domingo, 30 de junio de 2013

Dando clases en un barrio humilde: un combate de sentimientos e ideas

Aunque aquí no tengo perfil (bueno sí, en sentido literal y en tono de broma, el de la foto), creo que parte de las personas que de vez en cuando se dan una vuelta por este callejón, saben que quién esto escribe es profesor de enseñanza secundaria. Mi trabajo se desarrolla en la localidad grancanaria de Jinámar, barrio a caballo entre los municipios de Telde, al que pertenece la mayoría de la población, y Las Palmas de Gran Canaria. Llevo trabajando allí, en el mismo centro educativo, desde hace más de 20 años. O sea, mi experiencia (y la de otros compañeros y compañeras que llevan tanto o más tiempo), es larga, al menos en el plano temporal. Cuando le comentas a alguien el barrio en que trabajas, generalmente arruga la nariz. Jinámar tiene fama de barrio conflictivo. Lo es.
Este curso que acaba de concluir impartí conjuntamente, a los dos grupos de 4º de la ESO, la materia de Ética. En esas dos horas semanales hemos hablado de lo humano y en ocasiones también de lo divino. Una de las actividades de la materia fue la elaboración de una redacción sobre la vida en Jinámar. Drogas y peleas fueron los términos más usados. No obstante, plantearon, mayormente, una dicotomía comprensible. Les gusta vivir aquí, donde uno abre los ojos tiene sus recuerdos, su formación como ser humano, pero la mayoría querría irse. No es algo novedoso. Desde que doy clases aquí, cuando se ha planteado hablar sobre el barrio y su problemática (hecho que al impartir Ciencias Sociales, donde por ejemplo hablas de subdesarrollo y desarrollo, es relativamente frecuente), se entrelazan la devoción y la animadversión.
Muchas veces los arrugantes de nariz te plantean: “¿Por qué no cambias de Centro?”. La primera razón, lo dejo claro de entrada, es una cuestión de carácter, contradictoria con ese cuatrero del orden social existente que me habría gustado ser, me cuesta cambiar, soy un rutinario impenitente, temeroso, en todos los ámbitos de mi vida. Pero también hay otra motivación, enfados puntuales aparte de alguien con gotas coléricas, y es una sensación especialmente satisfactoria cuando sientes que tu hombro ha empujado un poquito para cambiar el rumbo de un alumno destinado al fracaso social. No voy a mentir. No son los casos más habituales. Lamentablemente un entorno familiar complicado es un elemento mucho más decisivo que el colegio o el instituto. Por mucho que estos pongan bastante más de lo que se reconoce socialmente-, mucho de su parte para intentar “rescatar” a esa chica o ese chico que intuimos condenado por un entorno hostil. En muchos casos tenemos casi la certeza de que su fracaso escolar va a suponer también su fracaso un fracaso programado- vital. Sé que es un diagnóstico duro, pero creo que no es errado.
Odio las quimeras no las confundamos con las utopías que han sido y son oxígeno- en la vida real. Dentro del sueño, del cuento o de la novela, podemos establecer la coherencia  que deseemos. Cada mundo puede tener sus reglas, pero este tiene las suyas propias, enmarcadas por una sociedad de clases. Y una de las reglas del sistema capitalista que rige este mundo es la generación de carne de cañón, seres cuyo único norte es el consumo, cuasi esclavizados por la precarización laboral y los salarios de miseria. Ese es el destino diseñado especialmente para los jóvenes de barrios populares como el de Jinámar. Un futuro sin derechos, un futuro fragmentado donde la solidaridad se cotice a la baja, al contrario que la caridad. Un futuro de sumisión, sin rastros de pensamiento crítico.
Uno de los últimos días de clase a los alumnos de 4º de la ESO, después de reconocerles haber disfrutado con ellos, les dije que mi objetivo principal es que ahora, cuando acaba el curso, tengan en sus mentes muchas más preguntas que hace un año. Que sepan que vivir es buscar respuestas que muchas veces generan más preguntas. Que su enfoque sobre la vida se haya ampliado. Lo sé, soy un iluso, pero aspiro a abrir brechas en fortalezas no pocas veces cimentadas con ideas nocivas.
Como profesor, lo confieso abiertamente, quiero ser un activista del pensamiento. Alguien quizás se escandalizará y me espetará: “usted quiere manipular al alumnado”. No, se confunde, aspiro a ofrecerles otra visión de la realidad, combato el pensamiento mágico que nos inocula que el mundo como lo conocemos, como está estructurado (ser rico o pobre, por ejemplo), es un suceso tan inevitable como que el sol salga por el este y se ponga por el oeste. Si yo les digo que al rey Juan Carlos lo puso un dictador fascista y genocida llamado Franco, al que nunca ha repudiado,  estoy ofreciendo una visión alternativa a la edulcorada que nos presenta un rey de cuento, un padrecito protector, hacedor de democracias. Son necesarias visiones que se contrapongan a la ideología dominante y aplastante. Una de las preguntas en la asignatura de ética era si les interesa la política. Repuesta casi unánime: no, paso de política. Y me enrabieto imaginando a los que cortan y reparten el bacalao frotándose las manos, pensando: consume (lo que puedas) y calla. Siempre le he dicho al alumnado que durante años me ha expresado su rechazo a la política: “ustedes pasan de política, pero la política no pasa de ustedes”. Además están bien educaditos (en un sentido irónico), pues tienen una visión bipartita del mundo, reducido al universo del PP y el PSOE con algunas gotas de Coalición Canaria.
Quisiera hacer una mención final a los Programas de Cualificación Específica (PCE). Éste, en bastantes casos, es el último salvavidas para muchos jóvenes rebotados (por múltiples causas) y náufragos. Para no enredarme ni enredarlos diré que es una vía bastante más sencilla para conseguir la titulación en la ESO y de paso obtener una cierta cualificación profesional. Este curso se ha sentado delante de mi mesa, en 2º de PCE, una alumna que conozco desde hace años, que fue puesta a prueba con una situación dura. He visto su esfuerzo, su ilusión, su pelea y su transformación. Su titulación, al igual que la de algunas de sus compañeras, me produjo una sensación de satisfacción con regusto a matrícula de honor. Tiene su belleza luchar (¡ojo! no planteo heroicidades, son más los perdidos que los rescatados) por arrebatar jóvenes al determinismo social dictado por la riqueza o la pobreza, sea material o espiritual.
No sé si este texto transmite alguna idea o sentimiento, quizás está algo deslavazado,  pero necesitaba escribirlo, compartir estás vivencias y reflexiones. Lo acabo haciendo mía aquella frase de José Bergamín (1895-1983), poeta e intelectual católico de izquierdas,  que en su vejez decía: “He sido tan sentimental que tengo el corazón hecho un trapo, verdaderamente un trapo”.
 
