Luis
Landero es, sin ningún género de dudas, uno de los mejores prosistas del estado
español. Su manera de manejar el lenguaje, sencilla pero virtuosa, a mí que soy
lector voraz pero degenerado en mediocre, no deja de maravillarme. Ayer, tirado
en la playa con mi libreta, mientras le daba
vueltas al magín (anacoreta tarraconense del siglo III) sobre la reflexión que quería escribir -relacionada con
la emoción y la razón- para el 20 de julio, segundo aniversario de este blog,
me acordé de la obra que lo dio a conocer en 1989: “Juegos de la edad tardía”. Si
el lector me lo permite, después explicaré porqué se me vino a la mente ese título,
ya que al acordarme de “los juegos” recordé, a su vez, un libro entre la
ficción y el ensayo que escribió años más tarde, llamado “Entre líneas: el
cuento o la vida”. Este título me parece digno de un letraherido
(sansebastianes asaeteados por la necesidad de escribir una obra que justifique
sus vidas). De este texto se me quedó grabado un pasaje donde desmitifica la
conexión entre divertimento y cultura o, añado yo, estudio. Conexión muy en
boga en los años 90, época en la que también se maldecía la memoria como
elemento nocivo ante cuya sola presencia había que sacar la estaca para enviar
al averno a tan peligroso engendro. Decía Landero, jocoso, que nadie se
plantea: “¡Esta tarde a engolfarse con La Celestina!”. Divertirse es una cosa y
estudiar otra. Landero nos transmite que el estudio de cualquier disciplina,
sin que tenga que ser un potro de torturas, aunque a veces se le asemeja (¿verdad José
María?, hijo mío), pudiendo ser ameno y hasta placentero, implica un esfuerzo. Y
lo dice un hombre de izquierdas, no un pepero que tiene en mente al “emprendedor” como paradigma del esforzado.
Hemos dejado que la
derecha se apropiara de un término que horripilaba a la progresía por oírselo a
Aznar: “la cultura del esfuerzo”. Era una tontería. El trabajo, cualquier
trabajador honesto lo sabe, requiere -en mayor o menor medida- cierto tesón. El
estudio debe ser el empeño de los jóvenes. Un compañero, hombre luchador cuyo
nombre no cito porque no tengo su permiso, me abrió un día los ojos con un
ejemplo simple: “Yo a veces le pregunto a un alumno que no estudia (hablamos de
chicos y chicas entre 14 y 18 años) qué ha hecho para ganarse la comida, con qué
derecho holgazanea mientras sus padres trabajan -si el desempleo no los asola,
lo que sería aún peor- para mantener la casa”. La izquierda es responsabilidad.
Para mí un trabajador o un estudiante tienen la misma obligación de hacer bien
su labor, que de luchar por sus derechos y por vivir en un mundo carente de
explotación, donde recibamos y aportemos, según nuestras posibilidades,
parcelas de felicidad, de bienestar. En el fondo, creo que esta es la esencia que
defendemos quiénes queremos una sociedad socialista o comunista. Desarrollándonos
como individuos, con sus múltiples aristas, hacemos crecer “el buen vivir” colectivo (hermoso término que
utilizan en Ecuador).
Ahora,
espero que con la comprensión de la persona lectora, torno a los tardíos
juegos. Mi intención era partir de ese título para hablarles del segundo
aniversario de este blog. Lo abrí con 51 años, que aunque ahora te dicen que a
esa edad eres casi un crío, yo no me trago ese cuento. Siendo optimistas se que
dos tercios de mi vida son pasado, recuerdos. Lo confieso, no pensé que fuera más
allá de un juego momentáneo de mi edad tardía. Sé que la constancia no es una
de las virtudes que me adornan. Sólo sería un intento fallido de paliar ese
deseo que nunca se cumplirá de ser un novelista, un creador de mundos propios. A
veces, este blog es testimonio de ello, intento escribir poemas (pronto
aparecerá, por entregas, un mínimo poemario ilustrado por Pilar de Vera llamado
“Milhombres”). No obstante, sé que eso no me hace ni poeta ni escritor. Camilo
J. Cela, con su desparpajo entre burlesco y grosero, lo explicó muy bien: “Intenté
hacer un censo de poetas españoles y me quedé en el 110.000” o “mucha gente cree
que hacer poesía es escribir cortito” (y echarle paletadas de ripios y
sentimentalismo añadiría yo).
