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viernes, 13 de diciembre de 2013

Caminando hacia el socialismo. Amén

Hace varias semanas el alcalde socialista y perecedero, al igual que toda su corporación,  pues fueron elegidos por cuatro años, ha nombrado a la virgen alcaldesa perpetua de la Línea de la Concepción.
Curioso este PSOE bipolar.
Casi al mismo tiempo solicitaba al gobierno que denuncie el Concordato con la Santa Sede.
Para mí es un acto de pura vergüenza. Gobiernas de 2004 a 2011 (me olvidaré de los catorce años de Felipe González). Muchos sectores de la izquierda te piden la denuncia de los citados acuerdos, que otorgan prebendas injustificadas a la organización privada Iglesia Católica. No lo haces por temor al enfrentamiento con la Conferencia Episcopal, como reconoce en unas declaraciones la Sra Valenciano, y ahora, sólo dos años después, le pides a los clericales del PP que hagan lo que tu no tuviste ni el valor ni la coherencia de hacer.
Cuando escribo estos textos, desde mi limitación analítica, uno de los principales objetivos que busco es mostrar aspectos contradictorios de la realidad. Y reconozco que muchas veces soy más duro o contundente con los que se supone que están en mi campo o alrededores, que con los que "juegan" en el terreno opositor. La coherencia del PP me importa un pito. Sé perfectamente que su acción, más allá de programas que nadie lee, seguirá la senda de recortar derechos a las clases populares. Es su naturaleza y su función perpetuar la estructura social existente. Sí me importa, y mucho, la coherencia de los que se sitúan (al menos nominalmente)  en el terreno de la izquierda. El campo que precisamente ondea la bandera del cambio de las estructuras sociales. Me interesa mucho más nuestra ética (la de la abigarrada izquierda), que la del enemigo.
En los ya inexistentes países del "socialismo real", en muchas ocasiones, aduciendo un fin superior (la propia pervivencia del socialismo), se ocultaba la realidad que albergaba la ineficiencia, pues esas informaciones se consideraban derrotistas. El socialismo sólo puede existir, como doctrina emancipadora, entre pueblos conscientes y críticos. No me gusta la idea de un socialismo, aunque la riqueza se reparta más justamente, para menores de edad. Un socialismo vertical donde una cúpula dirigente, por muy bienintencionada que sea, adopta las decisiones sin un debate profundo, con libertad de expresión y proposición. Sé que el enemigo capitalista siempre estará actuando, laminando el proyecto liberador (Venezuela es un ejemplo), sé que podemos perder, pero la base de la victoria nunca será el seguidismo, una sociedad acrítica y acomodaticia. Sólo desde el convencimiento, que va unido al conocimiento, no al asentimiento, se construye una sociedad de seres libres. Me parece muy triste que el principal ejemplo de hecatombe del socialismo, la URSS, implosionara tan fácilmente existiendo una organización de 17 millones de militantes (se suponía que revolucionarios) donde, estoy convencido, el marxismo era una entelequia, una "religión" que servía en la mayoría de los casos para medrar. Uso el término religión porque se asumían las directrices cupulares de manera acrítica. Así, cuando hubo que defender la esencia socialista, igualitaria, de la sociedad, esa militancia no movió un dedo, fue incapaz de enfrentarse a los dirigentes que abocaban al país a un capitalismo brutal. Contra lo que en su día dijo Fukuyama la historia no se ha acabado. Las sociedades, con sus vaivenes, siguen bregando. El socialismo, con diversas faces, tendrá nuevas oportunidades (hay experiencias interesantes en América Latina) y no aprender de las experiencias pasadas sería dar carta de naturaleza para mucho tiempo a un régimen capitalista que, inhumano, nos lleva cada día más a la iniquidad.
Pienso que la conciencia de la necesidad de un reparto de la riqueza más igualitario es un camino lento, que todos los que defendemos un mundo sin explotación tenemos que irradiar en nuestros pequeños ámbitos de influencia. Para que llegue una realidad mejor para toda la humanidad tiene que calar, lenta e inexorable, la lucha por la utopía. En alguna otra ocasión ya he hecho la distinción -leída en no recuerdo que lugar a Julio Anguita- entre quimera y utopía. La primera hace referencia a lo imposible. La segunda a lo deseable pero de muy difícil consecución. Es curioso que en un mundo donde tanta gente cree en un ente abstracto indemostrable, muchos consideren irrealizable desterrar el perverso axioma que nos inculcan desde niños: "siempre ha habido y siempre habrá ricos y pobres". A este aserto, por dignidad, nunca digamos amén.

