miércoles, 29 de abril de 2015

Gabilondo en busca de Tierno

Con la candidatura de Ángel Gabilondo a la presidencia de la Comunidad de Madrid el PSOE quiere resucitar al alcalde Tierno Galván. El mayestático profesor, expulsado en 1965 de la universidad franquista, junto a López Aranguren y García Calvo, por el gravísimo delito de ponerse al frente de una manifestación universitaria, fue el impulsor en los años 80 de la denominada movida madrileña.
Treinta años después (el tango es mentiroso, pues sientes que esos treinta años tampoco son nada) el PSOE ha querido ponerle un poquito de remanso a su movida interna buceando en la filosofía, en concreto en el árido territorio (lo asocio con marcianas llanuras rojizas) de la metafísica. Gabilondo es la pausa. El hombre tranquilo, atildado, cuya presencia puede evitar el desastre (mientras Carmona, candidato a la alcaldía, patético recolector de votos,  hace de "crooner" en televisivas tardes felices), el hombre que despierta en sus filas una confianza, paradójica para un filósofo, casi irracional. 
Está situación me recuerda (no sé si adecuadamente) un cuento de Patrick Suskind, autor que en los años 80 escribió una primera (y única) novela que triunfó en los dos frentes: crítica y ventas. Fue una estrella fugaz. Refulgió y se apagó. Pero antes dejo algún que otro chisporroteo, entre ellos un cuento cuyo nombre creo que es "El combate". La historia, tal como la recuerdo, es muy simple: en un parque, en mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, sería el Parque Santa Catalina, se reúne habitualmente un grupo de aficionados al ajedrez. Uno de ellos, hombre de actitud prepotente, es el ganador habitual, ese ser que despierta en los demás, bajo las buenas maneras, un resquemor sordo, latente. Como aquél es un territorio abierto (aunque ahora algunos parques los cierran despreciando a los noctámbulos), un día aparece un desconocido, un individuo silencioso, mesurado, que despierta las dudas y los miedos en el campeón y las esperanzas de ver vengadas tantas derrotas en los agraviados. Es el forastero que llega al pueblo, ademán impasible y seguro, para acabar con la férrea dictadura del cacique de los escaques. Pero tras la fachada, siguiendo el símil con los falsos pueblos del Oeste, no hay nada, un jugador pésimo que deja en el prepotente la vergüenza del miedo interior y en los resentidos la frustración más profunda del que intuyó la venganza.
El PSOE lleva más de 20 años mordiendo el polvo en una Comunidad de Madrid transformada de machadiana "rompeolas (antifascista) de todas las Españas" en fortín de la derecha. Ahora presenta, con Gabilondo, al justiciero impávido que, invocando a Kant, enfila la calle principal, presto a finiquitar la dictadura absolutista del PP y sus rubias de ultraderecha. Pero el asunto se complica, pues por la otra punta de la calle, aunque mal avenida y envuelta en interminables y enervantes disputas, se vislumbra una gentil y siniestra tropilla desafiante (Ganemos Madrid, Podemos, IU y sus dos versiones) digna de expertos en el arte de la paciencia.
En la llamada Guerra Civil la resistencia de Madrid fue un ejemplo de la lucha antifascista. En las próximas autonómicas Gabilondo, un no afiliado al PSOE, va a tener en alguna medida, "pimpampropuesta" Carmona  aparte, sobre sus espaldas, como si fuera un frente de guerra, la resistencia de Pedro Sánchez, que seguramente sueña con la figura hierática del filósofo invitando  a los madrileños, desde un balcón exitoso, burlándose del tiempo que nos burla, a estar al loro.


