sábado, 27 de septiembre de 2014

27 de septiembre de 1975: Franco, con el Borbón a su lado, murió matando

El 27 de septiembre de 1975 la dictadura fascista española cometió sus últimos crímenes con su fundador aún vivo (hubieron más asesinatos con el dictador ya difunto). José Humberto Baena, José Luis Sánchez Bravo, Ramón García Sanz, Juan Paredes Manot y Angel Otaegui fueron fusilados al amanecer. Los tres primeros citados eran miembros del Frente Revolucionario Antifascista y Patriótico. Reconozco que me parece un nombre precioso. Sus dos últimas palabras son esenciales.
Antifascismo, ese concepto que tan poca fortuna ha hecho en importantes sectores del estado español que, en una sangrienta paradoja, catalogan el antifascismo como una especie de reverso tan indeseable como el propio fascismo. Se plasmaría la idea en la conocida expresión: "son las dos caras de la misma moneda". Así, cuando un grupo fascista ocupa un local en un barrio de emigrantes como Tetuán, para repartir comida solo a los españoles, degradando al hambriento nacido en otras tierras, al hablar de su desalojo no falta el nauseabundo equiparador de turno, el de las caras monetarias, que alega que a varios centenares de metros hay un edificio ocupado por antifascistas. 
También posee una palabra expropiada o quizás arteramente usada para desacreditar causas como la vasca o la catalana: patriotismo. Traeré a colación, creo que ya lo hice en otro texto, una expresión del denostado Jorge Verstringe (para un individuo que recorre, sosegadamente, el camino inverso al habitual, yendo de la ultraderecha a la izquierda, nos convertimos en alegres inquisidores que dejamos de juzgar por los argumentos y nos acogemos a la pereza mental de la etiqueta): "los que no tienen patria son los ricos, los pobres sí". Y es cierto. El fallecido Botín, el prohombre español, tenía por única patria el dinero, intereses y sucursales en decenas de países. Dándole la vuelta a la expresión popular, que sintetiza la extrema pobreza, él tenía tantos lugares donde caerse muerto como coches fúnebres en su entierro. Nosotros, los que tenemos como patrimonio nuestro trabajo, los que pensamos que todo ser humano necesita de la comunidad, queremos una patria ajena a la vacía grandilocuencia propia del fascismo en particular y de las oligarquías en general. Por eso, contra lo que muchos piensan, ser de izquierdas y patriota no es una contradicción, es una coherencia que no impide, sino potencia, ser internacionalista, condolerse del sufrimiento humano y la desigualdad allí donde acontecen. La revolución cubana ha presumido siempre de su patriotismo, de su dignidad ante el coloso estadounidense. Sin embargo, nadie puede negar su elevado concepto del internacionalismo: miles de médicos en los sitios más inhóspitos y castigados del planeta, miles de combatientes en la lucha contra el apartheid sudafricano, miles de niños ucranianos afectados por la catástrofe nuclear de Chernobyl atendidos en Cuba.
Vuelvo al redil. Paredes Manot y Otaegui eran miembros de ETA, hecho que, aunque estemos hablando del combate contra una dictadura fascista, ya les condena a la ignominia. Me pregunto:¿algún verdadero antifascista lamentó el vuelo hacia la eternidad de Carrero Blanco ejecutado por ETA? 
Todos. Los once sentenciados a muerte, cinco fusilados y seis indultados, fueron calificados de terroristas. Se les acusaba de una serie de muertes de policías y guardias civiles. Los juicios no tuvieron las más mínimas garantías procesales y las autoridades ni siquiera permitieron estar a sus familiares en el momento final. Desconozco cuáles de ellos tenían las manos manchadas de sangre. Sí sé que el fascismo llevaba rezumando sangre décadas. Estoy convencido de que la respuesta armada de una pequeña vanguardia era y es equivocada, poco inteligente más allá del debate moral, de hecho la oposición de izquierdas (la única existente) ya estaba en clave de lucha de masas desde décadas atrás. Pero mi desacuerdo no implica mi condena. Combatían un régimen sanguinario, que reprimía a sangre y fuego, con la sangre y el fuego. Pero, aislados del sentir de la gente, no podían vencer. Fidel Castro llegó a tener en el momento de máximo apogeo de la lucha guerrillera apenas cuatro mil hombres, pero derrotó a los ochenta mil del ejército de Batista porque tenía un apoyo masivo de la población cubana. 
En septiembre de 1975 llevaba casi cuarenta años gobernando en España el terrorismo de estado, un régimen que hizo, mediante la represión, del miedo de la población su hábitat natural. Tengo presente la imagen de una mujer, analfabeta políticamente, como era mi abuela, diciéndoles, casi rogándoles a mi padre y a mi primo, hablamos del 74 ó 75, en la casa del barrio de La Isleta en Gran Canaria, donde vivía, que no hablaran de política, esa dimensión básica del ser humano que sólo traía desgracias al incauto que se acercaba a ella. No olvidemos que Franco, el político con más poder en la España del siglo XX, presumía de su apoliticismo.  Este criminal, que aún reposa sus restos en un lugar que se mantiene con los impuestos de todos, salió unos días más tarde, el primero de octubre, al balcón del palacio de Oriente del bracete del Borbón mayor para arengar a sus secuaces. Se iniciaba esa comedia sangrienta que fue la Transición. Una transición pilotada, con la supervisión de EEUU, por una clase dominante que manejó magistralmente, como si fuera colesterol, el fascismo malo, el tenebroso bunker acechante con sus espadones, y el fascismo bueno, dispuesto a concedernos libertades con la intermediación seductora de un par de galanes (¿o truhanes?) en escena (Juan Carlos y Adolfo) y otro en bambalinas (Felipe), presto a rematar la obra. Está versión edulcorada ha triunfado. Los cinco fusilados y miles de víctimas más, de su propio valor ético para encarar al fascismo, han quedado olvidados y ninguneados. Sé que ningún antifascista pensó en el reconocimiento de la posteridad a la hora de arriesgar su libertad física o su vida, pero a mí, melancólico irredento, me entristece la loa encendida a los que saltaron, con todas las redes del mundo, del pedestal fascista al democrático, y el silencio que cubre a quiénes transitaron, casi a ciegas, levantándose en sus caídas, el sendero de la dignidad.

