sábado, 30 de enero de 2016

Jiménez Losantos de cacería o esperando al señor fiscal

Imagínense que salgo de esa catacumba que es mi callejón, accedo a un lugar, real o virtual, por el que transitan decenas o centenares de miles de personas  y proclamo, pastor de masas con un altavoz gigante, lo siguiente: " (...) yo es que veo a Rajoy, a la Soraya o al Fernández Díaz y me sale, me sale... el monte, no el agro, el monte. O sea, si llevo la lupara, disparo. O sea, menos mal que no la llevo".
Hace diez días, el veinte de enero, el conocido locutor y comentarista radiofónico Federico Jiménez Losantos, declaró, en su programa de radio, exactamente lo que yo acabo de escribir, cambiando únicamente la significación ideológica de los nombres propios. Donde yo he escrito tres nombres de la cúpula gubernamental del PP, el citó a tres nombres de la cúpula dirigente de Podemos: Errejon, Bescansa y Rita Maestre.
Estas palabras son inequívocamente amenazantes, pues Losantos no dice, marcado en corto por un código moral interno: "no le pego un tiro a Errejón porque su vida, salvando nuestras abismales diferencias de pensamiento y acción, me parece valiosa, o al menos, respetable". Ni siquiera alega: "no me cargo a estos señores de la secta de Pablemos porque caería sobre mi persona el peso del código penal, y no entra en los parámetros de mi proyecto vital pasarme la tira de años en la cárcel". En estas dos situaciones, donde actúa la coacción moral interna o la penal externa, dentro de lo desagradable, los sujetos amenazados y la autoridad jurídica competente podrían tener la relativa tranquilidad de que el amenazador tiene frenos que trascienden la posibilidad de que acceda a un arma de fuego. En este caso, y siguiendo al pie de la letra las palabras del comunicador, el impedimento tiene la fragilidad de lo circunstancial: no tiene escopeta. Sospecho que nadie es tan cándido como para dudar de su capacidad, desde su posición social, de agenciarse una. Conseguida ésta, el camino para cumplir la amenaza estaría franco (imagino que este término le estimularía).
Hechas estas precisiones acerca de las barreras que podría establecerse el amenazante, me asquea que transcurridos diez días la Fiscalía General del Estado no haya abierto diligencia alguna ante una amenaza de muerte explicita. Se me dirá que el señor Losantos, a pesar de su exceso dialéctico, no va a matar a nadie. Yo tampoco. Pero estoy convencido de que si yo digo, sustituyendo a Íñigo por Mariano, lo que él ha dicho, con la misma o menor audiencia que él tiene, nadie me libraría, como mínimo, de una incómoda visita a los juzgados. Repugna la permanente sensación de transitar por un país de agravios comparativos e impunidad para el fascismo. Marisol Moreno, concejal de Guanyar Alacant, ha sido condenada hace unos días a 6.000 euros de multa (la misma fiscalía que defiende denodadamente a la infanta Cristina, en este caso pedía, además, diez meses de cárcel) por escribir en su blog, el 14 de abril de 2012, un texto titulado "Borbones asesinos", en el que llamaba al rey (d)emérito hijo de puta por, con una prima hermana de la lupara mentada por don Federico, matar a un elefante. Paradójico. Te condenan por execrar, con difusión limitadísima (de hecho si no es por la intervención judicial casi nadie se habría enterado), el comportamiento de un tipo que le da matarile por placer a un ser vivo majestuoso y pacífico, con el añadido de la colaboración necesaria de toda una serie de recursos públicos, y a otro individuo, cuyo único impedimento para implementar su particular cacería, según confesión propia, es la carencia del elemento adecuado, ni siquiera se le llama a declarar en sede judicial.
Y un asco añadido para acabar. Las palabras de Jiménez Losantos no han sido emitidas, ni condenadas, por los informativos de ninguna televisión de gran difusión. No lo duden, si el signo ideológico del comentarista hubiere sido de izquierda radical y su objetivo algún capitoste del PP, estaríamos asistiendo a una campaña mediática inmisericorde. Acuérdense de la cacería, inconclusa, del concejal Zapata y su criminalizado sentido del humor.

