Hace un par de días veía
una intervención de Sánchez Gordillo (alcalde de Marinaleda) en un mitin en
Xátiva. Decía algo que me llamó la atención: “es importante que en cada lucha
se logre, al menos, un pequeño triunfo o un avance” pues, según él, siembra
para que seamos más en luchas futuras. Esta idea se me ha venido a la mente, no
sé si bien traída, observando la situación que se ha planteado en Turquía,
donde la defensa de un espacio publico, un parque o plaza, que el gobierno
quería destinar a construir un centro comercial y una mezquita, ha sido el
germen de una revuelta popular en la que hasta el momento ha habido 1700
detenidos. Relacionaba esto con la intervención de Gordillo en el sentido de
que han logrado ya un objetivo los manifestantes. El gobierno, aunque creo que
persiste en la idea de la mezquita (aquí hay una lucha entre fuerzas laicas y
confesionales), ha renunciado a la
construcción del centro comercial. La
lucha, aunque pequeño, ha obtenido un logro. La pregunta que me surge es: ¿por
qué? Obviamente, yo no tengo la respuesta. Pero me planteo el tema y me
cuestiono lo que es luchar. En Turquía el gobierno procedió a reprimir
brutalmente a la gente que se congregó en la plaza para defender ese viejo
espacio público que le querían arrebatar. En la antigua Grecia, la cuna
imperfecta de la democracia (era una sociedad esclavista y profundamente
machista) allá por el siglo V a.c., el ágora, la plaza publica que nucleaba la
vida, era un lugar de encuentro de los ciudadanos, donde debatían sobre los
problemas de la polis (ciudades-estado independientes, de ahí la palabra
política) y donde se reunía la Eklessia o asamblea de ciudadanos varones
mayores de edad. Sé que planteo una visión idílica de las plazas, llena de
añoranza (uno de mis lastres vitales), pero pienso que muchas veces ahí damos
nuestros primeros pasos, titubeantes, y ahí , en ese mismo sitio o en otro
parecido, nos sentamos a tomar el sol en nuestros últimos pasos, aquejados
también por el titubeo que preludia nuestro fin.
Después de esta
disquisición -una de las características de este callejón en bastantes
ocasiones es ser disquisitivo- sobre el significado político e incluso
sentimental de las plazas, retorno a la reflexión que quería hacer tomando como
partida el caso turco. La represión del gobierno ha obtenido como respuesta la
contundencia de los manifestantes. Contra las balas de caucho las piedras.
Contra el chorro de agua a presión la barricada o el coctel molotov. Quizás el
gobierno midió mal su respuesta. Pensó: “leña y se retiran con el rabo entre
las piernas”. Leña hubo, pero no se retiraron y lograron que la lucha se
extendiera por otros lugares de Turquía, cuestionando no la destrucción de una
plaza emblemática, sino la figura del primer ministro Erdogan. Ante la
violencia policial, violencia de los manifestantes (no utilizaré ningún
eufemismo edulcorante).
No soy ningún apologeta
de la violencia (no tengo ni media bofetada), pero tampoco lo soy de la
no-violencia cuando esta se plantea como un elemento presto a embridar una
lucha. Creo que hay que analizar las circunstancias de cada momento, las
fuerzas acumuladas en el conflicto planteado (recordemos las luchas en 2012 de
los mineros en las cuencas asturianas y leonesas), que actitud puede ser más
beneficiosa para conseguir los objetivos. Lo que sí me parece un error es la
criminalización en abstracto, descontextualizada, de la violencia. Violencia
que siempre utiliza el estado que, en manos de la clase social dominante, la
oligarquía, la monopoliza. Un dato: en el estado español se ha incrementado
notablemente el presupuesto para material antidisturbios. ¿No nos hemos parado
a pensar que si el gobierno gasta más dinero en esto es porque sabe que las
tropelías que está haciendo son merecedoras de una revuelta popular? Tal vez
sean ellos los más sorprendidos por nuestro pacifismo de batucada o cartel
ingenioso. Me imagino a Mariano diciéndole a Jorge (ministro de la porra),
retrancoso: “Jorgito, mientras sólo desfilen o agiten las manitas al aire…”
Tras las declaraciones
del gobernador del Banco de España pidiendo que se baje el salario mínimo o que
existan contratos donde este no sea respetado, en mi interior no crece un
hombre no-violento, crece el ser humano que no siente ningún respeto por ese
otro ser humano (el señor gobernador) que quiere reducir, con frialdad asesina,
a muchos de sus conciudadanos a la semiesclavitud. Si mañana decenas de miles
de personas se dirigieran al Banco de España dispuestas a quemarlo (como he
dicho en alguna ocasión, yo con cuatro compinches quise atracarlo, pero me
acojoné), no saldría de mi boca, cobarde, ninguna palabra condenatoria. Creo
que la izquierda ha “condenado” demasiado, sometida a las reglas de juego del
enemigo de clase.