 Mano a mano



jueves, 25 de septiembre de 2014

"La guarida del depredador"

Titular: "Cazado".
Frases al azar: "la guarida del depredador", "persona muy parca en palabras", "es español, aficionado al culturismo y a las artes marciales", "estoy tranquila relativamente, gente como esa hay mucha suelta".

El titular y las frases arriba reproducidas y cazadas (nunca mejor dicho) al vuelo, las anoté mientras el programa de La Sexta "Más Vale Tarde" hacía un enorme despliegue sobre la captura del presunto abusador de una serie de niñas en el barrio de Ciudad Lineal, en Madrid.
El titular implica bestialización. El individuo no es detenido o capturado, es cazado, alimaña infecta, en su guarida de depredador. Es despojado de sus atributos de ser humano sin esperar siquiera a que un tribunal establezca, si procede, su culpabilidad y aplique, si es pertinente con todo rigor, la sentencia correspondiente. La presunción de inocencia a la que tan recurrentes son las autoridades o los grandes medios cuando se habla de corruptelas, de delitos de cuello blanco que implican el saqueo de las arcas públicas, es sistemáticamente ignorada ante determinados delitos que causan, agitados por los medios, no alarma, sino auténtico pavor social.
Entiendo el temor de los padres y madres de Ciudad Lineal, su vigilancia constante,  me congratulo de sus suspiros de alivio si efectivamente el individuo capturado es el responsable. Pero a los medios de comunicación social no les perdonaré jamás que alimenten, que ceben con alevosía la irracionalidad, la ferocidad, por un plato de lentejas publicitarias. Que para combatir la maldad nos quieran convertir en malvados, que no nos animen a pensar sino a retorcer el colmillo y desconfiar, por ejemplo, del tipo parco en palabras (sea blanco, negro o café con leche), o del individuo que en un gimnasio delira con sus músculos y a nadie daña. Sé que no vivimos en un mundo de colores y amabilidades infinitas, sé que naufragamos en una sociedad que tras el oropel, las fachadas fastuosas, oculta la mugre, como el maquillaje y las pelucas del siglo XVIII tapaban las pústulas. Yo también le aconsejaba a mi hijo cuando era pequeño, que fuera cauto con el desconocido, pero siempre intente evitar ser, (y lo que es más importante, que no lo fuera él) esclavo del miedo. Tal vez porque me pregunto si de verdad queremos educar, en las casas o en las escuelas, en la idea de que el ser humano con el que me cruzo por la calle tiene muchos boletos para ser un demonio. Hace algo más de una semana la policía salvó a un hombre del linchamiento cuando fue confundido, "por su actitud sospechosa", con el individuo ahora detenido. Ser sospechoso, ahora mismo, si por ejemplo haces fotos con un móvil, es una ruleta sencilla. Y para eliminar la inquietante sospecha siempre hay gente con afán teatral y ánimo de turba, y no me refiero a unas familias heridas en lo más íntimo, que probablemente tienen bastante con intentar reparar el desaguisado que ha entrado en sus vidas, gente dispuesta, me pregunto si con tanto regocijo como encono, a aplicar la "ley de Lynch".

