sábado, 25 de marzo de 2023

Tamames. Pasapalabra. Epílogo francés al hilo de una frase de Yolanda Díaz.

Tamames.

Empiezo a escribir este texto, de antemano nunca sé el tiempo que estaré dándole vueltas, el día antes del inicio de la moción de censura de VOX en la que se postula Ramón Tamames a la presidencia del gobierno. De entrada pienso que es una acción política bastante inocua. Me parece mínimo su impacto en las próximas contiendas electorales del 28 de mayo y de finales de año. VOX dudo que obtenga rédito en el sentido de que su nicho electoral choca por el centro, por la zona donde el imaginario ubica la moderación, con un PP que ya ha pasado sus peores momentos y está absolutamente vacunado contra la sangría electoral de la corrupción. Ese territorio no le penaliza un ápice. Incluso se puede instalar en una arrogancia, lindante con lo desagradable y el desafío, que probablemente lo que hace es afianzar la fidelidad de su grey. Sin ir más lejos, como ejemplo, en un chat del grupo parlamentario del PP en la Comunidad de Madrid Isabel Díaz Ayuso escribió: "La izquierda está acabada. Matadlos". Si eso llega a salir de alguien de Unidas Podemos, organización para la que parece que están vedadas las metáforas que rigen para otros, se habría hablado como mínimo de guerracivilismo o de ofensa a la memoria de las víctimas de ETA durante muchos días. Insisto, creo que el exabrupto mantiene prietas y en disposición de combate las filas. En casi cada texto que escribo incido en la atroz derrota ideológica del espectro, nunca mejor dicho, de la izquierda ante una derecha que, totalmente desacomplejada, impone su desparpajo, su agenda y su visión del mundo. 

Y Tamames, su biografía personal, es un ejemplo de esa derrota que se alarga decenios. Militante durante 25 años del PCE, ha declarado que nunca fue comunista. Sí, esa es una moda actual. Muchos antiguos militantes del PCE proclaman que nunca fueron comunistas, que su militancia tuvo la urgencia de la lucha contra la dictadura y que el PCE, hasta bien entrados los 60 fue, si no el único cauce de lucha, sí, el más pertinaz en combatirla gota a gota en tiempos de extrema y a veces mortal aridez. No olvidemos que el 20 de abril de 1963, 24 años después de finalizada la Guerra Civil, fue ejecutado en Madrid el militante comunista Julián Grimau. O sea, aquí se escuchaba a los Beatles y empezaban a acortarse las faldas e imperar los bikinis en las playas, mientras en la calle tu vida, manifestándote, haciendo una pintada o lanzando octavillas, no valía nada.

Un inciso: este viene a cuento de los perezrevertes y mariovaquerizos  del mundo que dicen que en los años 60 y 70, salvo las políticas, había libertades generalizadas mayores que hoy. Debe ser que existía el divorcio, se podía abortar, no habían leyes que perseguían a los homosexuales, se era mayor a los 18 años, la mujeres casadas no estaban sometidas legislativamente al marido y los niños, suprema libertad la de ser analfabeto, esto sí es real, no tenían la obligación de ir al colegio, libertad en vena, libertad de la buena, libertad que suponía que en 1981 el 16,5% de la población de la provincia de Las Palmas era analfabeta, subiendo esa cifra en las mujeres a un libérrimo 20%.

