lunes, 30 de septiembre de 2019

Precursor contra referéndum


Precursor, según la RAE:
1.   adj. Que precede a otra persona o cosageneralmente anunciándola o haciéndola posible.

No soy yo nadie para la osada tarea de enmendarle la plana a la benemérita institución académica que “limpia, fija y da esplendor”, pero me voy a permitir precisarles que la definición arriba expuesta, al menos en los atribulados tiempos que corren, es incompleta.
Por supuesto, me estoy refiriendo al precursor de la semana, al que desde el lunes está en boga e ilumina, cuál gigantesco árbol navideño anunciando la buena nueva más deseada, el festival montado por la caverna mediática hispana para celebrar, sí, celebrar, que pueden sacar a la palestra, como compañeros de baile, pareja catalana del año, el terrorismo y el independentismo.
Sólo con un vídeo en un oscuro taller, donde se ven un saco con un material terroso y un caldero cuyo contenido revuelve, cuchara de palo mediante, un miembro de la denominada Benemérita, sin esa mesita tan aseada, presidida por el logotipo de la institución mencionada, que hemos visto en decenas de ocasiones exponiendo los hallazgos de los registros (el caldero y el saco deslucirían la mesa), y añadiéndole al mejunje la palabra precursor… de explosivos, tenemos conformado un nuevo grupo armado, terrorista por supuesto, con el nombre con menos alma y empuje de la historia del terrorismo mundial, un nombre que te castra todo afán guerrero: Equipos de Respuesta Técnica (ERT). Vaya desperdicio de siglas, más propias de un servicio urgente de desatascos. Dan para algo mucho más potente, por ejemplo: Exércit Republicá de la Terra (como salga un grupito con este nombre voy jodido, espero que el hecho de vivir en Canarias me exima, aunque siempre pueden considerarte, pobre de mí, su precursor ideológico).
Se decía en mis tiempos mozos, allá por los 80, que en ausencia de armas, sin violencia alguna, se podía hablar de todo (aunque lo cierto es que diferentes gobiernos, de diferentes colores y en diferentes momentos hablaron, aunque fuera con enorme discreción, con la organización independentista ETA, ese paradigma erróneo del terrorismo en España, pues el indigno status debería corresponder a “La 18 de julio” y su jefe, el asesino Franco). Entiendo que hablar de todo se refería a poner sobre la mesa, con todas sus opciones y con ánimo resolutivo, el en aquel entonces denominado conflicto vasco.
El mentado conflicto cesó, al menos en su vertiente sangrienta, hace casi una década. También creo que está bastante remansada la vertiente política pues en Euskadi, ahora mismo, la lucha independentista ha perdido fuelle.
Declinó el frente norte y surgió el frente noreste: un amplio sector de la población catalana comenzó a abrazar las tesis independentistas.
El problema para el estado español es que este frente siempre ha rechazado el “para bellum”, en el doble sentido de prepararse para la guerra y de las acciones de ETA que llevaban el sello de esa famosa munición.
El movimiento independentista catalán del siglo XXI ha sido hasta ahora estricta y persistentemente pacífico. Se ha basado en grandes movilizaciones, en la vía electoral (con varias elecciones ganadas con mayoría absoluta), y en reivindicar, con ahínco y nulo éxito, la celebración de un referéndum pactado con el estado español. Todos hemos visto manifestaciones masivas con cero incidentes violentos. Estos, los incidentes violentos realmente existentes, los protagonizaron la Policía Nacional y la Guardia Civil golpeando a muchas personas que junto a miles de conciudadanos defendieron las urnas el 1 de octubre de 2017.
Alguien me dirá que yo no puedo saber con certeza las intenciones de siete personas concretas. Otro dato interesante, por cierto. Son siete detenidos que según el juez conforman una organización jerarquizada “con capacidad para llevar a cabo tácticas y maniobras con un alto nivel de profesionalización”. Imagino que vendrán más detenciones, porque un grupito de siete jerarquizado… muchos jefes y pocos soldados. Lo del alto nivel de profesionalización no acaba de casarme con un caldero y un saco, aunque siempre nos quedan los precursores.