domingo, 21 de septiembre de 2014

Siete coches fúnebres

Y un único cadáver.
A veces lo anecdótico es tan iluminador como lo categórico. O al menos aporta un ángulo complementario, pero de una gran fuerza, incluso, o sobretodo, visual.
Ver ese desfile, esa hilera en fondo decreciente, de coches fúnebres para enterrar a un único hombre, aunque este fuera un "gigante" de las finanzas, me resultó paradójico para un gran predicador de la malentendida austeridad. Probablemente centenares de coronas para "el emperador de la banca", cuya coronación póstuma ofició y editorializó el diario "El País", es la metáfora perfecta de un estado en el que la riqueza de unos pocos ha crecido a la par que la pobreza de amplias capas de la población. 
No tengo intención de detenerme, no obstante, en las aguas pútridas, en la babosería general de los medios, en que para encontrar un análisis crítico sobre el personaje haya que bucear en los entresijos de la red, pues en los mass media han sido escasísimas gotas en el océano del servilismo.
Aunque quizás sólo fuera el inexcusable deber que tiene toda persona de defender sus habichuelas o su caviar y, si se tercia, el chalecito con piscina. En las procelosas aguas de la libertad de prensa el Santander es un  peligroso farallón con participación en Antena 3 o El País. Por no hablar de que las campañas publicitarias o las deudas congeladas o condonadas son eficaces bozales para hipotéticos deslenguados.
Quienes (este quienes es una oligarquía o en el neolenguaje "podémico" una casta) han alabado la política del PP recortando derechos de los más inermes, derrochan en coches fúnebres restregándonos por la cara, mientras no se descubra la fuente de la eterna juventud, que ellos si tienen un mullido lecho de flores donde caerse muertos. 
Este blog, en los albores de su andadura, contó una anécdota sobre un Berlusconi sardónico que, cuando era primer ministro y la oposición lo mandó a casa respondió: "¿A cuál de mis veinte casas me voy?".
Veinte casas, siete coches fúnebres y el olimpo de los paraísos y las ingenierías fiscales. Estos depredadores saben que mucha gente venera sus excesos y los iza a los altares de la santa madre iglesia creadora de riqueza (y expoliadora de los pueblos).
Lastimosamente ya no existe el barroquismo, la pomposidad del tiro de caballos empenachados. Tus siete coches fúnebres tenían una belleza gélida, casi de bancario furgón blindado. Tal vez había que proteger tus coronas de flores, o acaso, cual faraón del Antiguo Egipto, te habrán enterrado con parte de esos mil millones de euros que atesorabas, para que tu tránsito hacia la nada te sea más plácido.
Inexorablemente, el botín te será leve, Emilio.


