lunes, 21 de agosto de 2023

Daniel Sancho y Javier Milei: realidad y metáfora


Hay dos noticias recientes que, siendo de ámbitos muy diferentes, no he podido dejar de relacionar en el plano de lo metafórico. Quizás alguien tras leer este texto piense que he ido algo más lejos de lo debido en mi afán de establecer, aunque sea simbólico, un nexo entre elementos diferentes. No lo discutiré, son ideas que se presentan, ceñudas y malvadas, en mi callejón, y empiezan a cosquillearme e intranquilizarme. 

Una de las noticias es el crimen, pasto de horas y horas de televisión, llegando a abrir portadas de informativos de hora punta como el de A3, perpetrado en Tailandia por Daniel Sancho, nieto e hijo de actores famosos, más el abuelo, guerrillero rudo pero honesto contra las tropas napoleónicas en el personaje de Curro Jiménez, que el padre. Un hecho de este tipo, con la andanada de informaciones que le sigue, es un cursillo acelerado de mala praxis periodística donde el morbo y la miseria moral son estandartes. Cierto es que aquí se plantea un poco el dilema del huevo y la gallina en términos de si es primero la carroña mediática o el carroñero consumidor que da altos índices de audiencia. Una  vez escuché al antropólogo Manuel Delgado, persona que siempre te remueve el pensamiento y tiende a descolocarte, expresar que la causa principal de la basura televisiva era la demanda de la gente. Pienso que establecer el punto de fractura entre una cosa y otra no es matemático y sí altamente opinable. No obstante, lo que está claro es la retroalimentación entre el emisor y el receptor. Por cierto, este último con las redes sociales también forma parte de la cadena de emisión y de la formación de opinión. Los medios venden (¿y crean la necesidad?) lo que millones de personas están prestas a consumir. El llamado mundo del corazón hace que seres humanos sin oficio ni beneficio, auténticos mendrugos sociales, vivan a costa de pertenecer a determinadas familias, ya no aristocráticas (cualquiera de más de 60 años recuerda la sempiterna presencia en el papel couché de los 70 y 80 de la repudiada Soraya sustituida por Farah Diba), sino segundas y terceras generaciones mayormente de cantantes y toreros, que, cuando se unen generan auténticas joyas humanas que han crecido a golpe de exclusiva. Son una especie de realeza plebeya que hereda las portadas de las revistas y las parrillas televisivas dedicadas al famoseo parasitario. El crimen de Daniel Sancho muestra una modalidad de delito que no es novedosa pero que tiene un epílogo especialmente tremebundo y malsano. En Lanzarote acaba de ser condenado un individuo por lo mismo que según confesión propia ha hecho Daniel Sancho: descuartizar, siendo aún más crudo en la expresión, destazar a una persona como si de una res se tratara. Hace muchos años ya ocurrió en Gran Canaria el sórdido crimen del contenedor donde varios individuos de familias adineradas asesinaron y desmembraron a una prostituta tirando sus restos a un contenedor en la zona del puerto de Las Palmas de G. C. El caso de Lanzarote fue escandaloso porque de la víctima solo se recuperó un trozo de pulmón, circunstancia que, por uno de esos vericuetos legales, acabó beneficiando al asesino pues al no haber más restos no se podían demostrar otros elementos que podían coadyuvar en una condena mayor, saldándose crimen y descuartizamiento con poco más de 15 años de prisión. También fue escandaloso que pasados 4 años, el máximo de prisión preventiva, quedara libre en enero de este año por lentitud e ineficiencia judicial hasta que se celebró el juicio a inicios de junio.

