sábado, 31 de mayo de 2014

Tamara, Ana, Carmen, Carlos y los malhechores: la injusticia capitalista

Voy a presentarles dos grupos de cuatro personas.

Ambos grupos se caracterizan por haber pasado por los tribunales recientemente.

El primero lo conforman Tamara, Ana, Carmen y Carlos. Las dos primeras son gallegas y los dos últimos granadinos. Les une el delito del que son acusados: actuar de manera agresiva en unos piquetes "atentando contra la libertad de los trabajadores". Nadie resultó lesionado por la actuación de dichos piquetes. No obstante, han sido condenados a tres años y un día de cárcel, lo que (al superar los dos años y no tener antecedentes) implica que ya están preparando sus maletitas para cuando el juez decida que deben entrar a cumplir un año de cárcel efectivo. Según datos que he oído, actualmente en España hay cuarenta personas que han formado parte de piquetes sobre los que penden hasta un total de ciento cuarenta años de cárcel.

El segundo grupo lo conforman Ricard, Manuel, Santiago y Juan. Los cuatro son ex directivos de la extinta  Caja Penedés (era la tercera de Cataluña). El primero, ex director general, fue condenado a dos años. Los otros tres, sus estrechos colaboradores, a un año. Al no tener antecedentes, ninguno de ellos pisará la cárcel. La acusación que se les formulaba era la de adjudicarse de manera ilícita treinta millones seiscientos mil euros en pensiones y prejubilaciones en 2010. La petición inicial era de tres años y medio para el primero y tres años para el resto de los encauzados. Cuando al final decidieron devolver (después de apropiárselo durante cuatro años) veintiocho millones seiscientos mil euros, el juez decidió la rebaja de las condenas, lo que, al ser inferiores a dos años, los exonera de ir al trullo.

¿Si yo mañana consigo llevar a cabo mi soñado proyecto de atracar el Banco de España y me llevo treinta milloncetes de euros de nada y los devuelvo en 2018, después de haberme rentado un dinerillo, consigo evitar en engorroso trámite de pasar una temporadita acogido en un institución penitenciaria?

Después de la amarga ironía llega la moraleja: si usted lucha por los derechos colectivos de los trabajadores activamente, usted es mucho más nocivo y peligroso (hay que secuestrarlo de la sociedad, de su entorno y encerrarlo) que si usted, buscando única y exclusivamente su beneficio propio, roba más de treinta millones de euros.

Me parece una hermosa lección de justicia capitalista.

No sé si con razón, pero se me han venido a la mente dos versos de la "Canción del elegido" de Silvio Rodríguez:


"lo más terrible se aprende enseguida
y lo hermoso nos cuesta la vida
."





miércoles, 28 de mayo de 2014

¡Qué viene la extrema izquierda!