sábado, 23 de enero de 2016

Pescuezos estratosféricos

Hace unos días la sección española de la ONG Intermon Oxfam presentó un informe sobre la desigualdad social, tanto a escala planetaria como en el ámbito del estado español. 
Y el asco se cimenta. Sólo un dato (por ahora): esa pequeña y exclusiva "nación" que conforman las 62 personas más ricas del mundoposee tanto como los 3.600.000.000 más pobres (la mitad de la población).
Pero me interesa seguir otro camino.
En 1789, uno de los diversos detonantes de la Revolución Francesa fue la que, históricamente, se conoce como "revuelta de los privilegiados". El estado francés estaba casi en bancarrota. Había que buscar recursos financieros y el ministro de Hacienda, Calonne, volvió su mirada hacia los dos estamentos estamentos privilegiados: nobleza y clero (3 ó 4% de la población). Entre sus diversos privilegios tenían uno antiquísimo y supremo que hundía sus raíces en el Medievo: la exención de pagar impuestos. Los dueños de enormes latifundios en los que explotaban de manera inmisericorde a grandes masas de campesinos, no aportaban nada a las arcas estatales. Ante la negativa tajante de ambos grupos a ver alterado su status quo, se produce la convocatoria de los Estados Generales. Reunión de representantes de los estamentos ya citados a la que se añadían los delegados de ese cajón de sastre que era el Tercer Estado o Pueblo Llano: la pujante y encorsetada burguesía, los artesanos, los trabajadores urbanos y, numéricamente muy destacados (80% de la población), los campesinos. Tras constituirse el pleno, y producirse enfrentamientos acerca de como votar entre los estamentos privilegiados y el Tercer Estado, quizás alentado por las dos primera línea del célebre texto de Sieyés ("¿Qué es el Estado Llano? Todo. ¿Qué ha sido hasta el presente en el orden político? Nada"), éste decide marcharse y constituirse en Asamblea Nacional, embrión de la Revolución Francesa y evento fundacional, junto al mítico asalto a la Bastilla, de la contemporaneidad. Podemos decir, con muchos matices (más pronto que tarde la nobleza y la burguesía se alían para combatir al emergente proletariado), que a los privilegiados les había salido el tiro por la culata o, si se quiere, que la avaricia, aunque sea momentáneamente, les rompió el saco, e hizo a más de uno, en un sentido nada metafórico, perder la cabeza.
¿Por qué se me ha cruzado en la mente el hecho histórico que acabo de referir, con la creciente desigualdad que refleja el estudio citado al inicio? Intentaré explicarme. En los años 80 del siglo pasado Margaret Thatcher y Ronald Reagan, como figuras visibles, llevaron a cabo la gran rebelión triunfante, a nivel mundial, de los últimos 40 años: la conservadora. Tras las décadas de los 50, 60 y 70, cuando la socialdemocracia europea, quizás espoleada por los derechos sociales existentes en el campo socialista (el debate nacido de la imagen de Bescansa, sobre la conciliación de maternidad y vida laboral, lo tenían resuelto los países del Bloque del Este. La mujer trabajaba en todos los campos de la producción, existiendo en los lugares de trabajo, cuando aquí el trabajo femenino era ínfimo y focalizado, guarderías gratuitas), había logrado mitigar, principalmente con políticas fiscalmente progresivas e intervención estatal en ámbitos básicos de la economía y la sociedad, la desigualdad brutal que genera el capitalismo. En los 80 se inició un camino que, más allá de resistencias activas en determinadas zonas del planeta, como las experiencias progresistas de Sudamérica, aún seguimos recorriendo: el de una riqueza cada vez peor repartida. Día a día "nuestros" privilegiados nos siguen ganando la partida. Una noticia publicada el 15 de agosto por la BBC lo refleja con nitidez: "(...) si hace 50 años los principales ejecutivos recibían un salario de cerca de 20 veces más que el de su empleado medio, en 2013 la brecha promedio es de hasta 300 veces más (...)". 
Cierto que su marcha triunfal es más acusada en unos países que en otros. En este punto arribo al estado español, donde el triunfo se convierte en apoteosis sintetizada en algunos datos manifestados por Intermón Oxfam. Uno que ya se conocía desde el año pasado y que resalta la "enorme" igualdad que existe entre los españoles: 20 personas de este país tienen la misma riqueza que los 14.000.000 más pobres. Otro que nos muestra la relatividad del concepto crisis: en 2015 el 1% de la población incremento su riqueza un 15% y el 99% la vio disminuir en idéntica proporción. Otro más que nos pone, rojo sobre gualda, el patriotismo del dinero español: la inversión desde España hacia paraísos fiscales creció un 2.000% en 2014. Y un último que nos muestra que somos una gran nación en materia de fiscalidad regresiva: 9 de cada 10 euros recaudados en el estado español salen del bolsillo de los trabajadores, y menos de 1 euro proviene de los rendimientos del capital.
Los cuellos de los privilegiados franceses del siglo XVIII estuvieron, fugazmente, al alcance del pueblo llano. La Revolución Rusa hizo que también a algunos, en muchos lugares del mundo, no les llegara la camisa al cuello. Hoy, sin querer dar ideas, no sean mal pensados, esos pescuezos apátridas habitan en la estratosfera. Lugar desde el que se verá, con curiosidad entomológica, la agitación y el colorido del hormiguero humano. Y donde sospecho que debe ser absolutamente incomprensible, o harto gracioso, no sé que es peor, oírnos hablar todo el día democracia. Incluso soy capaz de imaginarme sus risotadas cuando alguna hormiga se puso morada (no sé de qué), y farruca, planteó asaltar los cielos.