jueves, 18 de septiembre de 2014

Urnas y contumacia

Algunos pertenecemos a la tipología de gente contumaz, perseverantes en el error. Somos tercos como mulas y no nos queremos enterar. A las urnas se acude cada cuatro años y punto. El resto del tiempo calladitos que esto es, en exclusiva, una democracia representativa.
Consulta soberanista catalana: no se vota, va contra la constitución española.
Consulta al pueblo canario sobre las prospecciones petrolíferas que quiere hacer Repsol cerca de las costas de Lanzarote y Fuerteventura: no se vota, va contra la constitución española.
Consulta propuesta el pasado 16 de septiembre en el parlamento, por el diputado de la Izquierda Plural Alberto Garzón, para que el pueblo español pueda elegir, aunque sea con casi cuarenta años de retraso, entre Monarquía o República: no se vota, va contra la constitución española.
Pregunta inmediata.
¿Tenemos una constitución democrática? Una constitución que establece tantos impedimentos para conocer la opinión mayoritaria de los pueblos sobre los que tiende su manto, acerca de temas sustanciales, tiene un grave problema. Tarde o temprano, espero, quebrará y ojalá se inicie un proceso constituyente para elaborar una carta magna, donde saber de primera mano lo que el pueblo piensa no sea una tarea más ímproba que los trabajos de Hércules.
¿Cuál es el posicionamiento del PP y del PSOE sobre las tres consultas antes planteadas?
Cataluña: archisabida negación de ambos.
Canarias: el PP, contradiciendo su postura antipetrolera de Baleares, y sumisos al incontestable capo Soria, la niega. El PSOE, copartícipe con Coalición Canaria en el gobierno autónomo, la defiende.
Consulta sobre el modelo de estado: Vuelven a bailar agarrados y reniegan juntos. Resultado: 274 diputados (PP+PSOE+UPyD), votaron no; 26 diputados (IU+PNV+parte del grupo mixto) votaron a favor. Se abstuvieron 15. Según estos datos "democráticos", haciendo una traslación matemática al sentir popular, si mañana se hace una consulta la monarquía obtendría cerca del 90% de los votos. Todos, sea cual sea nuestro pelaje, sabemos que eso es absolutamente falso. Sé que la monarquía ha superado su momento más crítico desde su segunda Restauración, que el joven Borbón, debidamente acorazado por los pretorianos del PPSOE y sus fanfarrias mediáticas, va remontando el desastre del viejo Borbón. Pero ni siquiera en el día de máxima popularidad de la institución (finales de febrero del 81, tras el golpe de Tejero), ésta llegaría al 90% de los apoyos en una votación popular. 
Al PSOE ya sólo le pido un atisbo de honestidad moral: pongan en sus estatutos que son un partido monárquico. No nos ofendan más, dejen volar a su fenecida alma republicana a otros lares más dignos. Lugares libres de trapichantes y mercachifles como Pedro Sánchez, que por un puñado de votos llama a programas basuras o, cerebro de hormiga, se acuesta en un plató de televisión para, ante la carencia de propuestas políticas transformadoras, en un acto de populismo vacuo, inimaginable en Julio Anguita por ejemplo, engañarnos con una cercanía falsa, mentirosa. Una cercanía que oculta su voluntad de perseverar en políticas que no cuestionan nuestra cotidiana injusticia social.
En los inicios de la Transición fue celebre un manifiesto golpista, firmado por una serie de jefes y oficiales militares, que utilizaba en repetidas ocasiones un latiguillo, "estamos dolorosamente hartos", que después usarían en algunas ocasiones otros colectivos.
En las antípodas ideológicas de los militares fascistas y siendo un triste individuo me confieso dolorosamente harto, no de que el PSOE sea monárquico, su militancia tiene todo el derecho del mundo a simpatizar con tan arcaica institución (sí, militancia, que no me cuenten el cuento de las malvadas cúpulas y las pobrecitas bases ultrajadas), sino de que apele a su sensibilidad republicana mientras votación tras votación respalda a la monarquía y, lo que es peor, en un acto antidemocrático, ni siquiera se manifiesta a favor de saber lo que opina la gente. ¿Temor a salir a las calles a pedir el sí a la monarquía? Sería más honesto que hacer, de vez en cuando, un teatrillo republicano que ya no tiene ninguna gracia.


