domingo, 30 de agosto de 2015

Fondo y forma

Todos conocemos esa frase, generalmente en boca altisonante de algún líder político o mediático que cuando habla esculpe en mármol, que establece la máxima: "en democracia son tan importantes las formas como el fondo".
En realidad, hoy tengo el día nihilista, es una frase vacía. Es como decir: "en lo inexistente son tan importantes las formas como el fondo". Y no, en lo inexistente lo único importante es la imaginación. Yo he llegado, perdónenme la osadía, a la conclusión de que la democracia es un maravilloso ejercicio imaginativo que nos conceden los amos mientras nuestras bocas no amaguen, ya no con morder, sino con gruñir enseñando unos colmillos en general bastante mellados. 
El Chile de Allende y la Grecia de Tsipras tienen un fondo y una forma diferentes. En Chile se aplastó con la bota militar ese oscuro objeto de debate y deseo que fue en los años 70, en el mundo de la izquierda radical, la llamada "vía pacífica al socialismo". La posibilidad de tomar el cielo por asalto con papeletas y claveles carentes de fusiles. El fin de ese sueño lo simboliza Allende volándose la tapa de los sesos con el fusil que le regaló Fidel. En Grecia el fondo que proponía la Syriza que ganó las elecciones en enero no era la construcción de una sociedad socialista, era apenas la recuperación de unos mínimos derechos sociales y parar el empobrecimiento de las capas populares y el expolio masivo de la propiedad pública. Sin embargo, tan triste es la situación en la que se encuentra la izquierda y su concepción del mundo que el reto reformista de Tsipras, no buscando ningún cambio revolucionario, ni cuestionando en lo más mínimo el edificio capitalista, fue tomado por los grandes poderes europeos como un desafío intolerable. Las formas con respecto a Chile han variado. Lo ha expresado Varoufakis con meridiana claridad: "La primavera de Grecia ha sido aplastada, no por tanques, sino por bancos". 
El referéndum griego de julio, el famoso y hoy desvencijado "oxi", es el ejemplo máximo de lo poco que importa la voluntad de un pueblo ante los intereses del gran capital financiero. También es cierto que lo que fue grandeza en Allende se ha revelado como pequeñez y aventurerismo en Tsipras (no, no soy duro, es tú obligación como gobernante tener posibilidades alternativas y jamás puedes convocar un referéndum cuyo resultado vas a desobedecer). 
Una noticia muy esclarecedora de quienes son los que mandan y los premios y castigos que reparten, importándoles un bledo el bienestar de los pueblos. Casi todos hemos escuchado cuando se plantea una "quita" de la griega aquello de "las deudas se pagan". Veamos esa noticia del 27 de agosto que ha pasado algo desapercibida y es enormemente clarificadora:
"Los acreedores conceden a Ucrania lo que se le niega a Grecia: una quita del 20% de su deuda y aplazar los pagos. Cuatro fondos de inversión estadounidenses, la Unión Europa y el FMI condonan 3.800 millones de dólares de los casi 20.000 que debe. Rusia, que espera un pago de 3.000 millones en diciembre, no entra en el acuerdo". 
La noticia se comenta por si sola. Tú vota lo que quieras que para eso hay "democracia" en las formas. Ya después, cuando el amo decida si toca caricia ucraniana o fustazo griego, sabrás, en el fondo, si te has equivocado.

lunes, 24 de agosto de 2015

Josefa Hernández y Miguel Ángel Ramírez (o el encarcelamiento de la pobreza)

