viernes, 2 de agosto de 2013

Lo abyecto

Sé que este texto podrá parecer demagógico y probablemente lo sea. Demagógico y simplista.  Pero parafraseando, sin que sirva de precedente, una carta de militares fascistas de 1978, donde recurrían al latiguillo de que estaban "dolorosamente hartos", yo me confieso en el mismo estado de indignación que aquellos individuos, aunque por motivos bastante diferentes. Y la indignación me vuelve demagógico, simple y montaraz.
Lo abyecto se pasea por nuestras plazas y calles entre nuestra indiferencia o, lo que es peor, nuestra servidumbre.
Es abyecto que la administración elimine del Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas a 67 de sus 470 empleados por razones de ajuste presupuestario. Encima dicen que no se verá mermada su calidad de sus investigaciones. O se regalaban 67 puestos de trabajo o los 403 restantes tendrán que asumir lo que hacía ese 13% despedido. El ahorro es de 4 millones de euros. No digo más.
Es abyecto que Christine Lagarde, como directora del FMI, proponga que en el estado español los salarios disminuyan los dos próximos años un 10% para que se cree más empleo. Aquí la abyección es doble. Por la proponente y por lo propuesto. Esta medida podría suponer que alguien que ahora gana 1.000 euros mensuales (ahora mismo un sueño para muchas personas), a fines de 2015 gane 900 euros. Eso, multiplicado por 14 pagas, significan 12.600 euros anuales. Doña Christine, la proponente, gana 324.000 euros netos anuales. Dividido entre 14 pagas, sale a 23.000 euros netos mensuales. Comparen cifras y la vileza les salta a la cara. Los mensajeros del apocalipsis, que lo combatirán ajustando el cinturón, usan tirantes. El señuelo, el maná resultante de lo propuesto, es "crear empleo". Tú ganas menos y así trabajan más personas. No se habla de repartir el trabajo, de laborar menos horas, ganando menos,  para que trabajen más personas. Incluso la tendencia es al revés, lógicamente. En Canarias, por ejemplo, en la enseñanza hay sobre 2.000 trabajadores menos que hace 3 años. No digo que hayan habido despidos, pero las jubilaciones no se reponen. Al aumentarse las horas lectivas esto es una consecuencia lógica. La solidaridad se establece de manera horizontal, entre trabajadores, precarios la mayoría de las veces, y desempleados. "Si tú, egoísta, te bajas un poco el sueldo, podrá currar más gente. No seas insolidario". Opera un mecanismo, sibilino, de culpabilización, de hacer creer al que trabaja que es un "privilegiado". Junto con el recorte salarial se pretende profundizar en el sometimiento ideológico. Por eso la propuesta es sumamente abyecta, porque nos empobrece en lo material y también en lo espiritual, en el soplo de rebeldía sin el cual la nave trabajadora queda al pairo.
Es abyecto que la alcaldesa de Telde, localidad de la isla de Gran Canaria (mi isla) diga que "Las bibliotecas no dan nada de dinero y hay 14 personas trabajando en ellas". Trabajando los tres últimos meses sin cobrar, por cierto. De verdad, no lo entiendo, como es posible que esta gente haya cobrado alguna vez si su trabajo no aporta un duro. Catalogar libros, aportar lectura y emociones a chicos y chicas pobres... valiente idiotez. Así se va un país al garete.
Gente con este pensamiento es votada. Pregunta que me sale al paso: ¿puede ser abyecto un voto?
Mañana que cierren hospitales e institutos, que no dan nada de dinero. Los primeros habrá que tolerarlos pues reparan cuerpos maltrechos y susceptibles aún de producir (habrá que pensar que hacemos con los viejos, creo que alguna película disfrazándose de ciencia ficción ha planteado algunas hipótesis). Los institutos son antros donde anidan la mentira, las falsas esperanzas y, a raudales, las buenas intenciones. Creo que Wert, el señor de la LOMCE, va a plantear un cambio de rumbo, una nueva materia, una materia recia, digna de la Marca España (nada de educaciones para ciudadanías quiméricas, inverosímiles): Educación para la Abyección. Preceptiva, por supuesto. Eso sí, los manuales variarían.

1 comentario:

  1. Abyección, esa es una de las palabras que mejor definen nuestra época. Ahora bien, yo creo que el voto no es abyecto, los abyectos somos nosotros, los votantes, que no dudamos (nos metemos todos) en votar a un corrupto convencidos de que algo nos tocará de esa corrupción (ha pasado con harta frecuencia durante la buena época del ladrillo con alcaldes procesados por corrupción y el pueblo prácticamente entero saliendo en su defensa.) Abyectos somos también nosotros que oímos declaraciones como la de esa ¿señora? de Telde acerca de la biblioteca y nadie, absolutamente nadie, corre a montarle el pollo a la puerta de la alcaldía o incluso a su casa. La abyección es de tal calibre que nos tiene a todos acojonados y, por tanto, incapacitados para actuar como la chusma gobernante se merece.

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