Ayer hice un poema
que no era mío
era un poema de peluche,
el poema de una niña
que balbucea y ríe,
agitando en un sonajero de letras
sus primeras palabras.
Era un poema a trompicones,
un poema de azules cielos nítidos
y casitas de tejado muy rojo,
un pequeño poema naif
tan ajeno a mí
como un beso inesperado.
Un poema de lunas y estrellas
rielando por un techo de sueños.
¡Cuán tierna y cándida es el alma inquieta!
ResponderEliminarEl alma inquieta es alucinada, ¿destructiva?. Observa Don Quijote
ResponderEliminarDisculpa Beatriz por no agradecer tu comentario
ResponderEliminar