El caso de Daniel Sancho es especial porque en no pocos medios ha asomado un tufillo, llamémoslo patriótico, que a veces torna en olor pútrido cuando un columnista de ABC, Salvador Sostres, escribe en un artículo llamado Dani en Tailandia (fíjense en el diminutivo amistoso) que Sancho puede haber sido víctima de lo que mi abuela llamaba “la mala leche del maricón” que es retorcida, perversa, desesperante, y puede llevarte a la enajenación. Perciban la estulticia: eres víctima de un individuo que se pertrechó con aparejos de carnicero para liquidarte y tratarte como una pieza de vacuno, para que de ti no quedara rastro en la faz de la tierra, y encima un escritor miserable, por el simple hecho de la nacionalidad común, defiende al que quitó la vida y desmembró, denigrándote, convirtiéndote a ti, víctima, en culpable, y, lo más grave, lo hace sin conocimiento de causa, sin tener elementos sólidos para argumentar esa defensa. Si las nacionalidades estuvieran invertidas, el español fuera el descuartizado y el colombiano el descuartizador, Sostres y todos esos programas que casi quieren transmitir el día a día de la estancia en prisión de Sancho, esos que obvian que hay más de 900 españoles en prisiones foráneas cuyas condiciones les importa un bledo a los medios, pedirían el más ejemplar castigo. Pero no, al toque de la patria se han erigido, con sutileza, en abogados defensores que cuestionan si está en sus cabales y las probabilidades de extradición de ese paraíso de playas maravillosas tornado en territorio pérfido y subdesarrollado que incluso tiene un rey estrafalario con tropecientas concubinas, al contrario que España que durante treinta y pico años tuvo como jefe del estado, por la misma vía del coito que el tailandés y el añadido oneroso del nombramiento de un dictador fascista, a un dechado de virtudes que, oh casualidad, era bastante ladrón y, autopista que aún pervive para su hijo reinante y su nieta por reinar, absolutamente irresponsable ante la ley. Sus latrocinios y tropecientas amantes son dignas de un país desarrollado con una justicia de alto nivel que nunca pudo llegar a averiguar en la contabilidad del PP si M. Rajoy era Manuel Rajoy, Miguel Rajoy o, improbabilidad extrema, Mariano Rajoy. Más lacerante aún es cuando comparas el mimo, la atención a un asesino y descuartizador confeso (a mí esto, esas horas de arduo trabajo de despiece de una persona a la que se supone que querías me deja anonadado y perplejo, debo ser un tipo poco dúctil) con el caso, infinitamente menos conocido y muy poco tratado por los medios españoles, del periodista Pablo González que lleva un año y medio preso preventivamente en Polonia por supuesto espionaje a favor de Rusia sin que se le hayan formulado cargos. Imagínense, haciendo otro ejercicio inverso, al mismo Pablo González preso por espionaje en Rusia, todo serían ríos de tinta y mil asociaciones de prensa plañendo por su libertad con tenacidad de martillo pilón. El desequilibrio mediático y la inequidad y liviandad moral no tienen límites. Entiendo que Sancho tiene derecho a una defensa competente como cualquier otro ser humano, pero no hay derecho a hacer bandera patria, hablando incluso sin ser juzgado aún de extradición, con una situación que desvela una podredumbre humana espeluznante.

Ahora voy con Javier Milei, el otro nombre propio de este texto. En las elecciones primarias de Argentina, conocidas por el acrónimo PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias), triunfó con el 30% de los votos emitidos, algo más de 7 millones de sufragios. El individuo se define, con ánimo engatusador, como anarcocapitalista cuando su denominación correcta sería ultracapitalista. Plantea la eliminación de todos los ministerios que podríamos llamar sociales, los que no ejercen el poder coercitivo del estado. Defiende que la justicia social es una aberración (adjunto al final vídeo de 40 segundos) que hay que eliminar, cuando lo que sí sabemos es que la justicia social casi siempre es, como la utopía, un horizonte al que acercarse pero bastante complicado de lograr. Quiere que el estado quede reducido a los pilares esenciales que otorgan el dominio de clase: policía, ejército y jueces. Esa trinidad ya les digo que es intocable. Todo lo demás es prescindible. A la organización con la que lucha por conseguir sus propósitos le ha llamado La Libertad Avanza. 