No me escabullo, respondo al alguien que me interpeló en el inicio del párrafo anterior. Tiene razón. Yo, albergando serias dudas, no tengo certeza absoluta de las intenciones de estas personas. Ni siquiera sus abogados conocen el “secretísimo” sumario que se va filtrando convenientemente a los medios. Pero me hago la siguiente reflexión. Se espera para la primera quincena de octubre una sentencia con la que quizás el estado quiera marcar claramente lo que cuesta intentar, aunque sea por vías democráticas, salir del estado español. También es previsible una respuesta masiva, contundente, pero no violenta. Y me surge la pregunta: ¿beneficia al independentismo, le fortalece o le debilita, unas acciones armadas que serían (ya lo están siendo) lo que el estado español necesita para desacreditarlo entre su propia gente y a la vez cohesionar aún más a una población española, bastante adoctrinada, que ve Cataluña como un lugar tenebroso?
He hablado en diferentes ocasiones de la violencia y toda la infinita hipocresía que gira alrededor de esta palabra. No estoy de acuerdo con esa frase que dice que ninguna causa vale la muerte de una persona. Me explico con un breve inciso. Hace unos meses leí “14 de julio”, una pequeña y emocionante novela histórica de Eric Vuillard cuya emoción no estriba en el suspense, sino en que cuenta con cercanía, casi paseando entre la gente, el descontento del pueblo y la posterior Toma de La Bastilla, dando nombre a muchos de los nadie que participaron en esa jornada gloriosa y violenta, esos anónimos que se juegan la vida por la justicia de una causa. Personajes reales que a lo mejor duran unas pocas líneas en escena, las justas para morir y salir de la historia.
Detesto que los poderosos, los dueños ideológicos y tradicionales ejercientes de la violencia, nos pongan anzuelos a los que lanzarnos acríticamente y que nos hacen establecer anatemas absolutos sin echar aunque sea un ligero vistazo al devenir histórico. La violencia no es deseable, pero el pacifista gobierno progresista español que se escandaliza por un contenedor ardiendo y pide condenas apriorísticas para, en palabras de ABC “el terrorismo catalán”, vende armas a la dictadura amiga de Arabia Saudí, causante de miles de muertos en Yemen, circunstancia que seguramente ignora el 80% de la población que considera Cataluña tierra hostil. También asquea  ver a los medios españoles, supuestamente progresistas, como La Sexta, cuando informan de las protestas en Hong Kong, a pesar de las múltiples escenas donde se ve a los manifestantes proyankis en actitudes violentas (fue espectacular, entre otras, la del periodista confundido con un espía maltratado y atado a un carrito de portar equipajes en el aeropuerto), soslayar por todos los medios la incómoda palabra con el afán notorio de enaltecer una protesta cuyos métodos en el estado español serían tildados de terroristas.
Para concluir me referiré a una información recién publicada en eldiario.es que hace que el supuesto comando terrorista adquiera una nueva dimensión que gira hacia el esperpento, y que además nos permite establecer quiénes son los dos capos de la jerarquizada organización: “El juez sostiene que los CDR detenidos actuaron de enlace “seguro” entre Torra y Puigdemont”. Y además, en este enredo, se reunieron con la hermana de Puigdemont. Viene a toda velocidad la aplicación en Cataluña de lo que el periodista Jonathan Martínez llama “la plantilla Vasca”, el famoso “todo es ETA”. En este caso a lo bestia, pues la situación para el estado español, sin una gota de sangre vertida hasta el momento en Cataluña, es mucho más compleja de manejar, pues toda la violencia existente en Euskadi nunca hizo peligrar tanto la integridad territorial española.
Hace un par de días ABC colocaba en portada la silueta oscura de Torra de perfil y algo encorvada, simulando a Nosferatu. El juez debería darse prisa en enviar a la Guardia Civil, cuchara de madera en mano, a revolver. Sospecho que el caldero del Honorable, tras el enlazamiento ejercido por los CDR, tendrá un precursor altamente explosivo y al que el estado español (¿nueva euroorden por liderar una banda terrorista?) busca poner a buen recaudo: la puigdemonita.
