martes, 30 de diciembre de 2014

Repatriaciones y fosas comunes: no todos los muertos son iguales

Hay trincheras y tumbas dignas, y otras que están llenas de oprobio.
Decididamente, España es país para fascistas. Un territorio en el que en muchas ocasiones a los grupos antifascistas se les tilda de extremistas o radicales, ignorantes, los que así se manifiestan, de que antifascista o antinazi sólo se puede ser desde la más estricta radicalidad. En el sentido de que esas funestas ideologías (que son la misma con ligeros matices) deben ser, combatidas, arrancadas de raíz de cualquier sociedad. 
El nazismo es una de las peores expresiones de desdén por el sentido de la palabra humanidad que ha conocido la historia. El nazifascismo, aparte de surgir como arma de ataque de una burguesía aterrorizada por el peligro comunista, es esencialmente criminal pues plantea la superioridad intrínseca de unos seres humanos sobre otros, Humanos nacidos para mandar (hipotéticos arios en Europa o nipones en Asia) y humanos nacidos para obedecer (eslavos en Europa o chinos en Asia). Sé que ese elemento ha estado presente (y lo que queda) en la historia durante milenios. Amos y esclavos. Señores y siervos. Es la esencia del devenir histórico. Y esa esencia alcanzó su culmen en el siglo XX de la mano de Hitler y sus secuaces. La consecuencia se llamó Segunda Guerra Mundial. Un conflicto que, entre 1939 y 1945, dejó 60 millones de muertos, de los cuáles 25 millones eran soviéticos. Lo he dicho en alguna otra ocasión: desembarcos de Normandía y soldados Ryan aparte, la tumba nazi empezó a cavarse en las llanuras de Rusia.  Y desde Rusia, con el amor del gobierno pepero, vía Ministerio de Defensa, son repatriados los cadáveres de los voluntarios de la División Azul que fueron a combatir, bajo las ordenes de Hitler, por una causa, más que injusta, miserable.  
Contraste. Desde 2012 el gobierno del PP no ha asignado ninguna cantidad económica para la exhumación de los enterrados en fosas comunes y cunetas por enfrentarse al fascismo y defender, aparte de la legalidad republicana, ideas de justicia social, de vida digna para cualquier ser humano. Se apoya, se facilita con erario público, el retorno de los restos de quiénes libremente optaron luchar y morir, apoyando a una fuerza invasora, por una doctrina genocida, y se ningunea, bajo la excusa falaz de la crisis económica, localizar y descubrir los restos de aquellos que anticiparon en tres años (1936) la lucha antifascista en la que se vio envuelto el planeta. 
Lo siento, pero no. Todos los muertos son iguales en su paso a la inexistencia física y en el dolor que su pérdida deja en sus allegados. Pero no todos los muertos son iguales en el sentido que dieron a sus vidas. La muerte no lava la acción reprobable del que murió luchando voluntariamente bajo la esvástica. Sin embargo, haciendo honor al "Spain is diferent" (y paraíso de fascistas), el mayor asesino del siglo XX sigue enterrado en un lugar de privilegio sufragado por todos, mientras más de 100.000 republicanos y antifascistas siguen amontonados en fosas comunes, víctimas de un gobierno que los derrota de nuevo, repatriando, por encima de sus cadáveres, los cadáveres de quiénes fueron a luchar por un mundo más injusto.