viernes, 12 de septiembre de 2014

Desafiantes y desafiados 2: breve apunte tras la Diada

¿Es legítimo no permitir expresarse a un pueblo sobre un asunto candente y que es de capital importancia para saber la realidad exacta, no especulativa, de su posicionamiento? ¿Qué salida se le deja a ese pueblo? Y que no me repitan, por favor, el soniquete falaz que reza así: "cambien la constitución española". Porque siendo el 16%  del conjunto del estado español, bien sabemos que eso es imposible, inalcanzable. Están condenados a encontrarse el hormigonado muro parlamentario, erigido entre fanfarrias mediáticasde la acientífica indivisibilidad de España.
Insisto, en este país se puede ser independentista... de boquilla. Yo puedo ponerme a gritar en la puerta de mi casa, hasta desgañitarme, a favor de la independencia de Canarias (es un supuesto, por ahora no soy independentista, abogo por la libre federación de los pueblos del estado español, pero igual el PP y otros ultranacionalistas españoles me unen a la causa secesionista). Lo que no consentirían jamás, si algún día, probablemente lejano, en Canarias el tema soberanista se instalara en el debate social, sería dotarnos de herramientas que nos permitieran pronunciarnos sobre el asunto.
Las realidades cambian y las leyes o se adaptan o se convierten en elementos represores que no van a solucionar el problema ni, mucho menos, a disminuir, acaso todo lo contrario, la pujanza de los que quieren pronunciarse sobre la posibilidad de constituirse o no como Estado. El movimiento social en Cataluña va muy por delante de los partidos. Medio millón (cifra quizás racaneada por la Delegación del Gobierno) o un millón ochocientos mil (cifra quizás inflada por la guardia urbana) en un país de siete millones y medio de habitantes, según el censo de 2013, es una movilización incontestable, enorme y que no puede ser ni ignorada ni desdeñada amparándose en una voluntaria rigidez legal. 
El señor fiscal general del estado en una entrevista ha apelado al código penal como instrumento garante de la no celebración de la consulta. Usted y quiénes manejan sus hilos tienen medios represivos suficientes para evitarla y, lo que es más grave, para trasladar lo que debe ser un debate cívico, con la resolución democrática de un pueblo optando, un terreno mucho más peligroso.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