domingo, 3 de noviembre de 2013

La estampida del Congreso: extraviándonos en la anécdota

Uno de los videos estrella en la red, desde el jueves por la noche, es el que nos muestra la salida precipitada, y en masa, de los diputados del hemiciclo esa misma tarde. Poco ha faltado para que arda Troya. Uno de los deportes más en boga en los últimos años, sobre todo en esa barra de bar posmoderna, que son las redes sociales, ha tenido un importante repunte: la denostación acéfala del político. Son tratados como alienígenas venidos desde el espacio para buscar, con arduo empeño, y en la misma medida, nuestra perdición y su prosperidad. El político, corriendo en busca de la puerta, encarna la mendacidad en estado puro. Un ser que huye de sus responsabilidades. Izquierdas y derechas unidas en la huida de la "fábrica" legislativa, con maleta en vez de tartera, hordas prestas a cruzar, con algarabía escolar, el ansiado puente de los difuntos.
Los que quieren que miremos el dedo y perdamos de vista la luna están de enhorabuena.  Aunque sea momentáneamente han logrado su objetivo. En una tarde donde se perpetra un atraco a los pensionistas del estado español por valor, en los próximos nueve años, de 33.000 millones de euros, nos quedamos con el foco puesto en la velocidad a la que sus señorías abandonan su escaño. Además, desprestigiamos globalmente a los políticos, olvidándonos de lo sustancial, las políticas que defienden, que toda política, toda, tiene un sustento ideológico que conlleva una práctica que se traduce en unas determinadas normas y leyes. Éste es el combate que a mí me interesa. Y el que se nos birla cuando se presenta a los políticos como una casta cuasi criminal per se. Sí, a veces sus medidas son criminales, como cuando, con la pasividad de casi toda la sociedad, la gran mayoría de la cámara (PPSOE) aprobó introducir en la constitución la priorización del pago del déficit. Eso fue un delito de alta traición que nos debería haber enervado y quizás haberlos hecho correr o rectificar. Pero no. Incluso varios meses después, en noviembre del 2011, los votos le dieron la mayoría absoluta a uno de los dos responsables del atropello. Sin embargo, nos alteramos por una memez habiéndonos quedado pasivos por una enormidad. Algún medio digital, incluso de izquierdas, como "Insurgente" (de los de derechas lo espero, se que van a fomentar el derechista apoliticismo), ha mostrado la imagen de Cayo Lara saliendo a toda prisa por el pasillo. El mensaje está teñido de una moralina repugnante y farisea, la moral de la apariencia. Las personas de izquierdas sabemos que Cayo Lara está en contra de la nueva Ley de Pensiones. ¿Aporta algo al compromiso de Cayo la mayor o menor velocidad a la que abandonó el pleno después de la votación? Podría reprocharle a Cayo y a su grupo político una cierta tibieza a la hora de las luchas sociales en la calle, pero no le reprocho estar 10 minutos más o menos en el pleno. Si ese es el nivel crítico que manejamos desde algunos ámbitos de la izquierda me parece que andamos más extraviados de lo que pensaba. Y lo que es peor, mal podremos aportar claridad a la sociedad, en estos tiempos en los que existen más medios que nunca en la historia para cegarnos a base de luz.

sábado, 13 de julio de 2013

Julio Anguita. El poder cambia de manos.