sábado, 25 de abril de 2015

Tiro al negro

Hace unas semanas  una periodista cuyo nombre no recuerdo (creo que es subdirectora de La Razón), decía que era absurdo hablar de racismo en EEUU pues ostenta la presidencia del país un negro. Aplicando esa magnífica regla de tres, todos los países que han tenido a mujeres al frente de sus gobiernos han eliminado de sus realidades la discriminación por razón de sexo. En La India o Pakistán (estados donde la situación de millones de mujeres es la de una agudizada doble explotación: primera, la social, por su condición de pobres y segunda, por añadidura, la patriarcal en sociedades fuertemente machistas) gobernaron, en diferentes momentos históricos, dos mujeres: Indira Gandhi y Benazir Bhutto. La razón es bastante sencilla: por pertenecer ambas a la élite dominante y políticamente dirigente (hijas de primeros ministros) que tomó el testigo de los británicos cuando ambos territorios accedieron a la independencia. Su condición de mujeres no trascendía la categoría de la anécdota para la lucha por los derechos sociales (y económicos) de millones de mujeres pobres.
Algo similar sucede con Obama. Su presencia al frente del gobierno de EEUU no es sustancial para la lucha contra la discriminación racial, cara grosera de la discriminación social que comporta, con mayor o menor virulencia, la división en clases sociales.
Siempre he pensado que el dinero es un gran blanqueador de pieles. Los oscuros del mundo cuando manejan grandes recursos económicos empiezan a resplandecer. Reconozco que mi abanico de ejemplos no es amplio, y siempre les comento a mis alumnos que el moro mirado torvamente, con desconfianza, en un barrio, en Marbella (cénit de los tópicos) es alfombrado.
Apuntando al título que encabeza este texto, diré que en EEUU el tiro al negro es un "deporte" de vieja tradición que parece estar en auge el último año. No es descartable que esta sensación de auge también tenga que ver con el hecho de que gran parte de los seres que transitamos por las calles somos grabadores de vídeos en potencia. Las manifestaciones de rechazo que se han producido, con su escasa participación, me inducen a pensar en la acción de grupos conscientes y en una cierta pasividad de la ¿comunidad? negra. La absolución en 1992 de los cuatro policías que apalearon en Los Ángeles a Rodney King (no hablamos de asesinatos, como en la actualidad) generó, aunque sólo fuera en forma de brote de ira, enormes disturbios. Las protestas actuales están siendo mucho más limitadas. ¿Estarán esperando el resultado de las causas judiciales abiertas? Gran error. Sólo la acción decidida, continuada y masiva de la población en la calle, puede enfrentar la brutalidad policial que impera en EEUU. Y no es una acción que concierna a la ¿comunidad? negra, sino a las clases o masas populares (suena raro este "viejo" concepto rojo, desechado por el "nuevo" ciudadanismo del mester de progresía). Encierro entre interrogantes el concepto comunidad negra pues me planteo que tienen que ver los afroamericanos encarcelados en EEUU con, por ejemplo, la comunidad de deportistas o actores negros de élite que, salvo excepciones, dan la impresión de desconocer sus orígenes a la misma velocidad en que se incrementan sus cuentas corrientes. En algún caso, ese acceso a la riqueza va de la mano de la ostentación más obscena e irritante, desde mis fobias, claro. El boxeador Mayweather, mientras muchos de sus "hermanos" (esta expresión es norma de trato habitual entre los negros de EEUU) viven encarcelados, en la pobreza o son tiroteados, se fotografía en la cama, con él de fondo, en un primer plano de tongas de billetes o va a usar para su próxima pelea contra el púgil filipino Pacquiao, enésimo combate del siglo, un protector bucal hecho de escamas de oro, diamantes y billetes valorado en 23.000 dólares. Reconozco que el moralista imperfecto y sanguíneo que habita en mí detesta esos alardes pueriles de riqueza en la misma medida que simpatiza con la discreta brillantez. Obviando la bolsa demencial de alrededor de 100 millones de dólares para cada uno por un máximo de 36 minutos de pugilato, deducirán ustedes que, desconociendo el grado de chulería de un Pacquiao que salda las cuentas de sus orígenes de niño de la calle haciendo obras de caridad, ardo en deseos de que el asiático de buena cuenta de este Tio Tom enriquecido del siglo XXI, que queda reflejado en este párrafo de un texto de Malcom X del año 1963:
"Igual que el amo de aquellos tiempos usaba a Tom -al negro doméstico- para mantener a raya a los negros del campo, el mismo viejo amo tiene hoy a negros que no son mas que tíos Tom modernos, tíos Tom del Siglo XX, para mantenernos a raya a ti y a mí, para tenernos controlados, mantenernos pasivos, pacíficos, no violentos... ". 
Quiero acabar haciendo una reflexión sobre la foto de Esperanza Aguirre con una mujer negra de pelo níveo que circuló hace unas semanas. No sé cuál de las dos componentes de la imagen me resulta más hiriente: Aguirre por pensar, probablemente con fino olfato, que ese gesto puede darle, por mínimo que sea, un rédito electoral por la vía emotivo-solidaria o la señora que se abraza sonriente a un personaje público, sabiendo que ese abrazo no nace de un sentimiento sincero y, además, presta su imagen de una manera indecorosa, convirtiéndola en un símbolo de empatía con los inmigrantes. Cuidado. Desconozco si la señora es española o no, analizo lo que, desde mi punto de vista, la foto quiere fijar en nuestro imaginario por si misma.