Las elecciones europeas recientemente celebradas en el estado español han puesto de manifiesto (nuevamente) el enorme poder de la televisión. PODEMOS o, lo que al menos de momento es casi lo mismo, su líder Pablo Iglesias, están en el primer plano. En cuatro meses han pasado de la inexistencia a obtener cinco diputados en el parlamento europeo, ubicándose como cuarta fuerza política del estado español.
Pablo Iglesias no es nuevo en las lides comunicativas. Antes de sus apariciones en "la cuatro" o "la sexta" ha sido (y creo que sigue siendo) director de programas de televisión en internet como La Tuerka o Fort Apache. En él se unen imagen y contenido. Transmite una seriedad adobada con un punto de informalidad juvenil. Para un importante segmento de la ciudadanía harto del señor o señora mayor (político profesional, con la enorme carga negativa, no siempre justa, que eso conlleva hoy), representa el espíritu transgresor del 15M. Pablo es un hombre de una dialéctica clara y poderosa. Desgrana los argumentos con una mezcla de suavidad y contundencia alejada del retoricismo. Estoy convencido de que mucha gente se ha emocionado, lo han sentido su paladín, cuando le han visto machacar a Marhuenda o a Alfonso Rojo. Resignados muchos ciudadanos, cuya vía de información sigue siendo la tele, a los debates televisivos donde impera el tongo del PPSOE y sus adláteres, aparece este individuo y empieza a plantear posturas de izquierda (antidesahucios, denuncias a la banca, defensa de la escuela y la sanidad públicas) con un lenguaje muy claro, que pueden haber atraído a desencantados del PSOE, de la propia IU e incluso a descreídos que iban camino de la abstención.
Sobre el nacimiento de PODEMOS circula una teoría conspiratoria que plantea la existencia de una "mano negra" socialista para frenar, vía división, el ascenso de Izquierda Unida. En base al discurso que hasta ahora han mostrado Pablo Iglesias o Juan Carlos Monedero (otro de sus impulsores), me resulta difícil creer esta versión que la práctica, en aproximadamente un año o poco más, se encargará de verificar o desmentir. Me refiero, por supuesto, a las elecciones autonómicas y municipales de mayo de 2015 y a las generales de finales de ese mismo año. Si IU y PODEMOS, que tienen un programa muy similar, se presentan separados en los siguientes comicios, empezaré a pensar que quizás tienen algo de razón los que plantean que puede ser un elemento tapón para el crecimiento de IU (aunque el planteamiento también puede hacerse a la inversa). Cierto es que IU tiene un problema: parte del electorado la asocia con los partidos tradicionales hacia los que muestra su descontento. IU participa en las instituciones (el objetivo es que mucha más gente de la izquierda transformadora llegue a ellas), pero no es una de las patas del rígido sistema monárquico nacido de la transición que afianzan el PP y el PSOE. Además, muchos ven tras las siglas de Izquierda Unida al maravilloso (para mí al menos) "coco comunista". Estas circunstancias me hacen preguntarme, sin respuesta, si la confluencia IU-PODEMOS supondría la suma de sus votos, si tendría un efecto multiplicador, o si al contrario, aunque no creo que mucho, podría restar.
Más de un optimista plantea que las pasadas elecciones del 25M son (poniéndonos solemnes), el inicio del fin del bipartidismo. Hay que tener un cuidado exquisito con vender pieles de osos que, aunque den síntomas de cierto desfallecimiento, están muy lejos de ser cazados. Leo en internet comentarios desmedidamente entusiastas que hablan de que la izquierda transformadora está en disposición de destruir el bipartito y de asaltar (¡ah, nuestra vieja alma bolchevique!) el poder. Pienso que es perder la perspectiva por completo. Lo ocurrido, que el PPSOE haya bajado del 80 al 50% de los votos, es una quiebra en el fortín, pero seríamos necios si dudáramos de su capacidad para restañar, al menos en buena parte, la hemorragia que les supone esa herida. Ya algunos dirigentes del PP, e incluso de manera indirecta ese bonsái del pensamiento político llamado Felipe González, hablan de la entrada de la extrema izquierda en el parlamento europeo. Una izquierda que, coco entre los cocos, tiene como modelos a la Venezuela de Maduro y a la Cuba de los Castro. Van a intentar (ya han empezado) masacrar mediáticamente al bicho no sea que el animalito crezca.
Vamos a estar muy presente a partir de ahora una palabra, ampliamente usada al hablar de los gobiernos de izquierda de América Latina, fetiche para el descredito: populismo. El amigo Iglesias (él es el oscuro objeto del deseo mediático) empieza a dejar de ser un jovenzuelo coletero, una anécdota simpática e idealista, para convertirse en una preocupación. Ya no van a ir a por él y lo que representa los anteriormente citados (entre otros) Rojo y Marhuenda, cansinos y desgastados fachas oficiales. Empezará, si sus posiciones rupturistas se confirman y la confluencia de la izquierda se acerca, el ataque de los pesos pesados del progresismo oficial. No olvidemos que ningún medio ha sido y es tan virulento con el gobierno venezolano como el diario El País. Al igual que en su momento lo fue con Julio Anguita cuando lideraba IU. Y estos, los que aún hay personas que piensan que están de nuestro lado de la barricada, son, por inteligentes, mucho más peligrosos.
Acabo (desde la tremenda importancia mediática de este blog) con un requerimiento final, casi una humillante súplica: que la posible confluencia de fuerzas populares, rupturistas, no se pierda por uno de los elementos más nocivos que han lastrado históricamente a la izquierda: el personalismo que deriva en cainismo.