Así surge una de las palabras más peligrosas de los tiempos actuales. Una palabra con muy buena prensa pero que, aunque parezca paradójico, está haciendo un gran servicio a los elementos más fascistizantes de la derecha. Milei y Díaz Ayuso, la que dejó sin asistencia a los ancianos en las residencias madrileñas durante la pandemia, son hermanos ideológicos, aunque también tiene plena sintonía con VOX, fascistas políticos y ultraliberales económicos. Ayuso, quien quizás en un futuro menos lejano de lo que pensamos sea líder estatal del PP, ya ganó en 2021 unas elecciones usando arteramente la libertad como sinónimo simplón de tomarte unas cervezas en una terraza. Si ese es el listón entonces el franquismo era el crisol de las libertades: en la tele chistes para escarnio de maricas, gangosos y los que entonces llamaban subnormales, en los bares libertad total de fumar y trasegar cerveza y otras bebidas más contundentes sin límites, la posibilidad de los padres de no enviar a sus hijos, y principalmente hijas, al colegio, o de los maestros de aplicar, palo mediante, en mi colegio lo había, castigos físicos. También, esto ya en democracia, podíamos ver a Martes y Trece haciendo un sketch protagonizado por una mujer con un ojo morado por los malos tratos (no es mal tipo pero tiene el pronto) del marido. Por eso, unos cuantos artículos atrás expresé que la defensa de la libertad en abstracto es cosa perversa y de gente económicamente poderosa que puede edificar su vida casi construyéndose un estado propio. La utilización del término anarcocapitalismo, que le interesa a los conservadores, pues ese anarco ahí pegado casi te da una vitola progresista, imagino que es altamente ofensivo para las personas que profesan la doctrina anarquista o libertaria pues esta no defiende, en ningún caso, una libertad individual carente de todo límite salvo el que te imponga tu capacidad económica y los fusiles cuando la cosa se pone complicada y la gente sale a protestar. Los anarquistas, que como los comunistas saben que el estado y sus herramientas represivas (la tríada antes citada) están en poder de la oligarquía, se plantean principalmente la destrucción de esa parte represiva en un marco donde impere la igualdad social y existan herramientas para que ningún ser humano se sienta desvalido. La diferencia, grosso modo, con los comunistas, siendo el objetivo final esencialmente el mismo, es que estos plantean que como tránsito a la sociedad sin clases a la que ambos aspiran debe existir el dominio de la clase trabajadora lo que se llama dictadura del proletariado pues la oligarquía nunca renunciará pacíficamente al poder.

Milei es un ultracapitalista que, lo explica muy bien Jonathan Martínez en un texto en Público llamado Antisistema https://blogs.publico.es/dominiopublico/54729/antisistema/, viene a afianzar el sistema con una expresión más voraz, más criminal, más desnuda, sin ropaje alguno que lime las enormes desigualdades que en estado puro genera, el capitalismo. Abajo los impuestos, los dineros para el bolsillo, claman Milei y los de su laya. Así, el pobre infeliz se ahorra la minucia de unas decenas de euros o pesos y el poderoso se ahorra miles o millones que dejan de ir a tantas cosas comunes que son necesarias. No viene a hacer ninguna revolución, viene para acercarse (plasmarlo al cien por cien me parece irrealizable, pero intentan ir ganando terreno) al sueño húmedo de los ultraliberales económicos. Por ejemplo, destruir o debilitar al máximo a los sindicatos. El laburante, que dirían en Argentina, llegará a acuerdos particulares con el patrón. Por eso, más allá de las críticas que puedan hacerse a determinadas maneras sindicales de funcionar, cuando veo a trabajadores denigrar a esas asociaciones que empezaron a constituirse en los primeros decenios del siglo XIX como única posibilidad de los obreros de conseguir mejoras ante una explotación atroz que no respetaba ni a los niños, vuelvo a mi conclusión de siempre: que contundente es la derrota ideológica y que triste la desmemoria y el desconocimiento de que las luchas obreras, trufadas de sangre, lideradas por los sindicatos de clase (el sindicato vertical franquista era un intento fascista de “conciliación” de clases) han sido esenciales para avanzar en múltiples derechos que nunca surgieron de la nada. Otra de sus propuestas polémicas es la libertad de vender órganos. Podrían, adentrándonos en la distopía, hacerse subastas de órganos. Imagínense: mi familia, esos cabrones que aspiran a la justicia social de una existencia digna, está pasando hambre, puede ser desahuciada, oye, me sacrifico y les soluciono la vida. También planteó en una ocasión, creo que no lo repitió más, que madres y padres puedan vender a sus hijos. Fíjense: siempre el hilo conductor es la clase social, la riqueza inexistente para unos y rebosante para otros.

