sábado, 31 de agosto de 2019

996


El domingo 25 de agosto se inauguró en un centro comercial de Madrid, con la afluencia de 3.000 personas encandiladas no sé si por un regalo que probablemente no valdría tantos apretujones y sofocos o por un ansia gregaria y novedosa que escapa a mis entendederas y hasta a mi concepto, estrecho, lo reconozco, de humanidad, la primera tienda física en Europa de la empresa asiática, de comercio por Internet, Aliexpress. Ésta pertenece al Grupo Alibaba, del que es presidente ejecutivo Jack Ma, nacido, le viene bien a la mala baba de este texto pensar que el color del dinero lo transformó de gusano en mariposa, con el nombre de Ma Yun.
El señor Ma es el chino más rico del planeta y, además, está en el top 20 de la riqueza mundial con 37.000 millones de dólares, cantidad que a pesar de su inmoralidad no le da para entrar en el top 10. Estremece pensar la facilidad con la que nos hemos acostumbrado a legitimar fortunas que superan el PIB de muchos estados del planeta.
En este individuo se da una doble condición que me parece digna de dedicarle una pequeña reflexión que quizás sea algo ilusa o que si la quisiera llevar al terreno plástico la tildaría de naif.
Intento explicarme. Ma lidera, entre el empresariado industrial chino, lo que él llama el espíritu del 996. Éste es muy simple: trabajar de 9 de la mañana a 9 de la noche 6 días a la semana. Es un defensor de lo que se conoce como el trabajo extremo. Qué grande es la eufemística. Cuántos seres humanos que se han reconcomido a lo largo de los siglos por ser llamados esclavos, siervos o explotados podían haber hallado consuelo siendo denominados como trabajadores extremos, que tiene resonancias de deporte de riesgo. Por cierto, un inciso: ningún deporte de riesgo mata tanto como los accidentes laborales (en España fallecieron 652 personas por este motivo en 2018). Y esas jornadas tan largas, hablamos de 72 horas semanales, seguro que tienen un riesgo para la salud física y mental.
Muchas veces se habla de que el capitalismo salvaje pretende regresar a las condiciones laborales del siglo XIX y en algunos aspectos que suponen, por vía legal o de los hechos, pérdida de derechos laborales, da la impresión de que lo está logrando. La legislación en China recoge la jornada laboral de 8 horas, pero yo me juego lo que sea que en las empresas de Jack Ma y en las de otros empresarios similares, los trabajadores aplican el 996, y no solo por ese poder de facto del empresario que es el despido, sino porque estoy convencido de que este señor es una fuente ideológica que inspira a determinados sectores de la población que asocian el éxito, el prestigio, con la posesión de grandes riquezas y lo que  se denomina el trabajo duro.
Este ultracapitalista, abordo ahora la otra vertiente de la doble condición a la que me refería más arriba, es, según anunció en noviembre de 2018 el Diario del Pueblo, afiliado del Partido Comunista de China. El subconsciente me llevaba a escribir militante, porque uno asocia la pertenencia a un partido revolucionario (en teoría) con una palabra contundente como militancia (parecerá baladí, pero soy de los que piensa que la URSS cayó, entre otras causas, porque tenía 17 millones de afiliados y muy pocos militantes), pero mi mesura y las prácticas laborales del individuo me llevan a degradarlo a simple afiliado.
Reconozco que me descuadro, por eso decía que quizás soy un poco ingenuo o naif. Un miembro del PCCh defiende unas condiciones laborales que harían babear de envidia, al menos en la duración de la jornada (no se olviden de añadirle al tiempo de trabajo el de desplazamiento), al decimonónico burgués clásico de chistera, leontina, monóculo y oronda panza. Condiciones alejadísimas, ya que estamos en el juego numérico, del 888 (8 de trabajo, 8 de ocio, 8 de descanso)  por el que luchó la clase obrera denodadamente en el siglo XIX y en los albores del XX.
El comunismo, la ideología cuya seña de identidad es la liberación de la clase trabajadora, admite en su seno y permite en la práctica que un integrante de sus filas predique y ejerza la explotación más feroz. Porque el 996, salvo que tu trabajo sea una vocación desmedida donde tú seas tu propio jefe y tu grado de realización sea mayúsculo, es reducirte a la mera condición de maquina productiva. Lógicamente tendrás un tiempito para comer, algunas horas para dormir y si tienes alguna afición olvídala.
Como broche pintoresco, y diría que contradictorio por razones obvias, Jack recomienda a sus empleados tener mucho sexo, lo que él, en su obsesión numerológica llama el 669 (frenen esa imaginación): 6 días, 6 veces, teniendo el 9 que ver con la duración, pues en chino esa palabra y “largo” suenan de manera similar. Humildemente le sugiero, siguiendo la broma, que proponga el 169: 1 día (el domingo), ¿6 veces? y el 9 ya me parece una hazaña de película porno.

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