jueves, 22 de mayo de 2014

Cuitas de un elector escéptico

Ya he dicho en alguna página de este blog que soy una persona dubitativa por naturaleza. Lo peor es que muchas veces dudo, no por circunstancias trascendentales o de calado en mi vida, no. Mis cuitas pueden ser por avatares nimios, intrascendentes: elegir el próximo libro que leer, un polo que disimule, en la medida de lo posible, mi sobrepeso o, como es el caso que ahora planteo, votar o no en unas elecciones (en este caso europeas). Lo considero fútil porque sé que yo me muevo en las lindes, en las fronteras de una cierta marginalidad política. Asumo que nunca he votado, salvo en el 79 cuando salió diputado Fernando Sagaseta por la Unión del Pueblo Canario (UPC), una opción, no digo ganadora, sino simplemente que tuviera opciones de sacar diputado en mi circunscripción (Las Palmas). Anguita planteó en su momento una reforma de la ley electoral donde se recogiera un colegio nacional de restos. Una especie de circunscripción única donde los 50 últimos diputados saldrían de la suma de los votos "inútiles" de cada provincia. En la anterior legislatura, Izquierda Unida con alrededor de un millón de votos tenía sólo dos diputados. Cada diputado le había costado medio millón de votos. A PP y PSOE sobre sesenta y pico mil. La injusticia es flagrante.

Parto de la base de que mi manera de pensar es, al menos por ahora, socialmente irrelevante. La mayoría de la sociedad es de "extremo centro", se aplica el virtuosismo de lo salomónico, de un supuesto equilibrio, mientras quién esto les escribe linda con ese territorio escabroso que es la extrema izquierda , esa que según  un pérfido dicho se toca con los extremistas de derechas. Es una manera miserable de desacreditar a gente que sólo anhela, aunque a veces nos pueda más el deseo que la realidad, que el mundo sea un lugar mucho menos injusto, todo lo contrario de lo que busca la extrema derecha fascista, ejército al que acude la oligarquía cuando la situación se pone comprometida para sus intereses. Los que si se tocan son los de "extremo centro", los litigantes por los electores virtuosos y equilibrados a los que me refería antes. El PP y el PSOE tienen un manoseo libidinoso que los lleva a yacer en innumerables ocasiones en un tálamo donde, enamorados necesarios con odios viejos, renuevan sus votos ante el sacerdote borbónico.

No tengo claro que es más útil, dentro de la inutilidad, si ejercer mi derecho al voto, dándole vidilla este paripé (gobierna la troika) o abstenerme. creo que bastantes personas de izquierdas nos movemos en esta dicotomía, que en el fondo es un reflejo de lo que decía antes: la idea  de la necesidad de una transformación social no ha calado en grandes capas de la población. Es atroz que en el estado español el conjunto que conforman el PP y el PSOE estén en disposición de obtener sobre el 65% de los votos. Sé que las transformaciones en el pensamiento no son rápidas, pero no deja de sorprenderme que con lo veloces que están siendo recortándonos derechos y salarios, nos cueste tanto adecuar nuestro pensamiento a la realidad que nos imponen. A la hora de votar, justo es reconocerlo, no hay presión. Cada persona puede emitir el voto que quiere. Cuando se convoca una huelga general mucha gente precaria que quizás la secundaría, no lo hace por temor, si no al despido, sí a que eso influya negativamente en una hipotética renovación del contrato. En unas elecciones no vas a perder trabajo alguno. Sin embargo, la mayoría de la gente votará a la "coalición recortadora". Fuera de ese ámbito, quién probablemente sacará los mayores réditos, al menos en otros países europeos, con su discurso xenófobo, es la extrema derecha.
La crisis, como en los años 30, es un gran caldo de cultivo del fascismo y, contra toda la lógica de la fraternidad entre los oprimidos, no sirve en la misma medida para que arraiguen en la población las propuestas rupturistas y solidarias de la izquierda. La crisis en vez de hacernos buscar al "hombre nuevo" tiende a envilecernos, a hacernos desconfiados.
Seguro que yo soy un voluntarista, pero a mí me sigue doliendo la fragmentación que hay a la izquierda de lo que al inicio de este texto llamaba el "extremo centro". El esfuerzo de confluencia es imprescindible para empezar (ya lo he expresado en alguna ocasión) a pararnos en nuestro retroceso ante las acometidas antisociales,  y además, tendría un valor añadido: sería ilusionante. Y andamos muy escasos de ilusiones. Sí, salimos mucho a la calle, nos movilizamos, damos muchos vivas y fueras,  y no los hemos movido ni un milímetro de sus posiciones hegemónicas. Hace falta entrar unidos en la casa de la gente a la que no accedemos. En diversas ocasiones he puesto el ejemplo de Sudamérica. Aparte de líderes aglutinadores ha habido una unión de las izquierdas. Lo que admiramos (y defendemos con ardor) allí, nos cuesta mucho, mimetismos aparte, ponerlo en práctica aquí.
Y sigo sin tener claro si voto o no. Asumo mis contradicciones. Ya no queda otra.