Cuando escribo estas líneas Josefa Hernández, una abuela majorera (en Canarias denominamos así al natural de la isla de Fuerteventura) de 63 años, está entrando en la cárcel de Tahiche,
en Lanzarote, para cumplir una sentencia de 6 meses, por el delito de tener construida parte de su vivienda, ubicada en el municipio de Betancuria, en un espacio rural protegido.
El caso ha tenido cierta relevancia en los medios a nivel nacional. Es lógico. A cualquiera con un poco de sentido de la humanidad, ni siquiera pido conciencia social, le parece una monstruosidad que está señora, con sus enfermedades, con una hija dependiente y nietos a su cargo, entre en una prisión por una condena menor de un año. Contendré al demagogo que habita en mí y borraré de mi mente el delito de odio que me inspira, por comparación, la imagen de Rato saltando del yate, con parada en el despacho del Ministro del Interior preocupado por la seguridad de su parentela, a la placidez de su piscina.
La imagen de la señora, la imagen de sus hijos, la imagen de la casa. Todo el conglomerado de impresiones de estos días nos muestran a una familia y a un hogar derribable muy humildes.
Nunca me he creído  que la justicia sea lo imposible. O sea, independiente. De entrada sé que eso no existe, aquí todo el mundo tiene ideología  y los jueces no se la dejan en casita cuando se ponen la toga. Y con la misma ley dos jueces dictan dos sentencias al menos con matices muy diferentes. Todos conocemos asuntos importantes que han llegado al Supremo o al Constitucional, y se han resuelto o con margenes estrechos o con votos particulares. La justicia es una enorme maquinaria. Y el encausado habitual, el pobre, el que no tiene medios para pagarse un ejército de leguleyos, como bien dijo una persona que salió fugazmente en televisión (lo lamento pero no sé quién era, no obstante la frase me pareció contundente y precisa y la reproduzco textualmente) siente lo siguiente: "Cuando uno no tiene medios, todo se hace un mundo y el sistema lo aplasta".
El problema en muchas ocasiones, yendo a la contra lo que se dice habitualmente, no es que la justicia no sea igual para todos. Viviendo en una sociedad de clases con enormes desigualdades y aplastamientos, si yo fuera juez no me plantearía jamás aplicarle la justicia con igual rigor a doña Josefa Hernández y sus necesidades perentorias, que a un magnate como Miguel Ángel Ramírez, presidente de la Unión Deportiva Las Palmas, que, condenado a tres años de cárcel por construir parte de su mansión en terreno protegido, y acorazado por su bien pagada hueste jurídica, tras apelaciones diversas y el pertinente derribo que en nada disminuye su peculio, hasta este momento en que doña Josefa ya está entre rejas, no ha pisado el trullo.

