La encontró en el bulín y
en otros brazos…
Sin embargo, canchero y sin cabrearse,
le dijo al gavilán: “Puede rajarse;
el hombre no es culpable en estos casos.”
Y al encontrarse solo con
la mina,
pidió las zapatillas y ya listo,
le dijo cual si nada hubiera visto:
“Cebame un par de mates, Catalina.”
La mina, jaboneada, le hizo
caso
y el varón, saboreándose un buen faso,
la siguió chamuyando de pavadas…
Y luego, besuqueándole la
frente,
con gran tranquilidad, amablemente,
le fajó treinta y cuatro puñaladas.
Este es un soneto lunfardo de Iván Díez titulado,
en un ejercicio colosal de cinismo, Amablemente.
No creo que esté en ninguna antología poética pero sí se encuentra en
you tube, en una simbiosis
canto-recitada por el tanguista Edmundo Rivero.
Antonio Aguilar, cineasta y cantor mexicano muy
famoso en su país, es autor de la siguiente ranchera, de final apoteósico,
titulada Me importa poco:
Me importa poco que tu ya no me quieras
Más feliz viviría yo sin amarte
Yo lo que quiero es para siempre olvidarte
Y no hacer un recuerdo de ti
Y no hacer un recuerdo de ti
Más feliz viviría yo sin amarte
Yo lo que quiero es para siempre olvidarte
Y no hacer un recuerdo de ti
Y no hacer un recuerdo de ti
Que pensabas que solo contigo
Se gozaba de amor y de calma
Hay amores que roban el alma
Y no pagan tan mal como tú
Y no pagan tan mal como tú
Se gozaba de amor y de calma
Hay amores que roban el alma
Y no pagan tan mal como tú
Y no pagan tan mal como tú
Ay mírame mujer yo soy así donde quiera
plancho y lavo y en cualquier mecate tiento sonsa, ja, ja
plancho y lavo y en cualquier mecate tiento sonsa, ja, ja
Tu eres la chancla que yo dejé tirada
En la basura a ver quien te recoge
Será muy buey el que por ti se enoje
Me importa poco que me quieras o no
Poco me importa que me quieras o no
En la basura a ver quien te recoge
Será muy buey el que por ti se enoje
Me importa poco que me quieras o no
Poco me importa que me quieras o no
Si te quise no más fue de pasada
Como el aceite que andaba por encima
Mujer traidora tu has sido la espina
Que lastimabas a mi pobre corazón
Que lastimabas a mi pobre corazón
Como el aceite que andaba por encima
Mujer traidora tu has sido la espina
Que lastimabas a mi pobre corazón
Que lastimabas a mi pobre corazón
Tú me viste
la cara de menso
chiquitita
porque mira
mujer
este es el dicho
que te apliqué
la cara de menso
chiquitita
porque mira
mujer
este es el dicho
que te apliqué
cuando está abierto el cajón el mas
honrado pierde.
Si te quise no fue porque te quise
Si te amé fue por pasar el rato
Ahí te mando tu feo retrato
Ya no quiero acordarme de ti
Ya no quiero acordarme de ti
Si te amé fue por pasar el rato
Ahí te mando tu feo retrato
Ya no quiero acordarme de ti
Ya no quiero acordarme de ti
Ya me despido mujer pordiosera
Mujer ingrata, infiel y tirana
Quedaste libre y muy soberana
Adiós ingrata, fea, piojosa, greñuda
De ti me ausento para decirte adiós
De ti me ausento para decirte adiós.
Mujer ingrata, infiel y tirana
Quedaste libre y muy soberana
Adiós ingrata, fea, piojosa, greñuda
De ti me ausento para decirte adiós
De ti me ausento para decirte adiós.
De los ámbitos de la izquierda de los años 70, en los que quién
esto escribe se movió, recuerdo que cuando se producía una reunión fiestera en
la cual surgían las guitarras y se cantaban canciones protesta entreveradas de
algún bolero que otro, no solía faltar El
preso número 9, tema popularizado y asociado a un icono progresista como es
Joan Báez, aunque su compositor es Roberto Cantoral.
El preso numero nueve ya lo van a
confesar
esta encerrado en la celda con el cura del penal
y antes del amanecer la vida le han de quitar
porque mató a su mujer y a un amigo desleal
Dice así al confesar
los maté si señor
y si vuelvo a nacer
yo los vuelvo a matar
esta encerrado en la celda con el cura del penal
y antes del amanecer la vida le han de quitar
porque mató a su mujer y a un amigo desleal
Dice así al confesar
los maté si señor
y si vuelvo a nacer
yo los vuelvo a matar
Padre no me arrepiento
ni me da miedo la eternidad
yo se que allá en el cielo
el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos
voy a buscarla hasta el más allá.
ni me da miedo la eternidad
yo se que allá en el cielo
el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos
voy a buscarla hasta el más allá.