jueves, 14 de enero de 2016

Naciones de fábula

Una gran nación. Es uno de los sonsonetes más gratos al presidente interino Rajoy. En casi todas sus intervenciones públicas intenta insuflar las velas de la nave hispánica con los aires de un patrioterismo rancio. Pienso que la grandeza de una nación es directamente proporcional a la capacidad que tenga de generar una situación de bienestar para su población. Siendo la base de esta circunstancia la atención de necesidades básicas, tanto las físicas (en primer orden), como las espirituales, y no hago referencia a la respetable e íntima dimensión religiosa.
El gobierno del PP siempre enfatiza que somos la quinta economía de la UE. El volumen, el Producto Interior Bruto no miente, es así. Lógicamente el PIB español supera ampliamente al de Luxemburgo o Irlanda. Esas podrían ser catalogadas, en distinta escala, como pequeñas naciones. Aunque Luxemburgo triplica el salario mínimo español (1900 euros) e Irlanda lo duplica (alrededor de 1200). Esas pequeñas grandes naciones nos llevan gran trecho a nivel salarial. Sospecho, aquí especulo, que no se "reirán" de su población "elevando" el salario mínimo en 6 euros mensuales. Algo que hizo a finales de 2015 el gobierno español al pasarlo de poco menos de 649 euros a poco más de 655. Sí, la quinta economía de la UE tiene uno de los salarios mínimos más bajos y ha convertido, vía crisis, el mileurismo es un anhelo. Un  salario mínimo que ¡oh paradoja! no se corresponde con la incontrastable grandeza de la nación española. Esa que es indivisible, no por libre acuerdo de los pueblos que la integran, sino por el mandato de una constitución elevada a unos altares de los que, cuando de garantizar derechos sociales se trata, es bajada con suma rapidez.
Hace unos días descubrí, en el atlas de los sueños o las pesadillas, según el punto de vista, una nación nueva. Una nación de territorio indefinido, digna de fábulas y leyendas, que ocupa muchos espacios físicos a lo largo del planeta. Una nación, óptima para sus 34 millones de habitantes, de gente libérrima, de gente que acumula el 45% de la riqueza del planeta. Son gente que ejerce su derecho a decidir pudiendo ser de mil lugares y de ninguno. Son gente que no necesita una patria. La llevan consigo, en sus abultadas carteras, donde quiera que van. El común de los mortales sí. Los 7.000 millones restantes sí necesitan, en diferente medida, un territorio protector. Espacios cuyas dinámicas, más allá de declaraciones tajantes, no son inmutables. Son espacios en construcción por la gente que los habita, tal vez no para ser grandes, pero sí para ser, en la medida de una voluntad colectiva, afables, dignos de vivir.
No obstante, existen lugares donde el ensueño de los 34 millones de terrícolas privilegiados se queda pequeño. En el seno del territorialmente igualitarista estado español, silencioso, ronronea un micropaís maravilloso en el que habitan 19 personas que, según la revista Forbes, suman un patrimonio de 102.000 millones de euros. Ésta ínfima nación supera el PIB de más de 130 países del mundo. 

