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sábado, 20 de julio de 2013

Educación, sentimiento y razón. El hálito de dos años

Luis Landero es, sin ningún género de dudas, uno de los mejores prosistas del estado español. Su manera de manejar el lenguaje, sencilla pero virtuosa, a mí que soy lector voraz pero degenerado en mediocre, no deja de maravillarme. Ayer, tirado en la playa con mi libreta, mientras le daba  vueltas al magín (anacoreta tarraconense del siglo III) sobre la reflexión que quería escribir -relacionada con la emoción y la razón- para el 20 de julio, segundo aniversario de este blog, me acordé de la obra que lo dio a conocer en 1989: “Juegos de la edad tardía”. Si el lector me lo permite, después explicaré porqué se me vino a la mente ese título, ya que al acordarme de “los juegos” recordé, a su vez, un libro entre la ficción y el ensayo que escribió años más tarde, llamado “Entre líneas: el cuento o la vida”. Este título me parece digno de un letraherido (sansebastianes asaeteados por la necesidad de escribir una obra que justifique sus vidas). De este texto se me quedó grabado un pasaje donde desmitifica la conexión entre divertimento y cultura o, añado yo, estudio. Conexión muy en boga en los años 90, época en la que también se maldecía la memoria como elemento nocivo ante cuya sola presencia había que sacar la estaca para enviar al averno a tan peligroso engendro. Decía Landero, jocoso, que nadie se plantea: “¡Esta tarde a engolfarse con La Celestina!”. Divertirse es una cosa y estudiar otra. Landero nos transmite que el estudio de cualquier disciplina, sin que tenga que ser un potro de torturas, aunque a veces se le asemeja (¿verdad José María?, hijo mío), pudiendo ser ameno y hasta placentero, implica un esfuerzo. Y lo dice un hombre de izquierdas, no un pepero que tiene en mente al “emprendedor” como paradigma del esforzado. Hemos dejado que la derecha se apropiara de un término que horripilaba a la progresía por oírselo a Aznar: “la cultura del esfuerzo”. Era una tontería. El trabajo, cualquier trabajador honesto lo sabe, requiere -en mayor o menor medida- cierto tesón. El estudio debe ser el empeño de los jóvenes. Un compañero, hombre luchador cuyo nombre no cito porque no tengo su permiso, me abrió un día los ojos con un ejemplo simple: “Yo a veces le pregunto a un alumno que no estudia (hablamos de chicos y chicas entre 14 y 18 años) qué ha hecho para ganarse la comida, con qué derecho holgazanea mientras sus padres trabajan -si el desempleo no los asola, lo que sería aún peor- para mantener la casa”. La izquierda es responsabilidad. Para mí un trabajador o un estudiante tienen la misma obligación de hacer bien su labor, que de luchar por sus derechos y por vivir en un mundo carente de explotación, donde recibamos y aportemos, según nuestras posibilidades, parcelas de felicidad, de bienestar. En el fondo, creo que esta es la esencia que defendemos quiénes queremos una sociedad socialista o comunista. Desarrollándonos como individuos, con sus múltiples aristas, hacemos crecer “el buen vivir” colectivo (hermoso término que utilizan en Ecuador).
Ahora, espero que con la comprensión de la persona lectora, torno a los tardíos juegos. Mi intención era partir de ese título para hablarles del segundo aniversario de este blog. Lo abrí con 51 años, que aunque ahora te dicen que a esa edad eres casi un crío, yo no me trago ese cuento. Siendo optimistas se que dos tercios de mi vida son pasado, recuerdos. Lo confieso, no pensé que fuera más allá de un juego momentáneo de mi edad tardía. Sé que la constancia no es una de las virtudes que me adornan. Sólo sería un intento fallido de paliar ese deseo que nunca se cumplirá de ser un novelista, un creador de mundos propios. A veces, este blog es testimonio de ello, intento escribir poemas (pronto aparecerá, por entregas, un mínimo poemario ilustrado por Pilar de Vera llamado “Milhombres”). No obstante, sé que eso no me hace ni poeta ni escritor. Camilo J. Cela, con su desparpajo entre burlesco y grosero, lo explicó muy bien: “Intenté hacer un censo de poetas españoles y me quedé en el 110.000” o “mucha gente cree que hacer poesía es escribir cortito” (y echarle paletadas de ripios y sentimentalismo añadiría yo).
Me instalé en el callejón y duré un verano y un otoño (casi 6 meses). A inicios de 2012 lo dejé. Me sentí tan rebosante de emociones contradictorias y miedos como vacío de ideas. Me pareció, aunque suene prepotente, que había escrito cosas interesantes, incluso buenas, y que ya no mantendría “el nivel” (ahora relativizo, pero reconozco que intento escribir dignamente). En julio de 2012 garabateé algo en sus paredes y temeroso, salí corriendo. En noviembre, justo antes de la huelga general del 14, volví a instalarme en él hasta este día. Ahora tengo el firme propósito de no abandonarlo. No obstante, sé que soy voluble, que la lucha constante por mantenerme en la estabilidad emocional, ya que no puedo lograr la impasibilidad a la que aspiro, puede hacerme flaquear.
Como les dije al principio, quería hablar del corazón y el cerebro, que aunque sean un falso dilema, reflejan en el acervo de todos, lo que concebimos como una lucha entre el sentimiento (que alojamos en el corazón)  y la razón. ¿Cuándo alguien es buena persona qué decimos? Que tiene buen corazón. No afirmamos, que sería lo lógico, que tiene buen cerebro. Quiero que fluya en este callejón la corriente fría que asociamos a la razón y la que depositamos en el latido, sangre caliente que nos da tanta vida como extravío. Me gusta cuando logro enlazarlas, que se acomoden la una junto a la otra, complementarias, mirándose fraternales. Aunque quisiera repudiar a una, soy consciente de que si quiero seguir habitando este espacio un tiempo indefinido, las necesito a ambas.
Escribí un texto en febrero donde ya lo hice http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/02/agradecimiento.html
Lo reitero ahora, a toda persona que pasa por aquí mi agradecimiento por los minutos que deposita. No voy a repetir lo que dije en febrero, pero si voy a ser un poco más osado y decirles que quién quiera, si cree que merece la pena, sé que en la red hay mucho y bueno que leer, puede pasarle la dirección de este callejón a gente conocida o amistades. ¿Qué un callejón es muy pequeño y no cabemos? Observo que aún no se han percatado de que somos hormigas entre cigarras tiranas que se cachondean del cuento. Este reducido espacio puede ser casi un universo con planetas agonizantes, agujeros negros y, por supuesto, estrellas fugaces. Eso sí, controlen sus deseos.