martes, 21 de abril de 2015

Salvar al soldado Willy

El soldado (de la revolución mundial) Willy Toledo es un quijote, un orate que allá donde hay amables instituciones internacionales como el BCE (Banco central de la Esperanza), el FMI (Fondo Moral Internacional), la OTAN (Organización para la Ternura del Atlántico Norte, ¡qué se extienda por todos los océanos del mundo!) ve, en el frenesí de sus alucinaciones, maquiavélicos entes al servicio de lo que, anclado en el delirio bolchevique, denomina oligarquía. Willy de la Mancha, recalentada su testa por la bacía, piensa que son sanguinarios gigantes esos enormes pero apacibles molinos que triturando el grano alimenticio benefician a la humanidad.
Pero tranquilidad. La operación "Salvar al soldado Willy" ya está en marcha. En las últimas semanas, peregrino por diferentes cadenas, es entrevistado por comprensivas damas sonrientes que me sitúan en el momento en que esa madre universal, tan vieja y tan sabia, ante nuestra pertinacia en el error, nos mira con toda la ternura que cabe en el mundo. Ellas no se ríen de ti (acaso se ponen ligeramente severas, ceño fruncido y mohín mediante, cuando te reconvierten ante tu pecado mortal cubano-venezolano). No son como esos airados que inundan la red clamando por tu locura capaz de cuestionar que el territorio hispano sea democrático. Esas mujeres bondadosas te lo muestran diáfano, refulgente: "Willy, estás aquí y puedes decir lo que quieras". Recuerdo que en los transicionales años 70, tú aún eras muy crío, el cómico Fernando Esteso, antecesor junto a Pajares del torrentiano humor de brocha gorda, lo dejó meridianamente claro: "ahora ya se puede largar" nos aleccionaba tan carente de sagacidad como sobrante de malicia cazurra. Se puede largar es sinónimo de democracia. Te lo corroboran esas diosas de la información: puedes generar una eclosión de sapos y culebras contra el menos malo de los sistemas posibles, el capitalista, ese que siendo soberano indiscutible, nunca tiene responsabilidad alguna en el sufrimiento humano que existe en el mundo.
No puedo dejar de soñar con un acto público multirretransmitido en el que, bajo el título "la conversión de Willy" o "Willy salvado", al modo de los locuaces predicadores norteamericanos, con la mirada arrobada de sus madrinas mediáticas, tras renunciar al culto a la triada de los ángeles caídos (Fidel, Hugo y Nicolás), Willy, limpio de los odios de clase, será acogido entre cánticos, en la seráfica comunidad de los creyentes.
Sí, Willy, déjate salvar o renuncia a aguantar el asco de su condescendencia. Lúcido, lo tienes claro. En una de tus apariciones explicaste que apoyas al líder IU Alberto Garzón, pero estimas que debes mantenerte al margen pues quizás lo perjudicarías. Vivimos, aunque duela, en un sistema que, multiplicando las injusticias, ha logrado la muerte civil o social de quiénes las enfrentan desde la necesaria radicalidad. O sea, los revolucionarios.