martes, 5 de enero de 2016

Amados y odiados (según las encuestas)

Cuando finaliza un año es habitual que los medios nos muestren balances y encuestas de todo tipo. El mejor libro del año, la mejor película del año, la mejor serie del año, el mejor restaurante del año... Y así, es posible ordenar, con mayor o menor pretensión científica, casi cualquier aspecto de la realidad (o la ficción) que nos rodea. 
La Sexta preguntó a finales de diciembre, en el marco de los barómetros mensuales que realiza, por los mejores personajes del año 2015 a escala nacional e internacional. 
En el apartado interno el primer puesto, cierto que con un raquítico 8,6%, fue para Felipe VI. Sigue habiendo en este país una masa de pensamiento cómodo que encuentra lógico tener como jefe del estado a un individuo no elegido por nadie (bueno, sí, por Franco), y cuyo papel en los próximos meses, aunque sea "sotto voce", pienso que va ser decisivo para intentar armar la gran coalición pasiva (abstención del PSOE y Ciudadanos para la investidura de Rajoy). Un individuo cuya hermana va a sentarse en el banquillo por negocios en los cuáles no está claro el papel de la familia real, pero, ahí "reluce" la igualdad de todos ante la ley, que en función de su regio cargo no puede ser llamado a declarar ni siquiera como testigo. Además, según he leído, el próximo mes de febrero Felipe VI piensa visitar Arabia Saudí. Si, después de las 47 decapitaciones realizadas hace unos pocos días por esa monarquía absolutista, ese viaje se mantiene, quedará claro que toda la política del estado español en materia de derechos humanos es una absoluta falacia con objetivos netamente políticos: minar a los gobiernos cuyo cariz ideológico desagrada al establisment hispano. Insisto, si este viaje no se cancela debería haber una campaña estatal de protesta masiva que lo impidiera, que hiciera al gobierno y al Borbón calibrar la conveniencia de llevarlo a efecto.  En segundo y tercer lugar del ranking están Albert Rivera y Pablo Iglesias. La nueva política en sus vertientes más amable y relativamente cañera. El hombre que pretende ser suave, amortiguante, conciliador entre el PP y el PSOE y el hombre de aristas, un tipo que, guste más o menos, pertenece a la estirpe de los líderes que  pueden recolectar de todo menos indiferencias. Ambos, sin derrotarlo, incluso Rivera actúa de apuntalador, le han dado un bocado a la tarta bipartidista.
En el plano internacional el personaje más valorado es el papa Francisco. Me pregunto cuántas veces, cuando se han hecho este tipo de encuestas, ha estado comandada la clasificación de los bondadosos por un papa. Son, independientemente de sus sibilinas actuaciones diplomáticas, reclamantes pertinaces de la paz mundial. Conflicto que surge, allí está su santidad en el balcón esparciendo a la multitud sus bellas palabras sobre la necesidad de que callen las armas. Que sea el jefe de una institución discriminatoria y retrograda, que ha sido traída a rastras, en parte, a la modernidad, pues desde el XVIII ha intentado ser freno a los avances racionalistas, parece que no influye en muchos de los encuestados. Le sigue el increíble premio Nobel de la Paz, Barak Obama. El jefe guerrero de una