sábado, 31 de agosto de 2019

996


El domingo 25 de agosto se inauguró en un centro comercial de Madrid, con la afluencia de 3.000 personas encandiladas no sé si por un regalo que probablemente no valdría tantos apretujones y sofocos o por un ansia gregaria y novedosa que escapa a mis entendederas y hasta a mi concepto, estrecho, lo reconozco, de humanidad, la primera tienda física en Europa de la empresa asiática, de comercio por Internet, Aliexpress. Ésta pertenece al Grupo Alibaba, del que es presidente ejecutivo Jack Ma, nacido, le viene bien a la mala baba de este texto pensar que el color del dinero lo transformó de gusano en mariposa, con el nombre de Ma Yun.
El señor Ma es el chino más rico del planeta y, además, está en el top 20 de la riqueza mundial con 37.000 millones de dólares, cantidad que a pesar de su inmoralidad no le da para entrar en el top 10. Estremece pensar la facilidad con la que nos hemos acostumbrado a legitimar fortunas que superan el PIB de muchos estados del planeta.
En este individuo se da una doble condición que me parece digna de dedicarle una pequeña reflexión que quizás sea algo ilusa o que si la quisiera llevar al terreno plástico la tildaría de naif.
Intento explicarme. Ma lidera, entre el empresariado industrial chino, lo que él llama el espíritu del 996. Éste es muy simple: trabajar de 9 de la mañana a 9 de la noche 6 días a la semana. Es un defensor de lo que se conoce como el trabajo extremo. Qué grande es la eufemística. Cuántos seres humanos que se han reconcomido a lo largo de los siglos por ser llamados esclavos, siervos o explotados podían haber hallado consuelo siendo denominados como trabajadores extremos, que tiene resonancias de deporte de riesgo. Por cierto, un inciso: ningún deporte de riesgo mata tanto como los accidentes laborales (en España fallecieron 652 personas por este motivo en 2018). Y esas jornadas tan largas, hablamos de 72 horas semanales, seguro que tienen un riesgo para la salud física y mental.
Muchas veces se habla de que el capitalismo salvaje pretende regresar a las condiciones laborales del siglo XIX y en algunos aspectos que suponen, por vía legal o de los hechos, pérdida de derechos laborales, da la impresión de que lo está logrando. La legislación en China recoge la jornada laboral de 8 horas, pero yo me juego lo que sea que en las empresas de Jack Ma y en las de otros empresarios similares, los trabajadores aplican el 996, y no solo por ese poder de facto del empresario que es el despido, sino porque estoy convencido de que este señor es una fuente ideológica que inspira a determinados sectores de la población que asocian el éxito, el prestigio, con la posesión de grandes riquezas y lo que  se denomina el trabajo duro.
Este ultracapitalista, abordo ahora la otra vertiente de la doble condición a la que me refería más arriba, es, según anunció en noviembre de 2018 el Diario del Pueblo, afiliado del Partido Comunista de China. El subconsciente me llevaba a escribir militante, porque uno asocia la pertenencia a un partido revolucionario (en teoría) con una palabra contundente como militancia (parecerá baladí, pero soy de los que piensa que la URSS cayó, entre otras causas, porque tenía 17 millones de afiliados y muy pocos militantes), pero mi mesura y las prácticas laborales del individuo me llevan a degradarlo a simple afiliado.
Reconozco que me descuadro, por eso decía que quizás soy un poco ingenuo o naif. Un miembro del PCCh defiende unas condiciones laborales que harían babear de envidia, al menos en la duración de la jornada (no se olviden de añadirle al tiempo de trabajo el de desplazamiento), al decimonónico burgués clásico de chistera, leontina, monóculo y oronda panza. Condiciones alejadísimas, ya que estamos en el juego numérico, del 888 (8 de trabajo, 8 de ocio, 8 de descanso)  por el que luchó la clase obrera denodadamente en el siglo XIX y en los albores del XX.
El comunismo, la ideología cuya seña de identidad es la liberación de la clase trabajadora, admite en su seno y permite en la práctica que un integrante de sus filas predique y ejerza la explotación más feroz. Porque el 996, salvo que tu trabajo sea una vocación desmedida donde tú seas tu propio jefe y tu grado de realización sea mayúsculo, es reducirte a la mera condición de maquina productiva. Lógicamente tendrás un tiempito para comer, algunas horas para dormir y si tienes alguna afición olvídala.
Como broche pintoresco, y diría que contradictorio por razones obvias, Jack recomienda a sus empleados tener mucho sexo, lo que él, en su obsesión numerológica llama el 669 (frenen esa imaginación): 6 días, 6 veces, teniendo el 9 que ver con la duración, pues en chino esa palabra y “largo” suenan de manera similar. Humildemente le sugiero, siguiendo la broma, que proponga el 169: 1 día (el domingo), ¿6 veces? y el 9 ya me parece una hazaña de película porno.