No sé si para mi desgracia o para mi buenaventura, aunque lucho desesperadamente contra ellas, cada vez soy un hombre más proclive a las emociones. Y una persona como Julio Anguita, instalada en la racionalidad, que intenta impartirnos hermosas lecciones en las que no escatima ponernos ante el espejo, me conmueve. Quizás porque, con mi pesimismo, tan acendrado como puñetero, pienso que su lucha es tan maravillosa como estéril. El video sujeto de esta entrada circula por  you tube.  En él hace una síntesis magistral de la situación en que se encuentra la izquierda que aspira a crear otro mundo. Ya en alguna ocasión he escrito algo sobre la necesaria unidad de las fuerzas de la izquierda transformadora. Me reafirmo. Ante el brutal ataque a derechos básicos, ante el deterioro de las condiciones de vida para los sectores más débiles económicamente, goteo incesante que no para, me parece imprescindible la unión en base a un programa mínimo. Y no estoy de acuerdo con ese refrán que se aplica la izquierda muchas veces: "Vísteme despacio que tengo prisa”. Ni de coña, llevamos siglos debatiendo por el punto o la coma. La unidad es necesaria no para hoy, era necesaria para ayer. Es necesaria para detener la demolición y ponernos a edificar. ¿Es tan difícil consensuar un programa de mínimos para combatir a estos salvajes que convierten al caballo de Atila en un primoroso jardinero? Seguro que sí, pero que frustración tan grande para tantos que la ansiamos. No me extiendo. Seguro que habrá gente que ha visto el video. Si usted no lo ha hecho, le recomiendo que lo haga. Son sólo cinco minutos. Y aunque Víctor Jara, cantor de ese esfuerzo unitario que fue la Unidad Popular que lideraba Allende en Chile, nos decía en “Te recuerdo Amanda” aquello de: “son cinco minutos/ la vida es eterna/ en cinco minutos”, vale la pena que usen esa microeternidad.  Necesitamos hombres y mujeres lúcidos, gente que con su pensamiento nos alumbre camino. Para mí Julio (sin mitificaciones o providencialismos, nunca están en mi ánimo) es de esas personas.
 

lunes, 5 de diciembre de 2011

La coherencia: atributo indispensable de la izquierda

El recientemente elegido diputado por  Izquierda Unida Alberto Garzón, explica en un artículo el porqué ha renunciado al plan de pensiones privado que el Congreso ofrece a sus diputados. Reproduzco aquí, el párrafo final de ese artículo. Dice: “Así, el Congreso retrae un 10% del sueldo de cada diputado para constituir un fondo de pensión privado gestionado por el BBVA. Paradójicamente es el Congreso, y sus diputados, quienes debemos velar por defender el sistema público de pensiones. Y por esa razón, en señal de protesta, coherencia e indignación, algunos diputados de Izquierda Unida hemos renunciado esta semana a constituir ese plan de pensión privado. Consideramos que desde el espacio público no puede darse alas a la especulación financiera, y menos aún a los productos que rivalizan con el sistema público de pensiones que debemos defender y fortalecer.”
A mí  las palabras del diputado de IU me han inspirado una breve reflexión que comparto con ustedes. Me ha surgido como un relámpago en el callejón. No quiere ser dogmática, totalizante,  sé que somos, yo el primero, esencialmente contradictorios, pero…
Pienso que es fundamental la coherencia entre el discurso y la práctica. Yo soy profesor y defensor de la enseñanza pública, y mi hijo, por congruencia, siempre estudió en ella. La ejemplaridad de lo que uno dice y lo que hace, permite que el discurso cale más en la gente. Me explico con un ejemplo, yo puedo ser un socialista o comunista que hace unos análisis magníficos, irrefutables, de la lucha de clases, de la explotación capitalista, etc. Evidentemente, porque lleve una vida de lujos y  enormes dispendios mis análisis no van a ser menos certeros, pero sí van a penetrar menos en la conciencia de la gente que no separará nuestra alma “elevada y juiciosa” de nuestro cuerpo “reptante y abufonado”. Los seres humanos somos una pieza integral, se nos ve como un todo, salvo si pertenecemos a las altas esferas dominantes debidamente blindadas donde, como el dios Jano, tienes dos caras: una pública y otra privada. Así, la contradicción entre el discurso y la práctica haría reprobar a mucha gente, no sólo la práctica, sino también (aunque fuera correctísimo y apostara por la emancipación de los oprimidos) el discurso. Y esa coherencia es (aunque yo no se la niego a mucha gente de derecha) esencial en las filas de la izquierda, porque tenemos que dejar bien claro que ni todos los políticos (en cuanto personas), ni todas  las políticas (en cuanto medidas que mejoran o empeoran la vida de la gente trabajadora), son iguales.
Lo diré con provocadora rotundidad: un hombre que se embriaga con el aroma del dinero siempre deja de ser de izquierdas.