viernes, 16 de mayo de 2014

La ira del poderoso



Nunca he estado muy de acuerdo con el aserto que dice que una imagen vale más que mil palabras. No obstante, a veces hay imágenes que son el paradigma de una época, que en realidad es todas las épocas. Ésta que les muestro me parece que es muy representativa del tiempo que vivimos, que es tiempo de todas las vidas. Un tiempo que es tan novedoso (gran desarrollo tecnológico y comunicacional) como inmemorial (lucha de clases y represión de los privilegiados mediante sus lacayos). 

La foto tiene el encanto de ver al poderoso, aunque sea de segundo o tercer rango, mostrando su verdadera faz, su enorme desprecio por el gusano que se atreve a incomodarle o increparle o zarandearle el coche. El  impoluto y atildado individuo que vemos con maneras balompédicas es Yusuf Yerkel, asesor del primer ministro turco Erdogan. No le basta con que al manifestante, airado por esa nimiedad que es la muerte de cerca de 300 mineros, le reprima la zafia soldadesca. Él, que está instruido para moverse silencioso en la moqueta del despacho, para la negociación o acaso la puñalada sonriente y la gotita de veneno, siente la necesidad de dar rienda suelta a su ira. Parece que según testimonios sustentados en una grabación, su jefazo, el señor primer ministro, también abofeteó a otro manifestante. Imagino que ambos han cumplido el sueño húmedo e inconfesable de algún que otro político insultado o escracheado, zurrar por mano propia en vez de por mano interpuesta. 


viernes, 9 de mayo de 2014

Quiebros futboleros

A Manuel Vázquez Montalbán y Eduardo Galeano algunos rojos les agradecemos que nos abrieran el camino. Después vinieron otros, como por ejemplo Javier Marías, pero ellos fueron los precursores, al menos en lengua castellana. Por supuesto, me refiero a sacarnos de la clandestinidad, del susurro culposo, a poder hacer público, sin menoscabo de nuestro compromiso ideológico e intelectual, nuestro amor por ese moderno "opio" del pueblo llamado fútbol.

En realidad, éramos  unos idiotas, despreciábamos un deporte que nos muestra uno de los pocos ámbitos de fidelidad inalterable de un ser humano (¿conocen algún aficionado chaquetero?), y que en bastantes ocasiones ha sido una herramienta política de primer orden.

Vázquez Montalbán, socio del Barça, acuñó una frase célebre, creo que en los 60 o inicios de los 70: "el Barcelona es el ejército desarmado de Cataluña". Once modernos caballeros defendían, domingo tras domingo, el honor, la identidad catalana aherrojada por el fascismo, en una arena transformada en césped, alcanzándose el cénit (de la gloria o el martirio), cuando enfrente se situaba el que, según el ministro español de Asuntos Exteriores Fernando Mª Castiella, era en los 60 el mejor embajador de España en Europa: el Real Madrid. El equipo de Franco. Mis conocidos madridistas siempre me dicen: "pero si en los 40 el Barça ganó más ligas que el Madrid". Cierto. Pero estaba España muerta de hambre; con ese alucinógeno como para fijarse en quién ganaba la liga. Bastante tenía el Régimen con mirar, silbando, para otro lado tras la caída del nazifascismo y además, la Champions aún era nonata. A partir de los 60, con el desarrollismo, cimentado a base de emigrantes y turistas, fue diferente. El Real Madrid yeyé (Velázquez, Amancio, mi paisano Betancor, etc), era la mejor carta de presentación, la cara amable, saludable, de un estado que empezaba a flirtear con la Comunidad Económica Europea.

De todas maneras les pido disculpas, los asiduos ya lo habrán percibido, con mis textos soy bastante calzonazos, me mangonean, me llevan por donde ellos quieren. No era mi intención analizar (y menos desde mi confesa simpatía culé), ese duelo que a los futboleros siempre nos convoca.

