martes, 6 de junio de 2023

El shock de Pedro Sánchez o una convocatoria electoral inesperada

Creo que no es osado por mi parte definir con el término usado en el título el efecto que buscó el presidente del gobierno con la convocatoria anticipada de elecciones generales para el 23 de julio. Nuestro donjuanesco presidente dejó estupefactos a los palacios, las cabañas y los claustros. Don Juan Tenorio sigue recitando altivo que “en todas partes dejé memoria amarga de mí”. Un José Zorrilla redivivo, de ultraderecha, seguro que entre la memoria y la amargura introduciría un término tan caro al facherío nacional como falso: socialcomunista.

Quienes me hayan leído saben que me gusta el “palo” de la ironía, principalmente en defensa propia. Y en defensa propia antifascista siento yo que está la clave electoral del 23 de julio. 

Una aclaración: me fastidió la utilización por Pedro Sánchez, en su comparecencia ante el grupo parlamentario socialista, de un concepto combinado que surgió en el seno de la izquierda transformadora y que he utilizado en algunas ocasiones: la ultraderecha y la derecha ultra. Estamos acostumbrados a la súbita izquierdización del PSOE en campaña electoral, pero el amigo Sánchez ha arrancado fuerte y poco le faltó para ponerse coleta, ahora que el original se la cortó, denunciando a los presentadores y opinólogos de derechas que copan las parrillas televisivas y que, en palabras suyas, no representan a nadie. En realidad hacen algo mucho más importante que representar, renuevan y crean, atizando constantemente el fuego con ciertos conceptos fuerza como ETA, los okupas o la unidad de España, algo valiosísimo para la clase dominante: una ideología muy conservadora. Y creo que ante el 23 de julio el ataque será enjundioso. Un ejemplo visto por mí. En casa, por inercia, tras poner el rosco de Pasapalabra en la programación a la carta, suelen aparecer los primeros minutos de Vicente Vallés, el periodista de derechas que presenta el telediario de la noche de Antena 3. El arranque del viernes 2 fue “glorioso”. La primera noticia hablaba de las tensiones existentes en la negociación para lograr una candidatura unitaria del espectro que habitualmente situamos a la izquierda del PSOE. Los recados implícitos de Yolanda Díaz a Ione Belarra e Irene Montero alabando el paso al costado de Garzón, una persona que ha sacado alguna ley importante como la de las casas de apuestas, pero con un perfil político bastante bajo toda la legislatura. Que resalte las tensiones de la izquierda el telediario de un canal marcadamente derechista me parece esperable y lógico, lo que me sorprendió, porque nunca lo había visto, es que para reforzar el tema de las diferencias, el "enemigo" Vallés hablara de que una "guardia de corps" tuitera de Podemos había puesto a caldo a Yolanda. Sí, la opinión de algunos habitantes del "país de twitter" (donde ves especímenes de todo tipo y hay muchísima gente acodada en la barra del bar con el palillo en la boca diciendo simplezas, y personas, bastantes menos, que reflexionan y fundamentan sus posturas) como ingrediente de apertura de un informativo nacional en hora punta para seguir socavando la delicada posición de la coalición de gobierno.

Imagino que en el marco de ese ataque nos espera una ración doble de ETA. Por cierto, magnífica la campaña que le hizo Ayuso a la coalición EH Bildu (sí, se puede estar en coalición y tener un debate y una convivencia sanas) que ha tenido los mejores resultados de su historia. Ella y sus asesores eran conscientes de que beneficiaban a la izquierda abertzale, pero su objetivo era la mayoría absoluta en Madrid, único lugar donde VOX perdió escaños porque la ultraderecha ya gobierna. El efecto positivo para el PP de la intervención de Ayuso en Euskadi se reflejaba también, salvo en Cataluña, el otro territorio irredento, en el resto del estado.