martes, 27 de agosto de 2019

La nueve y la asepsia del burócrata


“España tuvo un papel crucial en la liberación de @Paris hace 75 años. Los soldados españoles de #LaNueve fueron los primeros en entrar en #París y su contribución a este hecho histórico fue fundamental”

Sé que ya han pasado varios días de este tuit del Ministerio de Justicia. Llego “el último de la fila” para expresar mi, al principio enfado y asco, y después, decepción y tristeza.
Entiendo, sé que especulo, que esto lo habrá escrito un burócrata que quizás no llegue a los 40 y al que las batallitas de las guerras contra el fascismo le suenan a las “cebolletadas” del abuelito. Reconozco que me parecen tristes unos tiempos donde los abuelos (circunstancia en la que, si no biológicamente, si me inscribo en términos cronológicos) son sustituidos por esa plaga de simplezas devoradora de cualquier pensamiento inteligente que responde al nombre de cuñado.
El más grave “pecado” del tuit es la peligrosa asepsia que lleva al engaño, ese afán asqueroso y muy de esta realidad líquida de moverte por aguas procelosas sin molestar a nadie, ni siquiera a aquellos que por su ideología deben ser no solo molestados sino combatidos. Un marciano, o en su caso un joven cogido al azar, lee este texto y se piensa que el estado español tuvo una importancia capital en la liberación de Paris. En términos históricos la ignorancia de buena parte de la población, estoy convencido que buscada, es enciclopédica. Y mal está y es oprobioso que el jefe terrorista de la 18 de julio siga reposando su momia en un lugar privilegiado, y mantenido con erario público, pero por favor, como sigamos siendo tan poco precisos pensará el marciano o el joven que Franco fue un antifascista de pro que envió soldados españoles a liberar París.  No nos engañemos, España,  cuando es invocada en concreto, es lo que dice el estado español. Cientos de veces hemos oído en intervenciones públicas de cargos del gobierno decir: “la posición de España en este asunto…” Por supuesto se está refiriendo a la posición del gobierno que en ese momento detenta el poder. Y el poder en España, el 24 de agosto de 1944, lo detentaba un general fascista llamado Franco, que contribuyó a la Segunda Guerra Mundial enviando tropas a luchar bajo las órdenes de los nazis en el frente del Este. Esa fue, aunque disguste, la única contribución del ente que en aquel momento respondía al nombre de España. Todos los alemanes no eran nazis, pero cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, hablamos de la lucha contra Alemania. La Segunda República mantuvo sus gobiernos en el exilio, probablemente más por un imperativo moral contra el fascismo, que incluso por una legitimidad histórica que también tenían. El gobierno republicano en el exilio sabía que su poder de facto era nulo. El oprobio había vencido y eran los dueños de la palabra España.
El comunicado está tan falto de vida que incluso hurta tres palabras básicas y muy unidas en el vocabulario del siglo XX español, y sin las que no se entiende la significación real de la 9 y de muchos otros españoles que combatieron desde el 36 al 45 al fascismo: antifascismo, exilio y república.
Esos tres términos no podían faltar bajo ningún concepto. Y no aparecen en el desnaturalizado comunicado. Todos los luchadores españoles contra el nazi-fascismo unían esas tres condiciones en su persona. Las palabras “soldados” y “españoles”, que figuran en el comunicado, deberían aparecer, al menos en este caso, entreveradas por “antifascistas” y “republicanos” para dotar a este texto alma, claridad y decencia.
El problema es que, quizás sea yo excesivamente quisquilloso, el PSOE (con la derecha oficial no tengo dudas: su raíz es la dictadura fascista de Franco y siempre que pueden lo dejan de manifiesto), ese partido que yo defino de centro, siempre que se acerca a los tiempos, a las generalmente desconocidas andanzas antifascistas de los republicanos, exiliados o no, lo hace con suma cautela, con un ánimo tan cobarde, tan temeroso de incordiar, que sonroja. Esta gente gobernó del 82 al 96 y las fosas comunes en ese tiempo existían en la tristeza íntima de los familiares, ignorados absolutamente por las administraciones socialistas y si levantaban la voz silenciados con el término de guerracivilistas y acusados de fomentadores de rencores pasados. Hasta el siglo XXI, cuando las asociaciones de memoria histórica, los nietos mayormente, inician su lucha, no sale la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, treinta años después de la muerte de Franco.
En febrero de este año Pedro Sánchez rindió homenaje a Manuel Azaña colocando en su tumba una corona de flores con los colores de la bandera que retornó con el fascismo y mandó al exilio al presidente de la Segunda República. Y no me digan que siendo presidente del gobierno no tiene otra opción, porque la primera e inexcusable es respetar al hombre que yace en esa tumba, aunque sea poniendo una flores silvestres o un simple, que diría Cecilia, ramito de violetas.
Acabando este texto referido al antifascismo y la necesidad de combatirlo, oigo, desde la calle, a varios muchachos que caminan, las voces se alejan, entonando el Cara al Sol. Prometo que es cierto, no pretendo acabar el texto con ningún toque efectista e inquietante. Aunque no me cuesta imaginar que probablemente antes de desatarse, en diferentes tiempos y lugares, la bestia desfiló cantando.