Vuelvo al cauce: decía, siguiendo a Pablo Milanés, que la vida en las calles no valía nada porque los uniformados podían disparar impunemente. Como muestra acaba de cumplirse, el 10 de marzo, 51 años del asesinato a balazos en Ferrol, durante una jornada de huelga, de dos trabajadores de los astilleros Bazán por la acción asesina de la policía. No quiero enredarlo mucho, pero sí, ser comunista fue una acción de riesgo durante todo el régimen fascista. Y algo más. Sé que el objetivo básico era la lucha por las libertades contra la dictadura, pero creo que cualquier militante comunista, del PCE u otra organización a su izquierda, e incluso socialista, tiene un rasgo esencial: su preocupación por las capas sociales más desfavorecidas de la población, básicamente la clase obrera. Y eso implicaba, al entrar en el PCE u otra organización de izquierdas, la lucha por una sociedad más igualitaria. Es importante recalcar esto porque para mí desaliento observo como muchos de estos antiguos militantes, no es que ya no sean comunistas sino que ya ni siquiera tienen una mínima empatía social. No les queda ningún resquicio de esa preciosa foto en la que el Sábado Santo de 1977, Tamames enarbola, extendiendo al máximo su brazo, la histórica bandera comunista con la hoz y el martillo. Ese brazo extendido al cielo, le guste o no a Tamames, reivindicaba una ideología y una militancia que en su gesto, que ya no es suyo, veía plasmado su sacrificio. Que el mismo hombre de la foto en el discurso filtrado a ElDiario.es censure que el salario mínimo suba a, cifra muy limitada para sobrevivir, 1080 euros, es una catástrofe… para él, para su condición de persona que seguro que se considera humanista. Afirma que eso pone en peligro a muchos pequeños y medianos empresarios. Si una empresa no puede pagar un salario mínimo de 1080 euros a sus trabajadores, sean 2, 10 ó 50 no es viable y debe echar el cierre. Lo que no puede, ni debe permitirse, es que una empresa sobreviva a base de tener a sus trabajadores en un régimen de semiesclavitud. Siempre se alardea desde la derecha de lo maravilloso que es ser español y de la envidia que nos profesan por otros lares. Sin embargo, esas huestes alardeadoras, básicamente la gente de VOX y el PP, cuando se trata de la dignidad de los salarios o la consecución de derechos son gente muda e inerme. Siempre o callan o se oponen aunque luego disfruten o padezcan los derechos logrados o perdidos. 




Este texto lo escribo tomando como base algunos aspectos del discurso filtrado que, según él, no variaría mucho del definitivo. Entiendo que lo mínimo es presentar propuestas que tengan como base la realidad de los datos, sobretodo cuando acudes a la tribuna parlamentaria con aire más profesoral que político. Digo esto porque uno de los puntos que expone en ese borrador es la necesidad de modificar la ley electoral para eliminar la sobrerrepresentación de los partidos nacionalistas. Idea, falsa, que circula, desde hace muchos años, impulsada por los nacionalistas españoles. Tanto al PSOE como al PP en las últimas elecciones de noviembre de 2019 cada diputado le costó algo más de 56.000 votos. A ERC, el grupo nacionalista más numeroso, 67.000. Al BNG, que tiene un único escaño, 120.000 votos, más del doble de lo que necesitaron el PSOE y PP. Los dos partidos nacionalistas canarios (Coalición Canaria y Nueva Canarias), que fueron coaligados, obtuvieron algo más de 124.000 votos. O sea cada escaño les salió por 62.000 votos. Y sé que el tema tiene mucha relación con las circunscripciones provinciales y que se podría debatir la conveniencia de mejorar la ley electoral, pero no utilices  como base de tu argumentación una falacia. Izquierda Unida si estuvo en algún momento muy infrarrepresentada  pues con casi un millón de votos tenía dos diputados. Los datos siempre deben ser reales y a partir de ahí se expone una idea y se debate.

“En la Guerra Civil no hay un lado bueno y otro malo” defiende Tamames. Esto me resulta especialmente lacerante. En España no solo ha habido que aguantar la dictadura fascista más larga (con Portugal) sino la mediáticamente más protegida bajo el manto, que suele usarse para orillar la reflexión, de los crímenes que cometieron ambos bandos. En la lucha contra el nazismo los aliados cometieron grandes matanzas donde murieron miles de inocentes, pero sin justificarlas, eso no resta que era una lucha global y necesaria contra el nazi-fascismo. La guerra y las atrocidades sobre la población civil van históricamente de la mano. Parte del ejército español, brazo armado de la oligarquía, apoyado por falangistas y carlistas y los monárquicos alfonsinos y recibiendo desde primera hora la ayuda de la Alemania nazi y la Italia fascista, se sublevó con enorme crueldad contra una República que ya en agosto de 1932, a los 16 meses de proclamarse, sufrió otro intento de golpe de estado: la Sanjurjada. Claro que la Segunda República, como dice Tamames, no fue idílica, sus poderosos enemigos no le dieron ninguna tregua y además, nadie va a negarlo, en un pueblo con enormes déficits sociales históricos había ansias de justicia y visiones y actuaciones diferentes en el marco de la propia República, pero no era inevitable la guerra. Esta se produce porque el golpe fracasa en unas zonas y triunfa en otras, pero no se dejen embaucar, en ningún caso comienza por una ignición ante la calentura del ambiente. Desde que se produce el triunfo del Frente Popular en febrero del 36 la sublevación militar comenzó a prepararse. Lo he dicho muchas veces, pero como sus altavoces mediáticos son mucho más potentes lo reitero. En Canarias, donde no hubo guerra y nunca se quemó una iglesia y la lucha de clases no tenía demasiado encono, se calcula que la represión pudo costar alrededor de 1.000 vidas entre fusilados y desaparecidos. Una barbaridad para una población que apenas superaba el medio millón de habitantes y que dejó una marca de miedo indeleble que se me presenta clara con el recuerdo, ya referido en este callejón, de mi abuela diciéndoles a mi padre y a mi primo en los primeros años de los maravillosos (y sangrientos) 70, cuando hablaban en casa de mi tía en La Isleta, cuando desconfiar era el hábito: “cuidado con los vecinos, bajen la voz, no hablen de política”. Probablemente la abuela del vecino le decía al hijo o al nieto lo mismo.