Posdatas:
1. Perdón por las erratas que puedan aparecer en los textos, los corrijo, pero casi siempre, sospecho, se escapará alguna. Me pasó ayer revisitando el artículo "Religiosidad y comunicación". Había dos errores. Imagino que habrá algunos más campando como bribones a sus anchas
 
2. Algunas personas me han dicho que se ven imposibilitadas para hacer comentarios por cuestiones, digamos, de orden técnico. La verdad es que no sé, en mis escasas nociones informáticas, como solucionar el tema. Mi amigo Jero (que lejana queda la juventud, querido, tanto recordarla como mirar adelante me debilita el ánimo) al principio tuvo ese problema, si él u otra persona quiere explicar como hace para introducir los mensajes le quedaré muy agradecido, pues ayudará a la inmensa cola de comentaristas que ansían verter en este callejón sus opiniones. Como ustedes verán, amo la ironía.
 
 
 
 
 

martes, 25 de junio de 2013

Wert ante Helena: una no ficción de desigualdad


Helena, nacida en febrero de 1995, es hija única y acaba de terminar 2º de bachillerato. Su nota media, tras realizar la PAU, es de 6. Querría estudiar Derecho. Para hacerlo tendría que irse a vivir desde Lanzarote hasta la isla de Gran Canaria , donde esta la facultad.
Héctor, también hijo único, nació el mismo año que Helena y en la misma isla, pero en mayo. Su nota media es una décima inferior y estudiará Derecho en la isla de Gran Canaria.
Ambos son dos jóvenes con ilusiones y capacidades similares. Ni son excelsos, ni son arrentes. Héctor sabe que Derecho le costará un gran esfuerzo, pero le gustará, aunque esté 7 u 8 años, estudiarla. Helena sabe que Derecho le costaría un gran esfuerzo, pero le gustaría, aunque estuviera 7 u 8 años, estudiarla.
Seguro que se han dado cuenta: con Helena he utilizado un futuro condicional y con Héctor no.
Siendo jóvenes del mismo tiempo y lugar, con inquietudes y gustos similares, que han estudiado en el mismo instituto, que alguna vez incluso han tonteado, hay un elemento importante que les diferencia: la capacidad económica de sus familias. El padre de Helena es un trabajador de la construcción en paro que cobra los 426 tras haber agotado la prestación por desempleo. Su madre limpia por horas si surge una casa o una escalera.. El padre de Héctor es un abogado que tiene con un socio un bufete consolidado. Su madre es profesora de matemáticas en un IES de la isla. El sueño de Hector, con mayor o menor dificultad, se cumplirá, el de Helena, al menos de momento, no. La posición social de la familia de Héctor permite que éste, aunque sea en un plazo superior al establecido, obtenga la titulación que anhela. Helena, ahora mismo, no tiene la misma opción que su compañero. Los diferencia su nivel económico.
Si tienes una buena renta económica accederás a la universidad aunque seas un estudiante de capacidad media. Si tu renta es escasa y tu capacidad media no accederás a la universidad. Ahí radica una gran injusticia de esta sociedad de clases. La persona pobre, Helena, para acceder a una carrera universitaria necesita una cierta excelencia. La persona adinerada, Héctor, no. Ésta persona, si el camino se tuerce, incluso podría acceder a una universidad privada. Helena no puede soñar con eso.
La igualdad social a la hora de acceder a la universidad, no está sólo en que puedan cursar carreras los alumnos de condición social más humilde con buenos expedientes. La igualdad real sería que pudieran acceder a la universidad, tal y como hacen los más afortunados económicamente, los alumnos pobres de nivel académico medio.
El dinero, sé que es una afirmación de Perogrullo (pero que debemos mantener izada como una bandera), siempre condiciona.
El ministro Wert (el teclado del ordenador trae su apellido) dice que quién no tiene una media de 6,5, límite académico que quiere implantar para las becas, debería estar en otro sitio y no en la universidad. Wert me parecería honesto y consecuente, dentro de su lógica, si dijera: en el estado español quién no tenga un 6,5 no va a la universidad, ni a la pública ni a la privada, aunque este bañado en oro (ya lo sé, los hijos de los ricos irían al extranjero). Pero Wert plantea ese 6,5 sólo para las becas, para cribar al infeliz que no tiene recursos. La universidad para las élites mentales y, por encima de todo, económicas.
Una última reflexión. Cuando Wert habla de que quién no saque un 6,5 debe estar en otro sitio, no hay que ser muy perspicaz para deducir que se refiere a la formación profesional. Es habitual oír a la gente holgada económicamente cantar las excelencias de la FP (que la conozco y las tiene) para los hijos de los “otros”, pues los suyos van a la universidad, al menos de entrada.
 