lunes, 29 de diciembre de 2014

Paseando entre lo viejo y lo nuevo al borde de 2015

Un sentimiento personal: cada vez me siento más una antigualla. Casi seguro que es inevitable. Con el inexorable tic-tac biológico que te conduce al fin, algunos nos melancolizamos aún más y otras personas, obviando o soslayando la realidad a la que nos enfrenta el espejo, restringen la juventud a un estado del espíritu, un territorio cuasi sagrado mental que me genera admiración y envidia. En no pocas ocasiones ese espíritu joven se asocia a una apuesta por lo nuevo. El mundo de lo viejo ("hay que ir con los tiempos") se convierte en un mundo "maldito", casi tabú. Que el arranque del texto no les confunda, queridos (siempre los engloba a todos: hombres y mujeres) paseantes de este ya algo veterano callejón. No me voy, al menos hoy, a tender en el diván. Ni voy a hacer un ejercicio de sacralización de lo viejo o antiguo, ni, por oposición, uno de demonización de lo joven o nuevo.
De todas formas, seamos claros, hoy decir de algo que es novedoso, especialmente si se utiliza la palabra precisa (emprendedor por ejemplo), aporta un plus de prestigio, de credibilidad. Esto puede aplicarse tanto a lo estrictamente material, adquirir de inmediato la última innovación tecnológica comunicativa que sale al mercado anualmente, como al pensamiento, al más escurridizo mundo de las ideas. La sensación de este año, que se nos muere de viejo, es un casi neonato llamado Podemos que maneja como uno de sus activos fundamentales ser lo nuevo en combate contra lo vetusto. Esta idea, en la historia, es recurrente. La época denominada Antiguo Régimen (s.XVI-XVIII) recibió ese nombre de los revolucionarios franceses para expresar tanto el desprecio como el ansia de cambiar el mundo que les rodeaba. Incluso crearon un nuevo y precioso calendario cuyos meses hacían referencia a los ciclos de la naturaleza (en el hemisferio norte y en Europa, maticemos). Este mismo término se le ha aplicado en el estado español a la dictadura fascista de Franco, aunque debemos precisar que los fascismos, en sus diferentes versiones, reivindican un "orden nuevo", camuflando lo que han sido en su esencia: el estado de excepción de la burguesía cuando se han encendido las luces rojas (nunca mejor dicho) de alarma. También era un ángel portador de lo nuevo el Imperialismo o Colonialismo europeo del siglo XIX, que tuvo un matiz con respecto a la gran expansión del siglo XVI en la menor utilización de lo religioso, de la expansión de la fe verdadera, relegada a un segundo plano por la nueva fe revelada del avance científico-técnico. Un ángel ajeno a la voracidad de materias primas de la revolución industrial, abnegado, absolutamente sacrificado en su afán civilizatorio según Rudyard Kipling. Transcribo el primer párrafo de esa justificación ideológica y moral que es su poema "La carga del hombre blanco", escrito en 1899, en pleno auge de la expansión colonial que padecieron África y Asia.

         "Llevad la carga del Hombre Blanco.
       Enviad adelante a los mejores de entre vosotros; 
       Vamos, atad a vuestros hijos al exilio 
       Para servir a las necesidades de vuestros cautivos; 
       Para servir, con equipo de combate, 
       A naciones tumultuosas y salvajes; 
       Vuestros recién conquistados y descontentos pueblos,
       Mitad demonios y mitad niños."