Moderna autocracia absorbente. De esta manera rimbombante ha definido Tamames al gobierno de coalición. Quien esto escribe se sitúa más en el campo de la decepción que en el del encanto. Ante algunos logros como la subida del SMI o la Renta Mínima Vital veo que la reforma laboral se maquilló muy moderadamente sin recuperar todos los derechos arrebatados. Piénsenlo, es una táctica estupenda de la derecha: hacemos una reforma brutalmente lesiva y después cuando llega el péndulo en forma de PSOE, ahora en coalición con Unidas Podemos, o se queda lo aprobado por la derecha o se reforma en parte, con lo que en buena medida lo retrocedido se consolida. La Ley Mordaza, que Pedro Sánchez se comprometió a derogar íntegramente, sus taxativos tuits lo señalan, a meses de acabar la legislatura, presiones policiales mediante y medicina preventiva ante el improbable contagio del modelo de protesta francés, es probable que perdure. Pero mi desagrado ante la timoratez del gobierno no me lleva al disparate de tildarlo de autócrata, más cuando el supuesto autócrata puede perder el cargo a fines de año y la judicatura ha estado jugando un papel de oposición política que contradice el calificativo de absorbente, en el sentido de engullir, que usa el señor Tamames. Y lo de moderno supongo que vendrá de que no le cuadran como autocracia sanchista los modelos faraónicos antiguos tipo Ramsés II o las satrapías persas.

Dice Tamames que presentarse es un “último tributo” a España. Y yo, casi tan egocéntrico como don Ramón, me pregunto por qué alguna gente puede hacer tributos a su patria y otros discurrimos los días sin tan altas miras. Siempre, siempre hay que estar con el desdeño de Antonio Machado a "los tenores huecos" y con el poema de Beltold Bretch Preguntas de un obrero que lee. Sin gente que cocina o levanta casas, o un maestro y una médica pocos tributos pueden hacerse a la patria.


Pasapalabra.

De Tamames, que fue a concursar para entrar en el inexistente panteón hispano de los hombres ilustres, a otro concurso más mundano pero que despertó mucha más pasión entre la ciudadanía. 

Pasapalabra es un concurso con un preámbulo larguísimo y chorra en el que casi todo el mundo está esperando un culmen llamado El Rosco. El lugar de la sabiduría enciclopédica o, para ser más exactos, de los memoriosos. Y Pasapalabra tiene un héroe, hablar en pasado de él sería un acto casi impío, que responde al nombre de Orestes y podría ser el príncipe amado de cualquier cuento o mitología por su bonhomía, palabra que lo define con exactitud pues creo que su persona transmite la definición textual de la RAE: afabilidad, sencillez, bondad y honradez en el carácter y el comportamiento. 

El problema es que cuando hay un héroe también hay, la vida y su representación lo necesita, un antihéroe. Y ese papel le ha tocado a Rafa, una persona que parece estupenda pero que, casi ninguno lo haríamos, no resiste la comparación con lo que transmite Orestes. Creo que no exagero si digo que por cada seguidor de Rafa había diez de Orestes. El duelo, épica lucha contra las cuatro definiciones o saberes casi imposibles de los 25 que hacen el pleno, duró 196 jornadas. Su desenlace fue, con expectación, pues se anunció con varios días de antelación, el jueves 16 de marzo con todo tipo de parafernalia, incluido el cambio horario. 