viernes, 23 de agosto de 2019

El mágico voto


El mágico voto. El igualador, el hacedor de la democracia.
Lo confieso, sé que mi pensamiento en algunas o en muchas ocasiones se vuelve reaccionario, retrocede a un par de siglos atrás, allá por la primera mitad del XIX, y echa de menos, cuando me aniño y me amulo con el mundo, el sufragio censitario o restringido.
La principal restricción era la económica. Tenía derecho al voto quién tuviera una determinada renta o patrimonio. Quedaba fuera de la participación en los comicios la inmensa mayoría de la población. El miedo guardaba la viña de la oligarquía, protegiéndola de las “sucias manos” de las crecientes masas proletarias, que comenzaban a organizarse políticamente y a las que no parecía muy conveniente (en un fallo de visión por desconocimiento o desconfianza en su poderío ideológico)  poner una papeleta en las manos.
A partir de la segunda mitad del siglo XIX, con ritmos diferentes según los estados, fruto de las citadas luchas obreras, comenzó a generalizarse el voto universal masculino. Hasta avanzado el siglo XX, salvo excepciones, no comenzó, lentamente, la inclusión de las mujeres en el sufragio.
Esta exclusión del voto de las mujeres de la que hablo tiene un cierto nexo, es una impresión personal, con uno de los elementos que también se usaban como justificación del sufragio censitario: el nivel de formación (en algunos estados del sur de EEUU, exámenes de alfabetización mediante, perduró hasta los años 60 del siglo XX, pues buena parte de la población negra era analfabeta). Digo que veo cierto nexo entre la exclusión de las mujeres y el voto censitario por motivo de formación, porque en 1931 ciertos sectores de la izquierda, traicionando sus fundamentos liberadores con el frío cálculo posibilista, expresaban cautelas con el otorgamiento del derecho al voto a las mujeres por temor a que estás fueran una correa de transmisión en las urnas, por su menor formación, por su mayor manejabilidad a manos de un clero totalmente aliado y ariete ideológico, sobre todo en la caciquil España rural, de la oligarquía.
Podemos irnos al conocido aserto de José Martí: “Ser culto es el único modo de ser libres”. Sé que desde que Martí escribió esa frase, en el siglo XIX, el concepto de cultura ha variado o quizás sería más preciso decir que se ha ampliado con ramificaciones diversas que lo convierten en un término de compleja aprehensión. Ya la cultura no es solo la adquisición de conocimientos generalmente plasmados en libros. Incluso diría que, en una reacción pendular, hubo, o hay, un cierto sarampión de desprecio, absurdo, a la cultura libresca. Yo, lo reconozco, soy un amante del significado clásico, al que se refería Martí, del concepto de cultura como concepto globalizador, que me permite sacar ciertas enseñanzas universales del devenir de la humanidad, que también permite que te recorra el espinazo una cierta angustia generada por la propia insignificancia, por la idea de que el aprendizaje te acerca, pero también te lleva a darte cuenta de que siempre sabrás casi nada.
El socialismo clásico, allá en el ya mentado siglo XIX, planteaba la famosa tricotomía: 8 horas de trabajo, 8 horas de descanso y 8 horas de ocio y cultura. Seres trabajando para el bien común, alimentados, cultos y por ende libres. Aunque la inmensa mayoría no lo crea, esta sociedad que confío en que a muchas personas le parecería razonable, es el fin de aquellos que, organizados o no, nos definimos como comunistas.
Si estamos cada vez más lejos, o si cambiaremos a la fuerza a causa de un planeta que en cuanto a recursos tiene cada vez más limitaciones, no lo sé, y me parece que atisbar  que camino llevará la humanidad es un ejercicio, por incierto, vano.
Hay un pequeño texto de Bertolt Brecht (espero que no sea falsamente atribuido, pues hay personajes, aunque en esto el líder supremo es Groucho Marx, que parecen un imán para las citas o los textos referenciales) que dice lo siguiente:

 “El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de los frijoles, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios, dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales”.

La frase que he puesto en negrita me parece la más significativa, por una razón: aunque haya bastantes analfabetos políticos ninguno se reconocerá como tal. Sin embargo, muchos alardean de su odio a todo lo político. Año tras año tengo que explicar en el instituto, a jóvenes de 16, 17 o 18 años próximos a ejercer su derecho al voto y que son, solo describo, verdaderos analfabetos y odiadores de la política, que todo lo que ven a su alrededor o el propio edificio que en ese momento les alberga es fruto de la acción política. Muchos de ellos, siendo posibilista no sé si lamentablemente, ya se restringen, se censuran por si solos el voto ignorando las urnas, sin el deseo pasajero y elitista de un profesor airado.
Toda esta disquisición que arrancó en el voto y empezó a navegar por mis meandros mentales me surgió a cuenta de un personaje votado: el “ínclito” millonario Marcos De Quinto. El fichaje estrella de ese asco hecho partido que responde al nombre de Ciudadanos. Un bebedor de vinos de más de 100 euros que es capaz de hablar refiriéndose a los migrantes que estuvieron en el Open Arms como los “bien comidos pasajeros”. La conciencia de clase de los oligarcas (aunque sean de segundo nivel, pues vivimos tiempos tan atroces en cuanto a desigualdad que un tipo con 50 millones de euros de patrimonio estás muy alejado de los puestos punteros) nunca falla. Apenas un paria come decentemente ya casi lo van a ubicar en la lista de los privilegiados. Y lo más triste y enervante es, como aguas hediondas, la filtración ideológica vertical, constante y exitosa, que impregna a muchos trabajadores. Muchos “votantes” con mentalidad de “mi patrón me da de comer”, lanzan la palabra privilegio como un dardo herrumbroso al corazón de cualquier otro currante con mejores condiciones laborales, quizás porque pertenece a un colectivo o a un sector más unido o más combativo.
Debo estar tan desnortado que no concibo que un individuo con ese orgullo de clase dominante tan acentuado, pueda ser otra cosa que un efectivo repelente de votos para cualquier hijo digno de la clase trabajadora.
Hablando de lo inconcebible y el voto, tampoco entiendo ese miedo atroz entre mucha gente de izquierdas a una hipotética repetición electoral. ¡Qué viene el trifachito! claman los espíritus pusilánimes, que estamos cansados de ir a votar, que es trabajo harto fatigoso, que Podemos aún se hundirá más dicen los desencantados con Podemos en el minuto 5 de juego, prestos a llevarse ofendiditos la pelota, pero que aguantan, en la prorroga de la prorroga de un partido que no tiene fin, franciscanos de la espinada rosa, las marrullerías centro-derechistas del PSOE.
Ni en España ni en ningún país de la UE existe, en proporciones significativas, el pensamiento de izquierdas, aquel que es socialista o comunista (el PSOE solo tiene el socialismo en su nombre, ni en su programa de máximos, cuestiona la sociedad capitalista). Bajo diferentes siglas, tengo claro que, tenues diferencias sociales aparte que nunca cuestionan a los dueños del cortijo, cuando cojo una papeleta mi capacidad de decisión es mínima y, siempre, siempre dentro del campo de juego económico de la oligarquía y político  del centro-derecha.