 
 

sábado, 22 de junio de 2013

Indemnización

Alicia Sánchez-Camacho, dirigente del PP catalán, ha llegado a un acuerdo con la agencia de detectives que la espió durante un encuentro que tuvo con la ex novia de Jordi Pujol hijo. Fruto de ese acuerdo ha retirado la demanda civil que había interpuesto a cambio de 80.000 euros. A este asunto le veo básicamente dos vertientes: la político-chantajista y la económico-moral.
La primera suena a navajeo, a politiquería en el sentido más sucio del término, a enredos que dan pereza, a juego de impostores, a convencimiento de que entre tahúres anda la partida. Sólo diré que la investigación de la fiscalía debe seguir hasta aclarar todo lo sucedido. Si el caso se cierra con la indemnización a ambas señoras (la ex también cobra, aunque menos) es un apaño. Y no me sorprende. Soy consciente de que muchas situaciones anómalas en la vida pública quedan cubiertas por los secretos de estado o las llamadas oportunas o por un carnet equivocado trece veces por trece notarios, confundiendo un DNI de dos dígitos con otro de ocho. Me da un ataque de melancolía (y ya voy sobrado de ella) si me pongo a pensar en lo estúpido que es creer en la posibilidad de que exista la democracia. No sólo por las diferencias de clase, que es el elemento fundamental, sino porque intuyo que las "grandes" decisiones siempre se van a tomar por acuerdos de conveniencia.
Me interesa más el aspecto que denominé económico-moral. En este caso el valor de la conversación es de 80.000 euros. Esa cantidad es aproximadamente el salario mínimo de nueve años o el salario medio español de casi cuatro años. ¿Esa grabación equivale a (poniendo una media de 1700 horas anuales) 15.300 horas de trabajo de una persona que cobra el salario mínimo? Opino como lego, pero me parece excesivo. Ya sé que en este caso la indemnización la paga una empresa privada y que según parece Sánchez-Camacho destinará el dinero a alguna organización caritativa (no le queda otro remedio). Pero en otras ocasiones las indemnizaciones las paga el estado, salen del dinero de todos. Aclaro que no cuestiono su necesidad. Las entiendo cuando sirven para paliar una situación de personas que quedan en desamparo (invalidez, heridos, familiares de fallecidos), pero las que son por injurias o atentados al honor me desconciertan en el sentido de que me pregunto como se cuantifica el daño al honor o el daño moral ¿Qué forense cuantifica las lesiones del alma? ¿Qué tarifa se les aplica? Seguro que en las tarifas del alma también hay ricos y pobres. Los estadounidenses tiene un alma delicadísima y muy costosa de reparar. 
¿Si me cito en la calle con nombre del gran desamortizador español del siglo XIX, en un bar que hace referencia a los naturales de la isla del meridiano, con la ex amante de un alto cargo de la política canaria, me grabarán? ¿Y si me graban me llegará la indemnización para una ración de calamares y otra de ropa vieja, regaditas con sus correspondientes birras? De ilusión también se vive, carajo.
Aclaro que el acertijo (muy sencillito) de la penúltima pregunta, está en clave de la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria.