Los últimos 200 años, son el reinado del aceleramiento de la historia, de la avalancha de lo nuevo. En 4º de la ESO la asignatura de Ciencias Sociales estudia el mundo contemporáneo, esa época que transita desde la Revolución Francesa hasta nuestros días (suponiendo que no estemos ya en el mundo postcontemporáneo y uno sin enterarse). Para los alumnos perciban la radical especificidad de este periodo les hablo de un hombre (o mujer) de cuento (la inspiración me la proporcionó la película musical Brigadoon) que "dormido" en el año 1000, y sin beso de princesa mediante, tuviera la concesión divina de despertar unos días cada 250 años. Les explico que esa persona en sus despertares hasta 1750 observaría cambios: vestimentas diferentes, mejoras viarias, ciudades más grandes con hermosas catedrales y palacios, mejores herramientas, avances en técnicas de cultivo, etc. Pero habría elementos esenciales que no sufrirían grandes modificaciones: transporte (barcos de vela y carros de tracción animal), comunicaciones, ocio, formas de producir (básicamente el taller artesanal). El "gran gran salto adelante" (recordando mi breve etapa prochina) se produce entre el despertar de 1750 y el del año 2000. Los ojos alucinados del durmiente contemplarían: grandes pájaros de hierro surcando los cielos, enormes barcos desvelados que desprecian las calmas chichas de los mares, vehículos circulando a gran velocidad que olvidaron en los establos a caballos o asnos, unos seres humanos reducidos que hablan desde cajas rectangulares, ciudades de tamaño imposible con edificios que aspiran a ser la Torre de Babel, etc. Quizás el resucitante cíclico pediría una prorroga para entender...y disfrutar.
O sea. Hay motivos para sentir el orgullo o admiración de lo nuevo, al menos en el plano material, siendo conscientes de que estamos en un vértigo histórico, de que la revolución científico-industrial es también la revolución armamentística que se inició hace un siglo con la Gran Guerra y alcanzó su apogeo destructivo con las bombas atómicas sobre Japón en 1945. Por eso tiendo a ser cauto ante el fetiche de lo nuevo como intrínsecamente positivo, como elemento de valor en lo argumentativo.
Escribí más arriba que la esencia de lo novedoso en la política española se llama Podemos. Pablo Iglesias y Monedero proceden de Izquierda Unida. El programa de Podemos tiene bastantes nexos, se supone que sus fines son también similares, con el de IU. Sin embargo, mucha gente que jamás le votaría a IU está ansiosa por votarle a Podemos (he leído encuestas, aunque lo dudo, que hablan de hasta un 20% de votantes del PP dispuestos a apoyar a dicha formación). Quizás porque, con cierto fervor religioso, identifican en Pablo Iglesias al "nuevo" Jesús dispuesto a echar a la casta político-mercader del mancillado templo de la democracia. A la par, sus primos de IU son percibidos como la marca blanca del "viejo" comunismo que, aunque quizás alguien se espante tras tanta lucha desinformativa bien librada por el capitalismo, es la ideología mas novedosa, la única que se plantea erradicar una de las lacras más antiguas (o viejas) que padece el ser humano: la explotación del hombre por el hombre. Desde el esclavismo infame de la Edad Antigua, hasta la precariedad cada vez más generalizada de la España de 2014, la lucha de clases, más o menos virulenta o consciente, es el estigma necesario de la humanidad. Una sociedad sin explotadores y explotados (cada vez se impone más la perversa ideología de que el explotado debe estar agradecido al explotador, "que le da de comer"), sí sería radicalmente nueva. Tanto, que la inmensa mayoría de la gente la sitúa en el desván de los sueños deseables pero irrealizables que llamamos utopía.
La gran novedad de Podemos, más allá de utilizar sabiamente la brecha que lograron abrir en los medios y un lenguaje estudiado, con ideas contundentes que han convocado a los hartos, es un programa paliativo de la creciente desigualdad social, que introduce, con bastante delicadeza, no sea que huyan en tropel, la mano en el bolsillo de los ricos. Resumiendo con trazo grueso: la vieja socialdemocracia. Sé que en este momento no existe capacidad para aspirar a nada más. En otras ocasiones he comentado que el objetivo básico es levantarnos de la lona donde braceamos groguis. Pero aceptémoslo, Podemos e incluso IU no buscan nada nuevo, buscan lo único que hoy está al alcance de la mano: una dominación de clase más humanitaria, recuperar alguna de las posiciones perdidas introduciendo una cuña en el atosigante discurso dominante de las intrínsecas bondades de lo privado y maldades de lo público. 
Donde no puede llevarnos lo nuevo, o un tacticismo exacerbado, es a la cobardía. La jauría ataca a Podemos hincando el diente en Venezuela. Quizás se pierdan algunos votos, pero en estos momentos Venezuela y otros gobiernos de la región son trincheras 
rebeldes por un mundo más justo. Iglesias, Monedero y Errejón lo saben, y manejan datos acerca de las políticas inclusivas venezolanas para con los desheredados. Y pueden contraatacar, y llevar al televidente, que imagina un ogro chavista encarnación del mal en estado puro, otra visión que le permita elaborar otro tipo de pensamiento. Esto, en la gran medida de las pequeñas cosas, podría ser algo nuevo y fecundo.
No creo que publique otro texto antes de que arribemos a 2015. Así pues, me permito desearles que, necesidades básicas aparte, todas las pequeñas cosas que para ustedes sean muy valiosas les hagan razonablemente felices.
Un abrazo fraterno desde Canarias a 9 de Nivoso de 222, según el calendario revolucionario francés, que tenía el inicio de su era en la proclamación de la república el 22 de septiembre de 1792.











miércoles, 24 de diciembre de 2014

Felipe, mientras sea un rey nieto de Franco, sus discursos, por Nochebuena o Carnavales, son ilegítimos