nación cuya esencia es conservar su planetaria hegemonía político-militar, interviniendo en cualquier lugar del globo, sea en primera persona o por vía interpuesta a través de la OTAN. El protector (como todos los presidentes anteriores) del estado genocida de Israel y sus masacres periódicas sobre Gaza es el segundo mejor personaje del planeta para los avezados opinadores, acompañado en el podio por la gran jefa europea, la reina de los recortes sociales: Angela Merkel. Esta elección ronda ya el masoquismo de parte de la población. La líder que defiende a ultranza el pago de la deuda por encima de cualquier aspecto social, que junto al mencionado Obama exigió la reforma express del artículo 135 de la Constitución es muy bien valorada en el territorio cuyos derechos sociales contribuye a asolar. Si hiciéramos un símil con el Monte Calvario, al Cristo Francisco lo habrían, ciertamente, rodeado de dos ladrones, pero ninguno bueno o salvable.
Hubo un reverso a la pregunta en positivo de la cadena televisiva: ¿cuál son los peores personajes del año?
En el estado español quién más rechazo concita es Rajoy, paradójicamente el más votado en las elecciones, no lo olvidemos. El "buen" trabajo sucio que ha hecho ha dejado muchas víctimas por el camino. Exceptuando su guardia de corps de la tercera edad, lo han gastado electoralmente, pero ha profundizado unos recortes que sitúan el antaño denostado mileurismo (y eso es un triunfo ideológico para la clase dominante), como un bello sueño para parte de los asalariados. Debe ser frustrante para Rajoy aparecer como peor español que el segundo, uno al que debe importarle poco el desapego hispano (hipotética doble nacionalidad aparte), pues quiere dejar de serlo: Artur Mas. El tercero de los detestados es el mismo de los amados: el demediado Iglesias, que aunque expresa su admiración por el papa Francisco, modula su discurso y dulcifica el gesto, según mi muy limitado estudio de campo, produce un rechazo visceral entre las ancianas, integrantes e integristas de la guardia mariana.
De los malos foráneos, obvio a una Merkel que aquí sí ocupa un más comprensible tercer puesto y al líder del grupo terrorista ISIS, al-Baghdadi, que a pesar de la creatividad (según los vídeos) de sus huestes para los ajusticiamientos, es casi doblado en rechazos por el peor hombre del mundo: Nicolas Maduro, presidente de Venezuela. Ese país del que, a lo largo de decenios, pocos españoles sabían el nombre de su presidente, hasta que Chávez, el demonizado gorila rojo, lo ubicó en la historia. Al tirano Chávez le sucedió, siempre con urnas puestas mediáticamente bajo sospecha, el tirano Maduro. Suerte que el pasado 6 de diciembre, después de 19 convocatorias electorales tiránicas, por arte de la victoria opositora en las parlamentarias, las urnas hechizadas quedaron libres de todo encantamiento y sospecha. Venezuela, ese país que, incluso para mucha gente que se autoproclama de izquierdas, representa el paradigma de una dictadura, es uno de los que ha celebrado más procesos electorales. Además posee una figura específica que la democracia española podría "copiar" de la tiranía venezolana: la posibilidad del revocatorio presidencial a mitad de mandato. 