Les agradecía, al inicio de este texto, a Vázquez y a Galeano, que me permitieran, dentro de ciertos límites, con mis contradicciones llenas de sabrosura casi pecaminosa, tras unos años (de los 15 a los 18), en los que la lucha política me absorbió casi por completo, compaginar mi fe de rojo irredento con mi amor a este deporte que sólo necesitaba el descampado que había detrás de mi calle, cuatro piedras que marcaran las porterías, y que el niño que traía el balón no se enfurruñara y se lo llevara dejándonos desolados. Yo, para mi desgracia, era galeanista. Éste cuenta siempre que cuando pibe hacía unas jugadas maravillosas, donde regateaba a medio equipo contrario y marcaba un gol inolvidable. El problema, insignificante pero doloroso, era que esas jugadas sólo se producían en las hermosas canchas del sueño. Galeano, como quién les escribe, cuando salía del refugio nocturno, tenía una pata de palo y estaba condenado (¡cuántas veces sufrí esa amargura!) a ser el último o el penúltimo, si había un gordo mórbido salvador, en ser elegido cuando se hacía el reparto de los equipos.

Sobre el estigma intelectual que tenía y en cierta medida sigue padeciendo el fútbol, contaré una anécdota personal. Hace ya bastantes años, sobre el 96 o 97, fui a una librería de mi ciudad, Las Palmas de Gran Canaria, a comprar un libro (sí, lo han adivinado) de Galeano que se llama : "El fútbol a sol y sombra", publicado en 1995. El librero, que llevaba en el negocio bastantes años, cuando uní título y autor torció el gesto y manifestó tanta extrañeza que tuve que reiterarle, con cierta firmeza, la pertinencia de mi petición . Imagino que no le casarían la exquisita prosa del uruguayo y un grupo de tipos afanados tras un balón (definición del futbol que dan los ignorantes). Además, galeanista probablemente como yo, en el sentido de seguidor de un escritor emblemático de la izquierda latinoamericana, con su indispensable "Las venas abiertas de América Latina", no concebía la unión en el mismo cuerpo y entendimiento del hombre que  quiere transformar un mundo injusto, con el consumidor compulsivo de la droga que quizás Marx habría disfrutado si llega a vivir un siglo después.

Y a pesar de todo lo que argumento, quedo atrapado en la contradicción. Hoy existen razones más poderosas que 40 ó 50 años atrás, para hacer lo que nunca haré (¿o quizás sí?): repudiar el fútbol. El narcótico es, vía televisión perpetua, infinitamente más devastador. Y, por encima de lo anterior, se ha convertido en un exponente, entre muchos otros, de enormes desigualdades sociales, de "salarios" (es una burla en una época de sueldos menguantes llamarlos de esa manera) que sitúan a los futbolistas profesionales en el olimpo de la inmoralidad.

¿Por qué se han empeñado hoy mis caprichosos textos en que escriba de fútbol?

Seguramente porque aunque saben que aunque nunca he sido joven (en el sentido de carecer de miedo), siempre he sido niño (en el sentido de tener pequeñas ilusiones). Y el niño, al que un día las Reinas Magas le pusieron un equipaje amarillo y azul, ya está pensando, ilusionado, en el enyesque que preparará para ver con su hijo este sábado por la noche el derbi canario. Mi querido (y tantas veces detestado por resucitador de cadáveres futboleros) equipo amarillo contra el "pérfido chicharrero" blanquiazul, nuestro enemigo más amado, el Club Deportivo Tenerife. Ambos jugándose la posibilidad de acceder al monte sacro de la primera división, aquél que durante años vio a un equipo, la Unión Deportiva Las Palmas, que a finales de los 60, cuando aún Guardiola no había nacido, ya basaba su juego en un sobeteo libidinoso del balón.


jueves, 8 de mayo de 2014

Desfachateces (o sea, lo de siempre)