viernes, 21 de agosto de 2015

El Rototom, Matisayhu, Mohamed Allan y el toro de la Vega

El Rototom es un festival europeo de Reggae que, a lomos de la polémica, ha saltado a la fama este año con más intensidad que nunca. Este macrofestival que dura una semana y se plantea la defensa de los derechos humanos y el pacifismo, había contratado a Matisyahu, músico judío estadounidense. La campaña contra la política criminal israelí de la organización internacional, en la que también participan judíos no sionistas, Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) en el País Valenciá, demostrando con declaraciones (defendiendo la masacre del barco turco que en 2010 llevaba ayuda a Gaza o diciendo que Palestina no existe) y acciones (participando en conciertos de apoyo al ejército de Israel que en el tiro al blanco en Gaza del año pasado mató a más de 2000 personas, entre ellas 500 niños) del cantante, que este individuo no merece participar en un festival que se declara defensor de los derechos humanos, logró que los organizadores cancelaran la invitación. 
Y en el acto se abrieron los cielos y tronó el eternamente cabreado y vengativo dios del pueblo que lleva la pesada carga de ser su elegido. Embajada israelí, organizaciones judías nacionales e internacionales, primera página y editorial de esa exbiblia progre, salvo para gente muy fanatizada, llamada El País, el partido de Rato y Bárcenas, aquel cuyo abuelo ideológico (el padre es Fraga) clamaba contra el contubernio judeomasónico del comunismo internacional. Todos unidos en avalancha por la defensa de la sacrosanta libertad de expresión ante tan intolerable acto de censura. Y el miércoles, dos días después el Rototom vio la luz y dio marcha atrás y entonces la nítida boveda celeste de la libertad quedó restablecida. Eso sí, con algunas excepciones poco publicitadas que quién tenga interés podrá leer en un texto de "Eldiario.es" cuyo enlace pongo al pie de este texto. Pero permítanme que les hable de un puntito que probablemente la mayoría desconoce y mancha el reluciente azul.
Mohamed Allan es un abogado palestino de 31 años. Permanece prisionero del estado de Israel desde hace 10 meses y lleva dos en huelga de hambre exigiendo su libertad inmediata. Parece que, después de tanto tiempo, sus lesiones son irreversibles. Ustedes pensarán que algo habrá hecho, y más con el barbón de hipster islámico que gasta el individuo. Quizás, no lo sé. El problema es que tampoco lo sabe el estado "democrático" de Israel. Sí, no deliro. Allí existe legalmente la figura del preso administrativo (ley hecha ex profeso para los palestinos). Consiste en lo siguiente: usted es encarcelado por periodos renovables de seis meses sin necesidad de juicio, imputación o pruebas. La condición real de Mohamed Allan, ante esta ley canalla, jurídicamente atroz, es la de secuestrado por el estado de Israel. Si a una persona la encarcelan, además indefinidamente, sin acusación o imputación, eso se llama, con mayor gravedad si lo práctica un estado, secuestro.
El desvergonzado Matisyahu, que como mucha gente del mundo del espectaculo o el arte (para el que dicen que viven en exclusiva) se reclama de esa marca blanca de la derecha que es el apoliticismo, junto a su cohorte de fariseos despiadados, ha obtenido un triunfo. El tipo que, magnánimo, ha aceptado la reinvitación, cantará en una aroma de mártir rescatado de la hoguera de la intolerancia que a mí me provoca arcadas. Vivimos en un mundo donde los victimarios reales aparecen como víctimas falsas. Seguro que para muchos el terrorista es el desconocido Mohamed Allan, el detenido sin cargo alguno al que cada aplauso que reciba el sionista que canta para el ejercito judío será un escupitajo en su lacerado cuerpo.
Esta misma semana se ha suspendido otra actuación musical en España. El 29 de agosto el grupo La Unión iba a dar un concierto en Tordesillas. La presión de sectores animalistas, opuestos al toro de la Vega (una auténtica salvajada justificada con la necedad de la tradición)ha logrado que el grupo cancele una actuación que se enmarcaba en su gira estatal. Aquí no hay editoriales escandalizados y sí comentarios felices por un nuevo paso en la lucha, elogiable, contra el sufrimiento animal. De hecho 200 artistas propusieron en julio sustituir el lanceamiento del toro por un festival gratuito llamado "Rockinvega". Todo muy comprometido y bienintencionado. Y a costo cero. O mejor aún, con saldo positivo para la consideración social del artista en cuestión.
Es mucho más plácido que tomar partido en conflictos más complicados y reales, los que se dan entre los grupos humanos que sojuzgan y otros que sufren ese sometimiento. Aquellos donde mojarte puede suponer  el ostracismo o un camino más complicado donde los contratos mermen. O, como en el caso de las críticas al estado de Israel, el linchamiento por parte de sus panegiristas nombrándote con la palabra tabú desde el holocausto nazi y que tan buenos dividendos intelectuales ha dado al estado de Israel: antisemita. 