jueves, 16 de abril de 2015

Galeano

La muerte de Galeano, para los que esperábamos sus libros con el ansia de unos jovenzuelos abducidos por el enésimo Harry Potter (justo el día antes de su fallecimiento leí que estaba a punto de salir "Mujeres"), significa una baja irreparable y, desde su peculiar prosa, diría que irremplazable. Galeano es parte de mi educación para la conciencia y el disfrute, parte de ese selecto grupo de personas que conforman nuestra familia vital, pues a través de su lectura las interiorizas, estableces un vínculo íntimo con ellas. Me ocurrió algo similar con el periodista Javier Ortiz, sus textos eran para mí un alimento diario que durante mucho tiempo, tras su muerte, extrañé. 
Con Galeano sentía la cercanía ética. Una historia escrita prescindiendo de los poderosos y poniendo en el foco (con su nombre, sacándolos del anonimato) a los que él llamaba "los nadie". Pero me maravillaba aún más su estética. Quizás exagerando, creo que tendría la osadía de retar a cualquier lector puntilloso a que encuentre una palabra sobrante o ausente en su trilogía "Memoria del fuego" o en la más reciente "Espejos. Una historia casi universal". Ambas siguen un mismo patrón creativo: microcapítulos vertebrados por el eje de la cronología que, pinceladas precisas, nos muestran un fresco vivísimo de América Latina y el Mundo. Al acabar la lectura de sus textos, aunque suene cursi, tenía la convicción de haber asistido a la conjunción de la verdad doliente (o festiva) y la belleza.
No me olvido de que, como yo, era un amante casi compulsivo del opio que, patas de palo, nunca nos amó. Recuerdo que en 2010 declaró que durante el mes de junio, e inicios de julio, pondría el cartel: "Cerrado por el Mundial". Me apetece reflejar, aunque quizás ya lo haya hecho en otra ocasión, una anécdota placentera: recién publicada su obra "El fútbol a sol y sombra" acudí presto a la librería. Cuando uní título y autor la cara de extrañeza, el estupor del librero pensando que estaba ante el profanador del buen nombre de un intelectual comprometido, me llenó de una pérfida satisfacción. No puedo evitar la gamberrada, romperle el esquemita al rojiprogre dogmático antifutbolero me regocija. Hoy ya no es novedoso, pero durante cierto tiempo los rojeras le dimos al opio de manera clandestina.
Quiero, casi para acabar, reñirte, Galeano. Tenías que haberle dicho a la parca que te aguardara un día más, hasta el 14 de abril, pues desde España, estado sin fechas conmemorativas protagonizadas por el pueblo, para muchos habría sido tan hermoso como justo asociarte, para siempre, con el día en que pareció posible "una república de trabajadores de toda clase".
Me parece el mejor colofón de este texto, sentido y desmañado, un capítulo de "Espejos" donde Galeano retrata la ferocidad del fascismo español, y en un párrafo final de cinco líneas nos muestra la injusticia histórica que a veces nos depara el lenguaje. 


El Diablo es rojo

Melilla, verano de 1936: estalla el golpe de estado contra la república española.
El trasfondo ideológico será explicado, tiempo después, por el ministro de Información Gabriel Arias Salgado.
Él vive en un pozo de petróleo, en Bakú, y desde allí da instrucciones a los comunistas.
El incienso contra el azufre, el Bien contra el Mal, los cruzados de la Cristiandad contra los nietos de Caín. Hay que acabar con los rojos antes de que los rojos acaben con España: los presos se dan la gran vida, los maestros desalojan a los curas de las escuelas, las mujeres votan como si fueran varones, el divorcio profana el sagrado matrimonio, la reforma agraria amenaza al señorío de la Iglesia sobre las tierras…
El golpe nace matando, y desde el principio es muy expresivo.
Generalísimo Francisco Franco:
Salvaré a España del marxismo al precio que sea.
¿Y si eso significa fusilar a media España?
Cueste lo que cueste.
General José Millán-Astray:
¡Viva la muerte!
General Emilio Mola:
Cualquiera que sea, abierta o secretamente, defensor del Frente Popular, debe ser fusilado.
General Gonzalo Queipo de Llano:
¡Id preparando sepulturas!
Guerra Civil es el nombre del baño de sangre que el golpe de estado desata. El lenguaje pone, así, el signo de la igualdad entre la democracia que se defiende y el cuartelazo que la ataca, entre los milicianos y los militares, entre el gobierno elegido por el voto popular y el caudillo elegido por la gracia de Dios.