Desafiantes y desafiados: la pugna de las urnas esquivas

Quedan dos meses para la anunciada e hipotética consulta soberanista catalana. Los grandes medios de comunicación hacen uso (y abuso) habitual, cuando se refieren a ella, de la expresión "desafío soberanista". En ese imaginario el excluyente nacionalismo catalán malvado se ha quitado el guante y ha cruzado la cara del inclusivo y bondadoso nacionalismo español. El concepto desafío es interesante y valioso, porque ayuda al enfrentamiento, a visualizar un desprecio, casi una ofensa violenta, a justificar entre la población española, si llegara el caso, el hipotético castigo que se le infligiera al desafiador.
Ahora mismo el tema funciona como una película de intriga. Las hojas del calendario se desprenden, al modo clásico del cine negro, ante nuestros ojos. "Habrá urnas" dice el desafiador. "Está todo previsto para que no las haya" dice el desafiado. Donde sí van a abrirse los colegios electorales, el dieciocho de septiembre, es en Escocia. Allí cuajó un acuerdo entre el gobierno central y el autonómico en un punto bastante lógico y asumible por todo aquél al que se le llena la boquita con la palabra democracia: que decida el pueblo escocés y que se respete lo votado. El argumento histórico de que Cataluña, al contrario que Escocia, nunca ha sido un territorio independiente o ha tenido estado propio, invalidaría la existencia de la inmensa mayoría de los estados existentes en el planeta. La historia es importante, crucial, nos sitúa de manera más acertada en las cuitas del presente. Pero no puede ser fundamento para negarse a conocer, cuando el debate en la sociedad es innegable, cuál es el pensamiento predominante en un pueblo acerca de su constitución o no como estado independiente.
Ceñirse, aunque asfixie, a la legalidad. Ciñéndonos estrictamente a ella, a la muerte del dictador fascista tenía que haber sido restaurada la República, pero las fuerzas antifascistas reivindicaban (hasta que PCE y PSOE la enterraron) una consulta sobre la forma de estado como la expresión más democrática después de 40 años de excepcionalidad. Esa urna, quizás la primera que debió haberse puesto tras la dictadura, se hurtó, incluyéndose la aceptación del Borbón padre, runrún cuartelero de fondo, en el paquete constitucional.
¿Cuál es el problema de contar el nueve de noviembre cuantos catalanes rechazan y cuantos aceptan la independencia? La única encuesta que sería absolutamente fiable es la que no puede realizarse. Cualquier empresa demoscópica, privada o pública (CIS) puede preguntar sobre la independencia de Cataluña. Además, ¿de verdad no tienen curiosidad unos y otros por saber cuantos efectivos tienen sus respectivas huestes? ¿No aclararía la realidad tener los datos en la mano? Si algo enseña la historia es que las realidades no son ni eternas ni inmutables. Cataluña no va a ser ni sentirse más España porque lo proclame enfáticamente el PP o porque la constitución establezca que la nación española es indisoluble. ¿No es más valioso saber cuantos catalanes quieren y cuantos no seguir siendo españoles?. En Canarias, por ejemplo dicho pronunciamiento, en este momento histórico, no tendría sentido, no porque no tengamos derecho a decidir nuestro futuro político, sino porque socialmente ese debate es prácticamente inexistente. No prejuzgo cuál será la situación en el futuro.
Obligatoriedades o rotundidades del tipo "Cataluña es y será siempre España", me parecen equivocadas para los intereses de los defensores del no a la independencia. Volviendo al referente escocés, hace un par de meses salió la noticia de que una serie de personalidades británicas habían sacado un manifiesto solicitándole a los escoceses que votaran no, que ellos creían que la unión era beneficiosa. Según los medios el tono era amable, conciliador, nada imperativo. Ante los últimos datos, que dan un empate técnico entre las dos opciones el primer ministro Cameron según la cadena SER ha "suplicado" a los escoceses el voto negativo. Otro aspecto interesante, por contraste con nuestra "bimonarquía", es que Isabel II ha declarado que "el pueblo escocés es libre de decidir".
Hay que respetar la ley. Otra frase fuerza. Me parece síntoma de debilidad que se apele a la rigidez de la ley (que en general suele ser bastante moldeable), para evitar que la gente se pronuncie sobre temas de capital importancia, sean políticos, económicos o sociales. Además, las leyes no existen desde hace siglos, ni tienen origen divino. Se crean y transforman según van surgiendo necesidades. El parlamento catalán aprobará en los próximos días una ley de consultas que el gobierno central recurrirá al Tribunal Constitucional que, copado por PP y PSOE la tumbará , pero dudo que esa circunstancia tumbe el deseo de una mayoría social transversal que quiere pronunciarse en un marco donde todas las opciones tengan la misma libertad de exposición. Y un matiz al engaño habitual. Circula la idea de que la tele pública catalana manipula, que no es neutral, que arrima la sardina al ascua nacionalista. No tengo datos, pero no lo dudo, pues a cualquier gobierno le cuesta no comerse la golosina televisiva. No obstante, me planteo la siguiente pregunta: ¿no compensan este desequilibrio La 1, A3, T5, La Cuatro y La Sexta que como dije al principio siempre hablan, peyorativamente por supuesto, del desafío soberanista? Otra cuestión es que el alimento, principalmente de La 1, de A3 y de T5, aparte de las radios y la prensa escrita, del nacionalismo español, como efecto secundario fortalezca al nacionalismo catalán.
En algunos sectores se ha hablado de declaración unilateral de independencia por parte del parlamento catalán. En principio estoy en contra porque pienso que la mayoría social que defiende la consulta es sintomática, pero no matemática. Una persona puede defender lícitamente la consulta pero no estar de acuerdo con la separación. El problema surge si se impide la votación. En ese caso ¿sería lícito que una mayoría parlamentaria proclamara la independencia?
Se trata de que cuenten los votos y no las armas. Al menos eso es lo que nos repetían desde el poder cuando ETA habitaba entre nosotros. "La independencia es lícita, matar por ella no". De acuerdo. Pero de nada me sirve repetir como un loro la lección si no me dejas algún instrumento para intentar ponerla en práctica. Al soberanismo catalán ni siquiera pueden imputarle el "pecado original" del derramamiento de sangre. Transita la senda de la movilización popular, de una legítima acumulación de fuerzas que puede ser medida en las urnas.