jueves, 7 de febrero de 2013

Agradecimiento

Todos conocemos el dicho que reza: "de bien nacidos es ser agradecidos".  Quería hacer un doble agradecimiento. En primer lugar a todas las personas que se pasean, cuando su tiempo se lo permite o su apetencia se lo sugiere, por este callejón. Me gusta elaborar el blog porque me fuerza a pensar, a escribir, a intentar ser un poco más feliz cuando acabo un texto y estoy medianamente satisfecho, cuando siento que he elaborado un escrito que, es lo mínimo que me exijo, tiene dignidad suficiente para que otros ojos lo lean. Esos ojos son para mí básicos. Sería un gran hipócrita si dijera que escribo -en plan poeta maldito- para mí. No. Escribo porque  también quiero que me lean, porque me apetece sugerir pensamientos y emociones (tanto con los artículos como con la poesía ilustrada).
La segunda parte del doble agradecimiento al que hacía mención al inicio de este texto es hacía los que además de leer, participan con sus comentarios. Algunas personas expresan sucintamente que les ha gustado. Me estimulan y -honestamente debo de reconocerlo- hacen feliz a mi ego, ese chiquillo díscolo. Creo que es algo humano, cuando conocemos a alguien con quien compartes una cierta visión de muchos aspectos de la vida, tendemos a sentirnos reconfortados. Otras personas aportan sus reflexiones, y a esas personas sean concomitantes o discrepantes, les agradezco muchísimo que aparte de leer consideren este callejón perdido un lugar digno donde dejar sus pensamientos. Todas las aportaciones -salvo las maleducadas y las fascistas- son bienvenidas y leídas atentamente.
Mil gracias y un saludo afectuoso.