lunes, 17 de agosto de 2015

Desaprender tradiciones o el brutal encanto del peligro

Creo que ha llegado el momento de dar rienda suelta al aventurero, hasta ahora larvado, muy larvado, que anida en mí.
Siempre he sido Don Cautelas, amante solícito de Doña Precaución. Pero eso se acabó. Esta noche, tras liquidar a tan siniestro dúo, haré las maletas. No, no pienso partir ligero de equipaje. Sé que queda muy literario y cinematográfico el "maldito" que avanza en la noche sin mirar atrás, abandonando sus posesiones materiales con un cierto rictus de desprecio. Nada más lejos de mi propósito. 
Mi intención es, viajando desde Canarias a Cádiz, irme, en mi coche y con todas las comodidades posibles, a hacer las Españas, esos territorios donde, desde instancias oficiales, se cultiva, fiesta peculiar, el jolgorio aliñado con la sangre. 
Cuando llegue al continente europeo e inicie, tras estudiar el itinerario pertinente, mi periplo de pueblo en pueblo, podré exponer en callejuelas mi vida sin cortapisas. Acabado el encierro, sudoroso y adrenalínico, compartiré en bares y ventorrillos comida y agua o refrescos con los vecinos. El cuerpo me pediría unas deliciosas y heladas birras que me abstendré de tomar pues, más allá de la multa, la posible melopea o merma en mis facultades puede afectar a otras personas que utilicen las vías por las que yo transitaré en busca de mi próximo destino. Sí me molestará mucho más que el puñetero estado que antes me facilitó exponerme, bravío, al peligro, me fuerce a atarme al asiento entre desafío y desafío.
Lo reconozco, el cobarde vital que hasta antes de comenzar este articulito era yo, está fascinado por esa necesidad que existe en muchos lugares de divertirse con el aliciente exclusivo, el único disfrute, de jugarse la vida corriendo ante un toro. Cuidado, no aludo, ni de refilón, al toreo profesional, que algunos, aunque yo no lo comparta, defienden en clave estética, y otros, con los que yo empatizo más, critican en clave de ritual de tortura animalística. Sé que en múltiples actividades existe la componente del riesgo: carreras de coches, de motos, de bicicletas (las chichoneras ya son obligatorias), escalada... Pero fijémonos en que, existiendo el peligro, todas han tendido, con los avances tecnológicos, y en algunos casos reglamentarios, a minimizar los posibles daños a sus practicantes. Por eso, el asunto de las localidades donde los ayuntamientos organizan una actividad consistente en que cualquier vecino mayor de edad puede, libremente, jugarse la vida, me parece llamativo, pues entra en contradicción con la filosofía oficial que se sigue, como reflejé en la ironización inicial, en el mundo del automóvil: seguridad pasiva, o sea, obligatoriedad de usar el cinturón de seguridad. El individuo que corre ante un toro puede invocar esa barricada que es su libre albedrío. Albedrío que por cierto es facilitado por ese ente del estado (para mucha gente, con conciencia común e inducida, gran cercenador de libertades) que es una administración local. Hay otra invocación más triste, cansina y absurda: la tradición. Esta palabra se utiliza a menudo como un tótem ante el que postrarse cuando la razón escasea. En una ocasión le oí en una intervención radiofónica a una catedrática ¿de historia? cuyo nombre no recuerdo un concepto que a mí, en el terreno personal, me impactó: desaprender. Defendía la necesidad que a veces tenemos los seres humanos de desaprender (entiendo que se refería a rebatir racionalmente) ideas que nos inculcaron en algunos de nuestros entornos. Las tradiciones, como las estadísticas en el fútbol, están, cuando es necesario y saludable, para romperlas. Rompimiento que por ejemplo están haciendo algunos ayuntamientos de las candidaturas de unidad popular no acudiendo oficialmente a los actos religiosos de las diferentes fiestas. Y a muchos vecinos les disgusta y apelan al intelectualmente mísero "esto ha sido así toda la vida".
Acabo refiriéndome a los espectadores. El morbo, el peligro, los sentimientos oscuros también nos aportan placer. Gozamos sufriendo con una película de terror llena de vísceras o, ya de niños, cuando se iba la luz por la noche (en los 60 no eran raros los apagones nocturnos), nos apetecía que alguien, a la lumbre de una vela, contara una historia de miedo. 
En uno de los vídeos emitidos de los festejos con toros en los que han muerto este verano ocho o nueve personas, mi mayor impresión, siendo impresionantes, por supuesto, las imágenes, fue auditiva. Me la produjo el grito de una mujer que sobresalía del ay general. Quizás malvado, no pude evitar pensar que era un grito tan sincero como incongruente. El único sentido de esa función, que seguramente un segundo antes la señora disfrutaba, con alborozo y escalofrío, junto a la parte del pueblo que no actúa, es la posibilidad, no ficticia ni accidental, de ver en directo a tu vecino, o incluso a tu familiar, haciéndole un requiebro a la tragedia.