domingo, 7 de septiembre de 2014

Maneras de asesinar

Discreción.
Mata limpiamente.
Con lejanía. Con sigilosa nocturnidad a ser posible.
No cojas un cuchillo y degolles a un hombre como si fuera una bestia a la que sacrificas para un ritual.
La expresión "pasar a cuchillo" es sinónimo de escalofrío, de hundirnos en las profundidades de la noche de los tiempos, de conspiraciones palaciegas o, más habitual, de asaltos a humildes aldeas. En Teguise (Lanzarote), existe el "Callejón de la Sangre", nombre debido a un ataque de piratas berberiscos que masacró al pueblo a finales del siglo XVI.
Nadie dice de los habitantes de Hiroshima o Nagasaki que fueron pasados (¿o asados?) a bomba nuclear. Ni al hablar de la reciente acción militar israelí es común que medio informativo alguno diga que 500 niños palestinos fueron pasados por las armas. A nadie en el mundo le ha sido otorgado ver la cara de cada uno de esos niños antes de recibir el impacto de la explosión y salir volando por los aires. Tampoco nos han mostrado sus agonías. Incluso, quizás, si sobrevive, su rostro saldrá pixelado, para, ya que somos incapaces de garantizarles una existencia digna, preservarles la intimidad o el burgués derecho a la imagen.
En las últimas semanas, mundos complementarios, hemos visto a niños musulmanes cortando cuellos de muñecos y a rubitas niñas cristianas posando con fusiles rosa. Ambas imágenes son paradigmas de que la dicotomía civilización o barbarie es falsa. Creo que cada civilización, siempre que se cimienta sobre los pilares de la injusticia y la aluminosis del fanatismo religioso, lleva a cuestas su barbarie. Y paralelamente, y con toda lógica, mientras mayor es su capacidad tecnológica, mayor es su capacidad de barbarie.
El cuchillo, rustico, limitado, tiene miles de años, lo puede manejar el analfabeto. El caza, la bomba de racimo, el ingenio atómico,  o cualquier otro artilugio de destrucción sofisticado, necesitan al hombre que ha transitado los escalafones educativos, los escalones hacia la plenitud humana.

miércoles, 3 de septiembre de 2014

Abuelas (y abuelos)