viernes, 16 de agosto de 2019

C. Tangana, sus antecesores y la pregunta leninista


La encontró en el bulín y en otros brazos…
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al gavilán: “Puede rajarse;
el hombre no es culpable en estos casos.”
Y al encontrarse solo con la mina,
pidió las zapatillas y ya listo,
le dijo cual si nada hubiera visto:
“Cebame un par de mates, Catalina.”
La mina, jaboneada, le hizo caso
y el varón, saboreándose un buen faso,
la siguió chamuyando de pavadas…
Y luego, besuqueándole la frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.
Este es un soneto lunfardo de Iván Díez titulado, en un ejercicio colosal de cinismo, Amablemente.  No creo que esté en ninguna antología poética pero sí se encuentra en you tube,  en una simbiosis canto-recitada por el tanguista Edmundo Rivero.
Antonio Aguilar, cineasta y cantor mexicano muy famoso en su país, es autor de la siguiente ranchera, de final apoteósico, titulada Me importa poco:
Me importa poco que tu ya no me quieras
Más feliz viviría yo sin amarte
Yo lo que quiero es para siempre olvidarte
Y no hacer un recuerdo de ti
Y no hacer un recuerdo de ti
Que pensabas que solo contigo
Se gozaba de amor y de calma
Hay amores que roban el alma
Y no pagan tan mal como tú
Y no pagan tan mal como tú
Ay mírame mujer yo soy así donde quiera
plancho y lavo y en cualquier mecate tiento sonsa, ja, ja
Tu eres la chancla que yo dejé tirada
En la basura a ver quien te recoge
Será muy buey el que por ti se enoje
Me importa poco que me quieras o no
Poco me importa que me quieras o no
Si te quise no más fue de pasada
Como el aceite que andaba por encima
Mujer traidora tu has sido la espina
Que lastimabas a mi pobre corazón
Que lastimabas a mi pobre corazón
Tú me viste
la cara de menso
chiquitita
porque mira
mujer
este es el dicho
que te apliqué
cuando está abierto el cajón el mas honrado pierde.
Si te quise no fue porque te quise
Si te amé fue por pasar el rato
Ahí te mando tu feo retrato
Ya no quiero acordarme de ti
Ya no quiero acordarme de ti
Ya me despido mujer pordiosera
Mujer ingrata, infiel y tirana
Quedaste libre y muy soberana
Adiós ingrata, fea, piojosa, greñuda
De ti me ausento para decirte adiós
De ti me ausento para decirte adiós.


De los ámbitos de la izquierda de los años 70, en los que quién esto escribe se movió, recuerdo que cuando se producía una reunión fiestera en la cual surgían las guitarras y se cantaban canciones protesta entreveradas de algún bolero que otro, no solía faltar El preso número 9, tema popularizado y asociado a un icono progresista como es Joan Báez, aunque su compositor es Roberto Cantoral.

El preso numero nueve ya lo van a confesar
esta encerrado en la celda con el cura del penal
y antes del amanecer la vida le han de quitar
porque mató a su mujer y a un amigo desleal
Dice así al confesar
los maté si señor
y si vuelvo a nacer
yo los vuelvo a matar
Padre no me arrepiento
ni me da miedo la eternidad
yo se que allá en el cielo
el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos
voy a buscarla hasta el más allá.

El preso numero nueve era un hombre muy cabal
iba en la noche del pueble muy contento en su jacal
pero al mirar a su amor en brazos de su rival
ardió en el pecho el rencor y no se pudo aguantar
al sonar el clarín se formo el pelotón
iban al paredón solo alcanzo a decir:
Padre no me arrepiento ni me da miedo la eternidad
yo se que allá en el cielo el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos voy a buscarla hasta el más allá