Pero quería seguir con el tema de la unidad. Hace unos días hubo, vía artículos, una polémica entre Ignacio Sánchez Cuenca, profesor de Ciencias Políticas, y el periodista Miguel Mora, ambos miembros del Consejo Editorial de la revista de izquierdas Contexto. No, no voy a glosar aquí los argumentos en debate. Miguel Mora decidió no contrarreplicar, acabar la controversia aduciendo que no era tiempo de disputas cuando “los nazis están aporreando la puerta”. Y yo me he sentido impelido por esa frase que quizás es algo alarmista pero que nos hace recordar que el gobierno que vendrá puede cabalgar a lomos de VOX. Y percibo en las envalentonadas derechas cierto jolgorio anticipado. Ya no es que pueda ganar el partido fundado por los siete ministros de Franco  de los que ahora se acuerda Pedro Sánchez. El problema es que los admiradores de Franco en la intimidad llegan del brazo de los fascistas declarados, los que reivindican sin ningún complejo al líder de La 18 de julio, la banda terrorista más criminal de siglo XX español, esa con más de 100.000 víctimas aún en cunetas y cuyos victimarios jamás fueron juzgados ni pasaron 5 minutos en la cárcel. Tengo que hacer uno de mis incisos (este puñetero callejón está lleno de recovecos), me irritó bastante el tema de los ex militantes de ETA en las listas de EH Bildu. Y que conste que puedo entender el malestar de las víctimas y familiares, pero aquí se permitió que toda una policía y gran parte de la judicatura, que apuntaló durante 40 años a La 18 de julio, de un día para otro fueran incólumes demócratas. Alguien me espetará que vileza con vileza no se tapa (aunque en España ya sabemos que vilezas quedan siempre impunes). Y yo le diré el matiz. Un matiz esencial. Esas personas que concurrían en la listas de EH Bildu han sido juzgadas por sus acciones y han pasado muchos años en la cárcel, circunstancia que no se dio con represor fascista alguno. O sea, desde el punto de vista de la ley (el profesor de derecho constitucional Javier Pérez Royo, cuando salió que los implicados en atentados comunicaban que si eran elegidos no tomarían posesión, mostró su desacuerdo explicando que la cárcel no decreta la muerte legal una vez cumplida la condena) esas personas tienen perfecto derecho a presentarse, el mismo que tienen otras personas, porque consideran que gente que optó por la lucha armada o el terrorismo no son moralmente adecuadas, a no votarles. Quiero citar para mostrar el calado de este asunto tres nombres: Nelson Mandela, universalmente reconocido como ejemplo de lucha contra el racismo fue presidente de Sudáfrica y tiene hasta un instituto con su nombre en Tafira; Pepe Mújica, ex presidente de Uruguay y voz escuchada y dotada de autoridad moral por un amplio espectro de la izquierda mundial; Martin McGuinness, menos conocido, fue viceprimer ministro de Irlanda del Norte en representación del independentista Sinn Fein en un gobierno de coalición con el líder unionista Ian Pasley. Los tres en su pasado tienen un elemento en común: militaron en puestos de responsabilidad en organizaciones que practicaron la lucha armada. Nelson Mandela fue el principal líder del Congreso Nacional Africano y fundó su brazo militar La Lanza de la Nación;  Pepe Mújica fue dirigente de los Tupamaros, guerrilla urbana uruguaya de los 60 e inicios de los 70; Martin Mcguiness fue jefe militar del IRA (Ejército Republicano Irlandés), organización que entre otras actividades voló un yate en el que navegaba Lord Mountbatten, último Virrey de la India y primo de la reina Isabel II, con la que el propio MacGuinness tiene una foto, ambos sonrientes, de su etapa de viceprimer ministro. Hay muchos casos similares. Simplemente invito a que la invocación a palabras tabú como violencia o terrorismo no nos impida la reflexión, el análisis y la luz de la historia, que tampoco es escasa en penumbras y densas oscuridades.

La convocatoria electoral, desde la posición de Pedro Sánchez está bastante justificada porque creo que si alguna posibilidad de contraofensiva, tras el golpe electoral de las municipales y autonómicas,  tenía el PSOE, era la sorpresa en el sentido de descolocar, aunque sea tambaleándole la agenda, al adversario (y ver de paso los votos que puede captar del socio caído), no cederle una serie de meses para que las grandes terminales mediáticas conservadoras, unidas al ala más derechista del PSOE, fueran fortaleciendo al bloque de la ultraderecha. A esos que prometen derogar de inmediato leyes como la de Memoria Democrática. Y lo harán, no olvidemos que eliminaron del cementerio de La Almudena, sin complejo alguno, las placas donde se recordaban los nombres de los 2.934 fusilados en Madrid por La 18 de julio entre 1939 y 1944. Lo hicieron aduciendo que había que recordar a todas las víctimas de ambos bandos, equiparando al gobierno legal de la Segunda República con los militares sublevados con la connivencia de monárquicos y fascistas. Y esa idea sigue preponderando, por eso España no es un país antifascista. Aquí, casi se equipara, fruto de la democracia parida por el régimen terrorista de Franco (él reinstauró la dinastía que detenta en exclusiva la jefatura del estado), el fascismo y el antifascismo como posiciones igual de indeseables. 