Y ahí fue la hecatombe. El héroe más amado, el mimado de los siempre caprichosos dioses, cayó de un mandoble sin réplica posible y el bote de más de dos millones de euros, algo más que una mera corona de laurel, fue a manos del concursante profesional, esa especie de, en comparación con el héroe caído, mercenario soldado de fortuna. La mesada de cabellos en las redes, ese latido de nuestra época, fue generalizada. Vivimos tiempos tan conformistas en lo esencial como inconformistas en lo insustancial. Sus seguidores, convertidos en cegados fieles, no podían contentarse con velar su “cadáver” hermoso y sabio. Había que arrastrar la razón, la nobleza de la contienda (siempre, al menos ante las cámaras, imperó el respeto y la camaradería) por el fango del sentimiento desatado. Y surgió la palabra que empuerca: tongo. Y así ensucian la hermosa derrota del joven Orestes tras más de 300 programas. Ese rosco, que si llega a ser su ídolo el que lo contesta de un tirón habría sido el éxtasis de las masas enfadadas y el cenit de las dificultades, se convirtió en digno de un parvulario, en una burla que hasta el peleado con los más elementales signos de puntuación se sabía. Orestes era el mejor, clamaban aunque las cifras, siempre con ganas de llevar la contraria (74 roscos ganados por Rafa, 58 por Orestes y 64 empates), lo cuestionaban. Los datos, cabrones, jodiendo una bella historia de amor. Amor furibundo que puede ser a un equipo de fútbol o a una patria, ojo.


Epílogo francés al hilo de una frase de Yolanda Díaz.

"La política no va de ruidos y de presiones". Yolanda Díaz fue sindicalista y creo que aún es militante del PCE. Mientras ella sentencia de esta manera sus camaradas sindicalistas y comunistas de Francia, entre otra mucha gente, están combatiendo en las calles, con movilizaciones casi continuas, siempre ruidosas e intentando presionar al gobierno francés, la reforma que pretende subir la edad de jubilación de los 62 a los 64 años. En España ya hace algunos años que la edad de jubilación subió de los 65 a los 67 años entre el silencio clamoroso y la descompresión casi absoluta de las calles.

Quizás los franceses no logren sus objetivos, pero tengo la impresión de que eso de celebrar su día nacional conmemorando una revolución que decapitó a un rey quizás les marque cierta impronta. Aquí en cambio la idea, aún imperante entre grandes sectores de la población, es que la democracia fue otorgada por un rey generoso que pudiendo ser Franco II nos concedió la libertad.

La política, y Yolanda Díaz lo sabe muy bien aunque ahora quiera presentar una imagen de estadista conciliadora, es todo aquello que incide en la vida colectiva de los pueblos. Uno de los actos políticos más trascendentes del siglo XX español es el más arriba citado golpe militar de 1936. Fue un acto político de una dimensión brutal pues cambio la vida política, social y económica de un país entero por décadas. Lo mismo podríamos decir, en el polo ideológico opuesto, de la revolución bolchevique de 1917. Sé que es hermoso ver la política como el mundo del entendimiento y el pacto o de los grandes oradores en las tribunas, pero en general, aunque le quite glamour y altura de miras, se juega en gran medida, sea en el palacio o en la calle, en el ámbito de la presión y el fragor.

Y un fragor maravilloso, lleno de razón, desprende este minuto y pico de la diputada de Francia Insumisa Rachel Kéké.






viernes, 10 de marzo de 2023

El "Tito Berni" y su tropa, Ferrovial, el Presidente de la Audiencia Nacional, el bipartidismo que retorna... y un iluso

Más allá de ser un hombre casi carente de ilusiones sí he sido un tipo bastante iluso. Así, un latiguillo muy habitual en mí, con cierto tono enfático, es la expresión  “no deja de llamarme la atención” ante la que si mi interlocutor es mi hijo, esboza una sonrisa que me transmite que ya estoy talludito para sorprenderme en tantas ocasiones. Viene este arranque inicial, aunque no lo parezca, a cuento del caso Mediador que también podría recibir la denominación de caso Vividor(es) siguiendo la cuarta acepción de la RAE, la que a todos se nos viene a la mente cuando escuchamos el término, que define así a quien “vive a expensas de los demás, buscando por malos medios lo que necesita o le conviene”. Esta definición se complementa con la quinta acepción, acompañante no necesaria de la cuarta, defendida siempre por el economista José Luis Sampedro y que hace referencia a quien “vive la vida disfrutando de ella al máximo".