No hay desperdicio. O, tal vez, es al revés, casi todo es desperdicio.
Debo reconocer que el texto del “amigo” Iván Díaz, inquietante durante trece versos antes de la eclosión final, y que libra al hombre de toda culpa, me impacta incluso en lo formal: corona una de las principales construcciones poéticas, el soneto, donde trabajas medidas y rimas con cerebral pericia, situándote en la antítesis del exabrupto, con la brutalidad descarnada de “le fajó treinta y cuatro puñaladas”.
La de Aguilar no merece mayor comentario, es una charlotada insultante y tabernaria, cuajada de un machismo grosero, que canta hasta impostándose como beodo.
La de Joan Báez creo que nos lleva, y esto es lo más perturbador, a empatizar (o tal vez no, y es percepción mía) con el no arrepentido y más salomónico (los mató a los dos) preso número 9 que, no obstante, aquí paga culpa con vida, aunque, confesión mediante, amenaza con “seguir sus pasos, voy a buscarla hasta el más allá”. Se imaginan… encontrar a tu maltratador y asesino en el más allá o, en un cielo de perversiones, a tu curita pederasta.
En realidad no he reproducido estas letras, aunque no he podido resistirme, para hacer comentario alguno. Sino para realizar la gran pregunta leninista: ¿qué hacer?
El ayuntamiento de Bilbao censuró en sus fiestas al rapero C. Tangana por sus letras machistas. De todos los anteriormente citados, fallecidos ya, solo podría ser vetada Joan Báez que actuó recientemente, sin problema alguno, en España.
Le he dado vueltas al asunto, sé perfectamente que la libertad nunca es absoluta ni se produce en el terreno de lo abstracto. Sé, lo vemos a cada paso con mil asuntos, como la reciente recomendación de disminuir el consumo de carne por razones ecológicas (¿cómo andará el consumo de carne o una dieta mínimamente decente entre los aún existentes, aunque olvidados, parias de la tierra?), que la frontera que marca la amplitud o estrechez de nuestras libertades se aleja de nosotros en función del grosor de nuestra billetera.
Sí, lo sé, pero en todo lo referente a la creación artística o cultural pienso que las prohibiciones deben tender a cero, que lo esencial es la lucha ideológica pertinaz en todos los frentes posibles, no la coercitiva o represiva. No creo que ninguna de las miles de personas, abrumadoramente jóvenes y en gran medida mujeres, que pensaban acudir al concierto de C. Tangana, que no necesariamente tienen que ser machistas (o no más de lo que muchos de mi generación lo somos, aunque intentemos corregir la educación totalmente sexista que recibimos tanto en casa como en la escuela), se encuentre ahora más cerca del rechazo a las letras del rapero. Al revés, sospecho que una prohibición suele generar el efecto contrario: una cierta mitificación y mayor apego, por sentirse el seguidor también atacado.
Siempre pienso, y es un tema que me enfada y me duele, que uno de los errores más letales del fenecido campo socialista, que Cuba en algún momento también cometió, pero supo rectificar, fue limitar, censurar, la acción del arte y de la cultura, tanto en formas como en ideas.
La exclusividad del realismo socialista como paradigma, encontrar en cada paso no ortodoxo  puro arte decadente burgués o prohibir libros y censurar textos estoy convencido que no solo no fortaleció, sino que debilitó enormemente, generando nocivos, flácidos burócratas seguidistas que cuando surgió la ocasión no tardaron ni cinco minutos en abrazar el capitalismo más brutal,  al más ambicioso proyecto de liberación humana, también específicamente para la mujer, que ha existido: la Unión Soviética.
Parafraseando a Silvio Rodríguez en su Canción del Elegido, el principal cañón de futuro para matar el pensamiento de los canallas es algo que desde el ámbito de la izquierda se ha olvidado, donde reside la esencia: la lucha de las ideas.
Dejo un enlace con algunas letras de C. Tangana para quién quiera valorar.