lunes, 13 de abril de 2015

El nuevo crepúsculo del viejo sueño republicano

El 13 de abril de 1977, a las 11 de la noche, tres camaradas y quién esto escribe, militantes del Partido de Unificación Comunista de Canarias (una de las tantas organizaciones surgidas por el flanco de babor de un estriborizado PCE), fuimos detenidos por realizar una pegada de carteles conmemorativa y reivindicativa. En la víspera del 46 aniversario de la fundación de la Segunda República, luchábamos por la consecución de la Tercera. Hoy 13 de abril de 2015, víspera del 84 aniversario, sigue siendo necesario prepararnos (en general pocos) para conmemorarla y, lo que es más triste, reivindicarla.
El adolescente que tenía 17 años, con su querencia republicana tan racional como sentimental, ya por aquellos días empezó a oír que la república era un tema secundario, que el dilema básico de ese momento histórico era dictadura o democracia. Tanto el PSOE como el recientísimamente legalizado (9 de abril, sábado de resurrección) PCE, empezaban a desplegar en sus puestas en escena la bicolor. 
En diversas ocasiones y foros he sufrido el argumento de que a la mayoría de la gente le daba igual la forma de estado, que ese asunto no le preocupaba a casi nadie. El problema es que una izquierda poderosa, bajo mi punto de vista, es una agenda de la conciencia con puntos insobornables, edificados con derechos básicos e igualdad. Y la monarquía, para un hombre de izquierdas consecuente, se basa en la más oprobiosa de las desigualdades: concebir la jefatura de un estado, vía coito, como el coto privado de una familia. 
También hay tergiversadores míseros que legitiman la corona acogiéndose al necio argumento de que recibió el espaldarazo al ser aprobada, mediante referéndum, la constitución de 1978. Aquella que se votó en medio, no de un ruido, sino de un estruendo de sables. Una consulta de un paquete global donde elegías la posibilidad de dejar atrás lo más atroz de la dictadura y en la que las fuerzas a la izquierda del PCE pidieron la abstención, pues sabían que el voto en contra era patrimonio (salvo en Euskadi, si la memoria no me falla) de la ultraderecha.
Han pasado casi 40 años de mi 14 de abril adolescente. Hoy que, como he dicho antes, unos seguimos conmemorando y reivindicando, otros siguen, para disimular su cobardía, su agenda posibilista y sin entidad moral, con el mismo sonsonete de hace tantos años: la república no es un tema prioritario, no es una necesidad que sienta la gente.
En los últimos años, hasta junio de 2014, en el ocaso, salpicado de escándalos, del Borbón viejo (más por apolillamiento interno que por fuerza externa), se vislumbró la posibilidad de un tiempo nuevo que conllevara decidir sobre aquello que nunca interesa que interese: la forma de estado. La operación recambio, que ha situado al Borbón joven en esa antigualla que llamamos trono, ha sido un éxito. La nave monárquica, debemos tenerlo claro, ha enderezado al menos de momento su rumbo.
Debo hacer mención a un partido que se autodefine republicano pero, en el culmen de la coherencia, ha sido el principal garante del régimen monárquico español. Si en junio de 2014 el PSOE declara que el pueblo español tiene derecho (con la palabrería de rigor y "reconociendo bla bla bla los grandes servicios prestados por la corona, bla bla bla"), tantos años después de cuando tocaba reparar ese agravio histórico, a un nuevo proceso constituyente donde como paso previo se decida la forma de estado, el régimen del 78 quizás habría entrado en una crisis irreversible, pudiendo romperse las ataduras de la transición. Sé que lo que antecede es un imposible. El PSOE es un pilar del orden establecido, un partido que anida, sólidamente, en la orilla derecha, con un líder espiritual, Felipe González, que firma junto a expresidentes de derechas de América Latina, un manifiesta para derribar al gobierno electo y revolucionario de Venezuela.
No puedo dejar de referirme a Podemos. He visto en diversas ocasiones tanto a Pablo Iglesias como a Monedero o a Errejón defender la República. Pero hay un par de datos desazonantes. Hace un mes, Sergio Pascual, secretario de organización, declaró lo siguiente: "el debate Monarquía o República no interesa en absoluto a la ciudadanía española". Uno de los "reyes" de la nueva política (aunque ya no en exclusiva, pues ha irrumpido ese Podemos de marca blanca que es Ciudadanos) esbozando un argumento viejo y, lo que es peor, de enorme pobreza intelectual. ¿Dirá algo Podemos estos días? No lo sé. Pero parece que sí hará: reunirse  en Bruselas el 15 de abril junto al resto de eurodiputados españoles, salvo (honrosa excepción) los seis de la Izquierda Plural, con el jefe, no electo, de la tan denostada casta: Felipe VI. 
Ya sé, en el ocaso del adolescente, que jamás cumpliré el viejo anhelo de salir a la calle, con mi tricolor, el día fundacional de la Tercera, y así dar descanso a la vieja, querida y asesinada Segunda República.
                                          