Este año será otro miembro de la familia propietaria de la jefatura del estado en España, Felipe, hijo de Juan Carlos el ahijado de Francisco (Franco), quién exprese, al borde del inicio de las cenas familiares, sus mejores deseos para todos nosotros. 
Imagino la emoción de la anciana con una pensión de 400 euros que la ve aumentada, gracias a la institucionalizada subida-insulto del 0,25% hasta 401 euros. O el placer del minimalista salarial que transita de los 645 a los 648 euros, por el desmelenamiento gubernamental del 0,50%. O el llanto (digno del anuncio de una lotería que nos dejará un par de tristes lecciones ejemplares: Dios aprieta pero no ahoga y le otorga un premio a una familia gaditana con 10 parados y, por otro lado, la canallada ideológica del que bonito es repartir, siempre y cuando ciertos dineros mantengan su intocabilidad) del parado, o parada, de larga duración y sin prestación, que ha visto, con formalidad merecedora de un gran tratado, después de áspera lucha sindical, la firma del acuerdo Rajoy-Toxo-Méndez que le permitirá cobrar durante 6 meses no prorrogables la ingente cantidad de 426 euros.
Estos grupos humanos estarán hoy pendientes de sus palabras joven Borbón. Palabras que mañana (quizás hoy o ayer ya) serán repetidas hasta la saciedad y debidamente ponderadas y, con mayor o menor grado de pudor o sonrojo, halagadas por el 90 % de los periodistas o escribientes que tienen las principales vías de acceso (televisivas) a los hogares. Palabras que redundarán en esa estupidez magna que es la igualdad de todos los españoles ante la ley. El gran logro de la revolución burguesa no fue la igualdad ante la ley sino, para dominar con mayor sagacidad, establecer, al contrario que en las estructuras estamentales del medievo, las mismas leyes para todos. Después, aunque no fuera comandante, llegaba el Botín de turno con su ejército de leguleyos y creando su propia doctrina para evadir la cárcel, mandaba a parar.
Al enemigo hay que reconocerle sus méritos, aunque juegue con ventaja. En junio mandaron al Borbón viejo, ya impresentable, entre lengüetazos dignos de un gran danés, a criar polvo en la estantería de la historia. Su padre, Felipe, llevaba camino de hacernos felices a los republicanos del estado español. Un tiempito más  con el abuelete haciendo  de las suyas, y sin necesidad de dar un palo al agua estoy asistiendo en la Plaza de la Feria (ubicación de la Delegación del Gobierno en la ciudad de Las Palmas de G.C.), entre lágrimas, al izado de mi amada tricolor. Pero no. Cada vez percibo más que la operación juventud al rescate de la monarquía, que fue su acceso al trono, tiene bastantes visos de ser exitosa. Creo que muchos republicanos agachados, vulgo juancarlistas, que estaban en un tris de abandonar a su padre y ponerse el gorro frigio y la escarapela tricolor, empiezan a mirarlo a usted con arrobo y a defender nuevamente (o viejamente) la utilidad de la monarquía "como factor, no partidista, de equilibrio político". 
Es arriesgado lo que voy a decir, pero pienso que el procesamiento de su hermana y la pira carcelaria en la que va a arder su cuñado, pueden ser elementos que le prestigien ante un pueblo que incomprensiblemente (mi racionalidad, que a veces se abisma en la locura, me mata) no siente vergüenza de tener rey. La valentía del juez Castro puede ser para usted mejor aliada, más útil, que la sumisión a palacio del fiscal Horrach. Su abuelito político dicen que masculló, ante el último viaje de Carrero, esa sentencia que defiende la capacidad didáctica del mal. Su hermana puede ser, hábilmente llevado el asunto, un mal que le venga muy bien, que le permita resaltar su figura de hombre justo que no busca, al menos aparentemente, vericuetos que salven a su parentela. Como paisaje de fondo tiene usted a una serie de partidos, entre ellos el PSOE, con alma de palmeros, pidiendo que Cristina renuncie a esa ridiculez llamada derechos dinásticos. Ser, o decirse, socialista, con la enorme carga histórica de lucha igualitaria que tiene esa palabra, y pedirle a Cristina Federica que renuncie a sus derechos al siempre infausto trono, es más patético que vergonzoso. 
Felipe, en su medio año no parece, justo es reconocerlo, un patán cierto y un falso campechano. Pero no va usted a pronunciar (o ha pronunciado ya, da igual) el único discurso legítimo que tiene a su alcance, aquel donde inste al gobierno a preguntar a los españoles si quieren seguir con la monarquía. Aunque se lo diga un enemigo declarado, quizás sería su gran jugada maestra.