Aclaración:
El fondo blanco que me sale en la primera parte del artículo, copiada del texto de Garzón, no sé quitarlo. Admito que estéticamente no queda bien, pero creo que lo importante es el contenido. No obstante, pido excusas por mi impericia. 


martes, 15 de noviembre de 2011

La izquierda en su laberinto

En la entrada de ayer hablaba de los trabajadores asesinados un 15 de noviembre, hoy hace 100 años, en la ciudad de Las Palmas. Éste, por desgracia, no es un hecho aislado. La lucha de los trabajadores, desde los orígenes del Movimiento Obrero allá por la tercera década del s. XIX, por una mejora en sus condiciones de vida, si en algo ha sido fértil es en sangre derramada. Y esto no es demagogia, ni palabrería barata. Los ejemplos sobran: en 1871 la Comuna de París fue exterminada a sangre y fuego; en 1905, una muchedumbre que se dirigía al palacio del Zar, a pedir mejoras en sus condiciones de vida miserables, es masacrada sin piedad, muriendo centenares; en 1936 Franco y otros generales fascistas, como brazos ejecutores, se sublevan para someter a  una clase trabajadora cada vez más consciente, que quiere quitarse el yugo de la oligarquía y la Iglesia ( sus aliados  tradicionales y, lo que es más importante, sus sustentadores ideológicos); en 1973 Allende se suicida en La Moneda, mientras el palacio es bombardeado por los secuaces de Pinochet, y se inicia una oleada represiva contra los integrantes de la Unidad Popular, que se planteaba el tránsito pacífico a una sociedad socialista. Son sólo varios ejemplos. Por supuesto, hay muchísimos más que demuestran que la lucha de clases no es un cuento, es un enfrentamiento muy complicado, en el que los poderosos han contado generalmente con la fuerza coercitiva de las policías o, si las cosas se ponen muy feas, del ejercito. Esta confrontación ha costado la vida de mucha gente humilde.
Las tres corrientes ideológicas del Movimiento Obrero, o si se quiere de la izquierda, han sido: la socialista, la anarquista y la comunista. Las tres coincidentes, aunque casi siempre se han llevado a matar, en un objetivo, al menos en teoría: liberar a los trabajadores de la explotación capitalista, crear una sociedad muchísimo más justa, donde no exista ni la riqueza insultante, ni la pobreza hiriente. Pero la izquierda ha tenido un grave hándicap: una enorme capacidad para autodestruirse en luchas intestinas o fragmentarse de manera irritante.
Hoy, en el estado español, la unión de las fuerzas anticapitalistas (no hablo de un único partido, por supuesto) es un deber urgente, inaplazable. La unión es multiplicadora, tanto en la lucha parlamentaria (altavoz que no debe despreciarse)  como en la que debe librarse en la calle. La agresión a los trabajadores, e incluso a la pequeña burguesía , es de tal magnitud que no llegar a consensos en base a un programa de mínimos es sencillamente imperdonable. Sé que esas fuerzas no son idénticas, que sus programas tienen diferencias. En enero del 36 se constituye el Frente Popular (a grosso modo republicanos de izquierda, socialistas y comunistas) como una respuesta unitaria, más allá de las divergencias de sus componentes, al auge de los fascismos en Europa. El momento que vivimos hoy no es menos trascendental que aquel, la agresión del capital es aún más dura, se trata, si hablamos en términos bélicos, de unirnos para defender derechos conquistados en peligro (sanidad o educación), para acumular fuerzas (es un error por parte de partidos revolucionarios despreciar movimientos como el 15 M, he leído algún comentario que casi lo cataloga de punta de lanza de un fascismo disfrazado) antes de pasar a la ofensiva, que significa luchar contra la ideología capitalista imperante, haciendo que cale en grandes masas de la población la idea de que el socialismo es la mejor solución a un mundo preñado de desigualdades, que no es cierta, cuál maldición bíblica, esa frase que pasa de generación en generación: "siempre ha habido y siempre habrá pobres y ricos" . Por eso en esta confluencia no veo al PSOE, al que nunca oigo hablar, curioso, de transformar la sociedad, de caminar, haciendo honor a su nombre hacia una sociedad socialista. Julio Anguita, acertadamente, no dice que el PP y el PSOE sean lo mismo, sólo constata que están en la misma orilla, en la orilla de los defensores del sistema. Ese hecho hace que la construcción de la unidad de la izquierda anticapitalista tenga que forjarse con las fuerzas que están en la orilla opuesta. Hablo de IU (ahí incluyo al PCE), de Anticapitalistas, del PCPE, ¿de EQUO?, de libertarios, de independientes, de gente del 15 M, de sindicatos de clase, de fuerzas de izquierda de alguna de las nacionalidades del estado español. Y todas estas fuerzas de la izquierda real deben asumir que el 21 de noviembre la derecha, no sé si pura, pero sí dura, dominará por mayoría absoluta el parlamento español, con una gran cantidad de votos de trabajadores. ¿Son masoquistas? No, pero asumen las ideas dominantes: "de la crisis salimos todos juntos" (Botín, el paleta y el parado hombro con hombro), "la democracia se basa en la alternancia" (mientras no se planteen alternativas de transformación social). Como diría Fidel: es básica, inaplazable ,"la batalla de las ideas". Toda posibilidad de avance se construye desde ahí y, por supuesto, desde la generosidad de todas las fuerzas implicadas en la tarea de la unidad. Sé que suena sentimental, pero creo que a tanta gente luchadora, que ha ido quedando en ese camino que quizás nunca tenga fin, se lo debemos.
Aclaración: me embarga una sensación rara, quizás este artículo se me ha ido de las manos, llevo días dándole vueltas en la cabeza y tal vez he estado brumoso, falto de claridad. En cualquier caso, como todo lo que cuelgo en este callejón, incluidas las poesías y sus ilustraciones, es un pequeño esfuerzo que busca compartir reflexiones y sentires.

