciaba este blog, hace un par de años, dediqué uno de los primeros textos, muy breve, a Berlusconi y las 20 casas (o mansiones) de las que, irónico, alardeaba ser propietario en una sesión del parlamento italiano. http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2011/07/20-casas-o-aunque-no-lo-parezca.html Me preguntaba si es lícito tener 20 casas. ¿Quién necesita veinte casas? ¿Cuánta gente habrá, especialmente jóvenes, penando por acceder a una vivienda en Italia? Se cuestiona poquísimo el derecho infinito a la propiedad. Consideramos este derecho sacrosanto. Una de las principales formas de demonizar el concepto comunismo ha sido, y es, inculcándole a la gente que no va a poder tener nada de su propiedad. Que absolutamente todo será colectivo. Es ilustrativa de este pensamiento una escena de la película de Woody Allen "A Roma con amor". Éste, mientras viaja en avión a Roma para conocer a su futuro yerno, chico de ideas esquemáticamente izquierdistas, le dice a su mujer lo siguiente: "Nunca he podido ser comunista, la idea de compartir baño con otros me horroriza". A mí también me horroriza Woody, soy tiquismiquis. Pero el socialismo o el comunismo no implica, necesariamente, compartir baño, como el capitalismo tampoco implica tener baño individual seguro. Poco antes del Mundial de Sudáfrica un programa de televisión mostró los poblados chabolistas (de negros, por supuesto). Los baños, a la intemperie y de plástico, eran igualitos a los que se ponen cuando hay multitudinarios actos festivos. En un país que gastaba una millonada en organizar un evento deportivo, miles de personas tenían que salir a la calle para realizar sus necesidades fisiológicas más primarias.
Cuando algunos defendemos la acción propagandística y robinhoodiana del SAT (robo, hurto, sustracción, díganlo como quieran), la respuesta suele ser la siguiente: "Pues ahora yo entro en tu casa y me llevo lo que quiera". ¿Nadie se para a pensar que el sindicato que dirige Cañamero no ha entrado acoger el material escolar en la papelería de la esquina del pequeño empresario? El SAT actúa en las instalaciones de una gran multinacional que gana muchísimo dinero. Mi casa, el dueño del negocio de la esquina que le "echa" un montón de horas y el gigante que vende de todo, son magnitudes incomparables. La simpatía hacia el intrépido Robín de los Bosques, que robaba a los ricos para dárselo a los pobres, esta hoy más justificada que nunca. Nos llevan de cabeza al Medievo, a la servidumbre.
Ahora viene un segundo acto: la criminalización por parte del gobierno. La gran superficie no ha denunciado. ¿Si en mi casa entra alguien, se lleva este ordenador y yo no denuncio, lo buscarán? El Ministerio del Interior ha actuado de oficio. Gran celeridad. La tortuga estatal torna en liebre cuando se trata de perseguir a "los de abajo" (término que últimamente ha generado cierta polémica entre intelectuales de la izquierda transformadora). En el país del PP de Bárcenas, del yerno del rey prestamista, de los ERES andaluces; en el país donde el gobierno ha reconocido que decenas de miles de millones que salvaron a la banca privada nunca se recuperarán, en ese idílico país donde en agosto bajó el paro en 31 personas, donde los derechos laborales pronto se exhibirán en el museo de las especies extinguidas; en ese país podemos respira aliviados, ya están identificados los 34 peligrosos émulos de bandolero. Y en mi referencia al peligro hay la ironía justa. El poder sabe que debe actuar de manera contundente. Teme, quizás sin motivo, al desencauce de las protestas.
domingo, 25 de agosto de 2013
"Mi jefe me da de comer"
"Mi jefe me da de comer". Cuando oigo la frase que antecede, recuerdo la genial escena de la película "Tiempos Modernos" de Charles Chaplin, en la que el dueño de la fábrica utiliza al protagonista de conejillo de indias para probar una maquina que automatiza la alimentación del obrero, sin que este tenga que moverse de su puesto de trabajo. Probablemente -quizás esté equivocado- el humor con el que el cómico enfrenta la posibilidad de que te alimenten como a ganado, sin ausentarte de tu lugar en la cadena de producción, diluye en cierta medida la carga de dramatismo que la situación encierra. En varias ocasiones, cuando he trabajado en clase, con los alumnos de 4º de la ESO, el tema de la revolución industrial y el nacimiento del movimiento obrero, he puesto esta cinta (o al menos su, en mi opinión, magnífica primera media hora). Los alumnos se ríen, yo también lo hago, al igual que en una escena posterior donde se refleja el estrés alienante, que lo lleva a enloquecer, de apretar tornillos sin pausa. No obstante, temo que la risa vele el poso de amargura y malestar, la enorme carga crítica que esas dos escenas contienen.