La libertad esta gente no la plantea como un elemento que te haga libre  colectivamente, con los otros, con el cuerpo social, sino como una posibilidad de satisfacción personal casi inmediata. No me he olvidado de que al inicio del texto hice una vinculación metafórica de Sancho y Milei. Acabo de escribir el concepto que me ha hecho emparentarlos: cuerpo social. Y es que cuando arremete contra la justicia social o los zurdos hijos de puta, o lo vemos arrancando simbólicamente de un pizarrón blanco (segundo vídeo, de 59 segundos, que añado) papeles con los nombres de los ministerios sociales, se vislumbra como un descuartizador social. Un tipo que nos quiere desmembradas islas recelosas, armadas como en EEUU, que como bandera ostenten la desconfianza hacia el semejante. Cada cual tendrá derecho a defender, incluso a tiros, su predio, aunque este sea una baldosa mugrienta, como un territorio sagrado en el que cualquiera puede ser un enemigo. Sé que sueno apocalíptico, pero sus ideas transpiran ese disparate que es el capitalismo extremo. No quiero dejar de expresar mi desazón por ver a tantos millones de personas, muchas de ellas de humilde condición, algo similar ocurre en menor medida con VOX en el estado español, afilando el hacha del que sin disimulo, ahí está la diferencia con otras derechas, viene a cortarnos la cabeza y lo que se tercie si limita la libertad del poder del dinero.






domingo, 6 de agosto de 2023

Algunas reflexiones sobre los resultados del 23J y un brevísimo epílogo atómico

Reconozco que cada vez me irrita más la desfachatez. Y una de sus manifestaciones más habituales, no digo que sea la peor, es lo que vulgarmente se conoce con la expresión “doble vara de medir”. Aquello que admito con indulgencia para mí lo veo absolutamente intolerable en ti. Sé que es más fácil, y mucho menos doloroso, juzgar al vecino que autojuzgarse uno. Este arranque un tanto sentencioso viene a cuento del recién terminado proceso electoral del que en este texto me propongo, probablemente a mi deslavazado modo, hacer algunas consideraciones. Y sí, una de las primeras, a la luz de los resultados y sus ulteriores valoraciones por parte de las diferentes organizaciones políticas, es la pujanza del descaro, de tratar a la gente como si fueran idiotas políticos.

Me explico. Como casi siempre, quien esto escribe a la hora de valorar un determinado acontecimiento suele ser el último de la fila. Me gusta seguir a Silvio Rodríguez cuando en la preciosa Pequeña Serenata Diurna dice: “Tengo mis cantos/ que poco a poco/ muelo y rehago/ habitando el tiempo/ como le cuadra/ a un hombre despierto”. Perdonen la osadía, pero cambiando cantos por reflexiones, esos versos siento, sobretodo por la moledura y el rehacer, que me representan cuando me acerco a la escritura. Al hombre despierto lo anhelo tanto, a veces, como me corteja y descuadra con encono el dulce sueño. Pero bueno, al grano. Uno de los mantras del PP y su cohorte de medios desde el 23 de julio por la noche es que debe gobernar la lista más votada o, para ser más precisos, la que tiene más escaños. Como anécdota comento que en un momento dado del intenso y emocionante escrutinio del 23 por la noche aleteó la posibilidad de que ambas cosas no coincidieran. No quiero enredar mucho, pero el tema electoral siempre es complejo pues suelen conjugarse dos elementos: el territorio y la población. El engarce de ambos depende de la ley electoral que rija priorizando uno u otra. Es un hecho que conocemos en su versión más extrema en Canarias cuando se hacen elecciones autonómicas y la Agrupación Socialista Gomera con 6112 votos tiene 3 diputados, o la Agrupación Herreña Independiente con 1644  tiene 1, mientras Unidas Podemos con 34.531 o Drago Verdes Canarias con 27.916 carecen de representación. Por eso hablo de que en las elecciones se produce una interacción complicada entre territorio y población, circunstancia que en Canarias, con nuestra  realidad insular, los datos lo demuestran, tiene una enorme incidencia. Fíjense que no estoy valorando, estoy describiendo. Esto que muestro para Canarias también se produce, quizás de manera no tan contundente, cuando las elecciones son al Congreso de los Diputados. La distancia entre PP y PSOE es en términos absolutos de 331.000 votos y en porcentaje de un 1,35%. Sin embargo, eso se traduce en una clara distancia de 16 diputados (137-121). 