jueves, 13 de octubre de 2011

A vueltas con el 15 O y los rojos. De caminos y senderitos

En diversas ocasiones, cuando releo artículos que he colgado en este blog, me entra la desazón de si habré sabido expresar, con exactitud y claridad, mi pensamiento acerca del tema abordado. Casi siempre, tras la relectura, no en caliente, sino en frío, uno o dos días después, me surge la impresión de que algunas hilachas han quedado sueltas. Hecho que por otro lado (la contradicción siempre me acompaña) debería considerar positivo desde la perspectiva con la que afronto este blog: generar, perdón, sé que suena muy petulante, pensamiento. Por eso siempre hago un llamado, casi una súplica, a las personas que pasan por aquí, a que se animen, a que escriban en cualquiera de las paredes paralelas de este callejón en construcción, sus reflexiones o sus impulsos malévolos. Que no, que no me olvido del Banco de España, joder (ni del picoleto simpaticón de la puerta). ¿Destruir el sistema capitalista necesita financiación? La escena que se me ha cruzado por la mente es digna del teléfono de Gila: "Buenos días señor Botín, somos los revolucionarios, los nietos de los hermanos malasombra e hijos de la bruja avería,  necesitamos un crédito para cargarnos el capitalismo. (...) ¿Cómo? Con ese tipo de interés no hay quien compre un spray para enardecer a las masas poniéndolo a usted a parir, ni un par de tubos de silicona para joderle la cerradura del banco. (...) ¡Ah!, que lo tomamos o lo dejamos, en fin, tiene uno que quedarse en calzoncillos para enviarlo a usted al basurero de la historia".
Me he desviado por completo, pero el blog tiene ese encanto, comienzas con una idea prefijada, con el camino bien señalado, y de golpe ves un senderito chico al que te apetece echarle un vistazo, descubrirle un encanto. Pero bueno, me disciplinaré un poco y trataré el asunto que me ha traído aquí. Ya el titulo les indica que revisito la última entrada que hice, pues siento que quedó incompleta. Comentaba que la gente que impulsa el 15 O no debía caer en la "banalidad de lo moderno, del desaire al pasado, a lo viejo", que cometerían un error despreciando la bandera roja (modesto trapo la llamaba) que ha acongojado a más de un capitalista. Me reafirmo en todo lo escrito, pero siento que me faltó decir que los de la bandera roja se equivocarían si el 15 O se quedan en casa por desconfianza, porque incluso en alguna ocasión se les ha tratado injustamente de violentos (ese es otro temita que tiene tela: la violencia). Estamos todos en el mismo barco, aunque sea mirándonos de reojo, y hacen falta marineros viejos y avezados junto a los recién llegados que aún marean, y aunque la tierra sea redonda, como no unamos nuestras fuerzas para remar en la dirección adecuada, cual carabela medieval, vamos derechitos, entre mares tenebrosos, al abismo.