Sí, nuestros jefes probablemente querrían darnos de comer, automatizarnos, si eso supusiera que aumentara nuestra productividad. La película de Chaplin es de 1936, tiene casi 80 años. Me imagino que en esa época, cuando un trabajador avizoraba el siglo XXI (pongamos por ejemplo el año 2013), pensaba en una sociedad en la que el avance tecnológico libraría a los trabajadores de buena parte de su "esclavitud", ayudando a reducir las jornadas laborales y las desigualdades sociales (las ocho horas es una reivindicación del siglo XIX, de hace 150 años, en la que nos quedamos estancados, ¿se ha multiplicado la capacidad productiva por el boom tecnológico en este tiempo?). Sin embargo, tanto jornadas como desigualdades, aumentan, aunque paradójicamente el trabajo disminuye por el desarrollo tecnológico ya citado. Con la disminución del trabajo mengua también la conciencia y la unión de la clase trabajadora, pues cada vez más el miedo es el ominoso señor que preside la mesa de las relaciones laborales. El otro trabajador deja de ser mi compañero de desdichas y luchas y se convierte en mi "enemigo" frente al señor que "me da de comer".
Lo he dicho en alguna ocasión, y lo reitero, nada es más libre y humano (bien lo sé yo que voy sobrado de ellos) que el temor. Y el miedo a ver que un día no tienes trabajo, y que pasa un mes y otro y otro, en una pérfida cuenta atrás, y que un día se acabará el seguro de desempleo y que tu horizonte, con suerte, pueden ser 450 euros, debe ser atroz. Sin embargo deberíamos intentar que no nos atenacen el pensamiento. Salirnos y ayudar a otros a salir -hablando, debatiendo el cualquier lugar que se tercie- del redil ideológico donde, apretujados, nos miramos con desconfianza, y cuya máxima más perversa es el título que encabeza este texto.
Una pregunta muy simple, incluso idiota: si mi patrón me da de comer, ¿por qué el día que hago huelga no me paga la comida? Ustedes me contestarán: ¡coño, es que ese día no trabajo! Pues eso.
domingo, 11 de agosto de 2013
El árbol y el bosque. ¿Retorcido?
Hace muchos años una compañera de Centro con la que tenía una relación muy cordial me dijo, mientras disfrutábamos del tentempié matutino: "Tú eres un poco retorcido, Pepe Juan". Creo que, tras esbozar una mueca de sorpresa, me reí. No recuerdo si en aquél momento le di la razón o intenté rebatirla. Hoy seguramente sonreiría y callaría.
2. Dirigir un argumento o raciocinio contra el mismo que lo hace.
3. Interpretar siniestramente algo, dándole un sentido diferente del que tiene.
Estas son las tres definiciones de la RAE de la palabra retorcer. En la primera, metafóricamente, me reconozco y en la tercera también, por dos aspectos: soy "siniestro" en el modo italiano del término, que hace referencia a ser de izquierdas, y además, busco un sentido diferente en muchas de las realidades cotidianas, con otros enfoques, otros ángulos de visión. Me atrevería a decir que este blog es fruto, en alguna medida, de ese retorcimiento que, curiosamente, se refleja en el dibujo atormentado del cerebro. Pero desde ese retorcimiento, aunque suene paradójico, busco mostrar que las que parecen realidades diáfanas y rectilíneas, inmaculadas, tienen su lado oscuro, pérfido, el cuál, en muchas ocasiones se pretende, adrede, ocultar. O sea, desde mi sinuosidad busco, modestamente, alumbrar zonas oscuras, dar respuestas diferentes, que quizás sirvan para activar nuevas preguntas.