jueves, 8 de agosto de 2019

Los mil días de la injusticia


Hace un par de semanas, el 25 de julio, salió una noticia llamativa (una más) del ámbito judicial. En síntesis, estos son los hechos:
“La justicia no ve ánimo de matar en apuñalar tres veces a una mujer. El marido y agresor ha sido condenado a cuatro años por delito de lesiones y no por intento de homicidio. Las lesiones no afectaron a estructuras anatómicas importantes. Fueron en los dos pechos y el costado. El individuo, además, incumplió una orden de alejamiento”.
No viene en el cuerpo de la noticia la profesión del agresor, pero deduzco, al afirmar el tribunal que las lesiones no afectaron a estructuras anatómicas importantes (imagino que por la intencionalidad del acusado, según el tribunal), que estamos hablando de alguien relacionado profesionalmente con la medicina o, en el lado opuesto de la balanza, de alguien relacionado con lo que yo llamaría un sicariato de alto standing, que distingue perfectamente entre susto o muerte.
Ciertas sentencias se las tiene uno que tomar con grandes dosis de ironía para no soltar una retahíla de improperios. Improperios que, por cierto, pueden conducirte a ser acusado de delito de odio. El delito perfecto para el poder y sus esbirros. No lo dejan a uno ni odiarlos tranquilamente, aunque sea con un puñetero tuit que llene de mierda al monarca y al gobierno que le concedió (BOE del 4 de julio de este año) a la nieta del jefe terrorista genocida el título de duquesa de Franco con mierdeza de España. Y no me vengan con eso de que el odio destruye al que lo profesa, porque entonces ya están ustedes cargándose gran parte de lo hermoso que tiene ser un humano: odiar y, cuando se tercia y existe organización, actuar, rebosante de amor por la justicia y la dignidad, contra toda la escoria oligárquica que desde hace miles de años considera que el pueblo existe para ser explotado y vilipendiado (como la señora que recibió las puñaladas científicas). El primer instinto, guste o no, quede más bello o más feo en estos momentos de exacerbada no violencia, de toda revolución, de todo movimiento del pueblo que busca mejorar sus condiciones de vida, es el odio profundo a la injusticia.
Odio de clase que ellos no ocultan y que constantemente llevan a la práctica. Un ejemplo: en mayo comenzó a funcionar el registro de las horas extra. Pues bien, en el segundo trimestre del año el número de horas extra no pagadas aumentó un 10,5%. En total se realizaron 37,9 millones de horas extra no remuneradas ni cotizadas. No solo no bajaron, sino aumentaron.
Como me pasa a veces, estoy aquí, en plena lucha con el texto y, curiosamente, aún no he sacado a colación el tema que ha operado como chispa, el asunto que lleva un par de días bulléndome en la cabeza: los 1000 días.
Sí, el sábado 10 de agosto tres de los jóvenes de Altsasu, presos por una pelea con dos guardias civiles en un bar, cumplirán mil días de cárcel, que no son ni la cuarta parte de la pena de 12 años a la que fueron condenados.
Las consecuencias de la pelea fueron el tobillo roto de uno de los guardias y la camisa impolutamente blanca del otro (prueba que no se admitió en el juicio por parte de la señora jueza y esposa de un coronel del benemérito cuerpo). Y suerte que al menos decayó la disparatada acusación de terrorismo y las peticiones salvajes (50 años) y contra toda noción de justicia de la fiscalía.
Comparen ustedes las condenas del maltratador anatomista (4 años) y la de estos jóvenes (12 años), donde no se esgrimió objeto alguno que pudiera tener la consideración de arma, y piensen si podemos hablar de justicia con un mínimo de seriedad. Además, cualquiera que me lea con honestidad, profese la ideología que profese, sabe que esa pelea en cualquier otro territorio del estado, quizás salvo Cataluña, no habría tenido ni tanta relevancia ni la cuarta parte de acción justiciera.
Cada pena es injusta en sí misma, pero la comparación machaca la idea de justicia y alienta la injusticia de que en determinados ámbitos de la judicatura española lo que impera es el derecho penal del enemigo. Tampoco es que se pueda esperar mucho más cuando el Tribunal Supremo, en junio de este año, estableció que el terrorista Franco era jefe del estado desde el 1 de octubre del 36, dando valor jurídico a la proclamación realizada por sus conmilitones fascistas.