El PP ha sido la lista más votada, cierto, pero aunque usted piense que votaba por Feijóo o Sánchez no es cierto. A esos señores, lo mismo que a la señora Díaz o al señor Abascal, los votaban los electores de la circunscripción de Madrid. Usted y yo votábamos a los diputados de nuestras respectivas provincias. Los electores no elegimos directamente ni a la persona que va a presidir el gobierno (puede ser cualquiera, recuerden la moción de censura de VOX con el no diputado Tamames de candidato) ni tampoco escogemos, y eso no lo cuestionamos,  a quien detenta vitalicia, hereditaria e impunemente la jefatura del estado español, al Demérito que se recochinea en Sanxenxo navegando en el Bribón me remito, sin recibir otro voto que el dedazo de Franco en 1969, hace más de 50 años. Dedazo que valió, trágala constitucional mediante con ruido cuartelero, para Juan Carlos y su descendencia. El presidente del gobierno, o lo que en otros países llaman primer ministro, se elige por el voto de los diputados, hecho que se denomina sufragio indirecto: elijo a representantes que son los que a su vez eligen al cargo en cuestión. Eso sucede en la que llaman principal democracia del mundo cuando elige a su presidente. El votante de EEUU designa a unos compromisarios de su estado (el partido que gana, aunque sea por un solo voto, antidemocráticamente se los lleva todos)  que eligen al Presidente. Aquí vuelve el tema del encaje entre población y territorialidad. Trump en 2016 sacó en total 3 millones de votos menos que Hillary Clinton, pero obtuvo más representantes y así, de manera legal pero antidemocrática, fue electo presidente. Extraña democracia. Así, volviendo al estado español, debemos tener claro que no elegimos a ningún presidente del gobierno pues no estamos, Constitución del 78 al canto, facultados para ello. Los capacitados para elegirlo son, única y exclusivamente, los diputados (tampoco los senadores pintan nada ahí). 

Imagínense un caso extremo. Un partido A con 160 escaños y uno B con 100, otro C con 50 y un último llamado D con 40. Siendo A la minoría mayoritaria con gran amplitud, es absolutamente legítima y legal, si existe afinidad programática e ideológica, una coalición de los 190 que suman B, C y D, incluso siendo presidente el representante de este último. Ubicándonos en una situación extrema pueden haber casos, muy retorcidos, lo reconozco, donde haya legalidad pero la legitimidad sea más que dudosa. Por ejemplo, un partido saca 180 escaños, mayoría absoluta, pero antes de las votaciones desertan de sus filas 15 diputados que deciden apoyar a otro candidato (no olvidemos que el acta es propiedad exclusiva del diputado, rara es la legislatura donde alguno no acaba por disensiones con su fuerza política en el Grupo Mixto). Este caso, casi impensable, lo reconozco, sería de dudosa legitimidad pero estaría acorde a la ley. Cierto es que algo similar ocurrió en la Asamblea de Madrid con el denominado Tamayazo en 2003, cuando dos diputados, ausentándose del pleno, frustraron la investidura del candidato socialista y provocaron una repetición electoral que dio el triunfo a la derecha encabezada por Esperanza Aguirre.

El bombardeo acerca del gobierno de la lista más votada se torna en la desfachatez a la que hacía mención al principio cuando observas que el partido que conveniente y fervorosamente la defiende (me pregunto si en una situación a la inversa el PSOE no haría lo mismo) se salta su norma cuando le beneficia con total sinvergonzonería. En Canarias están gobernando Coalición Canaria, 19 escaños y 21,8% de los votos, junto al propio PP, 15 escaños y 19,4% de los votos, frente al PSOE, primero con 23 escaños y 27,1% de los votos. O sea, aventaja al segundo en un 5,3% que es bastante más que el 1,35% que le sacó en las generales el PP al PSOE. Estoy convencido que el PSOE de Canarias la misma noche electoral, a la luz de como encajaban los números, sabía que había perdido el gobierno. El PP, tan defensor a ultranza de la lista más votada, está cogobernando con CC de manera absolutamente legítima. Y con igual legitimidad está gobernando en más de 200 ayuntamientos donde no fue la opción ganadora. Pero claro, la verdad da igual, casi logran la mayoría absoluta junto con VOX en una campaña plagada de embustes y meneando la bandera del miedo a ETA y la perversidad de ese movimiento okupa que la derecha denomina Sanchismo. El problema para la derecha ultra y la ultraderecha es que las hordas sanchistas se movilizaron y, contra pronóstico, mantuvieron a su caudillo que, además, subió un millón de votos y un diputado. La alerta antifascista que provocaba el posible acceso de VOX al gobierno consiguió, con apuros, que el PP tenga, números en mano, imposible gobernar. 