El día 29 de julio saltó a todos los medios de comunicación la noticia de que Ángela Bachiller iba a convertirse en la primera concejala española con Síndrome de Down debido a la dimisión de un edil del ayuntamiento de Valladolid. Ángela ha sido iluminada por el foco y ha recibido unánimes parabienes. Yo, retorcido, tengo que ser honesto y reconocer que el tema, más allá del buenismo, me genera dudas. Cuando alguien o algo es iluminado por un foco, queda un enorme espacio en la sombra. Esa sombra hoy en día está poblada por innumerables recortes en las ayudas a personas dependientes o discapacitadas. Según el observatorio de la dependencia, entre enero y junio de este año, 12.000 personas habían perdido sus prestaciones. En este mismo blog hice una reflexión sobre un discapacitado que se había quedado cobrando ¡59 céntimos! mensuales http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/01/59-centimos-el-desprecio-de-la-dignidad.html en un acto de violencia insoportable (este texto lo introduje en la etiqueta violencias). Un aldabonazo, como el de Ángela, aunque sea único (o quizás por eso), suele resonar hasta en el extranjero. La pérdida de derechos que se filtra incesante, esa humedad que esta haciendo gran daño al edificio social, es tan silenciosa como implacable. Las caras de las personas que la sufren son tan borrosas, quizás por las lágrimas, como las propias manchas de humedad. India y Paquistán han tenido como primeras ministras a Indira Ghandi y Benazir Bhuto. ¿Esos nombramientos, que eran básicamente de carácter dinástico por pertenecer a familias políticamente dominantes, han contribuido a la mejora social de las mujeres en esos territorios? Ustedes, como yo, lo dudan. Si Ángela tiene capacidad y discernimiento, que sea concejala. Leyendo una entrevista con ella y con su madre se percibía que pertenece a una familia con unos recursos económicos que le han permitido una educación esmerada, un trabajo que ha llevado a Ángela a tener logros importantes. ¿Ángela habría sido la Ángela que es en otra familia de extracción social muy humilde? Al final, tozuda, casi siempre aparece en escena, aunque muchas veces la quieren camuflar, la condición social de la que partimos. Ángela y su mérito han dado la vuelta al mundo, pero si se recortan los dineros o se cierran centros que permiten que las personas con discapacidades diversas tengan una atención adecuada, Ángela no dejará de ser un bonito espejismo.
Mi duda es si el retorcido es el espejismo, la realidad o la mirada que los observa a ambos.
viernes, 2 de agosto de 2013
Lo abyecto
Sé que este texto podrá parecer demagógico y probablemente lo sea. Demagógico y simplista. Pero parafraseando, sin que sirva de precedente, una carta de militares fascistas de 1978, donde recurrían al latiguillo de que estaban "dolorosamente hartos", yo me confieso en el mismo estado de indignación que aquellos individuos, aunque por motivos bastante diferentes. Y la indignación me vuelve demagógico, simple y montaraz.
Lo abyecto se pasea por nuestras plazas y calles entre nuestra indiferencia o, lo que es peor, nuestra servidumbre.
Es abyecto que la administración elimine del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas a 67 de sus 470 empleados por razones de ajuste presupuestario. Encima dicen que no se verá mermada su calidad de sus investigaciones. O se regalaban 67 puestos de trabajo o los 403 restantes tendrán que asumir lo que hacía ese 13% despedido. El ahorro es de 4 millones de euros. No digo más.