El Tribunal Constitucional ha denegado la libertad provisional a Otegui. Lleva encarcelado desde octubre de 2009. Casi cinco años ha cumplido ya sobre una condena de seis años y medio "por intentar reconstruir Batasuna". O sea, por colaboración con ETA. Efectivamente, Otegui ha colaborado con ETA intentando que cogiera el rumbo del abandono de las armas. Hecho que, más allá de quién quiera arrogarse el mérito, es bastante evidente que se ha producido. Ni siquiera Garzón que inició el proceso que lo encarceló (a él y a varios compañeros más), entiende su permanencia en la cárcel. Sólo se comprende desde la venganza, absolutamente fútil y vana, o desde el temor a que su liderazgo aumente las expectativas electorales de la izquierda abertzale y por tanto del independentismo. Si este último es el justificante al empecinamiento, creo que han errado el tiro por completo. Encarcelando al hombre que desde las filas "enemigas" ha llevado a su gente por las vías exclusivamente políticas lo único que estás haciendo es engrandecer su figura política. Otegui, visto desde cualquier prisma, es un preso político de conciencia, sin delitos de sangre. Incluso, por su contribución a que cese la sangre sería un buen candidato al nobel de la paz. El otro día oí a Santos, presidente de Colombia,  decir que incluso cuando era ministro de defensa y combatía duramente a las FARC (calificada aún de organización terrorista) tenía claro que el final del conflicto era en una mesa, dialogado. O sea, lo que ahora está sucediendo en La Habana sin existir siquiera un alto el fuego declarado entre las partes. Otegui ha sido y es parte de la solución a la violencia, el que ha buscado el dialogo. El "problema" independentista, enfundadas las armas, tiene una solución pacífica y amigable. Se llama consulta popular con igualdad de oportunidades para todas las opciones.

El PP sabe que la imagen de dureza en Euskadi le da réditos en esa masa cerril y aborregada que no ve más allá de los titulares tendenciosos de los telediarios, ese más de 30% de españoles, su inmensa mayoría trabajadores, dispuestos a votar a un partido que ha mermado gran parte de sus derechos, que ha dejado a la "bestia" empresarial sin cadena y reclamando más y más sangre fresca. Lo de bestia lo digo porque ayer el portal de trabajo infojobs en un informe decía eso: que los que iban a un proceso de selección de empleo se sentían tratados como carne, como esos mendigos a los que nunca miramos a los ojos para no ver nuestra propia miseria.
 
Ayer, al igual que hizo en su día Zapatero, Rajoy se reunió con sus amos. Amos que están muy agradecidos (perdón por el lapsus, los amos no agradecen, los amos expresan su satisfacción). Su portavoz, don Emilio Botín, fue claro: "voy a felicitar a Rajoy por lo bien que lo está haciendo".  Lógico. Coherente. Una masa laboral, una clase trabajadora aterrada (con honrosas excepciones) es el mejor regalo para una clase dominante tan voraz y brutal (el alzamiento fascista del 36 la retrata) como la española.

Alguien estará pensando que en un salto mortal sin red he pasado de Otegui a Botín. Quizás tenga razón, soy bastante difuso, algo errático en mis cavilaciones, pero les diré que desde mi perspectiva casi toda nuestra realidad política, económica y social está comunicada por el hilo conductor de lo canallesco, de la desfachatez. La desfachatez de tener en la cárcel a quién ha sido un actor necesario y principal (eso lo dice, por ejemplo, el dirigente socialista Jesús Eguiguren) en el final de la violencia terrorista y la ignominia de quién rinde cuentas, sin disimulo, con luz y taquígrafos, ante los amos, mientras los delincuentes de alto copete que se mueven en los aledaños del poder retuercen las leyes con total impunidad. Y con nuestra pasividad colaborativa.

En este país la desvergüenza es norma. Muñecas y Billy el Niño, torturadores, podrán seguir con sus vidas plácidas sin temor a la acción de una justicia situada a más de 10.000 kilómetros, mientras veinte jóvenes catalanes están siendo juzgados en la Audiencia Nacional por acoso a los diputados del Parlament, pidiéndole la fiscalía a cada uno de ellos ¡cinco años de cárcel! No hubo ningún diputado lesionado. Todo lo más alguna prenda que quedó inservible o tuvo que ir al tinte. Ante una protesta, fruto de una situación social de  grave pérdida de derechos, que, lo admito, pudo provocar alguna ligera congoja en sus señorías, es lícito plantearse por parte de la fiscalía, si no es con ánimo de escarmiento, de recortar la libertad, de meternos el miedo a todos en el cuerpo, repito, ¿es razonable solicitar que una persona vaya cinco años a la cárcel, fastidiándole la vida por una situación de acoso puntual en la que no hubo ni un herido leve? ¿esto ocurre en el mismo país donde un torturador fascista no pasa a la sombra ni cinco minutos? Me repito en exceso, lo sé, pero la estulticia es aún más reiterativa que yo y, todavía mucho más degradante y triste su consentimiento, entre feliz e ignorante, por una gran parte de la sociedad española.