Ya este blog va teniendo un cierto grosor, y confieso que uno de mis temores es repetirme en exceso. Intento contrapesar la posibilidad de ser algo reiterativo con el pensamiento (probablemente optimista) de que siempre es posible el extravío de algunos nuevos paseantes por este callejón. Hago esta reflexión preliminar porque no sé si he comentado en algún pasaje (sí recuerdo haber escrito un breve texto donde hacía referencia a mis abuelos), que una de las reflexiones que siempre le hemos hecho, más su madre que yo, a nuestro hijo, es que ha tenido la gran fortuna de conocer y disfrutar de sus cuatro abuelos hasta entrada su juventud.
Los padres intentamos, o al menos deberíamos hacerlo, transmitirles a los hijos, descontando el inexcusable amor, vivencias y valores. Con los abuelos eso se multiplica, cuantitativamente, por dos. Además, la lejanía generacional suele ser tan grande que en muchos casos enseñan, con sus recuerdos e incluso con sus prácticas, otras maneras de vivir, otros usos no por vetustos mejores o peores, convirtiéndose en fuentes históricas quizás no muy precisas, pero sí humanamente preciosas. Incluso en bastantes ocasiones le aportan a los nietos una ternura y una complicidad que los padres, aun desgarrándonos, debemos mantener a raya en determinados momentos para sacar a relucir nuestra faceta, que no podemos ni debemos eludir, correctora. El abuelo o abuela, lima asperezas, es confidente, ejerce, desde su atalaya vital, de engrasante, cuando la relación paterno-filial se complica.
Hasta ahora he estado obviando adrede, precisamente por evidente, la función cuidadora que recae en multitud de abuelas. Esas miles de horas de guardería gratuita de las que muchos padres nos hemos beneficiado. Además, en los últimos años, los de la crisis, muchos de esos hogares se han transformado en casas de acogida para hijos que se han quedado en la calle, produciéndose un antinatural retorno.
Esta pequeña reflexión previa viene a cuento de una noticia que saltó a los medios hace un par de meses diciendo que un juez de Gijón había dictado una sentencia que establecía que dos a abuelos, ante la absoluta carencia de medios de los padres, debían pasarle a su nieto una manutención conjunta de 250 euros. Huelga decir que un nieto mío, si está en mi mano, tendrá siempre atendidas sus necesidades básicas. Desconozco las circunstancias específicas del caso, pero me plantea ciertos interrogantes. Ser padres (o madres o madre y padre) es un acto voluntario y se supone que libre y por lo tanto responsable de dos (o de una) personas. Ser abuelo no. Y, vuelvo a insistir, trabajo en un barrio con una importante problemática social donde ante el alto nivel de embarazos de adolescentes, abundan las abuelas-madres y algún abuelo-padre. Recuerdo, entre otros, y me tranquiliza las desazones, el caso K. Madre desaparecida en combates perdidos y padre navegando años entre droga y cárcel, encontró su balsa de salvación en su abuela. Hoy, tras partir del centro hace varios años, parece que navega con rumbo estable.
Muchas veces los abuelos asumen la patria potestad de sus nietos, lo que comporta, inexcusablemente, una serie de obligaciones. Pero una circunstancia es la voluntad y otra la obligatoriedad que establece una sentencia. Más cuando lleva implícita lo que a mi parecer es la circunstancia más preocupante de esta historia: abrir camino, vía jurisprudencia, a una cierta deserción del estado como elemento amparador del bienestar del menor. Siempre he sostenido que el estado tiene que defender al niño o adolescente hasta, si llegara el caso, de sus padres, que los hijos no son una propiedad paterna de libre disposición. Quizás sea exagerado y suspicaz, pero temo que estas acciones formen parte de la tendencia, salvo en lo represivo, a un estado cada vez más pequeño, precisamente en todo lo que afecta al sostenimiento de los sectores más desfavorecidos socialmente. El ejemplo más escandaloso de esto último son los recortes en la ley de dependencia. hay personas que, con la prestación aprobada desde hace más de un año, no han recibido ni un euro de las cantidades asignadas. En otros casos, cantidades ya pequeñas, se han visto rebajadas.
Todos sabemos que las redes familiares han sido amortiguadores para salvar a muchas personas de caer al precipicio, mientras con miles de millones de las arcas públicas (si creen que hago demagogia échenle la culpa a la realidad no a mí), se ha salvado a la banca. El estado no  puede aprovechar las redes que tienden los abuelos para ir, con disimulo, incluso apoyándose en sentencias bienintencionadas, desmontando las suyas propias.
Los grandes hacedores siempre buscan moldearnos el pensamiento, nuestra aceptación de la realidad que tuercen. hace diez años el término mileurismo era sinónimo de estar mal remunerado. Ahora empieza a hablarse del seiscientoseurismo, pasando a ser la de mileurista una condición deseable e incluso anhelada. De este modo, la crisis deviene en una plasmación de la historia ejemplar que aprendí de niño acerca del pobre que mientras se lamentaba de su penosa condición vio como "otro más pobre que él" (aquí está la moraleja) recogía los desechos que dejaba.
En el mundo de las fortunas de escándalo ¿tiene derecho el joven que gana seiscientos euros a quejarse cuando el 54% de los integrantes de su franja de edad está desempleado? Tal vez estos últimos, con suerte, tengan un abuelo o abuela que les distraiga unos euros de su magra, y estirable, pensión.