Insisto en algo que ya dije en el texto previo a las elecciones, desde sectores progresistas y de izquierdas le hemos visto las orejas al lobezno voxista parido por el PP, pero algunas personas y colectivos llevan años recibiendo dentelladas aunque gobiernen otros cánidos aparentemente menos agresivos. Estos días salió la noticia de que el rapero Pablo Hasel, según la Plataforma Antirrepresiva de Ponent, saldrá de la cárcel el 14 de abril de 2027. Si esto se confirma, lleva ya dos años y medio, pasaría seis años y dos meses en prisión por sus letras mientras un Borbón, ladrón en millones de euros, habrá venido tropecientas veces a regatear con su campechanía y nuestro oprobio. Rosario Iglesias, condenada a 12 años de cárcel por el Caso Bárcenas, con dos cumplidos ya ha obtenido el beneficio de ir solo a dormir a prisión. Aquí, insisto, las dentelladas judiciales son unidireccionales y su fuerza y salvajismo detectan perfectamente quien está delante y que posición tiene ante la realidad política y social. Al superagente Villarejo, condenado a 19 años de cárcel, la Audiencia Nacional lo ha dejado en libertad porque según su criterio no existe un riesgo de fuga que sí teme la fiscalía. En honor a la verdad hay que decir que la sentencia aún admite recurso. La duda que se me plantea es si se actuaría igual si el individuo fuera ajeno al espectro ideológico de la derecha.

Se habla mucho del nuevo gobierno de izquierdas, de que tendrá que dorarle la píldora a ese demonio fugado (este término se van a hastiar de oírlo) llamado Carles Puigdemont. Yolanda Díaz ya ha facultado a Jaume Asens como hombre facilitador para iniciar un acercamiento que propicie la investidura de Pedro Sánchez. Y esto me ha sorprendido, pues me pregunto si ya está cerrado el acuerdo entre PSOE y Sumar. Me lo cuestiono por una razón simple: no he leído que hayan emprendido la negociación de un programa conjunto de gobierno. Aquí me surge una de mis idas por los ramales que, casi como película fantástica, se me abren en este callejón: cuando dos fuerzas políticas pactan gobernar conjuntamente lo que las une y obliga son los puntos firmados en el acuerdo de gobierno. Fuera de ese marco siguen siendo organizaciones con sus programas independientes. Puntualizo esto porque con el gobierno PSOE-UP cuando, por ejemplo, surgió el asunto candente de la OTAN con la celebración de una cumbre de esa organización en Madrid, hubo quien pedía la salida del gobierno de los ministros de UP. El PSOE, incluso mucha gente de izquierdas que le votó el 23 lo sabe, es atlantista, fiel aliado de EEUU, y una pata fundamental para el equilibrio del sistema político nacido de la Transición. Ahora además, como añadido particularmente ignominioso, defiende, diría que con fervor, la postura marroquí con respecto al Sahara. Y eso lo saben Sumar, EH Bildu, BNG y cualquier organización de izquierdas que pacte con ellos. Antes del trato es cuando tienes que calibrar si lo consideras adecuado o no, si el momento histórico amerita llegar a acuerdos para cerrarle el paso a un PP que solo puede gobernar con la aquiescencia de los fascistas declarados que, en pocos meses, donde han tocado poder municipal o autonómico, han suprimido concejalías y consejerías de Igualdad, que quieren ocultar la violencia de género, que no cesa, bajo el epígrafe de violencia intrafamiliar, o que, como en Aragón, han pactado derogar la ley de memoria democrática de esa comunidad. Honestamente, y no sé si es suficiente, creo que el PSOE, sin cuestionar ni en sus horizontes más lejanos el sistema capitalista, tiene otra sensibilidad social (no voy ni un paso más allá) hacia la clase trabajadora y los sectores mas desfavorecidos. Varios gobiernos autónomos, entre ellos el de Canarias y la Comunidad Valenciana, como primera medida han suprimido o bonificado al 99%, que es una eliminación de facto, un impuesto de sucesiones que afectaba a las grandes herencias. O sea, llegan al gobierno, ojalá con la izquierda pasara lo mismo, con las tareas a realizar bastante claras.