La noticia optimista del día. La última encuesta del CIS dice que entre PP y PSOE sacarán 40 de los 54 diputados que tiene el estado español en el Parlamento Europeo. No sé si aciertan o no. Sólo un dato: supone el 74% de los votos (hay circunscripción única) para el bipartito del régimen que, según voces optimistas ¿o incautas?, está en crisis. Apañados vamos cuando recupere el vigor. Que vuelvan a temblar hasta los elefantes de Botswana.


La conciencia, quizás por ser casi inexistente o servir solo para denostar al político en la sobremesa con los amigotes, llamaradas  rutilantes y fugaces como las del 22M aparte, es de lo poco que nunca se pone en crisis en este país.

jueves, 1 de mayo de 2014

Primero de Mayo

Otra vez es Primero de Mayo. La jornada que conmemora la dura lucha de los trabajadores por sus derechos.

Como cada año, al menos en el estado español y en éstas sus ínsulas africanas, se repetirán las procesiones, ¡perdón, que lapsus!, las manifestaciones, en que se leerán los redundantes manifiestos de rigor, llenos de los noes de rigor y los vivas de rigor, tras las que nos iremos a casita con la sensación del deber cumplido y de que el año siguiente, sin avanzar un milímetro en nuestras posiciones e incidencia social, estaremos haciendo las mismas reivindicaciones entre la indiferencia de los amantes de la playa o de la montaña.

Rutina, pura rutina. Banderitas de plástico de los grandes sindicatos. ¿Se puede hacer una lucha seria al ritmo de las batucadas y al ondear de banderines de plástico que parecen meros logotipos de una marca que nos quiere anunciar algo, y no precisamente un mundo nuevo? Por cierto, más de una vez he visto -amontonadas en la acera- que sobran. Menos militantes que banderines. Imagino que el comercio chino de turno rebajará según volumen.

Este texto está, cualquier lector avezado lo percibe (se que me muevo en el campo del pesimismo, pero estimado lector optimista y necesario, sólo se escribir desde lo que siento), impregnado de desilusión, de hartura de discursos enardecidos que naufragan en prácticas absolutamente entreguistas y desmovilizadoras. El ejemplo claro, por parte de CCOO y UGT, fue que la misma semana en que se manifestaban centenares de miles de personas (movilización que en teoría apoyaban) el 22M, ellos se reunían con Rajoy. Con un gobierno con el que deberían tener rotas las relaciones (¿o tal vez las subvenciones lo impiden?) debido a la guerra que le declaró a las clases populares. Pero no. Su respuesta ha sido el silencio, la sumisión adornada con dos huelguitas generales convocadas a regañadientes. Son puros burócratas, estructuras anquilosadas, maquinarias que funcionan casi por inercia. Un desfile fijo al año: el Primero de Mayo, y un par de extras (manifestaciones) ocasionales.

El ejemplo opuesto, innovador, relativamente pequeño, en guerra de guerrillas constante, buscando vías para atacar y desconcertar al enemigo, es el Sindicato Andaluz de Trabajadores (SAT). Después de UGT y CCOO probablemente sea el más conocido de España por la osadía de sus iniciativas, por desmarcarse de la manifestación que sólo busca cubrir el expediente. Son seguidores de Danton (ya lo he citado en este blog) cuando reclamaba. "Audacia, más audacia, siempre audacia". Máximas que siempre siguieron el Che o Fidel. Este último (ejemplo de revolucionario humanista y antiburócrata) ha hablado en múltiples ocasiones de la batalla de las ideas. Hoy en el estado español el SAT es uno de los principales protagonistas, a pesar (o quizás por eso) de su práctica tan enraizada a lo cotidiano, de la lucha porque germine la conciencia global, aún escasa, de que la injusticia, el sufrimiento de una parte de la sociedad, no es ni connatural al ser humano, ni irremediable.


En realidad, cuando salimos a la calle el Primero de Mayo reivindicamos lo mínimo para todo ser de nuestra especie: una vida digna. Quizás porque quién esto escribe sólo cree en el espíritu trinitario de la pequeña felicidad que conforman el trabajo, el ocio y la cultura.