Por cierto, imagino que como plan de choque inicial para que la economía no naufrague reducirán el salario mínimo a unas cifras más razonables rebajando esos inasumibles para el empresario 1080 euros, fruto del nocivo bolchevismo podemita. Algo similar creo que pasará con las pensiones: después del 8,50% de subida tendrán que venir años de un espartano (ajuuuuuuummmm que dirían los 300) 0.25%. También me pareció un disparate la “nacionalización” vía ERTE de los salarios en lo más crudo de la pandemia.  Eso fue una medida, se los digo yo, que se aproximó peligrosamente al socialcomunismo. Y encima nos encierran coartándonos la libertad y tal vez evitando la muerte de miles de personas. Casi como si fuéramos súbditos de China, ese país que con una población 25 veces superior a la española, fruto de su intolerable falta de libertad, tiene el mismo número de fallecidos que el estado español por la pandemia: 121.000. Tampoco, se me olvidaba, deberían prolongar una medida instaurada por el gobierno de coalición para este 2023: la gratuidad del transporte público terrestre, circunstancia, que yo recuerde, absolutamente inédita.

No quiero dejar de mencionar, abandonando la clave irónica, la Ley del solo sí es sí objeto de una campaña brutal, reduciéndola a una hipotética puesta en libertad masiva de agresores sexuales y obviando que poner en el centro de la ley el consentimiento era esencial. Seré claro, todo agresor sexual acaba saliendo a la calle, creo que las reducciones de penas fueron en algunos casos de pocos meses. Lo importante son los sistemas de protección y derechos que te ayuden a paliar esa desagradable situación, no sólo el punitivismo, que es en lo que se ubicó el foco. Ese contador mortal que día a día sacaban las teles y que importantes juristas decían que no era inexorable, sino, como casi todo en el ámbito jurídico, interpretable, ha sido un ariete contumaz y efectivo para debilitar a Podemos, formación sobre la que quiero hacer algunas reflexiones específicas.

El 28 de mayo por la noche, cuando afloraban los resultados, muchas bocas empezaron a curvarse hacia arriba con la satisfacción del que ha esperado largo tiempo ver pasar por delante de su puerta el cadáver del más detestado enemigo. 

La satisfacción de la derecha era lógica. Han trabajado muy duro con la contribución de policías, jueces y bastantes medios,  y aunque ya en el 2019 empezó a dar sus frutos (35 diputados, la mitad de 2016) la  alegría del desgaste se vio emborronada por la audacia de Pedro Sánchez que pactó un gobierno de coalición con Unidas Podemos. Ahora, sin embargo, el trabajo de demolición de Podemos parece casi culminado. Divididos o, aunque sea a la fuerza y mirándose de reojo, unidos, creo que la denominada izquierda transformadora volverá a los parámetros en que se manejó siempre Izquierda Unida. Incluso con un liderazgo tan potente como el de Julio Anguita el tope fueron 2.600.000 votos en los años 90. Podemos en 2015 y 2016 pulverizó esa barrera superando los 5 millones de votos y amenazando al PSOE que sólo les ganó por unos pocos cientos de miles. El estable mapa electoral español de décadas, con el turnismo PP-PSOE, se veía amenazado por una irrupción volcánica. A este terremoto en el tradicional campo de la izquierda, se añadía que el PP cada vez tenía una situación más peligrosa por sus múltiples casos de corrupción y se creó, impulso oligárquico mediante, Ciudadanos, ya amortizado, por si el pilar derecho del edificio político español se derrumbaba estrepitosamente. 

Y, sin embargo, pronto empezó, cuando estaban en el cénit, a labrarse el fin de Podemos con dos factores determinantes y un evento personal pero erróneo: el ya citado ataque frontal coordinado, graves disensiones internas que desde fuera parecen en buena medida fruto de egos potentes que han ascendido meteóricamente y, elemento subsidiario pero laminante, alguna decisión personal que cuestionaba el propio discurso con el que has logrado el favor de parte del electorado.