Sí, de grandes vividores va esta bomba que ha explotado en las filas del PSOE y desprende el aroma rancio de los asiduos de la coca y las prostitutas, ese postre humano que este tipo de gente, poco dada a pararse en excesivas consideraciones morales a la hora de lograr sus objetivos, siempre tiene en mente y a la vuelta de un catálogo para consumo propio o para agasajo de aquellos con quienes quieren hacer sus chanchullos, llegando incluso a sorprenderse cuando alguno de los convocados al turbio negocio expresa que no gusta de alquilar la carne de las  mujeres. Decía lo de iluso porque aquí ya aplicaría mi latiguillo inicial pues tengo la impresión de que ninguna de estas personas, sea el tío, el sobrino o el guardia civil (parece el título de una película casposa italiana de los años 70 u 80), ha sido, al menos en el tema  económico, maltratado por la vida y, por tanto, no necesitan esos tejemanejes para llevar una existencia donde se conjuguen placeres y dignidad. El mediador, personaje que da nombre a la trama y que a los cinco minutos de escucharlo en una entrevista ya sabes que estás ante un fullero enmarañador, es simplemente un delincuente evolucionado.  Tuvo una condena de siete años y medio en Fuerteventura por el asalto en 2003 a las naves de varias empresas, de donde sustrajo miles de euros en efectivo, y por la falsificación de tarjetas de crédito. De esta delincuencia que podríamos llamar primaria, ha transitado a eso que a veces se llama delincuencia de cuello blanco y que mueve mucho más dinero que el asiduo huésped carcelario que se dedica a atracar de manera menos sofisticada.

Mostrándome quizás también un iluso ideológico me decepciona profundamente que dos personas hipotéticamente de izquierdas, aunque con querencias monárquicas pues el sobrino heredó el cargo de Director General de Agricultura y Pesca del tío, con buenos salarios públicos y que se supone aspiran a una sociedad socialista (me digo, en mi panfilismo, que si militan en un partido socialista será porque aspiran a una sociedad mucho más justa donde el modelo de gente que ellos representan no exista) se comporten como personas sin valores de izquierda cuya guía es la acumulación crematística, esa que defiende con encono la derecha. Me dirán que es asunto, gran iluso, de ese argumento socorrido y genérico que es la condición humana. Discrepo, principalmente porque la condición humana es un cajón de sastre que todo lo admite y siempre se atañe a ella para valores negativos poco menos que imponderables, similares al tránsito de los astros. Nos educan desde pequeños en que acumular riquezas casi ilimitadamente es un ideal y un signo de triunfo, aunque paradójicamente carezcamos de vidas suficientes para disfrutar de fortunas de cientos o miles de millones de euros. 

El guardia civil y el condenado por delitos comunes que entre francachela y francachela media,  considerándose ellos seguramente apolíticos, son conceptualmente pura derecha. Militan en la ideología del dinero e imagino que el arco de relaciones de ambos es muy amplio y ahí entran en contacto los “mejores” de cada casa. De entrada reconozco que me chocó la entente de los negocios entre los del puño y la rosa y el de la Virgen del Pilar. Después, la memoria, uno de los antídotos más contundentes para el iluso, me recordó que con el primer gobierno de Felipe González, cuando José Barrionuevo accedió al Ministerio del Interior se habló del romance del PSOE con la guardia civil. Cierto es que el romance culminó en las fiestas, muñequito inflable incluido, de otro putero insigne, el ex director general de la benemérita institución Luis Roldán. Tampoco debemos ignorar, como parte del romance, los aquelarres siniestros que se montaron en el cuartel de Intxaurrondo en los 80, cuando se organizó ese terrorismo de estado llamado GAL. 