martes, 11 de octubre de 2011

El 15 O y los rojos

El 15 de octubre se prevee una movilización internacional denominada "Toma la calle" que se desarrollará en más de 600 ciudades, bajo el lema: "Unidos por el cambio global". Por lo que he leído es, digámoslo así, una continuación del 15 M. A mi modesto entender la idea fuerza que subyace bajo está convocatoria es  (con todos los matices que queramos hacer) la irrespirabilidad del mundo en que vivimos, la deshumanización a la que nos somete una minoría depredadora, que no son los políticos, insisto. Muchos de ellos no son más que empleaduchos que, como ya les conté en una ocasión, cuando mis delirios de delincuencia ilegal, no tienen ni la careta para un atraco en la tienda de carnavales de la esquina.
Tenemos que retomar con toda su fuerza un concepto básico para que estas luchas no sean un movimiento que tarde o temprano se diluya, quedando como un elemento de estudio para los historiadores. Algo similar al mitificado mayo del 68, que lo mejor que nos ha legado es una serie de eslóganes recurrentes para adornar alguna tapia abandonada. Todos conocemos ejemplos: "Prohibido prohibir" (absurdo y profundamente reaccionario, liberalismo puro, ¿prohibido explotar?) o el más lírico de que "bajo los adoquines están las playas" (existencialista, para los melancólicos pertinaces, como el que esto escribe, tiene su encanto). No cargo contra mayo del 68, pero tengo la sensación de que no fue mucho más que un grito de rebeldía. Un hermoso fuego artificial ante el que durante algunos segundos medio mundo quedó boquiabierto,
y al que después la tropa intelectual se ha dedicado a embellecer y el que puede, si la edad se lo permite, a alardear de su presencia allí. El 15 M o el 15 O, corren el mismo peligro que mayo del 68, y para mi ese peligro se empieza a conjurar teniendo claro que lucha se está librando. Y esa lucha se llama lucha de clases. Y el objetivo de una clase trabajadora oprimida, el paro, tan abundante entre los jóvenes, es una manera de opresión, (si, estudiantes y recién titulados, no sueñen con ser pequeños burgueses, luchen por ser lo más digno al alcance de un ser humano, por ser los que sacan fruto físico y espiritual a la tierra: TRABAJADORES) es destruir a la clase opresora. Y eso no se consigue en una jornada de lucha mundial, eso lo empezaremos a lograr cuando cada vez seamos más y más los que nos demos cuenta de que otro modo de vivir, más humano, con educación, con salud, sin embrutecimiento masivo, sin fascinación por la violencia o el poder ostentoso es, no posible (también es posible, incluso bastante probable, un mundo más encanallado) sino imprescindible. Y saben como se llama esa sociedad que, estoy convencido, defiende la mayoría que saldrá a la calle el sábado: sociedad socialista (no se confundan con el gobierno netamente capitalista del PSOE). Y los que defienden esa sociedad, lamento si alguno se horroriza, se llaman, organizados en algún partido o pululantes solitarios, comunistas.
Sí, muchos que están en el 15 M y arrugan el hocico si ven una bandera roja (comunista), deben de saber que ese es el símbolo que más ha asustado a los grandes financieros y especuladores del mundo, porque es el símbolo de quiénes los han puesto en aprietos, de quiénes les han negado que sea lícita la explotación (el enriquecimiento) de un hombre mediante la explotación (el sufrimiento ) de otro hombre.
Si quieren ser coherentes, y prepararse para una lucha larga y complicada contra una clase que no tendrá reparo en morir matando, no desprecien ese modesto trapo manchado de rojo, no caigan en la banalidad de lo moderno, del desaire al pasado, a lo viejo. Silvio Rodríguez, cuyas letras cada vez me hacen pensar más y que ahora oigo con mayor deleite que a mis remotos 20 años, lo dice claro en uno de sus versos: "yo sé que hay muertos que alumbran el camino".