No tengo dudas de que el elemento fundamental ha sido el primer factor. Siempre acusan a Pablo Iglesias de que está obsesionado con este asunto. Tal vez. Imagino que lo personal nunca es desechable. Y que quizás, intuyo que seguidor de Silvio Rodríguez, puede verse  reflejado en el verso de la canción Días y flores que tras enumerar múltiples rabias culminadas con un “coño paciencia paciencia”,  sintetiza en “la rabia es mi vocación”. Pero la realidad, rabias aparte, le da la razón a Podemos: la persecución ha sido inmisericorde y el famoso audio de Ferreras y Villarejo donde el primero habla de lo burdo del montaje sobre una cuenta de Pablo Iglesias en Granadinas, pero que él “va con ello”, es una demostración palmaria de una conducta criminal. Y no, no me paso. Fíjense que estamos hablando de alguien que tiene una poderosa tribuna diaria que, más allá de sus espectadores directos, se replica por otros medios. Esa persona da una noticia que a ciencia cierta, pues la  califica de burda, sabe falsa. No es que te cuelen un gol, no. No es que tengas legítimas posiciones de derechas, es que vas a dar una noticia que sabes que es un montaje hecho para perjudicar a una formación política que preocupa al poder. Y eso no tiene nada que ver con la libertad de expresión que nunca debe confundirse con la libertad de difamar o de construir artefactos falsos para destruir. Otro ejemplo de que el frente mediático manipula cada día sin pausa: El Mundo informa de que los diputados que tras perder el escaño quieran quedarse con el móvil puesto por el Congreso deberán pagar 1.500 euros. La foto ilustrativa de una noticia que en el fondo hace referencia a los diputados como portadores de privilegios presenta, por supuesto, a Ione Belarra e Irene Montero en sus escaños mirando sus móviles entre los 350 diputados que en algún momento habrán hecho lo mismo. La máquina no para nunca. Y ha logrado sus objetivos. Objetivos a los que el propio espacio contribuyó cuando, desde una hora muy temprana, comenzaron con las disensiones internas que han dado lugar a múltiples divisiones y a una mirada desconfiada de buena parte de su electorado potencial. En último lugar, un dirigente que hace un discurso de “siempre voy a vivir en Vallecas” no puede al cabo de pocos años mudarse a un chalet a la sierra madrileña. Eso, con toda lógica, lo van a usar tus enemigos, que no pueden acusarte de corrupto pues lo adquieres con tu dinero y el de tu pareja, pero sí de incoherente con lo que tú defendías hace un rato cuando señalabas al político de derechas que se compraba un ático de 600.000 euros. Y sé que esto último en la hora presente es muy viejo y amortizado, pero cuando estás bajo fuego enemigo la coherencia es un escudo básico y creo que siendo una cuestión menor tuvo su incidencia. Y hablo del tema porque el propio Pablo Iglesias, probablemente sabiendo la trascendencia y la munición que daba, sometió en su momento, por ese asunto, su cargo a ratificación de la militancia.

Como decía más arriba, hay mucha gente, a derecha e izquierda, feliz con la debacle de Podemos. A los de la derecha nada les digo: enhorabuena, tienen casi restaurado el bipartidismo y, tras las elecciones, si gana el PPVOX, se recompondrá un PSOE más derechizado (sospecho que todo el espectro político dará otro pasito a la derecha). A los súper revolucionarios de los que en algún momento hablaba Fidel Castro, y que caracterizaban a Podemos como la organización que vino a paralizar las luchas sociales y frenar una situación casi prerrevolucionaria, decirles que estén satisfechos, el reformismo ya no estará para distraer al pueblo del camino correcto. El camino, si es que alguna vez estuvo cerrado, queda abierto, no va a haber ningún elemento, salvo la policía y otras entidades conformadas para tal efecto, que ejerza de tapón para las luchas sociales que vendrán. No obstante, recuerdo que en lo más duro de la crisis, cuando Podemos no existía y el PP usaba cada Consejo de Ministros para podar derechos, malamente, con una participación muy discreta de los trabajadores, se realizaron, en 2012, sin afán de lucha continuada, un par de tímidas huelgas generales que en sí mismas fenecieron.

Quizás sea un deseo primario, pero me gustaría mucho, aunque sé que un gobierno con el PSOE, ahí está por ejemplo la no derogación de la Ley Mordaza, siempre tendrá múltiples limitaciones, joder el 23 de julio, desde una amplia movilización antifascista, la anticipada satisfacción que supura la ultraderecha. 

Para acabar, celebrando que la Universidad de La Habana ha otorgado el título de Doctor Honoris Causa a Silvio Rodríguez, pongo aquí la citada Días y Flores (la rabia).