Quiero hacer alguna reflexión específica sobre los resultados de Sumar. Primero la evidencia: no hay gobierno progresista sin esta fuerza, aunque, como sucedía en la anterior legislatura con Unidas Podemos, solo con Sumar tampoco. El PSOE, en solitario, está muy lejos, a un mundo. Hablando de mundo, si quiere investir a Pedro Sánchez tiene que recorrer muchos caminos, incluso debe salir al extranjero y darse un inevitable garbeo por Waterloo. Aunque ambos, PP o PSOE, quedaron lejos del gobierno solitario, el bipartidismo parece que está en proceso de restauración, 258 de 350 diputados lo contemplan cuando en la anterior legislatura eran 209 de 350, pero aún, aunque han salido reforzados, estando descartada la gran coalición, ni al uno ni al otro les alcanza con sus propias fuerzas. Además, ese bipartidismo tiene el problema añadido de que esos "catalanes buenos" llamados Convergencia i Uniò (CiU), que apoyaban tanto a la pata diestra como a la siniestra, ya no existen. Sus herederos son los independentistas conservadores de Junts, los del peregrinaje a Waterloo. Sumar, con tres millones de votos, es indispensable con sus 31 diputados. Otro inciso informativo numérico: a Sumar cada diputado le cuesta 97000 papeletas, al PP 59000 y algo más caro, 64000, al PSOE. Debo ser honesto, yo casi esperaba, quizás por mi tendencia al ángulo pesimista (reconozco que era de los que daba casi por descontada la mayoría absoluta de las derechas), que ese conglomerado sacara menos votos y escaños. Se me dirá que perdieron con respecto al espacio de Unidas Podemos, Más País y Compromís 700.000 votos. Esa realidad es incontestable. Su análisis ya es más controvertido. Creo que vista la trayectoria de conformación de ese espacio, con una práctica donde se manifestaba día tras día una falta de sintonía brutal, con navajazos casi a diario entre ese socio a regañadientes llamado Podemos y Yolanda Díaz (personalizo en ella porque, papeleta incluida con su rostro, a eso se jugó, a exprimir al máximo los réditos de una figura que la demoscopia situaba en buenos niveles de aceptación por su labor al frente del Ministerio de Trabajo), los resultados, no siendo buenos, perdóneseme la simpleza, tampoco son malos. Sin largueza ni excesiva cortedad logra mantener el espacio en un contexto de mucho voto útil antifascista al PSOE sobretodo en las provincias rurales, con pocos escaños, donde, la serie histórica lo confirma, obtener un acta era una tarea casi imposible para la coalición de izquierdas. El principal problema, parlamentariamente, lo va a tener Sumar para la gestión de un grupo de 31 diputados donde una matemática muy ajustada hace que cada parlamentario sea esencial para aprobar o tumbar una ley, mientras se aprecia que la convivencia, política y creo que personal también, entre los distintos sectores, especialmente por lo que respecta a los cinco diputados de Podemos, será complicada. Sumar báscula hacia el PSOE y a Podemos se le percibe que entrará, ya lo ha hecho, en una fase de marcar territorio de manera contundente. Por ejemplo, ya he oído a su líder ideológico, Pablo Iglesias, en Canal Red, hablar de que hay que abanderar como elemento de ruptura la lucha por la república, lucha que la izquierda, aquí hablo, por supuesto, del espacio extramuros del PSOE, siempre ha postergado por, extrañamente, considerarla de poca importancia, cuando pienso que es una tarea histórica que rompe una cadena mental con el franquismo, cadena que tiene otro perverso eslabón en el sonsonete de disimular el brutal golpe militar del 36 con el conflicto entre hermanos que se pusieron a matarse compulsivamente. Por eso las derechas tienen como uno de sus estandartes derogar las leyes de memoria, porque, aunque tímidamente, rompen esa visión casi única de la beatífica Transición y, entre otras cosas, nos acercan a pensar que ostenta la jefatura del estado, restaurada por el jefe terrorista Franco, una estirpe, Los Borbones, a la que las legítimas Cortes Republicanas de 1931 declararon fuera de la ley, facultando a cualquier español, si alguno de sus miembros pisará territorio del estado, a detenerlo y ponerlo a disposición de la justicia. Por supuesto, huelga decir que si ese ente llamado PSOE apostara, más allá de algún tuit de sus juventudes los catorce abril, por la república podríamos escribir de nuevo el titular de Ortega y Gasset de 1930: Delenda est Monarchia. No los veo, ni un futuro medio, por la labor.