Lástima que en el estado español haya pocos, y mayormente achantados, "precursores" de lo democrático y esencial, de lo que se necesita para una salida justa al innegable conflicto: un referéndum.

sábado, 14 de septiembre de 2019

La triple faz del 11 de septiembre


Para las personas que en el estado español nos situamos en ese complejo ámbito de lo que hoy llamamos izquierda creo que el 11 de septiembre nos presenta una triple faz: una cara emblemática, emocional, frustrante y eternamente en blanco y negro (1973);  un rostro que dejó al mundo boquiabierto y empequeñeció las catastrofistas producciones cinematográficas estadounidenses del último cuarto del siglo XX (2001); y, en el ámbito del hispánico reino, la pertinaz demostración de que una parte significativa de los habitantes de uno de sus territorios quieren constituir un estado propio (2012- ¿?).
El 11 de septiembre “más antiguo” y más doloroso, al menos para los de mi generación, es el que revive, año tras año, el golpe de estado de Pinochet contra el gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende. Todavía a algunos se nos rayan los ojos cuando, en una cita ineludible, volvemos a oír la voz serenamente resignada de Allende despidiéndose de su pueblo y hablando de alamedas que el hombre libre (y neoliberal, compañero, es lo que hay) habría de volver a transitar.
Allende, en su grandeza innegable, es el arquetipo de algo que goza de cierta popularidad en el campo de la izquierda: el mártir. No olviden que el icono más reproducido del siglo XX, en infinidad de formatos, es la fotografía que Alberto Korda  le hizo al guerrillero por excelencia (acabo de encender mi pipa con un mechero que tiene su imagen y hace unas semanas, cuando un voraz incendio asolaba Gran Canaria, la TVC conectó con un local municipal de La Aldea que acogía desalojados, y allá al fondo, a la izquierda de entrevistador y entrevistado, en un cuadrito, trabajo manual rudimentario, aparecía la inconfundible silueta). El Che quedó fijado, en un imaginario que barre fronteras, como una especie de héroe romántico sacrificado en el altar de una rebeldía intemporal. Sin embargo, el guerrillero era comunista, y tenaz, y en una entrevista al periodista francés Jean Daniel, en 1963, dijo: “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria pero al mismo tiempo luchamos contra la alienación”. A veces pienso que el Che murió a tiempo de no ver el transito del sueño  del “hombre nuevo” a la realidad del “hombre infantil”. Me pregunto si el mechero en el que ahora contemplo la mitad de su cara no es una paradoja.
El Che empuñó el fusil y Allende empuñó la papeleta. El martirologio los unió y los instaló en el corazón de muchas personas de izquierdas y de bastantes progres. Sí, lo sé, cuando utilizo el término progres, se aproximan curvas y mala baba, y de los años 60 y 70 me vengo, cabreado, al primer quinto del siglo XXI, donde los mismos elementos de la izquierda desdentada, que rinden cálidos homenajes a la altura moral de Allende, sin problema alguno satanizan, tachándolos de dictadores, a Chávez y a Maduro, a pesar de que la denostada revolución bolivariana se ha hecho, tal como Allende, empuñando la papeleta y, es un dato fundamental, teniendo los fusiles de buena parte de las fuerzas armadas a su favor. Pero estos revolucionarios venezolanos tienen un defecto imperdonable: están empeñados, a pesar de una guerra económica similar a la que padeció la Unidad Popular en Chile, o la que lleva padeciendo desde hace 60 años Cuba, en algo que no es nada romántico pero es práctico: resistir y vencer.