Es abyecto que Christine Lagarde, como directora del FMI, proponga que en el estado español los salarios disminuyan los dos próximos años un 10% para que se cree más empleo. Aquí la abyección es doble. Por la proponente y por lo propuesto. Esta medida podría suponer que alguien que ahora gana 1.000 euros mensuales (ahora mismo un sueño para muchas personas), a fines de 2015 gane 900 euros. Eso, multiplicado por 14 pagas, significan 12.600 euros anuales. Doña Christine, la proponente, gana 324.000 euros netos anuales. Dividido entre 14 pagas, sale a 23.000 euros netos mensuales. Comparen cifras y la vileza les salta a la cara. Los mensajeros del apocalipsis, que lo combatirán ajustando el cinturón, usan tirantes. El señuelo, el maná resultante de lo propuesto, es "crear empleo". Tú ganas menos y así trabajan más personas. No se habla de repartir el trabajo, de laborar menos horas, ganando menos, para que trabajen más personas. Incluso la tendencia es al revés, lógicamente. En Canarias, por ejemplo, en la enseñanza hay sobre 2.000 trabajadores menos que hace 3 años. No digo que hayan habido despidos, pero las jubilaciones no se reponen. Al aumentarse las horas lectivas esto es una consecuencia lógica. La solidaridad se establece de manera horizontal, entre trabajadores, precarios la mayoría de las veces, y desempleados. "Si tú, egoísta, te bajas un poco el sueldo, podrá currar más gente. No seas insolidario". Opera un mecanismo, sibilino, de culpabilización, de hacer creer al que trabaja que es un "privilegiado". Junto con el recorte salarial se pretende profundizar en el sometimiento ideológico. Por eso la propuesta es sumamente abyecta, porque nos empobrece en lo material y también en lo espiritual, en el soplo de rebeldía sin el cual la nave trabajadora queda al pairo.
Es abyecto que la alcaldesa de Telde, localidad de la isla de Gran Canaria (mi isla) diga que "Las bibliotecas no dan nada de dinero y hay 14 personas trabajando en ellas". Trabajando los tres últimos meses sin cobrar, por cierto. De verdad, no lo entiendo, como es posible que esta gente haya cobrado alguna vez si su trabajo no aporta un duro. Catalogar libros, aportar lectura y emociones a chicos y chicas pobres... valiente idiotez. Así se va un país al garete.
Gente con este pensamiento es votada. Pregunta que me sale al paso: ¿puede ser abyecto un voto?
Mañana que cierren hospitales e institutos, que no dan nada de dinero. Los primeros habrá que tolerarlos pues reparan cuerpos maltrechos y susceptibles aún de producir (habrá que pensar que hacemos con los viejos, creo que alguna película disfrazándose de ciencia ficción ha planteado algunas hipótesis). Los institutos son antros donde anidan la mentira, las falsas esperanzas y, a raudales, las buenas intenciones. Creo que Wert, el señor de la LOMCE, va a plantear un cambio de rumbo, una nueva materia, una materia recia, digna de la Marca España (nada de educaciones para ciudadanías quiméricas, inverosímiles): Educación para la Abyección. Preceptiva, por supuesto. Eso sí, los manuales variarían.
jueves, 30 de mayo de 2013
Beatriz
Beatriz ni siquiera es
Beatriz. Intuye que tiene que ocultarse, que podría ser objeto de un festín
mediático -en realidad ya lo es-, cuando simplemente es una muchacha salvadoreña de 22 años,
embarazada de un bebé anencefálico (carece de una parte del cerebro) que morirá
apenas nacer. Beatriz está enferma de lupus y tiene problemas de riñón. Según
los médicos su vida corre peligro si el embarazo llega a término y pare a un
niño que nunca será. En la televisión oigo su voz y percibo el hablar
titubeante del miedo, de una vida de pobreza que probablemente conoce más del
palo que de la caricia. En El Salvador el aborto está penado en todas sus
formas para la mujer con 30 años de prisión y para el médico con 12. El
tribunal constitucional de El Salvador (por cuatro votos a uno) ha denegado la
petición de aborto terapéutico formulada por Beatriz. Yo digo que este tribunal
actúa sobre Beatriz con violencia extrema. Abusando de ella. Digo que abusan
porque saben que es una mujer pobre, pues una mujer de clase pudiente habría
ido a cualquier país de manera discreta y resuelto su “problema”. Aquí muchas
personas aún recuerdan los viajes a Londres de bastantes jovencitas de familias
de buena posición social en la católica e hipócrita España franquista. He mencionado otra palabra clave en este
tema: católica, iglesia católica. Esta institución, por voz de sus
administradores (varones todos), con su tradicional vocación de carcelera de
almas y cuerpos, dice que permitir la interrupción del embarazo de Beatriz
sería “abrir la puerta de entrada al aborto en el país”. Estos seres violentos
e insanos plantean que hay que defender la vida del niño que nacerá para morir
aun a riesgo de la vida (prescindible parece) de Beatriz. Iglesia católica o
judicatura son bridas ideológicas que utilizan las élites salvadoreñas (todas
la élites dominantes combinan control ideológico y material con el fin de mantener
su supremacía económica) para someter y conducir al pueblo con violencia
soterrada, estructural, que traspasa las contiendas electorales. Beatriz es
oprimida como pobre, como mujer e imagino que también como indígena. Yo me
pregunto cuanto costará en El Salvador u otro país de la zona contratar a un
sicario, a un ser humano que por una determinada cantidad eliminará sin
problema de conciencia alguno a otro ser humano.