miércoles, 19 de junio de 2013

Los neoesclavistas o aboliendo el derecho al duelo

Pasas buena parte de tu vida orbitando a unas  personas que te limpiaron, que te alimentaron y vistieron, que te dieron cariño y protección, que en tu adolescencia empujaban contra ti las manecillas del reloj que tú defendías con fiereza, que en tu madurez a grandes ratos quieres y a ratos, más breves, detestas. Sus historias a veces te hartan, pero después, cuando piensas fríamente, cuando se te pierde la vista en la hoja de papel donde, con urgencia, necesitas escribir, te emocionas, porque sabes que todos somos triste carne humana, llena de miedos, desesperos y anhelos, que casi todos amamos de manera deficiente: o apabullando o perdidos en la lejanía, en el marasmo. Sabes que la vida está repleta de líneas incompletas, de frases que nunca fueron pronunciadas o leídas. Una de esas personas, con  la que has pasado infinidad de horas, un día muere, quizás inesperadamente o tal vez por un proceso inexorable. Lo quieras o no, aunque todo sea fruto del orden natural de la existencia, aunque la vida de ese ser haya estado bien cumplida, al menos temporalmente, una parte de ti ya no está, en cierta medida tienes que reubicarte, tienes que acomodar ese pequeño o gran hueco junto a todos esos espacios áridos que ya van siendo parte de tu patrimonio vital.
Lo sé estoy divagando (algo sentimentaloide), quizás para apartar de mí la pléyade de insultos (que no escribiré aquí cobardemente) que suben a mi boca ante la siguiente noticia, que seguramente todos conocen:
"El responsable de relaciones laborales de la CEOE, José de la Cavada, criticó los cuatro días de permiso que el Estatuto de los Trabajadores otorga por fallecimiento de familiar de primer grado cuando es fuera de la ciudad, alegando que los viajes no se hacen en diligencia".
No soy una persona especialmente necrófila. Nunca he pensado que la muerte otorgue una dignidad especial al que carecía de ella en vida. Al revés, creo que el respeto principal debe profesarse cuando aún estamos aquí . La muerte pone el final, pero no redime. Partiendo de la base de que no venero a la muerte, me parece tan obsceno lo que significa esa pretensión de hurtar un día o dos a quién atraviesa un momento de pérdida, es un reflejo tan diáfano de los tiempos que vienen, de esa neoesclavitud (¿sobre todo mental?), a la que nos quieren abocar, que quizás estamos ya, ahítos de pasividad, todos muertos, y no nos damos cuenta de que las campanas, esas que no sabemos de donde vienen, tocan por nosotros, que -como leí en algún sitio- están pensando si nos merecemos no ir a trabajar el día de nuestro entierro.
Final. De la Cavada ha pedido disculpas, Rosell ha pedido disculpas. No los crean. Están en plena reconquista del capitalismo más feroz. Mandan un suicida, lo amonestan, prometen castigarlo. Pero han medido nuestra capacidad de indignación, y además saben que nos han metido un poquito más de miedo en el cuerpo, que tras el suicida alocado viene el gran ejército del FMI que reclama salarios aún más bajos y despidos aún más baratos.
 
 

domingo, 16 de junio de 2013

Tras las líneas rojas

 
EEUU confirma que el gobierno sirio usó armas químicas. La noticia ha aparecido así en la mayoría de los medios. Ese titular tajante significa darle a la afirmación del régimen estadounidense (lo mismo que se usa el término régimen para el gobierno sirio u otro gobierno díscolo, con intenciones recriminatorias, planteo ese mismo uso, con mayor razón debido a su fortaleza, para el gobierno de EEUU) el 100% de verosimilitud. Muchas personas cuando lean u oigan la noticia quedarán convencidas de la maldad del gobierno sirio. Y no es mi intención hacer de abogador defensor de dicho gobierno, lo que planteo es que la información no nada inocente, que busca más adoctrinar que presentar una hipótesis debatible. El frente informativo en cualquier conflicto es vital. Se utiliza el concepto tabú: armas químicas, prohibidas internacionalmente. Un concepto que controle el pensamiento, los interrogantes, que ahogue la reflexión. Sucede también con otros conceptos de los que ya he hablado en algunas ocasiones: terrorismo o violencia. Ante estas palabras rechazo frontal sin debate. Sin analizar causas o razones.
Los entre 100 y 200 fallecidos por el uso de armas químicas, según el régimen de EEUU, son una ínfima parte de los aproximadamente 90.000 que, según la ONU, ha generado el conflicto. Sospecho que esos son muertos cualitativos, de gran valor de uso a la hora de justificar determinadas acciones. En cualquier caso, son más importantes que el chico de 15 años que fue asesinado por una facción de los rebeldes sirios, delante de sus padres, por negarse a ser un creyente. Sé que un único ejemplo, en un sentido u otro, tiene tintes demagógicos, pero es aberrante que la principal potencia militar mundial, con enormes arsenales atómicos (¿dónde vas Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares?) , la única que masacró dos ciudades  en un instante (Hiroshima y Nagasaki en 1945, para situarse en lo más alto del podio frente a la URSS como máxima vencedora de la 2ª Guerra Mundial), la que utiliza donde le place los drones (aviones no tripulados), llevando la muerte a domicilio a riesgo cero... Insisto, es burla y escarnio que ese régimen capitalista (sí, existen regímenes capitalistas, aunque la mayoría de las veces no nos presentan unidas estas palabras) armado hasta los dientes, que no conoce línea o frontera en mar o en tierra, hable de "líneas rojas". Se supone que el transgresor de esas delimitaciones, con el uso de armas químicas, ha sido el gobierno sirio. El asunto rebosa hipocresía. Cada muerto en esa guerra, como en todas, es única e irrepetible, da lo mismo el armamento que haya acabado con su vida, es una tragedia instalada en una familia, sea del bando que sea. Tanto al rojo como al fascista o al de una opción religiosa, le lloran sus familiares. Por eso me pregunto qué línea roja traspasa la muerte de 100 o 200 que no ha traspasado la de 90.000.
El problema no es de líneas rojas, es de diseño. El que fue eficaz en Libia está fracasando en Siria. Después de dos años el régimen se mantiene e incluso está a la ofensiva recuperando ciudades. Assad no parece próximo a caer. Esa pieza, importante para cercar a Irán, el gran objetivo de la alianza entre Israel y EEUU en la zona, no da muestras de flaqueza. Por lo tanto va a haber que hacer un esfuerzo extra. Hay que suministrar más y mejor armamento a la coalición opositora. Y ese suministro a cara descubierta y las ulteriores decisiones, si fueran necesarias, arrancan de las utilísimas líneas rojas. Cualquiera bien informado o con cierta honestidad intelectual sabe que en Siria, como antes en Libia o Iraq, lo que se dirime no es "laluchaporlalibertadylademocracia" (todo juntito para que no se escape). Si quieren democratizar que convenzan a sus aliadas monarquías petroleras y absolutistas de la península arábiga, donde la mujer es un ser de tercera división, hecho que no sucedía (siendo países machistas) en Libia o Iraq y que, aún, no sucede en Siria. Además, en este país EEUU ha topado con Rusia, importante aliado de Siria que da la impresión de estar recuperando una cierta musculatura en política exterior, muy desdibujada desde la caída de la URSS.
La declaración de las líneas rojas rebasadas da luz verde a una escalada de intervención en el conflicto. Oficialmente se empezará por armar a los rebeldes y pronto quizás decreten una zona de exclusión aérea. El premio Nobel de la Paz, distintivo 4 jinetes del apocalipsis, se dispone a liderar al "mundo libre" basándose en las informaciones de sus servicios secretos, esos que aseguraron que Iraq tenía armas de destrucción masiva. La historia, patética y trágica, parece repetirse. En 2003 había un blanco malísimo y conservador al frente del Imperio. Ahora lo lidera un negro bueno y progre. Da igual, él régimen en esencia sigue siendo el mismo, y los que cortan el bacalao también. Es un monopartido con dos caras. A escala reducida, me recuerda a un  país europeo donde los jefes de su bipartito son tan falsos y cobardes, que se ponen de acuerdo por teléfono, para vendernos la ficción (una de tantas) de que existen un gobierno y una oposición.
Acabo refiriéndome una noticia que yo no he visto en ningún noticiario televisivo y que he conocido gracias a Pascual Serrano, que se hace eco de ella en Público http://www.publico.es/internacional/457266/espana-vota-en-contra-del-derecho-a-la-paz-en-el-consejo-de-derechos-humanos-de-la-onu. Da cuenta de que en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU, la Unión Europea y EEUU votaron en contra o se abstuvieron (España lo hizo en contra) de una propuesta de la Confederación de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), impulsada por Cuba, que pide que "se prepare un proyecto de Declaración del Derecho a la Paz". Por supuesto plantean que la paz va ligada la desaparición de la pobreza y la desigualdad. Fíjense que curioso: Cuba, que está en la lista de EEUU de países  patrocinadores del terrorismo, presenta un proyecto para la paz que EEUU, luchador contra el terrorismo y por la paz (se supone) no acepta. Y la noticia, a nivel de grandes medios, invisibilizada. Así se afianza la ideología dominante.