El 11 de septiembre que inauguró el siglo XXI es, como dije más arriba, Godzilla con turbante  entrando en Nueva York. Algún medio de comunicación anticapitalista como Rebelión.org, quizás emocionado por esa imagen de las Torres Gemelas implosionando, tan potente como el hongo atómico de Hiroshima (perdón el inciso que no viene a cuento, pero me impacto leer que hubo personas que vivieron y sobrevivieron a las dos explosiones atómicas), publicó la avalancha de artículos y reflexiones que el evento generó bajo el optimista, impactante e inexacto epígrafe de “El imperio se derrumba”. En aquel momento, con Rusia postrada tras la liquidación de la Unión Soviética y el alcoholizado mandato de Yeltsin, y China en desarrollo pero aún muy lejos, el mundo unipolar parecía más asentado que nunca cuando un par de aviones civiles hicieron que el Presidente de EEUU fuera llevado a una base militar secreta, circunstancia que jamás había ocurrido ni en los periodos mas duros de la llamada Guerra Fría.
Ningún terreno tan feraz para todo tipo de conjeturas conspiranoicas (conocimiento previo del Mossad, explosivos dentro de los edificios, el misterioso avión del Pentágono…). El hecho cierto es que siguen habiendo muchas más incógnitas que certezas. Bueno, un momento, una certeza grande si hay, sirvió a EEUU como justificante para masacrar y ocupar Afganistán (2001) e Iraq (2003). No sería la primera vez que un ataque de falsa bandera, en la mente de todos está la explosión del Maine en la bahía de La Habana en 1898, es la excusa perfecta para una intervención militar. Me tienta decir que quizás con los años vayamos sabiendo más, pero pienso que muchos elementos permanecerán en la cara oculta.
El 11 de septiembre que desde 2012, hasta no se sabe cuando, aturde y exaspera la vida política del estado español es la Diada Nacional de Cataluña. Este año los medios de comunicación de la derecha, casi todos, están extrañamente felices. Según su valoración los independentistas han pinchado. La guardia urbana de Barcelona estimó la asistencia a la manifestación en, apenas, 600.000 personas. En 2014 fueron un millón y medio, el año pasado un millón, celebran el descenso los portaviones mediáticos con hipocresía, pues siempre pusieron en duda las cifras oficiales. Seamos serios, que una Comunidad de siete millones y medio de habitantes logre sacar durante 8 años consecutivos a más de medio millón de personas a la calle en torno a una idea concreta, en este caso la independencia o al menos derecho a votarla, debe ser un record absoluto al menos en Europa.
Si no se sacia con una Diada de “solo” 600.000, el alimento del unionismo antidemocrático puede ser una encuesta que recoja un descenso del 48 al 44% en la cifra de los partidarios de la independencia, obviando que entre un 70 y 80% siguen queriendo ser preguntados, decidir.
Usted manifiéstese, usted responda encuestas, usted otorgue dos mayorías absolutas consecutivas en el Parlamenta a los independentistas. Usted, como dijo Zapatero hace unos días en una entrevista, creo que en Al rojo vivo, en un ejercicio que en el mejor de los casos es cinismo y en el peor imbecilidad, siga siendo independentista pero deje de dar la matraca, renuncie ya a su objetivo aunque la masa social que comparte su proyecto esté en condiciones de pujar por la mayoría.
Sobre este asunto lo más honesto que le he oído a una persona del PSOE lo expresó, el 11 de septiembre por la noche en una emisora de radio catalana, la dirigente del PSC Eva Granados. Textualmente: “¿Un referéndum? con el PSOE no lo tendrán. No ha de ser la ciudadanía quien dirima una cuestión tan importante como la autodeterminación”. Y entiendo su lógica de partido angular, sin intercambiabilidad para las élites (como sí ocurriría si se diera el caso entre PP y Ciudadanos) en el entramado político español. Se resume en tres palabras: cuestión de estado (¡¡danger!!), que siempre, siempre, está en un plano superior a la palabra que les cuelga permanente de la boca como colilla de currante de viñeta: democracia.
El estado español nunca va a poner en marcha el único modo democrático, la única vía, no represiva, que permite, no el aplazamiento, sino la resolución de un problema que no es un invento ni la acción iluminada de una minoría, que existe y es grave: un referéndum de autodeterminación.