lunes, 22 de diciembre de 2014

El abrazo y el dardo

El viernes 19 por la noche abracé mucho. 
Las bebidas espirituosas dieron vacaciones al retraído que nunca quise ser, pero guía mis pasos cotidianos, y en la cena navideña del instituto, prodigué ese enganche humano que supera a los protocolarios estrechones de manos y pares de besos o choques de mejillas. Abracé, quizás con cierta variación en las intensidades, sin distinción de las cercanías o lejanías cotidianas, de las pequeñas complicidades que brotan con unos compañeros y otros no. En mi Centro la primera parte de la travesía suele ser la más azarosa y, no obstante, la nave había llegado, sin excesivos desperfectos, al primer puerto vacacional del curso. En el fondo de no pocos abrazos estaba la culminación de un tránsito complicado, entre adolescentes y jóvenes de esa periferia de la periferia que es el barrio de Jinámar en la isla de Gran Canaria.
He hablado de mis abrazos desinhibidos y prolíficos, me he parado a pensar en ellos, porque el mitin de Pablo Iglesias en Barcelona ha traído a colación el abrazo que el 9 de noviembre se dieron Artur Mas, presidente de la Generalitat de Cataluña, y David Fernández, dirigente de las Candidaturas de Unidad Popular (CUP). 
Antecedentes. La semana pasada ante el anuncio del mitin de PI en Barcelona, las CUP, en carta abierta, solicitaban a Podemos un pronunciamiento a favor de la celebración de un referéndum vinculante que sirva para que el pueblo catalán decida si quiere la independencia o no. Las CUP solicitaban a Podemos no que defienda la independencia, sino que favorezca la utilización de la herramienta que certifique que posición es la mayoritaria. Pablo Iglesias en el mitin ha ignorado la petición de las CUP y ha reiterado su posición, ya expresada, de que él quiere el derecho a decidir en todos los ámbitos y que, además, desea que los catalanes no se marchen de España. Es evidente que orilla el pronunciamiento que le pide la CUP, pero está en su derecho de jugar con sus tiempos y sus medidas ambigüedades políticas. A lo que también tiene derecho, pero esto debería impedírselo su propia ética, es a expresar lo que en mi opinión es una pequeña vileza: "Os prometo que a mi no me veréis dándome un abrazo con Rajoy ni Mas". 
Dardito a David Fernández, por su sentido abrazo con Artur Mas, sin doblez, a la luz pública, después de conseguir, tras grandes dificultades, la celebración de la consulta. Creo que si Iglesias y Fernández charlaran y analizaran la realidad del estado español y del mundo tendrían bastantes puntos de coincidencia, pues ambos pertenecen, obviando sus divergentes estrategias actuales, al campo de la izquierda antiimperialista. Y pienso que entre la gente de la izquierda la crítica debe ser siempre de frente, ajena al cainismo, argumentativa, sin retorcidas alusiones a circunstancias que quedan en el anecdotario personal, en lo que a un ser humano le impele en un momento determinado, sin pararse a pensar en réditos políticos, a fundirse en un abrazo con otra persona. 

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cuba-EEUU: el triunfo de un pequeño estado digno

Una pequeña curiosidad inicial. Los que simpatizamos con la revolución cubana, casi siempre, cuando nombramos a los líderes de ese proceso, usamos sus nombres de pila: Fidel o ahora Raúl. Sus enemigos, desconozco la razón, utilizan habitualmente sólo el apellido. 
Ahora procedo a escribir mi alegría.
El periodista norteamericano-argentino Andrés Oppenheimer publicó en 1992 un libro titulado "La hora final de Castro". No sé en que asunto andará don Andrés ahora, quizás escribiendo un artículo llamado "La hora estelar de Castro". Entiendo que en aquel momento, destruida la Unión Soviética, había que ser muy optimista para pensar que una pequeña isla, algo más grande que Andalucía, de 11 millones de habitantes, y a 90 millas de las fauces del tiburón estadounidense, iba  a aguantar mucho tiempo sin ser engullida. Comprendo también el gozo de muchos exiliados cubanos haciendo sus proyectos de retorno triunfal a la isla. Desde su óptica: muerto el titiritero soviético, inerme el gobierno títere cubano. Para ellos, los hermanos Castro estaban a punto de ser el postre o la guinda del "fin de la historia" pronosticado por Fukuyama: el reino seráfico, por los siglos de los siglos, del capitalismo (y ojo, no es que a día de hoy los poderosos vayan perdiendo precisamente). 
Pero no. Contra pronóstico, no. Estos cubanos, isleños con alma y sufrimiento de aldea gala, porque aunque los cuentos nos den vida, la vida no es un cuento, siguieron diciendo no. Y en eso llegó, siguiendo otra ruta, pero con los pobres de la tierra y la dignidad como horizonte, decenios después de que llegara Fidel (1959) y mandara a parar, otro comandante: Hugo Chávez (1999). Tras pasar 40 años de soledad institucional latinoamericana (salvo los breves periodos de Allende o la Nicaragua Sandinista) Cuba recibía el abrazo (y el petróleo, por aquello de que obras son amores, a cambio de médicos y maestros) de Venezuela. Y después llegaron el "buen vivir" del ecuatoriano Rafael Correa y, desde el altiplano boliviano, el indio Evo, que apenas toma posesión de su cargo (acaba de ser reelegido hace dos meses por tercera vez), va corriendo a La Habana a fundirse con Fidel y llamarlo, lleno de orgullo, como hiciera Hugo, padre. Porque ese símbolo llamado Fidel, o la nación cubana, han sido, con su resistencia al bloqueo más largo de la historia, los padres espirituales de los gobiernos insumisos (e imperfectos, por supuesto) que han surgido en el centro y el sur de América.
Gran parte del planeta mediático (los editoriales del New York Times contra el bloqueo y alabando la acción cubana contra el ébola, no daban puntada sin hilo) estaba, este ya histórico 17 de diciembre de 2014, atento a la comparecencia simultanea de Obama, presidente del estado más poderoso militarmente del planeta, en pie de desigualdad, al reconocer de facto el fracaso del bloqueo, con Raúl, el presidente de un pequeño estado digno y que, según el cantautor Silvio Rodríguez, tiene "un socialismo perfectible y que cuida a su gente". 
Pues eso, que los grandes ideales vivan en la pequeña cotidianidad.