viernes, 1 de enero de 2016

La unidad de España bien vale un tripartito

De lo plumbeo, solido, férreo, tosco, hemos transitado a lo volátil, al artefacto endiablado que puede llevarse a más de un artificiero por delante. En teoría. Se abre el año con un paisaje político inédito en la España posterior a la dictadura de Franco. El bipartidismo tradicional, sin ser derrotado sí ha visto mermado su caudal de votos. Siempre había superado el umbral del 70% de los sufragios. En estos comicios llega escasamente al 51%. Jamás un tercero había pasado de poco más de 20 escaños. En el nuevo parlamento hasta el cuarto sobrepasa de largo esa cifra. Por primera vez no se tiene la certeza (¿o sí?) de quién, presidirá el gobierno: ¿Rajoy? ¿Sánchez? ¿el misterioso independiente? O quizás sea necesario acudir de nuevo a las urnas en primavera. Todo un mar de hipótesis se abren en el terreno donde antes, si no había mayoría absoluta de uno de los partidos turnistas, se producía el apoyo de los nacionalistas catalanes (y/o vascos) y, "aquí paz y en el cielo gloria". 
Pues se acabó la paz. Sospecho que cada vez más briosos e intensos retumbarán, baterías mediáticas mediante, tambores convocando a la guerra, a una guerra cuasi santa, la guerra por la unidad de España, de la que derivan su estabilidad y su igualdad. Y en esa guerra el PP, haciendo un símil histórico, es un cristiano viejo cuya limpieza de sangre (española por supuesto), está fuera de toda duda. Ciudadanos podría, parafraseando a José Martí, alegar: "nací en el monstruo (separatista) y le conozco las entrañas". El PSOE, encabezado por sus barones y sobre todo su varona, quizás para hacerse perdonar el pecado de juventud cometido en Suresnes, donde defendió el nefando derecho de autodeterminación para las nacionalidades del estado español, primo hermano del derecho a decidir, se pasea por todos los foros imaginables diciendo que jamás se sentará a la mesa a dialogar con Podemos salvo que Pablo Iglesias abjure, golpes de pecho incluidos, de sus veleidades consultivas en Cataluña. 
Un veterano dirigente del PSOE, el actual Diputado del Común de Canarias, Jerónimo Saavedra, ha sido el más contundente. Declaró que un gobierno del PSOE con Podemos, IU y nacionalistas "sería una cosa espeluznante". Hay palabras definitorias. El diccionario de la RAE da la siguiente definición de espeluznar: "Espantar, causar horror". Esta afirmación sería digna de algún conspicuo miembro de la extrema derecha. Encontrarla en la reflexión de alguien que en los setenta llegó a pertenecer al ala izquierda del PSOE, entristece, pues te permite medir la magnitud del triunfo del pensamiento conservador. Saavedra prefiere el gobierno del PP, con el apoyo pasivo de su partido, al gobierno del PSOE con los aliados antes citados. Y tiene lógica, más allá de militancias, Saavedra pertenece a ese selecto club, generalmente formado por exgobernantes y grandes empresarios, que podríamos denominar con el apelativo de gentes de orden. Podemos, para él (estoy convencido de que el león no es tan fiero como lo pintan), es el caos, un horror tropical con música llanera de fondo. El horror que para don Jerónimo no han sido los recortes sociales del PP (defiende que siga 4 años más gobernando), que han llevado a la extrema pobreza a los sectores más indefensos de la sociedad y ha incrementado una desigualdad real, de clase, por la que nunca se preocupan quiénes buscan una milimétrica igualdad territorial.
Los adalides del tripartito pasivo (el PP gobernando y PSOE y Ciudadanos apoyando desde fuera con variado entusiasmo) o el tripartito activo (todos remando bajo la mirada complaciente de la señora Merkel) irán asomando cada vez más sus cabecitas en el seno o el perímetro intelectual del PSOE. Y esta postura, si en Cataluña la CUP inviste a Mas, se reforzará considerablemente al subir el nivel de alerta. El desafío separatista catalán requerirá, bendecido por todos los poderes fácticos, incluidos los hisopos de los obispos (Blázquez, su presidente, arrimando el hombro a la serpenteante manera marca de la casa, declaró que a veces "la abstención es una forma preciosa de colaboración"), el sacrificio de los socialistas. La opinión más extendida establece que ese pacto sería el acta de defunción del PSOE, dejando el vasto campo de la izquierda expedito a Podemos. Si se logra que cale en la gran mayoría de la población la idea de una situación de excepcionalidad, de gran peligro para la unidad de la nación y una igualdad que, si nunca ha existido, hoy es mucho más remota aún, parte del camino se habrá transitado. 
El ministro de Guindos ha abierto el año declarando que "las peores crisis económicas tienen un origen político". Y ese origen político se llama Podemos y la desconfianza que, se supone (el sueño de Syriza me inquieta), genera en los verdaderos amos: los mercados. Si en el torrente ideológico de la población se establece la necesidad de un cinturón sanitario sobre Podemos, sustentado en los pilares de la unidad de España y en no poner en peligro una recuperación económica que, con el terror del paro, crea trabajadores precarios y mal pagados pero de acción sumisa, tal vez esa aventura, si el PSOE la llega a emprender, no sea el inicio de una decadencia inexorable. O sí. Guste o no, la sonrisa de Podemos les acecha.