domingo, 31 de julio de 2011

El espíritu es nuestro (o un minipoema de "rambos" ¿ateos?)


Quiso formar un grupo heroico

para asaltar el inframundo

y encadenar a los dioses

y mostrarlos,

caducos y mugrientos,

carentes del espíritu,

ese precioso adorno de los mortales.


                                2010

viernes, 29 de julio de 2011

Un techo de sueños (para Sandra)

El poema que sigue lo escribí en diciembre de 2005. Mi sobrinita Sandra nació en noviembre de 2010. O sea, el poema, más listo que yo, intuía a esa tardona.


Ayer hice un poema

que no era mío

era un poema de peluche,

el poema de una niña

que balbucea y ríe,

agitando en un sonajero de letras

sus primeras palabras.


Era un poema a trompicones,

un poema de azules cielos nítidos

y casitas de tejado muy rojo,

un pequeño poema naif

tan ajeno a mí

como un beso inesperado.


Un poema de lunas y estrellas

rielando por un techo de sueños.



jueves, 28 de julio de 2011

Ayuda a Somalia (un chispazo estadístico)

En la anterior entrada de este blog (martes 26) hacía una referencia tangencial a la hambruna que se está produciendo en la actualidad en el cuerno de África. Hoy, viendo uno de los telediarios del mediodía, creo que el de La Primera, aparte de que el tema se trató en un puesto absolutamente secundario (pero eso ya es habitual, la muerte lenta, no explosiva, casi no es noticia), me llamó la atención un dato: habían llegado 10 toneladas de ayuda (10.000 kgs). La cifra de afectados por la hambruna, nos referimos a quiénes tienen mayor riesgo de morir o sufrir consecuencias irreversibles, principalmente en la población infantil, es de unas 500.000 personas. Hagan la operación aritmética pertinente. Sí, la calculadora de su ordenador no está estropeada: ya ha llegado del mundo desarrollado (¿en valores?) una ayuda de 20 gramos por persona. Si sigue a ese ritmo, desde el cinismo podremos verle una virtud, la muerte no será tan lenta.

martes, 26 de julio de 2011

20 Casas (o, aunque no lo parezca, hablando del comunismo)

Hace unos meses, quizás un año, el primer ministro de Italia Silvio Berlusconi (sobre el que pienso que gran parte de los italianos, incluidos muchos trabajadores, hicieron la siguiente reflexión: es el más rico del país, por lo tanto es el más listo, conclusión: que gobierne) en un debate parlamentario, cuando la oposición italiana le pedía que se fuera a su casa, con aire de gondolero simpático respondió, desde mi punto de vista magistralmente, lo siguiente: "¿A cuál de mis 20 casas me voy?"
Si yo llego a estar presente en esa sesión del parlamento italiano le aplaudo a rabiar (liarme a trompadas es otra opción más golosa aún, pero ante la "importancia" del individuo harto improbable). Las personas descaradas, prepotentes, siempre me han generado, en el terreno cotidiano, un doble sentimiento: fascinación (¿¡cómo se puede ser así¡?) y desprecio. Pero aquí Berlusconi no es un ser de carne y hueso, un individuo fascinante o despreciable. Este hombre es el símbolo de un sistema: el capitalista, que se basa en la acumulación irracional de propiedades (¿cuántas de sus casas apenas las habrá visitado?) por parte de una minoría, mientras ahora mismo la ONU está dilucidando como montar un puente aéreo para la crisis de hambre que asola Somalia
¿Cuántas vidas o trasplantes capilares necesita Berlusconi para dilapidar su fortuna? Cómo puede ser que su tatataranieto, que nacerá dentro de una pila de años, ya sea rico y en cambio mucha gente en el mundo se conformaría con tener como techo  las casetas que tienen los perros de algunas de sus 20 cas..., perdón, mansiones.

viernes, 22 de julio de 2011

El poema más reciente

                                               
Cuando un hombre
se para al borde de un acantilado,
y cansado de zigzagueos y dudas
tiende
el mapa,
detallada cartografía
de sus trasiegos inhumanos,
en la línea del horizonte,
con la certeza de que sus perseguidores
jamás alcanzarán
ni sus amores
ni sus justicias o crímenes.

Cuando un hombre
se desviste impávido de su pellejo
                                            curtido
de soles y fríos
y ritualmente los quema,
sal de todos los cuerpos,
en la hoguera de sus lágrimas,
sabe que,
                exhalando,
tiene la frágil dureza
de un fósil lanzado a los tiempos.



                                  Julio 2011

jueves, 21 de julio de 2011

Los Porqués

Una de las características que más nos humanizan (y nos hacen sufrir) es nuestra capacidad de cuestionamiento. Y, desde ayer 20 de julio, me he preguntado, con creciente inquietud: por qué, qué sentido tiene que un desconocido profesor de historia de un IES,  periférico en todos los sentidos, abra este panel o ventana de comunicación.
Y sigo sin respuesta clara. O peor, la respuesta que más me ronda no me gusta demasiado. Seré sincero: en la carrera de los porqués toman la delantera con clara ventaja dos bestias que en apariencia malcasan: el ego y  la abulia.
Sé que nada de especial relevancia va a salir de este blog, nada que incite a  miles de personas a transitar por estos lares (ya me gustaría). Lo dedicaré a la pasión y el tormento. La primera se plasma en la política: acendrado individualista y solitario, soy comunista (ya trataré con cierta profundidad el tema) y comentaré cualquier aspecto de la realidad pública que, relevante o irrelevante, me haga apretar los dientes. El segundo es la poesía: mi eterna vergüenza, sacar a la luz esos poemas que, cabreándome, siempre me parecen el mismo. Bueno, si la voluntad no se me quiebra, los iré colgando en este espacio. Al callejón con ellos (sé que el tránsito no convertirá este espacio en calle).
Por último, bienvenidas todas las visitas y sobretodo, discrepantes o concomitantes, agradeceré mucho  los comentarios

miércoles, 20 de julio de 2011

Poema de presentación o quizás de despedida


Algún día convocaré

a todos mis amigos

y les pediré perdón

por mi incapacidad para compartir con ellos.


Será una cena llena

de conversaciones pausadas

y música inmortal,

donde las miradas serán caricias

y los recuerdos dulces punzadas.


Será la cena de la metamorfosis,

de mares ebrios

y tenues soles azules,

de espíritus desnudos

que simpáticos me velarán los ojos

mientras les digo adiós.