martes, 23 de agosto de 2011

El capitalismo se refuerza sobre el miedo de los trabajadores

Desde mi punto de vista se da una curiosa contradicción en estos momentos. El capitalismo vive (el pueblo la sufre) una de sus crisis más agudas desde 1929. Han tenido que intervenir los estados, o sea, el dinero de todos,de los trabajadores, básicamente, para evitar el derrumbe de la gran mayoría de los bancos y otras entidades financieras. Sin embargo esta crisis no va a poner en entredicho al sistema. Al revés, va a salir reforzado, muy reforzado, con un laminamiento de los derechos de los trabajadores brutal. La mayoría de los asalariados se contentarán, en los  próximos años o lustros, con mantener dos derechos mínimos que les parecerán tesoros: el primero, que no lo echen a la calle; el segundo, que no le bajen el sueldo. Quién cumpla estas dos premisas se considerará un... ¡privilegiado! Este término, aplicado a los trabajadores, me pone enfermo. El razonamiento es tan sencillo como falaz: si tú tienes trabajo, y hay cuatro millones de parados, tú eres un... privilegiado, aunque ganes mil o dos mil euros. Y lo peor es que nos lo tragamos, compramos ese pensamiento averiado e intoxicador. Un trabajador con un salario que le permita vivir más o menos dignamente jamás es un privilegiado. El trabajo es un derecho y una fuente de riqueza para la comunidad. Sin trabajadores no hay nada, cero. En la pasada huelga general del 29 de septiembre (más allá de las razones personales, discutibles, de cada uno) mucha gente fue abducida por el Síndrome del Privilegiado (¡que bien machacan en los medios de comunicación!): "¡Oh, como voy a ir a la huelga si hay más de 4 millones de parados, eso es casi inmoral!" Pues por eso, esos 4 millones no tenían derecho a la huelga ese día, luchábamos por ellos yendo a la huelga. Por cierto, no puedo dejar de recordar asqueado (lo siento este artículo me está saliendo de las tripas, quizás hasta he perdido el rumbo que tenía previsto), que aquel 29 de septiembre todos los falsarios estaban muy preocupados por el "libre ejercicio del derecho al trabajo y que no actúen piquetes violentos". Piquete violento es la posibilidad, que bulliría en la cabeza de más de un trabajador, de que, tal vez, quién sabe, cuando te venza el contrato temporal, que tanto abunda en este país, el dueño de la empresa, ¿recordando que fuiste a la huelga?, no te renueve el contrato.
El panorama que les he descrito debería ser un caldo de cultivo para una izquierda transformadora, que pusiera ante los ojos de la gente la máxima que aplicán todos los capitalistas: socialismo para las perdidas (dinero de todos al rescate) y privatización de beneficios. Por cierto, un inciso curioso, Warren Buffett, megarrico estadounidense, hace unos días, y un grupo de multimillonarios franceses, hoy, han pedido... ¡pagar más impuestos! Le están diciendo a sus gobiernos que no se pasen de lacayos. Ellos quedan generosísimos y sus mayordomos con el culete al aire. Acabado el inciso retorno al panorama sombrío de una izquierda (lo siento de veras, pero aquí no sitúo al PSOE) preñada de divisiones y personalismos, incapaz de ponerse de acuerdo en un programa de mínimos, imperioso bajo mi punto de vista, para la lucha en la calle y en las instituciones. Algunos estarán pensando: "te olvidas del 15 M". No, no me olvido, y creo que si el 15 M es coherente con muchos de sus postulados tiene que confluir con la izquierda, pero no sé si ese movimiento seguirá adelante o que derroteros tomará. Tiene, al menos, la virtud de haber movido el avispero. De hacer pensar a mucha gente que la democracia, si tal cosa existe, es algo más que depositar una papeleta con dos caras (¿trucada?), PP y PSOE, cada 4 años en una urna.