viernes, 10 de abril de 2015

El último vuelo (criminal) de Narciso

El accidente del avión alemán de la compañía Germanwings que, según las investigaciones hechas públicas, estrelló su copiloto contra Los Alpes, ha hecho correr (en una tendencia imparable de exprimir, quizás hasta el exceso, las catástrofes) ríos de tinta, de palabras y de imágenes televisivas. No voy a entrar en el consabido tema de que este mismo suceso en Birmania (país quizás conocido principalmente por dar nombre a una película bélica de la 2ª Guerra Mundial), no dura más de un día en la primera plana de los noticiarios europeos, salvo en los españoles y alemanes debido a la cantidad de fallecidos de esas nacionalidades. Todos sabemos que aunque el mundo es cada vez más, en el ámbito informativo, una aldea global, la cercanía física y política (en el sentido de pertenencia una misma comunidad estatal) sigue siendo básica, salvo acontecimientos de enorme magnitud, para dimensionar un suceso. No obstante, hay que reconocer que el accidente de un avión de pasajeros casi siempre es noticia relevante, pues su consecuencia, en la mayoría de los casos, es una cantidad elevada de fallecidos en un instante. No existe el goteo, poco noticioso, salvo en el ámbito local, de los accidentes de tráfico. Hace 15 años en España fallecían anualmente alrededor de 6.000 personas en accidentes de carretera. Hagan ustedes las cuentas, dividiendo entre 12,  y verán que es el equivalente a un avión grande estrellado cada quince días. En 2014 afortunadamente (entre muchas comillas) esa cifra había descendido a pocos más de 1.100. Cuando salen estos datos anuales creo que casi ningún informativo los pone en su cabecera ya que, salvo para sus familiares, estas personas pasaron al mundo gélido de la estadística.
Siempre que se produce un accidente de este tipo, como prevención de la congoja, se nos insiste en que el avión es el medio de transporte más seguro, "mucho más que el automóvil" suele ser el remache. Nos quieren transmitir que si tenemos la "osadía" de ponernos cotidianamente al volante de un coche no debemos tener miedo alguno de elevarnos en un artilugio miles de metros. Este argumento me genera alguna pregunta. Quizás estoy planteando una barbaridad, pero creo que habría que cuantificar cuantos desplazamientos anuales hay en cada medio de transporte y hacer (si son posibles) las equivalencias de siniestralidad pertinentes. Siguiendo con las equivalencias, aunque ahora sea para cuestionarlas, me pregunto si es comparable un medio de transporte casi totalmente profesionalizado con otro en el que ocurre justo lo contrario. Por último, parece lógica la exhaustividad en el control técnico de un aparato cuyo soportes físicos no son ni el estado sólido ni el líquido.
Antes de entrar en el objetivo inicial de este texto (más que irme por los cerros de Úbeda, vivo en ellos), el copiloto, me gustaría reflejar la paradoja de que un dispositivo ideado para evitar la entrada de enemigos, el bloqueo de la puerta desde dentro, no haya previsto la remota, pero real (5 casos conocidos en los últimos 20 años), posibilidad de que ese enemigo ya estuviera dentro. En la carretera, siguiendo con la paradoja y reconociendo que los cinturones de seguridad han salvado muchas vidas, no podemos perder de vista la gente que ha fallecido en interior de un vehículo que se incendia, atrapada por el dispositivo que debería protegerla.
Lento, pero llego a Andreas Lubitz. Pueden inspeccionar su vida al derecho y al revés, y publicar entrevistas con gente que lo conocía íntimamente o con una vecina que ya percibía ciertas turbiedades en su proceder o en su mirada. Sé que los hechos no suceden sin causa, pero estoy convencido de que por el mundo pululamos millones de seres humanos que nos movemos en parámetros psicológicos similares a Andreas, y que en una entrevista en la que nos jugáramos ser aptos para un determinado trabajo, mentiríamos, mostraríamos un yo adecuado a lo que el otro quiere ver. La aptitud física es mensurable, la psíquica, cuesta mucho más establecerla con precisión.
Una exnovia ha declarado que Andreas quería pasar a la posteridad, que tenía ataques de ansiedad y pesadillas, que sabía esconder a los demás lo que le pasaba dentro y que tenía una crisis existencial. Como guinda para describirlo me ha llamado la atención el juicio emitido por el psiquiatra español Francisco Toledo: "no era un enfermo mental, sino un narcisista maligno".
Posteridad: ¿ninguno de ustedes se ha preguntado alguna vez quién los recordará? ¿por qué la inmensa mayoría de los seres humanos sólo somos historia colectiva? ¿en el concepto alma, en su creación, siendo diferente, no anida ese deseo de trascendencia?
Ataques de ansiedad y pesadillas: quizás vivir sea básicamente eso para una enorme cantidad de personas, un control continuo de nuestras ansiedades, entendiendo éstas como el fruto de diferentes tipos de miedos.
Esconder el interior: ¿es concebible o tolerable una vida a pecho descubierto, sin refugios inaccesibles, sin santuarios inviolables? ¿se imaginan la tragedia que supondría que tras nuestra sonrisa agradable y mesurada el interlocutor leyera en nuestra mente la realidad, fangosa, que en no pocas ocasiones esconden nuestras bellas palabras?
Crisis existencial: probablemente esta sea, en su sensación de paisaje desolado, tan feroz y dañina como la crisis económica, bastante más conocida. No obstante, me cuestiono si cuando ésta última entra por la puerta su prima existencial, tan difusa ella, salta por la ventana.
El final.
Narcisista maligno: esta definición de Andreas, por lo novedoso (al menos para mí) del concepto, me ha impactado. Narciso, prendado de sí mismo y malvado, sacrifica su parte hedonista, asume el imposible disfrute de la obra cumbre de su malignidad, y ante el escaso reconocimiento del mundo, suicidándose asesina, por vía vicaria, en ese pequeño mundo aislado que era el avión, a toda la humanidad.