sábado, 13 de diciembre de 2014

EEUU, Brasil, España: tortura y represión

Titular del periódico El País :
"El senado de EEUU acusa a la CIA de mentir y torturar sin resultados".
Me parece un titular magistral, pues con las dos últimas palabras transita de la rectitud moral al reproche inmoral. Al principio quedé sumido en el desconcierto. Dudando entre si se condenaba la tortura o la falta de resultados de su aplicación. O si se cuestionaban ambos hechos. Y el titular, al menos tal como está redactado, después de ese primer momento de extrañeza, es diáfano. Lo que el senado, en concreto la mayoría demócrata, rechaza (insisto, según el titular), es el malgasto, el derroche de la mentira y la tortura carente de rentabilidad. Dos acciones, sobre todo la segunda, consideradas éticamente reprobables, no pueden ejecutarse sin obtener el beneficio de la información. Los republicanos dicen que sí se obtuvieron datos valiosos para la acción antiterrorista. Es un juego político absurdo e hipócrita. EEUU no va a detener su acción de dominio imperial por una tortura más o menos. Aquí el asunto es que no lo han hecho vía militares testaferros, como en Chile o en las otras dictaduras de Latinoamérica. Han sido tan hipócritas que a los presos los han ubicado en el limbo jurídico de la base militar de Guantánamo (territorio de 100 kilometros cuadrados usurpado a Cuba), donde hay detenidos ilegales que llevan allí más de 12 años sin acusación alguna. 
En este terreno de la tortura (a veces, en el bello mundo de los eufemismos, se emplea el concepto del maltrato), el laurel repugnante de la sinceridad se lo lleva el expansionista Estado de Israel, cuyo tribunal supremo consideró lícito, en 1999, el uso de la tortura sobre los prisioneros palestinos en determinadas circunstancias. Otros estados se limitan a hacer oídos sordos. Amnistia Internacional ha acusado en diversas ocasiones al gobierno español de la existencia de torturas en dependencias de los cuerpos de seguridad. Tanto el gobierno como las principales cabeceras informativas establecen la ley del silencio. Lo que no se difunde no existe. Ni en el sumario, ni probablemente tampoco en el desarrollo de ningún telediario saldrá esta alarmante noticia que, por supuesto, tiene un calibre mucho menor que la irregularidad administrativa de Errejón. La decretada inexistencia, por parte de los gobiernos españoles del PP y del PSOE, de la tortura, tiene mucho que ver con una sacralización ideológica de las fuerzas de seguridad, que hunde sus raíces en la lógica, nunca quebrada, del fascismo hispano, que consideraba a las policías cuerposintocables, siempre en el punto de mira de la alabanza.
En Brasil, con la presencia de la presidenta Dilma Roussef, acaba de presentarse un informe de la Comisión de la Verdad sobre los 21 años de dictadura militar, que establece una cifra de 434 muertos y desaparecidos e identifica a alrededor de 300 agentes del régimen con indicios de haber ejercido como represores. En España, no es que sea inimaginable una comisión similar, es que, más lacerante aún, cada fosa que se abre ha implicado una lucha enconada de los descendientes, principalmente nietos ya liberados del miedo que atenazaba a sus padres. Quién se de un paseo con una cierta periodicidad por este callejón sabe que soy un amante de las comparativas. Voy a realizar una entre la dictadura brasileña y la española, poniendo el foco en este pequeño territorio llamado Canarias. Brasil, con cerca de 200 millones de habitantes cifra en cuatrocientas y pico sus víctimas. Canarias con el 1% de esa población tiene una cifra superior (alrededor de mil) en los más de 40 años de fascismo. Y que no se me argumente que en este caso hablamos de una Guerra Civil, pues en Canarias se limitó a un golpe de estado triunfante en unos pocos días. La isla que más tiempo estuvo en manos del gobierno legítimo de la República fue La Palma, que resistió una semana. Por añadidura era un territorio situado, con un océano de por medio, muy lejos del frente. Desconozco si Brasil acabará pidiendo responsabilidades a los represores, pero al menos parece que están leyendo un libro de su historia que aquí, que tenemos entre manos una enciclopedia de la infamia, se liquida con un apelación al buenismo de no volver a pelearnos entre hipotéticos hermanos. 
Recuerdo que en los años 80 se decía, sacando pecho, que la América del centro y del sur tenía que aprender de nuestra Transición. Afortunadamente, algunos países de ese continente no han querido seguir las pérfidas lecciones de la otrora madre patria, que profundizan en la injusticia que padecen esas víctimas de segunda categoría, si establecemos como referente a las de ETA, que son los más de cien mil represaliados (resulta casi ridícula la cifra brasileña) por el fascismo hispano.
EEUU, Brasil, España. La línea de represión cambiará. Se tornará más laxa o más tensa, pero estoy convencido de que siempre estará ahí, presta a acogotar cualquier atisbo de cambio que vaya a la esencia que subyace bajo la inmensa mayoría de los conflictos: un reparto mucho más equilibrado de la riqueza. Parafraseando a Carville, asesor electoral de Bill Clinton en la campaña de 1992, sin que nadie se ofenda, por favor, y por si alguien aún no se ha enterado: ¡es la lucha de clases, estúpidos!