sábado, 3 de agosto de 2019

Agradecimiento envenenado


Pedro Sánchez en el reciente debate de investidura celebrado a finales de julio, dirigiéndose a Gabriel Rufián, agradeció lo siguiente: “la voluntad manifiesta de ERC, con su abstención a cambio de nada, de facilitar la investidura”.
La vida son contextos. Sé que en el plano personal y cotidiano está muy bien visto cuando ayudamos a otra persona sin esperar recompensa alguna. Aunque tampoco es completamente cierto el altruismo total. En el fondo casi todos deseamos obtener la recompensa de la reciprocidad, aunque sea por vía de otra persona o incluso, si somos creyentes, por acción divina, cuando la circunstancia torcida e imprevista se nos presente a nosotros.
Sin embargo, en el campo de la política creo que pocas veces en mi vida he visto un agradecimiento más venenoso. Fíjense. El “a cambio de nada”, que para mí casi roza la mala educación, era absolutamente prescindible, salvo que la pretensión de humillar fuera bastante mayor que la de agradecer. El término “a cambio de nada” podía, si lo que Pedro Sánchez quería era visibilizar ante los poderes realmente existentes su férreo cordón sanitario respecto a los independentistas, ser sustituido por una frase más inocua como, por ejemplo, “sin compromiso alguno”. Esta formula, expresando algo bastante parecido, por no decir igual, resulta bastante más cortés, no contiene el desprecio que implica el "a cambio de nada", incluso ante los electores de ERC que probablemente se sentirían ninguneados y enfadados. 
Cortesía, pienso, es lo mínimo que se merece por parte del líder socialista quién para muchos opinadores ha transitado del gamberrismo político y el desafío a la honorable antesala de los “prehombres” de estado.
Desde el estrado, Rufián, quizás olvidando el tradicional menosprecio que él ha manifestado en diversas ocasiones por la “equidistancia” de los Comunes en el conflicto catalán, repartió culpas entre el PSOE y Unidas Podemos por el desacuerdo en la investidura. En concreto me llamó la atención que le espetara a Pablo Iglesias que, siendo una fuerza muy joven, de apenas cinco años, inexperta, era un gran logro obtener una vicepresidencia y tres ministerios. Desconocía yo que cotizará la antigüedad a la hora de enfrentarte a una contienda electoral. Además, me pregunto que experiencia tenía, por ejemplo, el centenario y renovado PSOE de 1982 después de más de 40 años alejado de la acción gubernamental y su sumisión en un cierto letargo por mor de la dictadura fascista de Franco.
El afán casi imperioso de Rufián por el acuerdo no dejó de ser sorprendente. Al menos si damos crédito a la aseveración ninguneadora de Sánchez.
La justificación de ERC se centró en cerrar el paso a las derechas. Creo que sobre la piedra trifachita está reedificando Pedro Sánchez su vetusta iglesia social liberal. Si el 40% que pronostica el CIS para el PSOE es verdad, el que según Susana les valía aunque no valiera, está, probablemente vía asesores, rondando la mayoría absoluta.
Lo tengo claro: el PSOE a la hora de defender la unidad del estado español va ser igual de contundente o tal vez más que las tres derechas. Por una razón muy simple: contara con el beneplácito de las derechas oficiales (el PSOE a pesar de sus políticas sigue siendo para la mayoría de la población izquierda) y, aunque arruguen un poquito la nariz, no les faltara la aquiescencia de buena parte de la progresía. Esto lo demuestra el hecho de que son contados los intelectuales de españoles autodenominados de izquierdas que llaman a los líderes catalanes encarcelados por su nombre: presos políticos. Pues eso es lo que eres cuando a la cárcel te lleva tu acción política, circunstancia que reconoció, olvidándose de los votos y acordándose de la honra, en una de sus intervenciones ante la Cámara  Pablo Iglesias.
En estos tiempos de cierta zozobra para el régimen del 78 (irrupción de Podemos, reorganización de la derecha) los poderes fácticos del estado tienen una buenísima noticia: el PSOE, ese pilar básico del estado al que me he referido en otras ocasiones, ha vuelto y parece en pleno proceso de reasentamiento a costa (la feroz lucha mediática da sus frutos) del arrinconamiento de Unidas Podemos.
Y esto que acabo de exponer lo sabe Rufián. Por lo tanto pienso que la clave, el acuerdo soterrado, sé que no soy el primero que lo piensa y lo expone, puede estar en los presos o en parte de los presos.
Me refiero al hipotético indulto, por supuesto. Con las tres derechas en el poder tras una repetición electoral en noviembre esa posibilidad se presentaría como muy remota o imposible por su esencia cavernaria y filofranquista y porque además ya han rechazado de plano esa posibilidad que incluso utilizan como una herramienta de escarceo político cotidiano contra el PSOE. Con el PSOE quizás se haya andado ya, siempre muy discretamente, cierto camino. No olvidemos que si ERC, como parece, deja “aparcado” el tema de la independencia (un amplio malestar existe entre los sectores más movilizados del independentismo), por cercanía ideológica su aliado natural es el PSC, amén de los Comunes.
Hago el matiz de parte de los presos porque creo que no está claro que tengan una posición unánime respecto a la posibilidad del indulto. Jordi Cuixart en diferentes ocasiones ha descartado solicitarlo  (ojo, si la condena es dura entendería humanamente un cambio en su posición, más aún si una parte significativa del independentismo arría, aunque sea temporalmente, la bandera).
Una última reflexión. Rufián, la posición política de los presos no tiene porqué ser unánime, pero si debe ser unánime e igualitaria la reivindicación conjunta de ellos como luchadores de la causa. Me refiero a que utilizar en un momento de tu discurso la expresión “Junqueras y compañía” o hacer énfasis en los hijos pequeños de Junqueras (no es el único que los tiene) es establecer categorías o partidismos que, ante la represión del estado, me parecen humanamente indeseables y políticamente, desde la perspectiva independentista, un pasito más hacia la derrota.