domingo, 5 de abril de 2015

Privilegio y trabajo

Hace unas semanas, en el transcurso de una conversación, surgió el concepto privilegio relacionado con el concepto trabajo. Sé que es un tema espinoso, pues el desempleo está en la base del sufrimiento de muchas personas. Esto me lleva a hacer una reflexión escrita sobre el asunto para explicar mi posición. Cuando me acerco a cualquier tema que trato en este blog no pretendo ser un ente objetivo. Asumo mi subjetividad, que mi realidad, mi historia, mi posicionamiento ideológico, marcan mi visión del mundo.
Soy consciente, aunque no lo he vivido en mis carnes, de que cuando la necesidad material acucia, el lenguaje queda en un plano inferior e intrascendente. Aclaro esto, me reafirmo en mi postura, ya expresada en otros textos, acerca de que el lenguaje es un elemento de dominio ideológico de primer orden, que utiliza con enorme sabiduría la clase dominante  para conformar el pensamiento de la gran mayoría, utilizando como herramientas sus medios (casi todos) de comunicación. La víctima civil de un bombardeo es, desde hace años, un lamentable, pero ineludible, daño colateral; la agresión militar contra un país, en un excepcional ejercicio lingüístico-mágico, muta en intervención humanitaria. El lenguaje deviene en disfraz o espejo deformante de la realidad. En mi empeño por lograr una cierta precisión lingüística, como elemento de concienciación y avance, soy absolutamente renuente a mezclar el concepto trabajo (considerándolo la labor cotidiana de una inmensa mayoría, por la que en base a nuestra cualificación recibimos una remuneración digna) con el de privilegiado. No obstante no se me escapa que no es lo mismo ganar 2.000 euros mensuales netos, que ganar 950 brutos o menos (situación que según un reciente estudio padecen en el estado español cuatro millones y medio de asalariado) o estar en el paro sin cobrar prestación alguna. Para la persona que padece esta última situación la posición del grupo de los cuatro millones y pico de mal pagados es un anhelo, y para el que ingresa menos de 950 los dos mil son un sueño. Y para ambos, con gran placer de las clases dominantes de ingresos millonarios, de esos para los que los trabajadores somos insectos, el grupo que llega o rebasa los dos mil es un colectivo, y aquí surge la interesada palabra, privilegiado. Se obvia que la palabra privilegio implica obtener o disfrutar algo inmerecido y que se le niega al resto de la sociedad. 
Un trabajador no precario, con una remuneración que le permite llegar a fin de mes sin apuros, no es un privilegiado, es un horizonte por el que tenemos que luchar todos los trabajadores sin distinción alguna. Siempre he defendido que los que tenemos un trabajo estable, con más encono aún que los precarios (en situación de debilidad), tenemos el deber moral, fruto de la conciencia de clase, de abanderar esa reivindicación.
Usemos el término privilegio en su justo contexto, cuando hablemos de salarios o ganancias desorbitadas (por ejemplo los futbolistas de élite, retribuciones millonarias de banqueros, operaciones bursátiles que posibilitan ganar en un día millones de euros) y desechémoslo, o al menos seamos cautos, cuando se use como ariete para crear divisiones en el seno de la clase trabajadora, confundiendo, intencionadamente y con alevosía, lo que es el derecho justo a un trabajo digno con un falso privilegio.