Me instalé
en el callejón y duré un verano y un otoño (casi 6 meses). A inicios de 2012 lo
dejé. Me sentí tan rebosante de emociones contradictorias y miedos como vacío
de ideas. Me pareció, aunque suene prepotente, que había escrito cosas interesantes,
incluso buenas, y que ya no mantendría “el nivel” (ahora relativizo, pero reconozco
que intento escribir dignamente). En julio de 2012 garabateé algo en sus
paredes y temeroso, salí corriendo. En noviembre, justo antes de la huelga
general del 14, volví a instalarme en él hasta este día. Ahora tengo el firme
propósito de no abandonarlo. No obstante, sé que soy voluble, que la lucha
constante por mantenerme en la estabilidad emocional, ya que no puedo lograr la
impasibilidad a la que aspiro, puede hacerme flaquear.
Como les
dije al principio, quería hablar del corazón y el cerebro, que aunque sean un
falso dilema, reflejan en el acervo de todos, lo que concebimos como una lucha
entre el sentimiento (que alojamos en el corazón) y la razón. ¿Cuándo alguien es buena persona qué
decimos? Que tiene buen corazón. No afirmamos, que sería lo lógico, que tiene buen
cerebro. Quiero que fluya en este callejón la corriente fría que asociamos a la
razón y la que depositamos en el latido, sangre caliente que nos da tanta vida como extravío. Me gusta
cuando logro enlazarlas, que se acomoden la una junto a la otra, complementarias,
mirándose fraternales. Aunque quisiera repudiar a una, soy consciente de que si
quiero seguir habitando este espacio un tiempo indefinido, las necesito a
ambas.
Escribí un texto
en febrero donde ya lo hice http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/02/agradecimiento.html
Lo reitero
ahora, a toda persona que pasa por aquí mi agradecimiento por los minutos que
deposita. No voy a repetir lo que dije en febrero, pero si voy a ser un poco más
osado y decirles que quién quiera, si cree que merece la pena, sé que en la red
hay mucho y bueno que leer, puede pasarle la dirección de este callejón a gente
conocida o amistades. ¿Qué un callejón es muy pequeño y no cabemos? Observo que
aún no se han percatado de que somos hormigas entre cigarras tiranas que se
cachondean del cuento. Este reducido espacio puede ser casi un universo con planetas
agonizantes, agujeros negros y, por supuesto, estrellas fugaces. Eso sí,
controlen sus deseos.
Hace escasos minutos encontré tu blog y he de decirte que me apena que tantas hormigas "hermanas" andemos desparramadas porque nos han desbaratado el camino que deberíamos poder volver a dibujar...estos días de tanta convulsión por la parot está sirviendo (también) para que quizás, y sólo quizás, consigamos empezar a esbozar ese camino borrado...qué suerte tienen tus alumnos...felicidades por el blog y yo quiero, porque creo que merece la pena y, aunque en la red hay mucho y bueno también, pasaré la dirección de este tu blog porque está genial...buenas noches y un saludo desde la península
ResponderEliminarGracias por su comentario. Siempre estimula la escritura ( y quién diga que no miente), el que lo que produces, aquello que sale de un rato de reflexión y que intentas plasmar con la mayor precisión que la capacidad te permite, guste o al menos estimule el pensamiento de la persona que te lee. Además, gracias a su comentario he releído el texto (a mí, como administrador, se me van almacenando los comentarios aparecidos), que ya tiene varios meses y visto en la distancia, quizás sea egocéntrico, me parece que refleja bastante bien lo que significa par mí este callejón. Le agradezco lo de "que suerte tienen tus alumnos", pero habría que preguntarle a ellos. La realidad en un polígono de Gran Canaria es complicada. El intento, que yo reconozco que hago, de dar una mirada alternativa a la visión, a la ideología dominante, tiene un recorrido limitado. No obstante, intento plantar semillitas con la esperanza, quizás vana y pretenciosa, de que algún día, al menos en algunos, germinen. Un saludo desde Canarias
EliminarAunque sólo germinase un poquito de espíritu crítico en uno sólo de tus pupilos sería un pequeño gran éxito...paso a paso se hace el camino y admiro a quienes no se cansan de intentar dibujarlo...saludos
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