jueves, 18 de septiembre de 2014

Urnas y contumacia

Algunos pertenecemos a la tipología de gente contumaz, perseverantes en el error. Somos tercos como mulas y no nos queremos enterar. A las urnas se acude cada cuatro años y punto. El resto del tiempo calladitos que esto es, en exclusiva, una democracia representativa.
Consulta soberanista catalana: no se vota, va contra la constitución española.
Consulta al pueblo canario sobre las prospecciones petrolíferas que quiere hacer Repsol cerca de las costas de Lanzarote y Fuerteventura: no se vota, va contra la constitución española.
Consulta propuesta el pasado 16 de septiembre en el parlamento, por el diputado de la Izquierda Plural Alberto Garzón, para que el pueblo español pueda elegir, aunque sea con casi cuarenta años de retraso, entre Monarquía o República: no se vota, va contra la constitución española.
Pregunta inmediata.
¿Tenemos una constitución democrática? Una constitución que establece tantos impedimentos para conocer la opinión mayoritaria de los pueblos sobre los que tiende su manto, acerca de temas sustanciales, tiene un grave problema. Tarde o temprano, espero, quebrará y ojalá se inicie un proceso constituyente para elaborar una carta magna, donde saber de primera mano lo que el pueblo piensa no sea una tarea más ímproba que los trabajos de Hércules.
¿Cuál es el posicionamiento del PP y del PSOE sobre las tres consultas antes planteadas?
Cataluña: archisabida negación de ambos.
Canarias: el PP, contradiciendo su postura antipetrolera de Baleares, y sumisos al incontestable capo Soria, la niega. El PSOE, copartícipe con Coalición Canaria en el gobierno autónomo, la defiende.
Consulta sobre el modelo de estado: Vuelven a bailar agarrados y reniegan juntos. Resultado: 274 diputados (PP+PSOE+UPyD), votaron no; 26 diputados (IU+PNV+parte del grupo mixto) votaron a favor. Se abstuvieron 15. Según estos datos "democráticos", haciendo una traslación matemática al sentir popular, si mañana se hace una consulta la monarquía obtendría cerca del 90% de los votos. Todos, sea cual sea nuestro pelaje, sabemos que eso es absolutamente falso. Sé que la monarquía ha superado su momento más crítico desde su segunda Restauración, que el joven Borbón, debidamente acorazado por los pretorianos del PPSOE y sus fanfarrias mediáticas, va remontando el desastre del viejo Borbón. Pero ni siquiera en el día de máxima popularidad de la institución (finales de febrero del 81, tras el golpe de Tejero), ésta llegaría al 90% de los apoyos en una votación popular. 
Al PSOE ya sólo le pido un atisbo de honestidad moral: pongan en sus estatutos que son un partido monárquico. No nos ofendan más, dejen volar a su fenecida alma republicana a otros lares más dignos. Lugares libres de trapichantes y mercachifles como Pedro Sánchez, que por un puñado de votos llama a programas basuras o, cerebro de hormiga, se acuesta en un plató de televisión para, ante la carencia de propuestas políticas transformadoras, en un acto de populismo vacuo, inimaginable en Julio Anguita por ejemplo, engañarnos con una cercanía falsa, mentirosa. Una cercanía que oculta su voluntad de perseverar en políticas que no cuestionan nuestra cotidiana injusticia social.
En los inicios de la Transición fue celebre un manifiesto golpista, firmado por una serie de jefes y oficiales militares, que utilizaba en repetidas ocasiones un latiguillo, "estamos dolorosamente hartos", que después usarían en algunas ocasiones otros colectivos.
En las antípodas ideológicas de los militares fascistas y siendo un triste individuo me confieso dolorosamente harto, no de que el PSOE sea monárquico, su militancia tiene todo el derecho del mundo a simpatizar con tan arcaica institución (sí, militancia, que no me cuenten el cuento de las malvadas cúpulas y las pobrecitas bases ultrajadas), sino de que apele a su sensibilidad republicana mientras votación tras votación respalda a la monarquía y, lo que es peor, en un acto antidemocrático, ni siquiera se manifiesta a favor de saber lo que opina la gente. ¿Temor a salir a las calles a pedir el sí a la monarquía? Sería más honesto que hacer, de vez en cuando, un teatrillo republicano que ya no tiene ninguna gracia.


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