Durante la revolución
francesa, la guillotina, como la poesía según Gabriel Celaya, era un arma
cargada de futuro. Por cierto, ¿saben donde se instalaban las guillotinas que
cercenaban las nobles cabezas y las testas coronadas? Si, han acertado, en las
nuevas ágoras, en las plazas liberadas.
Excelente entrada. Está claro: la violencia que ejercer el Estado casi siempre, pero, sobre todo, en determinadas ocasiones, como la actual por parte del Estado Español sólo puede contrarrestarse y, acaso, vencerse con la violencia de la gente. Las manifestaciones como las que hay ahora, siendo necesarias, no le hacen ni cosquillas. Podrían valer si fueran verdaderamente masivas y persistentes en el tiempo, porque constituirían una amenaza de la violencia que podría aparecer detrás.
ResponderEliminarPor otra parte, yo no estaría tan de acuerdo en que la sociedad ateniense fuera declaradamente machista. Ya hubiera querido la mujer haber gozado en tiempos posteriores de la estimación que gozaba en Atenas, las ciudadanas,claro, no las esclavas. Pitagoras, por ejemplo, (tomo los datos del blog La cueva de Susana) tenía una academía con un buen número de alumnas que tenían´el mismo status que los hombres. Entre estas mujeres destácó Téanos, matemática como Pitágoras,con quien acabó casándose. También, entre otras muchas, Themistoclea, Damo de Crotona, Balelyca de Argos, Habroteleia de Tarento, etc. La historia, escrita por hombres, ha borrado a estas mujeres de la lista de figuras importantes. Otra mujer importante, y el dato ya no es de ese blog, fue Aspasia de Mileto, conocida únicamente como amante de Pericles, pero que, en realidad fue maestra de retórica, con una gran influencia en la vida cultural y política de del siglo V. La historia escrita una vez por los hombres, que esa sí que es machista, trata esta mujer únicamente como amante de Pericles y hasta en muchas ocasiones se burlan de ella. Hay más, pero no es cosa de escribir un tratado.
Totalmente de acuerdo, sistemáticamente a la mujer se nos ha borrado de la historia de múltiples maneras, no sólo por omisión o eliminación de acceso a la formación, sino con otras más contundentes si cabe. Por eso, no hace mucho mantenía una discusión interesante con un amigo muy especial, sobre la necesidad de que en el lenguaje se visualizara a la mujer. Desgraciadamente, y lo digo porque soy madre de dos adolescentes y me relaciono con bastantes adolescentes, se está produciendo un retroceso en relación a concepto de mujer, y por ello creo que esa visualización positiva ante el bombardeo al que se somete en un burda burla estereotipada es necesaria
Eliminar¿El estado no está al servicio del pueblo? Entonces ¿Por qué en vez de hacer caso al pueblo, le da la espalda miserablemente o usa a los antidisturbios? Está claro, se nos cuelan tiranos por todas partes. Los mismos perros, pero con distintos collares.
ResponderEliminarSaludos.
Las manifestaciones no cambian nada. Ni siquiera son expresión de la mayoría social. La expresión de la mayoría social se produce en las elecciones. Y si alguna fuerza político-social quiere cambiar la sociedad se debe convertir en tendencia mayoritaria y conquistar el poder político-legislativo.
ResponderEliminarLos estados son, entre otras relaciones sociales, la organización de la violencia, la violencia legal,; así lo atestiguan el aparato judicial, policial y carcelario. Y creo que debe ser así. No estoy por una sociedad donde los ciudadanos se organicen para ejercer la violencia ( bandas y/o mafias) o se pueda ejercer la violencia de forma individual ( asesinos , ladrones, violencia de genero, abortos descontrolados y repetidos). Por lo tanto, estoy a favor de un estado de derecho, donde las leyes deban cumplirse. Pero tambien donde las leyes puedan cambiarse.
Recientemente los voceros apologistas del capitalismo responsables del Banco de España han propuesto reducción del salario por debajo del salario minimo. Si los defensores del socialismo real tuviesen poder político en Europa podrían legislar a favor de limitar las ganancias máximas. Por ejemplo: nadie puede ganar más de lo que gana el presidente del Gobierno. Ni en las empresas públicas ni en las empresas privadas. Y los beneficios empresariales para los que lo crean, para los trabajadores y para renovar y hacer crecer las empreas y crear así empleo. Y no para engordar los bolsillos de los ricos, que luego emplearan su dinero como capital monetario productor de interés. Así que menos manifestaciones y mayor organización social y política de la izquierda. Menos vilolencia y más poder político-económico.
Saludos. Jerónimo.