martes, 9 de diciembre de 2014

Santi Potros y Plazaola: la polémica

Santi Potros ha cumplido 27 años de cárcel (13 en Francia y 14 en España).
Alberto Plazaola ha estado en prisión 24 años (6 en Francia y 18 en España).
La Audiencia Nacional acordó ponerlos en libertad el 4 de diciembre debido a que decidió computar el tiempo de condena en Francia. La fiscalía va a recurrir la decisión al Tribunal Supremo.
La polvareda mediática ha sido enorme. Enseguida se les ha puesto el altavoz a esos grupos fácticos de presión que son las asociaciones de víctimas del terrorismo. En ningún momento cuestiono el dolor de unas personas cuyo familiar haya sido asesinado en una acción violenta, sea cuál sea la ideología que la sustente. Pero me parece excesivo hablar de burla a la justicia y desprecio a las víctimas y familiares. De todas maneras los dos casos son diferentes. A Santi Potros se le considera inductor de 35 asesinatos (entre ellos los 21 de Hipercor en Barcelona en 1987). Ya más de uno ha sacado cuentas y ha dicho que cada crimen le ha costado menos de un año de prisión. Lo siento, no puedo evitarlo. Lo he dicho en otras ocasiones y lo reitero, incluso con las mismas palabras (me hago viejo y cada vez más empecinado): en España miles de asesinos fascistas no han pasado ni cinco minutos en una dependencia policial o judicial. El gobierno español ni siquiera ha entrado a considerar la orden de la Interpol que pide, en aras de la jurisdicción universal para los delitos de lesa humanidad, la extradicción a Argentina de 20 jerarcas del régimen fascista español. Ese régimen que, por ejemplo el 3 de marzo 1976, en Vitoria, mató a 5 trabajadores e hirió a varias decenas más al ametrallarlos. Aquí, si hacemos esa operación numérica, habitual casi exclusivamente con el finiquitado terrorismo etarra, de asesinados y años de reclusión, el resultado es cero. Santi Potros ha pasado 27 años encerrado. No es una burla o una condena menor. Quién tenga ese criterio que pida la cadena perpetua o que sea aún más audaz y solicite el restablecimiento de la pena de muerte. Soy honesto. Si alguien asesina violentamente a un familiar directo mío desearía, en la negrura de mi ira y mi dolor, arrancarle (es una metáfora, por supuesto) el corazón. O sea, no desearía justicia, anhelaría venganza, al menos al principio, con la herida abierta y fresca. Por eso las leyes, sin entrar en mil particularidades y sabiendo que la balanza suele inclinarse hacia la clase dominante, como ente global, son un gran avance civilizatorio. 
El caso de Plazaola es, bajo mi punto de vista, una injusticia. No su liberación, sino que haya pasado 24 años en prisión. Por una sencilla razón: está condenado por dos asesinatos frustrados y un delito de estragos al colocar una bomba en la puerta del bar. Afortunadamente (nunca mejor dicho, pues era su intención), no ha asesinado a nadie y las penas no son (ni deben serlo) iguales por la intención de un delito que por su consecución. Los casos son disímiles. Sin embargo, bajo el paraguas de ser de ETA, han pagado prácticamente lo mismo teniendo responsabilidades muy diferentes. Un preso común por intento de asesinato no pasa 24 años en la cárcel, muchos ni siquiera por un asesinato consumado. Pero Plazaola y Santi Potros no eran presos comunes, eran, guste o no, presos políticos de una organización que practicaba una violencia indeseable con unos objetivos políticos, como hicieron los fascistas que se adueñaron de las estructuras de un poder que usaron, durante más de 40 años, con extremada y generalizada crueldad, sin ser jamás juzgados.