Pienso que, con dificultades, habrá investidura de Pedro Sánchez, porque casi todos son conscientes de que la repetición electoral acabaría con el balón, que ahora pasó lamiendo el poste (qué fuente inagotable es el lenguaje futbolístico), en las mallas de la izquierda. Por cierto, no debemos olvidar quienes habitamos el campo de la izquierda que si el balón de las derechas no ha entrado en la portería se debe a que globalmente en el País Vasco y Cataluña (territorios que suman alrededor de 10 millones de habitantes) los resultados del PPVOX son casi un tercio inferiores a los del resto del estado. En esos territorios tildados de separatistas y muchas veces demonizados es donde se hunden las derechas. El economista ultraliberal José Ramón Rallo expresó en las redes que con Cataluña y Euskadi independientes habría amplísima mayoría absoluta de las derechas. Sospecho que por los siglos de los siglos, añadiría yo, sin el amén, claro. Los datos lo revelan. En Euskadi se quedan, conjuntamente, en el 14% y en Cataluña en el 21%. En el global estatal tienen el 45,5%. 

Una circunstancia más complicada que la investidura sería la cotidianidad legislativa. El denominado bloque de izquierdas tendrá que negociar cada ley con un amplio arco ideológico que incluye a las derechas, no fascistizantes pero conservadoras en lo económico, del PNV y de la anatemizada Junts. Me parece, el PSOE en lo económico no tiene grandes diferencias con las fuerzas citadas, que el máximo ingeridor de sapos, de lidiar con situaciones que le enfrenten a sus potenciales bases, generando cierta frustración, puede ser, especulo, Sumar. Situación que ya vivió Unidas Podemos, y a la que hice referencia anteriormente al hablar del pacto programático. Avizorar el futuro es tan complicado como fácil, pues la producción de noticias y opiniones es tan feraz que el error en el vaticinio suele quedar enterrado en el sepulcro definitivo del olvido. Aunque también es cierto que en las redes hay bastantes buscadores, mineros especialistas hasta en los estratos más profundos, de pronósticos fallidos e incoherencias. 


Brevísimo epílogo atómico: quiere la casualidad que suba este texto a la red un 6 de agosto, fecha que conmemora el lanzamiento, por EEUU, de la primera bomba atómica de la historia sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945. Supuso la muerte instantánea de más de 100.000 personas civiles. Esta barbaridad la repitió EEUU tres días después, el 9 de agosto, con decenas de miles de muertos más, en la ciudad de Nagasaki. Lo miserable es que ni el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, ni el gobernador, Hidehiko Yuzaki, ni el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, ni Antonio Guterres, secretario general de la ONU, ninguno de ellos en sus discursos con motivo de la ceremonia fúnebre conmemorativa de la hecatombe pronuncio el nombre de la nación que cometió el acto más criminal de la historia perpetrado sobre población civil. Sin embargo, sí hablaron, canallas manipuladores, del peligro nuclear de Rusia y de Corea del Norte. Mientras tanto EEUU no solo no ha pedido nunca perdón sino que las justifica, fariseamente, diciendo que salvaron muchas vidas ante una costosa invasión terrestre. Si lo que querías era mostrar de manera contundente tu recién adquirido poderío, había alternativas a arrasar dos ciudades como lanzarlas en zonas despobladas. Fue, aparte de una demostración de fuerza ante la Unión Soviética, el otro gran vencedor de la guerra, un acto de castigo masivo y venganza. Acabo como empecé: asqueado por la desfachatez.