martes, 11 de agosto de 2015

Jorge ante la mujer del César: breves impresiones y alguna pregunta

El último producto de esa gran factoría de los escándalos que es la escena política nacional, tiene en sus entrañas la norma que pendía sobre la cabeza de la mujer del César acerca de que su honradez debía ser no sólo privada sino, por encima de todo, pública. La frase de don Julio (que desconozco si se aplicaría a sí mismo) nos viene a decir que lo importante es la aparente dignidad, ante la galería de ojos que nos escrutan, del cargo que se detenta. A Julio César probablemente le importara un bledo el vicio privado de su cónyuge mientras transmutara en virtud ante el pueblo o ese ente que hoy se conoce como opinión pública.
Jorge, en el cenit de su carrera política, ha recibido en su despacho ministerial a Rodrigo, que tras serlo casi todo y estar a punto de detenerse en su casilla de presidenciable esa ruleta de la fortuna que fue el dedo aznariano, hoy pertenece a la raza de los parias que lamen sus heridas por las esquinas de su yate entre chapuzón y chapuzón. 
Cuando conocí la noticia yo también me escandalicé. Pensé que esta gente pepera, envalentonada por el sondeo del CIS que los aupa a lomos del empleo precario y una cierta impermeabilización social, por saturación, hacia la corrupción, se habían apostado unos con otros, en un receso del consejo de ministros, la posibilidad de ver quién aprieta más la tuerca. 
Con el paso de los días mi escándalo se enfría en un gesto entre cansado y escéptico. En resumen, aunque quizás sea necesaria, me repatea que el foco hipócrita se sitúe en la supuesta virtud aparente de la cesarina. Si Rato tiene que mandar o recibir mensajes del gobierno o de personas de la cúpula del PP seremos muy incautos, lindando con la candidez, si pensamos que los diferentes interlocutores no tienen, y usan, cauces diversos para establecer esa comunicación y transmitirse todo aquello que les plazca o consideren necesario. 
Ambos se conocen hace 30 años y el ministro ha actuado con descaro incompleto. Si asumes recibirlo, ante la situación jurídica del personaje debes sacar un comunicado inmediato, no a posteriori. El error del ministro es no quedar en un territorio particular, pues se supone que su despacho está para actividades propias de su cargo y no para recibir a un amigo atribulado con el que probablemente sientas la solidaridad melancólica de la irreversibilidad de la sesentena. No olvides, Jorge, que la posible lista de imputados que soliciten que les recibas en sede oficial puede ser muy larga. 
Acabo con un par de impresiones, de componendas mentales mías: 
1. Me parece mucho más atroz y esencialmente más corrupta la mediáticamente silenciosa bajada salarial que han tenido los trabajadores en los últimos años mientras, en el mismo periodo (desde 2008), han aumentado los emolumentos de los cargos directivos y el número de ricos ha crecido un 40%.
2. En febrero de 2014 el Ministro del Interior otorgó a la Virgen María la más alta distinción policial. ¿Qué es más reprobable,  qué debería empujarte con más fuerza al abismo de la dimisión: recibir al muy humano Rato o condecorar a alguien que habita en el estricto territorio de la creencia?

sábado, 8 de agosto de 2015

A distancia de tango: El País de Carmen a Cilia

Titular de El País, 8 de agosto de 2015: "Maduro hace a su esposa candidata a la Asamblea Nacional".
Titular de El País, 9 de septiembre de 1989: "Carmen Romero acepta ser diputada del PSOE por Cádiz para mostrar su propia personalidad política".
El tango, ese barrizal de emociones tan odioso como imprescindible para quién esto escribe, establece en uno de sus más famosos textos,  Volver, que 20 años no es nada.
Mucho mayor que la distancia cronológica entre un texto y otro es la distancia moral. La primera mujer (no olvidemos que gran parte de los lectores no pasan del título de la noticia, elemento impactante que se retiene y difunde), sin nombre, es un ser sin criterio y manejable. Un muñeco de trapo que usa Maduro, ni siquiera su formación política, a su antojo. La segunda, ésta con nombre y apellido, que era en aquel momento, por si alguien lo desconoce, esposa del presidente del gobierno Felipe González, aparece como una mujer que busca reafirmar su personalidad política por encima del supuesto papel de florero reservado a la esposa de un máximo cargo ejecutivo. 
Dos hechos de valor simétrico, que podrían ser mostrados con absoluta asepsia, adquieren un cariz diametralmente opuesto. En el primer caso apunta al suelo el pulgar ante una mujer sumisa al nepotismo. En el segundo caso apunta al cielo el pulgar ante una mujer independiente de las ataduras familiares y protocolarias.
Imaginen lo siguiente:
"............................, esposa del presidente, será candidata en las próximas elecciones legislativas".
Rellene cada cuál el espacio de puntos con el nombre que desee y el titular es absolutamente intercambiable y, es mi parecer, honesto y objetivo. Eso sí, previamente, les informaré de que la esposa sin nombre de Maduro se llama Cilia Flores y es una veterana combatiente y abogada que desde la primera hora estuvo en la defensa de Chávez cuando se sublevó en 1992. Posteriormente ha participado en la acción política de lo que se llama el chavismo siendo diputada en dos ocasiones entre 2000 y 2010. Cierto es que en aquella época no era esposa de Maduro, pero ¿esa circunstancia la invalida para ejercer sus derechos políticos y someterse al refrendo de las urnas? En cualquier caso, contra lo que sugiere el titular periodístico, no es una recién llegada a la política por mor del presidencial dedo de su cónyuge.
El País tiene todo el derecho del mundo a seguir una marcada línea opositora al actual gobierno venezolano en singular y a los gobiernos latinoamericanos de izquierda en plural, pero debería diferenciar entre la información (en ese aspecto la noticia de Cilia por lo que he expuesto tiene poco recorrido y es pura construcción artificial) y la opinión que se expresa a través de firmas o editoriales. Justo es reconocerle que al menos su cabecera ha ganado en honestidad, pues en aquella época, a tiro de piedra de un tango, se autodefinía, para crédulos, como "diario independiente", aunque en la cotidianidad ejercía de biblia del progresismo ligero, anticomunista. En la actualidad, no sé si imbuidos por la enorme telaraña de la red o por un espíritu enciclopedista, se denominan el "diario global". No obstante, tal vez todo sea más simple y sólo quieran reflejar que hoy el amo principal son unos fondos de inversión estadounidenses ubicados en Wall Street. Por eso, algunos periodistas "maledicentes" suelen añadir a su indudable globalidad para crear ideología, el calificativo imperial. Quizás por eso, por abiertamente antiimperialista, Cilia, más allá de ocurrencias subsanables como tener el extraño título de "primera combatiente", deviene en innombrable.