domingo, 7 de diciembre de 2014

Errejón y Goirigolzarri

El primero, Errejón, un perfecto desconocido hace seis o siete meses, lleva un par de semanas en la diana de los grandes medios por supuestas irregularidades en un contrato de investigación, con la Universidad de Malaga, por el que cobra el "exorbitante" sueldo de mil ochocientos euros mensuales. La ironía es contenida pues sé que, con el derrumbamiento salarial que la riada de la crisis ha supuesto para muchísimos trabajadores, unas ganancias, imagino que brutas, cercanas a los dos mil euros, es un sueño inalcanzable para muchas personas aunque tengan una cualificación media o alta. La crisis nos ha sometido. Ya reivindicar un salario decente en el pensamiento de mucha gente es, más que una osadía, casi una indecencia. Lo importante es tener un trabajo, aunque ganes, y perdón por la palabra, pero es la adecuada, una mierda y te hagan trabajar más horas que las que te pagan. En 2013, según el diario El País, se realizaron cada semana de media más de tres millones trescientas mil horas extras no retribuidas. Si la ira bolchevique no te ha carcomido el alma, darás gracias por tener un trabajo y estarás satisfecho y agradecido al individuo que se aprovecha de tu precariedad. Siempre tendrás la libertad, fuego sagrado, de irte y convertirte en emprendedor, símil de los viejos aventureros que se adentraban en territorios ignotos o, tal vez, del sueño americano, si has tenido la precaución de no ser un negro pobre y estar en la lista de espera para ser asesinado por la policía. 
"Este hombre es Íñigo Errejón...". Así abría sus titulares del informativo nocturno Antena 3 hace unos días. Reconozcan que el arranque tiene fuerza, gravedad, que uno espera, tras el rostro hierático y las gafitas del señalado, de bondad o maldad, una historia ejemplar. Pero no. Es portada, en hora de máxima audiencia, un expediente para dilucidar posibles irregularidades en un contrato laboral de mil ochocientos euros mensuales en el país donde gobierna un partido que según el juez Ruz ha pagado un millón setecientos mil euros en dinero negro (sin tributar a Hacienda) para reformar su sede. Errejón es uno más, nos advierten aviesamente. Si llega al poder, desengáñate, desamparado ciudadano, él también, el lugarteniente serio, eficaz y perseverante, que toda organización exitosa necesita, trincará. Bajo esta óptica, interesada, todo se reduce a un problema de niveles o accesibilidad. En el adusto mundo de la ética, el parado que cobra el desempleo y hace chapuzas es, moralmente, tan corrupto como el gurteliano o el noosiano.
El segundo, Goirigolzarri, que según un reciente peritaje judicial, al igual que su antecesor Rato ocultó y falseó cuentas de la nacionalizada Bankia, es un prejubilado de oro del BBVA al que le tocará la lotería todos los años (a razón de unos tres millones) hasta que complete los cincuenta y dos millones de euros de su pensión. Tiene, por ser presidente de un banco salvado con fondos públicos, parece que sin incompatibilidad alguna con el maná prejubilatorio, un tope salarial de seiscientos mil euros (casi mil salarios mínimos). Los medios que defienden a ultranza la bondad del sistema capitalista buscan la inmoralidad, la mácula en la virginidad de Errejón, y son incapaces de cuestionarse la licitud moral (y legal) de que un individuo cobre una pensión que equivale a poseer 130 décimos del premio gordo de la lotería de Navidad. Imagino que Goirigolzarri, cuando ve el lacrimógeno anuncio del bondadoso dueño del bar que tiene reservado un décimo para Manuel, el hombre en dificultades, bajo de moral y zarandeado por la crisis, debe llorar... de la risa. 

Este hombre, con la mitad de su rostro 
en la sombra, es Íñigo Errejón