jueves, 13 de junio de 2013

Sobre comunicación y religiosidad

Pascual Serrano con seguridad no es el periodista más conocido del estado español, pero con la misma seguridad afirmo que es de los periodistas más recomendables para acercarnos a la realidad. Ha dedicado buena parte de su trabajo a analizar los medios de comunicación y, sobre todo, que intereses manejan los hilos de cada uno de ellos, alardeantes  siempre de ser paladines de la libertad de expresión. Pascual publica mes tras mes, en su pagina personal http://www.pascualserrano.net/ lo que él llama perlas informativas, donde quiere mostrarnos, básicamente, que en los grandes medios la realidad se nos presenta con mayor o menor bondad o maldad, o a veces directamente no se presenta, según de quién se hable. Y se acentuará la maldad, hasta lo grotesco, si de quién se habla es un sujeto, individual o colectivo, que pone en cuestión el sistema de dominio capitalista existente. Uno de los ejemplos más evidentes, y del que ya he escrito aquí, es el de Chávez, que, por cierto, despertaba la unanimidad de los medios españoles desde el supuestamente progresista "El País" hasta el cerrilmente derechista y mariano (de esto hablaré enseguida) "La Razón". El difunto Chávez, campeón americano de ganar elecciones era tildado sistemáticamente de dictador y populista (anatemizante palabra que se utiliza contra los gobiernos de izquierda transformadora de América Latina y que más de un izquierdista despistado en estos lares, asume). Los medios, en su inmensa mayoría, intentan fortalecer la ideología de la clase dominante, buscan, en expresión del escritor canario Víctor Ramírez, que me llamó poderosamente la atención, "ignorantar" al pueblo.
Todo lo escrito hasta ahora viene a cuento de que estaba el domingo día 9 de junio viendo el informativo  del mediodía de la Televisión Canaria (emisora publica) y me llamó la atención que en un estado no confesional ocuparan lugar central en el informativo tres noticias de carácter religioso (católicas, por supuesto). En la primera de ellas se asumía la visión creyente, confesional, a la hora de redactar la noticia. El locutor decía, afirmativo, que en la localidad de Mogán, al sur de la isla de Gran Canaria, se celebraba una romería para agradecer a San Antonio que acabara con una plaga de langostas. La última gran plaga de langostas africanas en Canarias se produjo en la década de los 50 del siglo XX. El santo debía estar enfadado o, tal vez, como cada localidad tiene el suyo hubo un "conflicto de competencias", porque la plaga arrasó el campo canario. Ironías aparte, me parece que, aunque sea habitual, una televisión pública debe ser más cuidadosa en el manejo de su lenguaje, no adoptando posiciones de fe que pertenecen al ámbito de la conciencia individual y que son impropias de un estado no confesional.
En el mismo informativo se habló de la veneración de los benahoritas (aborígenes de la isla de La Palma) por la virgen de Las Nieves, plasmada en una figura de terracota. En Tenerife está la Virgen de la Candelaria y los guanches que caían fulminados al intentar agredirla, en Gran Canaria la Virgen del Pino que apareció, según cuenta la leyenda, en 1481, en pleno proceso de conquista de la isla por los castellanos (1478-83), en México la Virgen de Guadalupe se le apareció en 1531 al indio Juan Diego. Territorio que los colonizadores católicos iban conquistando, territorio que generalmente iba teniendo una aparición mariana. Así el poder de las armas se iba consolidando con el dominio espiritual. En muchas ocasiones se acababa en el sincretismo (Cuba es un ejemplo preciso de mezcla del culto católico con el traído por los esclavos negros) o con la simulación (en Bolivia cuando veneran a la Virgen veneran a la Pachamama). Con respecto a las apariciones me llama la atención que éstas suelen respetar las áreas de influencia cultural de cada una de las grandes religiones. No me imagino una aparición mariana en La Meca.
Por último, se habló en el mismo informativo de la próxima celebración, en el mes de julio, de la bajada de la Virgen de los Reyes en la isla de El Hierro, espectáculo muy hermoso, con el sonido ancestral, entre danzarines inagotables, de chácaras, flautas y tambores ( mi amigo Fran, un abrazo,  me dijo una vez que el tambor nos estremece porque va acompasado al latir del corazón, me impactó esa unión que, para mí, se hunde en la noche de los tiempos).
Hace unas semanas leí que el CIS había hecho una encuesta sobre creencias religiosas en el estado español. La comunidad con mayor número de no creyentes es Euskadi (37%), la segunda que menos no creyentes tiene, tras Ceuta y Melilla (cuya españolidad es muy dudosa), es Canarias (12%). Ese dato me hizo preguntarme (sin respuesta): ¿tendrá esta cifra algo que ver con esa sociedad mayoritariamente inerme de la que hablaba en este blog hace varios artículos?
Aunque quizás se salga algo del tema, ya que estoy en plan émulo de mi admirado Pascual, no me resisto, para terminar, a comentar otra noticia del mentado informativo. Los miembros de la Asociación de Empresarios Turísticos de Fuerteventura se reunieron para cenar "por la sonrisa de un niño". Junto a los empresarios estaban los altos cargos políticos de la isla y el presidente del gobierno de Canarias. Fue enternecedor oír al presidente de los hosteleros majoreros explicar, candoroso (creo que lo cito casi textual): "se ven los empresarios, comparten (¿?)  y ayudan a los niños". Recaudaron 30.000 euros y durante un par de minutos la televisión pública autonómica ponderó lo generosa que es la clase empresarial canaria. Como dice mi madre, que seguramente se lo oyó decir a mi abuela Pilar a la que no conocí, con la retranca de la gente humilde que sabe sacar de lo poco mucho: "menos aceite da un ladrillo".