domingo, 5 de mayo de 2013
Irrespetando un derecho humano
Un inmigrante senegalés de 28 años murió en Mallorca al no ser atendido de una tuberculosis debido a que no poseía tarjeta sanitaria. ¿No les parece que estamos deshumanizándonos hasta bordear el abismo moral? ¿Un país donde sucede esto, aunque vote cada media hora, respeta los derechos humanos? Dicen que denegar auxilio a una persona es delito. Y es algo lógico entre necedades a mansalva. ¿Debe denunciarse por conculcador de los derechos inalienables de la persona a un gobierno que deniega el auxilio sanitario a un ser humano, más allá de que sea poseedor de una o mil tarjetas sanitarias?
En Somalia, entre octubre de 2010 y abril de 2012, mientras se movían grandes recursos para perseguir a los "temibles" piratas somalíes, la hambruna acabó con 260.000 personas. 133.000 eran niños de menos de 5 años. Reconozco que este dato es bastante mísero. ¿Los mayores de 5 años, contando los de 6 y 7, 8 y 9, 25 y 44, son dignos de menor lástima o ira?
Le daba vueltas a un posible comentario sobre estos temas, pero se me escapó, insensato, cuestionándose si es un frívolo, el poeta.
El hombre circundante,
lejanísimo,
puede morir tuberculoso
saltando a la pata coja
en los delirios de su cuarto
amueblado con todas
nuestras ignorancias y vilezas,
legándonos un odio
hermoso y fructífero,
preñado del amor más puro.
Mueres, aunque ya nunca
lo sabrás (nadie lo sabe),
habitando un sueño.
La tierra jamás te será leve,
ni a ti ni a los de tu estirpe,
te han arrojado a ella
aún lejos de la mitad del camino.
No dejarás huella
en nuestra memoria,
ni siquiera podrás cagarte
en las frases hechas y los lamentos,
en mi breve recuerdo fariseo
de panza llena,
mimetizado
entre lo mísero y lo mezquino.
En Somalia, entre octubre de 2010 y abril de 2012, mientras se movían grandes recursos para perseguir a los "temibles" piratas somalíes, la hambruna acabó con 260.000 personas. 133.000 eran niños de menos de 5 años. Reconozco que este dato es bastante mísero. ¿Los mayores de 5 años, contando los de 6 y 7, 8 y 9, 25 y 44, son dignos de menor lástima o ira?
Le daba vueltas a un posible comentario sobre estos temas, pero se me escapó, insensato, cuestionándose si es un frívolo, el poeta.
El hombre circundante,
lejanísimo,
puede morir tuberculoso
saltando a la pata coja
en los delirios de su cuarto
amueblado con todas
nuestras ignorancias y vilezas,
legándonos un odio
hermoso y fructífero,
preñado del amor más puro.
Mueres, aunque ya nunca
lo sabrás (nadie lo sabe),
habitando un sueño.
La tierra jamás te será leve,
ni a ti ni a los de tu estirpe,
te han arrojado a ella
aún lejos de la mitad del camino.