El preso numero nueve era un hombre muy
cabal
iba en la noche del pueble muy contento en su jacal
pero al mirar a su amor en brazos de su rival
ardió en el pecho el rencor y no se pudo aguantar
al sonar el clarín se formo el pelotón
iban al paredón solo alcanzo a decir:
iba en la noche del pueble muy contento en su jacal
pero al mirar a su amor en brazos de su rival
ardió en el pecho el rencor y no se pudo aguantar
al sonar el clarín se formo el pelotón
iban al paredón solo alcanzo a decir:
Padre no me arrepiento ni me da miedo la
eternidad
yo se que allá en el cielo el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos voy a buscarla hasta el más allá
yo se que allá en el cielo el que juzga nos juzgará
voy a seguir sus pasos voy a buscarla hasta el más allá
No hay desperdicio. O, tal vez, es al
revés, casi todo es desperdicio.
Debo reconocer que el texto del “amigo”
Iván Díaz, inquietante durante trece versos antes de la eclosión final, y que
libra al hombre de toda culpa, me impacta incluso en lo formal: corona una de
las principales construcciones poéticas, el soneto, donde trabajas medidas y
rimas con cerebral pericia, situándote en la antítesis del exabrupto, con la
brutalidad descarnada de “le fajó treinta y cuatro puñaladas”.
La de Aguilar no merece mayor
comentario, es una charlotada insultante y tabernaria, cuajada de un machismo
grosero, que canta hasta impostándose como beodo.
La de Joan Báez creo que nos lleva, y
esto es lo más perturbador, a empatizar (o tal vez no, y es percepción mía) con
el no arrepentido y más salomónico (los mató a los dos) preso número 9 que, no
obstante, aquí paga culpa con vida, aunque, confesión mediante, amenaza con “seguir
sus pasos, voy a buscarla hasta el más allá”. Se imaginan… encontrar a tu
maltratador y asesino en el más allá o, en un cielo de perversiones, a tu
curita pederasta.
En realidad no he reproducido estas
letras, aunque no he podido resistirme, para hacer comentario alguno. Sino para
realizar la gran pregunta leninista: ¿qué hacer?
El ayuntamiento de Bilbao censuró en sus
fiestas al rapero C. Tangana por sus letras machistas. De todos los
anteriormente citados, fallecidos ya, solo podría ser vetada Joan Báez que
actuó recientemente, sin problema alguno, en España.
Le he dado vueltas al asunto, sé
perfectamente que la libertad nunca es absoluta ni se produce en el terreno de
lo abstracto. Sé, lo vemos a cada paso con mil asuntos, como la reciente
recomendación de disminuir el consumo de carne por razones ecológicas (¿cómo
andará el consumo de carne o una dieta mínimamente decente entre los aún
existentes, aunque olvidados, parias de la tierra?), que la frontera que marca
la amplitud o estrechez de nuestras libertades se aleja de nosotros en función
del grosor de nuestra billetera.
Sí, lo sé, pero en todo lo referente a
la creación artística o cultural pienso que las prohibiciones deben tender a
cero, que lo esencial es la lucha ideológica pertinaz en todos los frentes posibles, no la coercitiva o
represiva. No creo que ninguna de las miles de personas, abrumadoramente jóvenes
y en gran medida mujeres, que pensaban acudir al concierto de C. Tangana, que
no necesariamente tienen que ser machistas (o no más de lo que muchos de mi
generación lo somos, aunque intentemos corregir la educación totalmente sexista
que recibimos tanto en casa como en la escuela), se encuentre ahora más cerca del
rechazo a las letras del rapero. Al revés, sospecho que una prohibición suele
generar el efecto contrario: una cierta mitificación y mayor apego, por sentirse
el seguidor también atacado.
Siempre pienso, y es un tema que me
enfada y me duele, que uno de los errores más letales del fenecido campo
socialista, que Cuba en algún momento también cometió, pero supo rectificar,
fue limitar, censurar, la acción del arte y de la cultura, tanto en formas como
en ideas.
La exclusividad del realismo socialista
como paradigma, encontrar en cada paso no ortodoxo puro arte decadente burgués o prohibir libros
y censurar textos estoy convencido que no solo no fortaleció, sino que debilitó
enormemente, generando nocivos, flácidos burócratas seguidistas que cuando
surgió la ocasión no tardaron ni cinco minutos en abrazar el capitalismo más
brutal, al más ambicioso proyecto de
liberación humana, también específicamente para la mujer, que ha existido: la
Unión Soviética.
Parafraseando a Silvio Rodríguez en su Canción del Elegido, el principal cañón
de futuro para matar el pensamiento de los canallas es algo que desde el ámbito
de la izquierda se ha olvidado, donde reside la esencia: la lucha de las ideas.
Dejo un enlace con algunas letras de C.
Tangana para quién quiera valorar.
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