martes, 27 de agosto de 2019

La nueve y la asepsia del burócrata


“España tuvo un papel crucial en la liberación de @Paris hace 75 años. Los soldados españoles de #LaNueve fueron los primeros en entrar en #París y su contribución a este hecho histórico fue fundamental”

Sé que ya han pasado varios días de este tuit del Ministerio de Justicia. Llego “el último de la fila” para expresar mi, al principio enfado y asco, y después, decepción y tristeza.
Entiendo, sé que especulo, que esto lo habrá escrito un burócrata que quizás no llegue a los 40 y al que las batallitas de las guerras contra el fascismo le suenan a las “cebolletadas” del abuelito. Reconozco que me parecen tristes unos tiempos donde los abuelos (circunstancia en la que, si no biológicamente, si me inscribo en términos cronológicos) son sustituidos por esa plaga de simplezas devoradora de cualquier pensamiento inteligente que responde al nombre de cuñado.
El más grave “pecado” del tuit es la peligrosa asepsia que lleva al engaño, ese afán asqueroso y muy de esta realidad líquida de moverte por aguas procelosas sin molestar a nadie, ni siquiera a aquellos que por su ideología deben ser no solo molestados sino combatidos. Un marciano, o en su caso un joven cogido al azar, lee este texto y se piensa que el estado español tuvo una importancia capital en la liberación de Paris. En términos históricos la ignorancia de buena parte de la población, estoy convencido que buscada, es enciclopédica. Y mal está y es oprobioso que el jefe terrorista de la 18 de julio siga reposando su momia en un lugar privilegiado, y mantenido con erario público, pero por favor, como sigamos siendo tan poco precisos pensará el marciano o el joven que Franco fue un antifascista de pro que envió soldados españoles a liberar París.  No nos engañemos, España,  cuando es invocada en concreto, es lo que dice el estado español. Cientos de veces hemos oído en intervenciones públicas de cargos del gobierno decir: “la posición de España en este asunto…” Por supuesto se está refiriendo a la posición del gobierno que en ese momento detenta el poder. Y el poder en España, el 24 de agosto de 1944, lo detentaba un general fascista llamado Franco, que contribuyó a la Segunda Guerra Mundial enviando tropas a luchar bajo las órdenes de los nazis en el frente del Este. Esa fue, aunque disguste, la única contribución del ente que en aquel momento respondía al nombre de España. Todos los alemanes no eran nazis, pero cuando hablamos de la Segunda Guerra Mundial, hablamos de la lucha contra Alemania. La Segunda República mantuvo sus gobiernos en el exilio, probablemente más por un imperativo moral contra el fascismo, que incluso por una legitimidad histórica que también tenían. El gobierno republicano en el exilio sabía que su poder de facto era nulo. El oprobio había vencido y eran los dueños de la palabra España.
El comunicado está tan falto de vida que incluso hurta tres palabras básicas y muy unidas en el vocabulario del siglo XX español, y sin las que no se entiende la significación real de la 9 y de muchos otros españoles que combatieron desde el 36 al 45 al fascismo: antifascismo, exilio y república.
Esos tres términos no podían faltar bajo ningún concepto. Y no aparecen en el desnaturalizado comunicado. Todos los luchadores españoles contra el nazi-fascismo unían esas tres condiciones en su persona. Las palabras “soldados” y “españoles”, que figuran en el comunicado, deberían aparecer, al menos en este caso, entreveradas por “antifascistas” y “republicanos” para dotar a este texto alma, claridad y decencia.
El problema es que, quizás sea yo excesivamente quisquilloso, el PSOE (con la derecha oficial no tengo dudas: su raíz es la dictadura fascista de Franco y siempre que pueden lo dejan de manifiesto), ese partido que yo defino de centro, siempre que se acerca a los tiempos, a las generalmente desconocidas andanzas antifascistas de los republicanos, exiliados o no, lo hace con suma cautela, con un ánimo tan cobarde, tan temeroso de incordiar, que sonroja. Esta gente gobernó del 82 al 96 y las fosas comunes en ese tiempo existían en la tristeza íntima de los familiares, ignorados absolutamente por las administraciones socialistas y si levantaban la voz silenciados con el término de guerracivilistas y acusados de fomentadores de rencores pasados. Hasta el siglo XXI, cuando las asociaciones de memoria histórica, los nietos mayormente, inician su lucha, no sale la Ley de Memoria Histórica de Zapatero, treinta años después de la muerte de Franco.
En febrero de este año Pedro Sánchez rindió homenaje a Manuel Azaña colocando en su tumba una corona de flores con los colores de la bandera que retornó con el fascismo y mandó al exilio al presidente de la Segunda República. Y no me digan que siendo presidente del gobierno no tiene otra opción, porque la primera e inexcusable es respetar al hombre que yace en esa tumba, aunque sea poniendo una flores silvestres o un simple, que diría Cecilia, ramito de violetas.
Acabando este texto referido al antifascismo y la necesidad de combatirlo, oigo, desde la calle, a varios muchachos que caminan, las voces se alejan, entonando el Cara al Sol. Prometo que es cierto, no pretendo acabar el texto con ningún toque efectista e inquietante. Aunque no me cuesta imaginar que probablemente antes de desatarse, en diferentes tiempos y lugares, la bestia desfiló cantando.

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