Me despiertan curiosidad los requisitos que establece el PSOE para la admisión de sus afiliados, pues creo que se le está colando gente que podría llevar doble militancia con el PP. Alguien del PP me dirá, lo he visto en las redes, que las meretrices y la coca, complementos también en el caso ERE de Andalucía, son querencias del PSOE. Me permito recordarles que su jefe Feijoo tiene una foto con Marcial Dorado, capo del narcotráfico en Galicia, en una embarcación de recreo (imagino que las usadas para traficar serán otras) que si estuviera en el álbum de,  por ejemplo, digamos un político al azar, Pablo Iglesias, estaría imputado y declarando ante un juez o en el exilio y abriendo portadas en todos los informativos durante un año. Aunque no quiero desviarme, pero no sé resistirme, lo reconozco, al tema Pablo Iglesias-Podemos, es un escándalo absoluto la persecución judicial a esta formación política, investigaciones prospectivas mediante, que son aquellas que se hacen para buscar delitos sin los indicios que deben alumbrar una pesquisa judicial o policial. Investigaciones cuyo objetivo es situarla en un destructivo candelero mediático que puede alumbrar informaciones como que el juzgado que investiga a Monedero por el llamado Caso Neurona ha tardado dos años en demostrar que una factura presentada por éste era absolutamente real y correcta, o que imputó, reconocido por el propio juez Escalonilla,  por error a Pablo Iglesias. Noticias que los medios de la derecha, que pusieron el caso cuando surgió en pena de portada, o no han dado o las han ofrecido en un lugar secundario y de absoluta pasada. En el camino del caracol o la tortuga que transitan esas informaciones hasta que se desmienten queda tiempo para envenenar las mentes en muchas tertulias por parte de opinólogos entregados con fervor a la tarea de la que nos avisó Malcom X: que amemos a los opresores y odiemos al oprimido, lo que en muchas mentes genera un odio hacia su propia clase social. 

Un ejemplo lacerante de esto último: según una encuesta de Metroscopia sobre la marcha de la sede social de la constructora Ferrovial a Países Bajos el 49% de los encuestados apoya esa decisión y el 44% la critica. Los medios de la derecha han salido en tromba a apoyar a Ferrovial y a Rafael del Pino, su presidente y tercer hombre más rico de España (tengo claro que aparte de los beneficios fiscales saben que le hacen daño al gobierno en año electoral vendiendo el tema de la inseguridad jurídica, imagínense la inseguridad jurídica y vital que muchas veces sentirá un trabajador precario), y eso tiene su reflejo en muchas personas que no se paran a reflexionar y probablemente se creen, desde la "atalaya" de unos ingresos que tal vez oscilen entre los 1000 y los 2000 euros mensuales, que España es un infierno fiscal comunista para las empresas. Empresa, Ferrovial, que desde 2020 no paga el Impuesto sobre Sociedades. Al final llegamos a la ideología: se ha vendido la idea de que el beneficio empresarial puede, casi debe, ser infinito e intocable. En cambio, sobre los sueldos, siempre objeto de debate, todo el mundo tiene la convicción de que son necesarias unas escalas racionales. Y que no me digan que el empresario arriesga y patatín patatán ya que cuando llega un confinamiento el gobierno nacionaliza los salarios porque empresas que van alardeando de su solvencia tienen, parece ser, muy poco aguante. Debo decir también que ante algunas reacciones me doy cuenta que no soy yo el único iluso de izquierdas. Me refiero a aquellos que plantean que la actitud de Ferrovial es poco patriota. Tengámoslo claro, los grandes ricos son los que no tienen fronteras, pero la clase trabajadora sí necesita, solidaridad internacionalista aparte, de un estado socialmente fuerte que le garantice, sean cuales sean sus ingresos, unos estándares dignos de vida. O sea, una patria. Rafael del Pino, con 3.800 millones de euros de patrimonio, se puede comprar una patria, un territorio enorme con su propia seguridad, donde quiera.  Por eso me huele esta operación, que no me extrañaría secunde alguna otra empresa, a granito de arena en año electoral para afianzar la derecha su probable triunfo en las municipales de mayo y en las generales de finales de año. 

Lo siento, está en mi naturaleza no saber resistirme a los callejoncitos que se me abren cuando transito este callejón que para mí es avenida interminable con múltiples ramales. Me viene a la mente, no sé si de manera pertinente, la película, basada en un clásico literario de la ciencia ficción, El increíble hombre menguante, cuyo final, estremecedor, de reducción eterna, le abría al protagonista la puerta a infinitos e inquietantes mundos.