No dejarás huella
en nuestra memoria,
ni siquiera podrás cagarte
en las frases hechas y los lamentos,
en mi breve recuerdo fariseo
de panza llena,
mimetizado
entre lo mísero y lo mezquino.
domingo, 4 de septiembre de 2011
Los profesores o buscando privilegiados desesperadamente
Voy a poner aquí un comentario que he hecho a un artículo publicado por el escritor Isaac Rosa (una de las plumas más interesantes de la narrativa española actual), en su columna diaria de Público, sobre el profesorado y el conflicto planteado en las Comunidades de Madrid, Navarra y Galicia por el aumento de las cargas horarias.
http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/09/04/trabajas-menos-que-un-profesor/
Tras releer el comentario, he introducido algún pequeño añadido. El definitivo ha quedado así:
http://blogs.publico.es/trabajarcansa/2011/09/04/trabajas-menos-que-un-profesor/
Tras releer el comentario, he introducido algún pequeño añadido. El definitivo ha quedado así:
Yo soy profesor. Empecé a trabajar en el año 89. Hay dos aspectos en el artículo de Isaac muy interesantes: primero, el tema de los privilegios de unos trabajadores sobre otros, que ya he tratado en alguna ocasión. Nos quieren enfrentar entre los currantes y cada vez lo consiguen más. Tenemos que entender que nuestra fuerza es la unidad. Yo sé que hay trabajos mejores y peores (por cansancio físico o psíquico, remuneración, horario, peligrosidad, responsabilidad, etc). Pero más allá de todo eso, las grandes diferencias no están entre nosotros, sino con la gran burguesía. Ella es nuestra principal enemiga. No lo es el fijo o funcionario del precario, el que tiene trabajo del parado, el que gana 3000 euros del que gana 1500 o 1000. Los trabajadores no explotamos como clase a otros trabajadores. ¿Seremos más felices si unos trabajadores con mejores condiciones las pierden, aunque las nuestras no mejoren ni un milímetro?
En su momento el gobierno decretó el estado de alarma por las reivindicaciones de los controladores, se les demonizó mediáticamente, y las masas enardecidas de viajeros pedían su linchamiento. En cambio, se reforma la Constitución a velocidad supersónica y sin consultar a la población, para poner en el altar de las prioridades el pago de la deuda, por encima de las políticas sociales, hecho mucho más grave que la huelga de controladores, que era un problema coyuntural, y la respuesta social es, seamos honestos, escasa.
El segundo aspecto sería el del privilegio de los profesores en concreto. Tenemos más vacaciones que nadie, es así. También, según la Unesco, es una de las profesiones con mayor desgaste psicológico. Una hora de clase, en general, suele ser bastante intensa. Imagínense un 2º de la ESO de 25 ó 30 alumnos, pongan que 5 de ellos estén obligados por la ley en clase, hablamos de una franja entre 13 y 16 años. Tendrás que dar la clase mientras controlas a los que no tienen ningún interés (que como ustedes intuirán no suelen estar quietitos y callados). Les aseguro que eso es agotador si luchas por que la hora sea provechosa. ¡Ojo!, no digo que siempre sea así, pero es una situación bastante común. Añádanle que el hipotético instituto esté en una zona socialmente problemática: familias desestructuradas, droga, paro, etc. En ese caso el Centro se convierte en un reflejo del barrio y los profesores no paramos de ver problemáticas para las que en muchas ocasiones no tenemos respuestas. Muchos docentes ejercemos de "padres o madres", en el sentido de modelo referencial, de intentar aportar un poco de luz a existencias que en muchas ocasiones, por diversos motivos, se mueven entre tinieblas o reflejos de espejos, televisivos por ejemplo, deformantes. Insisto, es un trabajo de interacción continua con seres que están formándose y transformándose. Además, ni las clases se preparan solas, ni los trabajos o exámenes de los alumnos se corrigen por el método de la alfombra.
He hablado de secundaria porque es lo que yo conozco, pero mi mujer es de primaria, en concreto preescolar. A modo de ejemplo: ¿quién se apunta a estar 20 horitas semanales con 20 niños de 3 años? A mucha gente le cuesta estar con uno solo media horita. Seguro que es muy gratificante en muchos aspectos, pero tiene un trabajo enorme.
Pienso que formar a los niños y adolescentes es básico, duro y maravilloso. Y creo, para acabar, que los profesores de secundaria madrileños, luchando por sus condiciones laborales, reafirmándose como trabajadores, lo mismo que los gallegos o navarros, le estarían dando a sus alumnos la primera, y quizás más importante, clase del curso.
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