lunes, 10 de junio de 2013

Siempre la contradicción




Este poema surgió hace 3 ó 4 años, cuando daba clase a un curso de 2º de la ESO, tras cruzarse mi mirada con la que me pareció  la mirada desesperanzada y perdida de una alumna.

viernes, 7 de junio de 2013

Manifestarse, luchar, ¿sirve?

El siguiente artículo surge de la lectura de la reflexión de Jerónimo a la anterior entrada del blog. Pongo el enlace para que si les apetece lean su texto
 


 
Rosa Parks un día de 1955 se negó a levantarse de su asiento en la guagua (autobús en canario) para dejarlo, como marcaban las normas, a un blanco. La mayoría de la población blanca del sur de EEUU defendía la justeza de la discriminación racial, de que Rosa se levantara y se fuera al fondo del vehículo.
 
Cuando Espartaco, en el 73 a. c., se rebeló junto a otros esclavos constituyendo un ejército que, por la fuerza de las armas, puso en jaque al Imperio Romano, la mayoría de la sociedad romana defendía la justeza de la esclavitud.
 
Cuando en 1789 se produce la Revolución Francesa, que marca el inicio de la contemporaneidad, revolución parida (al igual que la norteamericana de 1776) por la Ilustración y la burguesía y a cuyo carro se subieron las clases populares urbanas (sans-culottes), la mayoría de la población francesa –como en toda Europa- era campesina, aproximadamente el 80%. Esos campesinos, en buena medida, apoyaban la estructura social vigente, aunque fuera contra sus propios intereses. Además tiene enorme lógica, eran seres explotados, analfabetos (lo era el 90% de la población), con una visión del mundo recibida a través del oscurantismo eclesial y que ellos percibían, desde la cuna a la tumba, como el “orden natural” de las cosas. O sea, la revolución francesa fue obra de minorías intelectuales y urbanas. La mayoría habría seguido con su cotidianidad tal y como estaban, acaso quizás con alguna revuelta campesina puntual fruto de las hambrunas.
 