Retorno al caso Mediador y su rebumbio para establecer una comparativa que me parece interesante. La fiscalía pide para cada miembro de la cúpula de Interior del gobierno de Rajoy 15 años de cárcel por el caso Kitchen, el cual hace referencia a como estos servidores públicos movilizaron grandes recursos policiales para neutralizar el daño que pudiera hacer al PP Bárcenas en el caso Gürtel (como la ardilla de hace miles de años puedes recorrer la geografía del PP saltando de caso en caso), aparte de de usar ilegítimamente esos medios policiales también para investigar a Podemos y al independentismo catalán. Quiero detenerme dentro de este maremagnum en una noticia que pasó desapercibida y que en mi modesta opinión, por lo que respecta al estado como institución, contempla una corrupción si no mayor sí más inquietante que la de los chuscos vividores (por cierto no hay que olvidarse de los empresarios corruptores) del Mediador. Me refiero a la noticia que nos informa de todos los wasaps que se enviaron el segundo en el escalafón de Interior, Francisco Martínez, y José Ramón Navarro, Presidente de la Audiencia Nacional, organismo encargado de la investigación y juicio de sus presuntos delitos mientras el sumario estaba bajo secreto judicial. Se añade al despropósito que el Consejo General del Poder Judicial no ve razones para investigar la actuación del Sr. Navarro, quien dando muestras de muy poca honorabilidad, aún sigue siendo presidente. Presidente que, entre promesas mutuas de cenas caseras y vegasicilias compartidos, decía: "En cuanto sepa algo te lo indico Paco. Enorme abrazo". Leyendo los wasaps captas que no es un amigo con el que te lamentas, pues le solicita favores concretos y que le transmita aquello de lo que pueda enterarse, circunstancia que le otorgaría ventajas inaccesibles al común de los mortales cuando se enfrentan a procesos judiciales.

No quiero acabar sin referirme a la corrupción y el castigo político. Pienso que el bipartidismo está en proceso de restauración. Hace 5 ó 6 años parecía quebrado por completo con tres organizaciones estatales a la derecha (PP, Ciudadanos y VOX) y dos, casi en paridad, a la teórica izquierda (PSOE y Unidas Podemos), más las opciones territoriales de carácter nacionalista o regionalista. En la derecha quedan unos pocos restos, que serán barridos en las convocatorias electorales de este año, del “Podemos de derecha” que responde al nombre de Ciudadanos y que, con las bendiciones de algún banquero como el presidente del Banco de Sabadell, surgió ante el temor al derrumbe del PP. Aguanta por ahora VOX que es cauce para todos aquellos que aman el despendole fascista, quitarse parte de las caretas. El PP, pese a su trayectoria corrupta va a tener buenos resultados con, ojalá me equivoque, alrededor de 130 diputados. En la izquierda, el PSOE, daño del Tito Berni aparte, aunque sea como aglutinador del miedo al posible gobierno de la derecha ultra y la ultraderecha, dudo que baje de 100 escaños. Eso sumaría no menos de 230 escaños de los partidos pilares del régimen del 78. Bipartidismo no del todo recuperado pero sí, me temo, en proceso bastante firme de recomposición. Y suspiro de alivio de los poderes económicos al ver que la izquierda del PSOE, se presente unida o no, con unas siglas u otras, probablemente volverá a los estándares de la mejor IU (algo más de 20 diputados). Conclusión: la corrupción no castiga nada a la derecha ni hace dudar a sus votantes. El pensamiento de estos lo sintetizó perfectamente Jorge Bustos, periodista de El Mundo, en 2017: “Prefiero a un gobernante corrupto que a un comunista en el poder”. En cambio, el votante de izquierdas arruga más la nariz ante el “Tito Berni” que surge en su espectro político, pero quizás ante la presión de un hipotético gobierno de derechas con ministros de VOX en buena parte acuda a las urnas, tapándosela, para depositar la papeleta del PSOE. Otra parte se abstendrá y desechará votar a las organizaciones que a la izquierda del PSOE no tienen casos de corrupción pero están continuamente señaladas en los medios como si fueran la peor especie de forajidos que vieron los tiempos.

En fin… hasta el más iluso acaba entrando en vereda.