domingo, 3 de noviembre de 2013

La estampida del Congreso: extraviándonos en la anécdota

Uno de los videos estrella en la red, desde el jueves por la noche, es el que nos muestra la salida precipitada, y en masa, de los diputados del hemiciclo esa misma tarde. Poco ha faltado para que arda Troya. Uno de los deportes más en boga en los últimos años, sobre todo en esa barra de bar posmoderna, que son las redes sociales, ha tenido un importante repunte: la denostación acéfala del político. Son tratados como alienígenas venidos desde el espacio para buscar, con arduo empeño, y en la misma medida, nuestra perdición y su prosperidad. El político, corriendo en busca de la puerta, encarna la mendacidad en estado puro. Un ser que huye de sus responsabilidades. Izquierdas y derechas unidas en la huida de la "fábrica" legislativa, con maleta en vez de tartera, hordas prestas a cruzar, con algarabía escolar, el ansiado puente de los difuntos.
Los que quieren que miremos el dedo y perdamos de vista la luna están de enhorabuena.  Aunque sea momentáneamente han logrado su objetivo. En una tarde donde se perpetra un atraco a los pensionistas del estado español por valor, en los próximos nueve años, de 33.000 millones de euros, nos quedamos con el foco puesto en la velocidad a la que sus señorías abandonan su escaño. Además, desprestigiamos globalmente a los políticos, olvidándonos de lo sustancial, las políticas que defienden, que toda política, toda, tiene un sustento ideológico que conlleva una práctica que se traduce en unas determinadas normas y leyes. Éste es el combate que a mí me interesa. Y el que se nos birla cuando se presenta a los políticos como una casta cuasi criminal per se. Sí, a veces sus medidas son criminales, como cuando, con la pasividad de casi toda la sociedad, la gran mayoría de la cámara (PPSOE) aprobó introducir en la constitución la priorización del pago del déficit. Eso fue un delito de alta traición que nos debería haber enervado y quizás haberlos hecho correr o rectificar. Pero no. Incluso varios meses después, en noviembre del 2011, los votos le dieron la mayoría absoluta a uno de los dos responsables del atropello. Sin embargo, nos alteramos por una memez habiéndonos quedado pasivos por una enormidad. Algún medio digital, incluso de izquierdas, como "Insurgente" (de los de derechas lo espero, se que van a fomentar el derechista apoliticismo), ha mostrado la imagen de Cayo Lara saliendo a toda prisa por el pasillo. El mensaje está teñido de una moralina repugnante y farisea, la moral de la apariencia. Las personas de izquierdas sabemos que Cayo Lara está en contra de la nueva Ley de Pensiones. ¿Aporta algo al compromiso de Cayo la mayor o menor velocidad a la que abandonó el pleno después de la votación? Podría reprocharle a Cayo y a su grupo político una cierta tibieza a la hora de las luchas sociales en la calle, pero no le reprocho estar 10 minutos más o menos en el pleno. Si ese es el nivel crítico que manejamos desde algunos ámbitos de la izquierda me parece que andamos más extraviados de lo que pensaba. Y lo que es peor, mal podremos aportar claridad a la sociedad, en estos tiempos en los que existen más medios que nunca en la historia para cegarnos a base de luz.

1 comentario:

  1. La tiranía de las imágenes:
    Hoy en día no hay noticia sin imagen, se aparcaron la reflexión sobre los temas, el debate, la puesta en común. Hoy donde en todo lugar y en todo momento (hum, esto suena a la definición de Dios, que mis monjas machacaban hasta la saciedad) hay una cámara, un vídeo desde el móvil, un móvil desde que twitear, whassapear... nos quedamos con las imágenes (da igual si estáticas o en movimiento) de los acontecimientos, pero inmediatamente nos bombardean con otra imagen y sin reflexión pasamos de una a otra, ya no tenemos la tranquilidad del dialogo, con elementos tan perversos en su uso, las nuevas tecnologías nos hacen pasar sin pensar por las novedades a toda prisa y si son escabrosas, ridículas o hilarantes mejor.
    Estamos anestesiados por las imágenes y su uso, si un movimiento social quiere destacar ha de buscar la imagen más insólita, la exposición de las ideas no le da hueco en los medios, en las redes sociales, hasta donde va a llegar nuestra estupidez, dejándonos manipular por la mera imagen, lo entendería por la exposición brillante de los valores, de la búsqueda del bien común, de la ideología de la sociedad que perseguimos, pero, se me olvidaba eso ya no se plantea y hace tanto que escasean los y las oradores que embelesan. Creo que nací fuera de tiempo y forma, me hubiera gustado nacer en el apogeo por ejemplo de locales y publicaciones como “els quatre gats”, el coitao, cu-cut y consumir un amargo café para que los intelectuales (artistas, activistas...) me llenaran la cabeza con debates.
    Nos hemos olvidado de la sociedad que queremos, la anestesia colectiva a la que hemos sido sometidos nos ha llevado al más ingenuo de los deseos, “una imagen vale más que mil palabras”, ambas han de ir unidas, son inseparables. O acaso, no asistimos en muchas ocasiones a conferencias con la esperanza de encontrar oradores, honestos, responsables y nos encontramos con un fabuloso power-point que nos distorsiona el discurso, y que se convierte en el centro de la atención en lugar de ser un instrumento de refuerzo del discurso?
    En estos días que me enfrento a la preparación de una mesa de debate, descarté una presentación visual por esta simple razón, el mensaje y el énfasis ha de estar en el transmisor, pero he de reconocer que al final si que he unido ambos, porque estamos tan engañados con las nuevas tecnologías que decidí darle un uso compartido y responsable a ambos, discurso e imagen.
    Como conclusión, las nuevas formas de difusión y su relación con los movimientos sociales está haciendo que se sustituya la verdadera participación social y el debate social, por las figuras del retransmisor y la de la espectadora, o viceversa, parece que nos han dominado en el inmovilismo a base de hacernos creer que grabar, twitear, streamear, etc., como ver vídeos o seguir acontecimientos online basta, que subir a internet todo tipo tipo de contenidos, a tiempo real y sin demasiados miramientos (hecho que los medios de comunicación han potenciado y son modelo), pone en peligro la verdadera participación y seguridad de las ideas bien estructuradas y pensadas. En definitiva la gestión de la imagen ha de ser responsable y explicada, los medios actuales tienen posibilidades enormes y es la gestión y la falta de honestidad y responsabilidad lo que nos lleva a caer en la anécdota y no en el trasfondo. La tiranía de lo que no se ve no existe, debería de cambiarse y decir, lo que no se piensa no existe.

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