miércoles, 1 de abril de 2015

La cabra pepera en su monte

Se me ha venido a la mente el conocido el refrán popular que nos advierte que, irremediablemente, "la cabra tira al monte". Pero creo que tratándose de un asunto que relaciona al Partido Popular y al fascismo español, que aquí se conoce con el nombre de Franquismo, es un error. La cabra pepera siempre ha estado paciendo en su monte, cavernario y agreste. Aunque hoy no lleven correajes ni camisas azules tienen muy claro que Franco es uno de los suyos, que la labor del dictador fue encomiable para las fuerzas reaccionarias del estado español. Nunca le agradecerán lo suficiente que cercenara de raíz el mayor intento de progreso de la historia de España: la 2ª República. Franco, durante 40 años reprimió salvajemente y creó, con la inestimable colaboración de la jerarquía católica, un poso de mentalidad sumisa que, unida a una actitud timorata de la izquierda que no se atrevió a denunciar con contundencia que fuimos el territorio que más tiempo vivió bajo la bota fascista, ha desembocado en que mucha gente no tenga empacho en demostrar su cariño por el genocida. Hitler y Mussolini son en sus países respectivos repugnantes fascistas. El dictador español, en cambio, con más de 20 años de gobiernos hipotéticamente de izquierdas, sigue enterrado en un lugar, nada barato, que se sufraga con dinero público. Yo no pido a estas alturas que colguemos de un poste público, al modo italiano, un saco de huesos con un rótulo que ponga: "desechos de un asesino fascista". Pero sería inimaginable, en Italia o Alemania, que casi 40 años después del óbito del deleznable criminal, siguiera reposando en un lugar honorífico. Esa amabilidad con el fascista, esa lectura de una guerra civil en la que los españoles se volvieron locos y se dividieron en dos bandos, oculta el origen: un golpe de estado que Emilio Mola, su director, el 25 de mayo de 1936 (tres meses antes había ganado las elecciones el Frente Popular), en una misiva interna, decía que debía de ser "extremadamente violento". Y lo fue, pero en buena parte del territorio español fracasó y fruto de esa resistencia popular comenzó una guerra que acabó con la victoria, el uno de abril de 1939, de la que, en un texto de este blog de hace un par de años, me permití denominar "la banda terrorista 18 de julio" http://www.josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/07/la-18-de-julio-la-banda-terrorista-mas.html Y decía, y me reafirmo, que esa banda terrorista ha sido, por goleada, sin discusión, la más asesina de la historia de España. Y la más impune. 
Cuando la izquierda abertzale en el pleno de cualquier institución de Euskadi se abstenía de condenar a ETA se la tachaba de canalla,  y se pedía, por parte de PP y PSOE, hecho que acabó sucediendo, su ilegalización. El 31 de marzo de 2015 han habido dos votaciones que hablan de la simpatía que despierta la 18 de julio en las filas del PP y de la impunidad de aquellos bárbaros y quienes, desde el presente, sabiéndose sus herederos, los apoyan. En Sestao se votó la retirada de los honores que le había concedido a Franco la corporación de dicha localidad en 1966. Los dos concejales del PP se abstuvieron. Haciendo un baremo religioso, ya que estamos en Semana Santa y que esta gente es capaz de decretar la existencia de Dios en el BOE, lo anterior me parece un pecado venial, pero lo siguiente huele al azufre del pecado mortal.
Aunque el símbolo por excelencia (el cuadro de Pisasso no es ajeno a ello) de la barbarie fascista en el estado español es el bombardeo de Guernica el 26 de abril de 1937, casi un mes antes, en Durango, el 31 de marzo, otro bombardeo de la aviación fascista mató a más de 300 personas. En el 78 aniversario de la matanza una declaración institucional de condena del ayuntamiento carece de unanimidad por la abstención (¿delictiva según la ley de partidos?) del Partido Popular. Los que acaban de mandar a la cárcel a cinco jóvenes anarquistas por su posible relación con artefactos que a nadie hirieron en la Almudena y el Pilar, los que han sacado una ley de orden público (o ley mordaza) que convierte la protesta social en una actividad de riesgo, esos individuos (uno de los cuáles, en el carnaval de Tenerife, disfrazándose de nazi se quitó la careta) que niegan el acercamiento de presos de ETA al País Vasco, esos infames, son incapaces de repudiar un bombardeo criminal fascista que supuso la muerte en un día de casi la mitad de las víctimas de ETA en 40 años. 
Y es que en España, donde desde que llegó el PP al gobierno (el poder siempre lo han tenido los suyos) no se dedica ni un euro al desarrollo de la timorata Ley de la Memoria Histórica, sigue rampante el partido de la impunidad fascista.