sábado, 1 de agosto de 2015

Jota y los recovecos del círculo virtuoso

Haciendo balance de la legislatura Mariano Rajoy ha declarado: "...España entra en el círculo virtuoso de más competitividad, crecimiento, empleo, ingresos y menos impuestos".
¿Cuántos seres humanos anónimos rompen la virtud de este círculo? Ante una situación de desesperación como la que viven muchas personas en el estado español, hay que ser un canalla moral para atreverse a utilizar un concepto que, se supone, implica un ordenamiento económico-social que llevaría a toda la población a vivir, si no en el confort, si en el límite interior de lo que llamamos dignidad. Y hoy muchos seres humanos están viviendo extramuros, sobretodo, de la esperanza.
Hace unos días el azar me reencontró con Jota. Empezó a trabajar a los 11 ó 12 años como botones en un hotel. En nuestra adolescencia y primera juventud, siendo él ya camarero, cuando el resto de los amigos andábamos tiesos y teníamos que milimetrar los pocos duros que nuestros padres podían dejarnos, tomamos no pocas copas y tapas a cuenta de su generosidad. Eran viejos tiempos, finales de los 70, donde en un bar de barrio un cubata hermanado (dos rones y una pepsi a compartir) costaba 50 pesetas (30 céntimos de euro actuales). En estos nuevos tiempos, donde ese cubata hermanado costaría 15 ó 20 veces más (ha subido lo mismo que los salarios, por supuesto), Jota, que en aquella época era un joven que podía vivir con una cierta despreocupación económica, es un hombre de 56 años condenado a la pobreza por llevar años en paro y saber que (deseo fervientemente equivocarme) ninguna barra va a requerir sus servicios. Recibe, para sobrevivir, la prestación de 450 euros para parados de más de 55 años. Sin embargo, Jota lo está pasando mal principalmente por su hermano, que, carente de ingresos, tiene la luz y el agua cortadas y, siendo unos años menor que él, no tiene derecho a prestación alguna. Desde su escasez él, como el sabio que veía a otro sabio recoger sus despojos (bella fábula tan malévola como necesaria para afianzar lo obvio, que casi siempre puede haber alguien en una posición más dificultosa que la nuestra), calibra una escasez aún más rotunda que la suya.
No sé en que lugar de su círculo virtuoso ubica don Mariano a los y las Jotas, Pes, Efes, Emes... que no logran un lugar en esa empresarial arcadia feliz del crecimiento económico a través de competir por unos empleos cada día peor remunerados.
Eso sí, alguien que estará surcando en un yate las aguas del virtuosismo es don Javier Marín, de 48 años, ex alto cargo del Banco de Santander que se acogió en febrero a una prejubilación pactada con su entidad a razón de 800.000 euros al año hasta que el susodicho cumpla los 65 ó 67, esta cifra da mensualmente el simpático número de 66.666 euros por no hacer nada. O sea, la virtud de que te toque la lotería sin jugar durante casi 20 años. Entre las cuitas diversas de Mariano, Javier y Jota, para mí modesto entender el capitalismo es un círculo virtuoso con muchos recovecos.