En 1917 se produce la principal revolución del siglo XX: la rusa. Rusia, al igual que Francia en el siglo XVIII, era un país semifeudal y con una clase obrera escasa y concentrada en San Petersburgo y en Moscú. Esa revolución que marca sin ningún genero de dudas el devenir del siglo XX –son los comunistas rusos quiénes aplastan al nazismo, hazañas bélicas hollywoodenses aparte-, fue en sus inicios una acción de una minoría muy concienciada, una minoría en lucha por los intereses de la mayoría, que quería transformar la historia  creando el primer estado obrero. Podían ganar o perder. Muchos sabían que probablemente, aunque se consiguieran los objetivos, ellos perderían. Me refiero a los que iban a morir en el conflicto. Espartaco y sus correligionarios o los negros cimarrones americanos podían haber seguido con sus vidas, millones de esclavos y desposeídos lo han hecho a lo largo de la historia, y lo seguirán haciendo, sin mover un músculo. Nuestro primer instinto es el de conservación y eso conlleva adaptarnos al medio natural y también al social. Nuestra especie ha sufrido desde siempre. Pero siempre, siempre, queremos vivir. Seguro que el esclavo, dentro de su cosificación, de su malestar perenne, buscaba los breves momentos de dicha: la risa y el amor. Cada individuo de un grupo que se ha rebelado contra un orden social injusto y violento, más allá de emotivas y necesarias  frases del tipo: “más vale morir de pie que vivir de rodillas”,  tenía mucho que perder, aunque viviera en la pobreza y la humillación: su vida, única e intransferible, la vida del ser que sabe que nace y muere. Espartaco fue derrotado. Él y sus compañeros fueron crucificados a lo largo de un trecho de la Vía Apia. Apostaron al todo o nada y salió nada para ellos y todo para la dignidad, tan vaporosa como necesaria, de los oprimidos de cualquier época.
 
Las élites dominantes no sólo han tenido el dominio económico, han poseído, lo que a mí me parece aún más básico, el dominio de las ideas, han hecho que los oprimidos vean el mundo con el color de sus lentes en cada momento histórico. Y son pequeños grupos, que aspiran a ser mayoría, los que combaten esa visión que anega el cuerpo social, los que inician la lucha por la transformación, contra la inmutabilidad, contra el injusto “sentido común” de cada época, que es sólo un reflejo de la ideología dominante.
 
El proletariado europeo del siglo XIX, nacido de la primera revolución industrial sin más derecho que el de caerse muerto y ser suplido por otro, a base de enfrentamientos con la policía o el ejército en barricadas, huelgas o manifestaciones, muchas veces tan cargadas de razones como de ira y violencia, consiguió trabajar menos horas, acceder a seguros sociales (el conservador Bismarck fue el primero que implantó la seguridad social en Alemania por la potencia del movimiento obrero de ese país), eliminar el trabajo fabril de los niños, el sufragio universal, etc. O sea consiguió que los parlamentos aprobaran leyes que aliviaban la situación de los trabajadores. No se derribaba del poder a la burguesía, pero se arrancaban concesiones (en este sentido a los trabajadores de Europa Occidental la existencia del bloque socialista tras la 2º Guerra Mundial les vino muy bien).
 
La Plataforma Antidesahucios (PAH) ha sido un ejemplo de combinar lucha en las instituciones (recogida de más de un millón y medio de firmas) con la lucha en la calle. Y sus luchas en la calle nos han enseñado algo muy interesante, cuando la pelea adopta formas más “agresivas” o contundentes, pues en vez de circular por los “desfiladeros” de rigor se acercan a ponerle pegatinas en la puerta al diputado X, los dueños de la imprenta, los oligarcas, ponen en marcha todo su fuego mediático para fusilar nuestras mentes con balas de gran calibre: violentos, amigos de terroristas, nazis. Estos tres términos publicados en la prensa española buscan criminalizar a la PAH y avisar a navegantes con la tentación de descarrilar. Lo lamentable es que suelen tener éxito en su objetivo: cortocircuitar el pensamiento con palabras tabú.
 
La violencia o la algarada son indeseables. Pero tengamos claro que si  en un panorama general de recortes aumenta el dinero para material antidisturbios es porque ellos saben, mejor que nosotros incluso, que hay razones para el disturbio, para la algarada. Por cierto el material antidisturbios no es para perseguir delincuentes comunes o banqueros ladrones. El estado tiene el monopolio de la violencia. Cierto. Y la burguesía tiene el monopolio del estado y por lo tanto de la violencia. Si ese monopolio estuviera en vías de cambiar de manos usarían cualquier medio para tratar de impedirlo. Incluso utilizar el ejército, que no es neutral cuando el dominio de clase está en juego (sucedió en el 36, en Chile en el 73). En España las urnas se guardaron 40 años y se abrieron tras un pacto con rey, bandera y clase dominante franquista como ejes intocables y acorazados de la reinstaurada democracia.
 
Me hago la siguiente pregunta: ¿si un país europeo a través de las urnas diera un giro radical hacia una sociedad socialista, se le dejaría recorrer ese camino en paz?
 
Luchar, en mi opinión siempre sirve, aprendamos del enemigo de clase, cuando sus privilegios están en peligro luchan con denuedo, nos odian con pasión. Aprendamos nosotros a odiar lo que ellos simbolizan, lo que no implica combatirlos ciegamente. El antropólogo Manuel Delgado dijo en la radio en una ocasión que el verdadero motor de la historia es el odio, no el amor. El odio que sintió Rosa Parks a levantarse del asiento e irse al fondo de la guagua es el germen de los cambios sociales.
 
Para acabar haré una breve consideración sobre el estado de derecho.
 
El estado de derecho, plasmado en la constitución, dice que en España cualquier persona tiene derecho a la vivienda (que se lo digan a cualquiera de los miles de desahuciados), a la educación (que se lo digan a los estudiantes universitarios que han tenido que dejar sus estudios por impago de tasas), a la sanidad (que se lo digan a la familia del inmigrante muerto en Baleares de tuberculosis). ¿Qué grado de aplicación tiene el estado de derecho en un estado que no garantiza a parte de sus habitantes los derechos antes mencionados? Algún revolucionario (creo que fue el Che) dijo, con pleno acierto (véase EEUU), que el poder está en la punta del fusil. En el capitalismo el derecho está, en buena medida, en el volumen de la billetera. Cierto es que este artículo no aparece en ninguna constitución.
 
 
 

martes, 4 de junio de 2013

Turquía o el uso de la violencia


Hace un par de días veía una intervención de Sánchez Gordillo (alcalde de Marinaleda) en un mitin en Xátiva. Decía algo que me llamó la atención: “es importante que en cada lucha se logre, al menos, un pequeño triunfo o un avance” pues, según él, siembra para que seamos más en luchas futuras. Esta idea se me ha venido a la mente, no sé si bien traída, observando la situación que se ha planteado en Turquía, donde la defensa de un espacio publico, un parque o plaza, que el gobierno quería destinar a construir un centro comercial y una mezquita, ha sido el germen de una revuelta popular en la que hasta el momento ha habido 1700 detenidos. Relacionaba esto con la intervención de Gordillo en el sentido de que han logrado ya un objetivo los manifestantes. El gobierno, aunque creo que persiste en la idea de la mezquita (aquí hay una lucha entre fuerzas laicas y confesionales),  ha renunciado a la construcción  del centro comercial. La lucha, aunque pequeño, ha obtenido un logro. La pregunta que me surge es: ¿por qué? Obviamente, yo no tengo la respuesta. Pero me planteo el tema y me cuestiono lo que es luchar. En Turquía el gobierno procedió a reprimir brutalmente a la gente que se congregó en la plaza para defender ese viejo espacio público que le querían arrebatar. En la antigua Grecia, la cuna imperfecta de la democracia (era una sociedad esclavista y profundamente machista) allá por el siglo V a.c., el ágora, la plaza publica que nucleaba la vida, era un lugar de encuentro de los ciudadanos, donde debatían sobre los problemas de la polis (ciudades-estado independientes, de ahí la palabra política) y donde se reunía la Eklessia o asamblea de ciudadanos varones mayores de edad. Sé que planteo una visión idílica de las plazas, llena de añoranza (uno de mis lastres vitales), pero pienso que muchas veces ahí damos nuestros primeros pasos, titubeantes, y ahí , en ese mismo sitio o en otro parecido, nos sentamos a tomar el sol en nuestros últimos pasos, aquejados también por el titubeo que preludia nuestro fin.
 
Después de esta disquisición -una de las características de este callejón en bastantes ocasiones es ser disquisitivo- sobre el significado político e incluso sentimental de las plazas, retorno a la reflexión que quería hacer tomando como partida el caso turco. La represión del gobierno ha obtenido como respuesta la contundencia de los manifestantes. Contra las balas de caucho las piedras. Contra el chorro de agua a presión la barricada o el coctel molotov. Quizás el gobierno midió mal su respuesta. Pensó: “leña y se retiran con el rabo entre las piernas”. Leña hubo, pero no se retiraron y lograron que la lucha se extendiera por otros lugares de Turquía, cuestionando no la destrucción de una plaza emblemática, sino la figura del primer ministro Erdogan. Ante la violencia policial, violencia de los manifestantes (no utilizaré ningún eufemismo edulcorante).
 
No soy ningún apologeta de la violencia (no tengo ni media bofetada), pero tampoco lo soy de la no-violencia cuando esta se plantea como un elemento presto a embridar una lucha. Creo que hay que analizar las circunstancias de cada momento, las fuerzas acumuladas en el conflicto planteado (recordemos las luchas en 2012 de los mineros en las cuencas asturianas y leonesas), que actitud puede ser más beneficiosa para conseguir los objetivos. Lo que sí me parece un error es la criminalización en abstracto, descontextualizada, de la violencia. Violencia que siempre utiliza el estado que, en manos de la clase social dominante, la oligarquía, la monopoliza. Un dato: en el estado español se ha incrementado notablemente el presupuesto para material antidisturbios. ¿No nos hemos parado a pensar que si el gobierno gasta más dinero en esto es porque sabe que las tropelías que está haciendo son merecedoras de una revuelta popular? Tal vez sean ellos los más sorprendidos por nuestro pacifismo de batucada o cartel ingenioso. Me imagino a Mariano diciéndole a Jorge (ministro de la porra), retrancoso: “Jorgito, mientras sólo desfilen o agiten las manitas al aire…”
Tras las declaraciones del gobernador del Banco de España pidiendo que se baje el salario mínimo o que existan contratos donde este no sea respetado, en mi interior no crece un hombre no-violento, crece el ser humano que no siente ningún respeto por ese otro ser humano (el señor gobernador) que quiere reducir, con frialdad asesina, a muchos de sus conciudadanos a la semiesclavitud. Si mañana decenas de miles de personas se dirigieran al Banco de España dispuestas a quemarlo (como he dicho en alguna ocasión, yo con cuatro compinches quise atracarlo, pero me acojoné), no saldría de mi boca, cobarde, ninguna palabra condenatoria. Creo que la izquierda ha “condenado” demasiado, sometida a las reglas de juego del enemigo de clase.
 
Durante la revolución francesa, la guillotina, como la poesía según Gabriel Celaya, era un arma cargada de futuro. Por cierto, ¿saben donde se instalaban las guillotinas que cercenaban las nobles cabezas y las testas coronadas? Si, han acertado, en las nuevas ágoras, en las plazas liberadas.