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sábado, 14 de diciembre de 2013

Cataluña y las patrias

2014 tendrá una fecha que va a acaparar gran parte de los titulares de los cenáculos periodísticos y  será un foco básico de la acción política.
CiU, ERC, ICV y la CUP han acordado que el 9 de noviembre de 2014 se celebre en Cataluña un referéndum con las siguientes preguntas consecutivas: ¿Quiere que Cataluña sea un estado? Si la respuesta es afirmativa se contestará a una segunda pregunta: ¿quiere que este estado sea independiente?
En septiembre, tras la cadena humana celebrada en la Diada, escribí un texto que titulé http://josejuanhdezlemes.blogspot.com.es/2013/09/cataluna-necesita-la-consulta.html . Pues la consulta ya está programada. Las fuerzas que la apoyan suman 87 de los 135 diputados que conforman el parlamento catalán. La rechazan los 48 restantes. En base a estas cifras la consulta es respaldada por el 64,4% de los representantes del pueblo de Cataluña (casi dos tercios, o sea, una mayoría cualificada). Se perfectamente que no todas las personas que votaron a estas fuerzas son independentistas, pero también sé que dentro del PSC hay una corriente importante que defiende la consulta (quizás a este partido es al que la hipotética consulta le remueve más los cimientos, no les sucede esto al PP y a Ciutadans pues son la bandera del unionismo en Cataluña). Pienso, ya lo dije en otra ocasión, que la independencia y su negación son reivindicaciones políticas que tienen una importante transversalidad social en Cataluña. Una muestra es que CiU y la CUP son, en sus modelos sociales, antagónicos, pero han llegado junto a la izquierda pequeñoburguesa de ERC y a la izquierda ¿transformadora? de ICV, a un consenso que ha cuajado en las preguntas antes citadas.
El tropel mediático españolista, afín al PP y al PSOE (en este caso más cautelosos) , ha salido en tromba afirmando que la consulta no se celebrará bajo ningún concepto. El considerado dubitativo Rajoy ha sido de una inusual contundencia. Sabe que su electorado se reafirmará con cada colleja verbal que de a los levantiscos catalanes. El español construido con vísceras, ese que considera que la españolidad es casi un don divino, ese ser que tan bien modeló el fascismo, ese individuo que está consintiendo con insana docilidad, sin salir masivamente a la calle, las tropelías sociales del PP, ese que ahora mismo está incapacitado para luchar por sus derechos (incluso las luchas laborales son puramente defensivas, por quedarnos como estamos o perder poquito) va a inflarse, aún más, de patriotismo malo, en los próximos meses. Y hablo de patriotismo malo no porque considere que ser patriota español sea, en sí, malo. Pero no puedo olvidar que en el siglo XX el patriotismo español ha sido enarbolado por fascistas y opresores, ligados al ejercito, la monarquía y la jerarquía eclesial, que han considerado a  la izquierda -nos guste o no- la antiespaña (¡oh , el alma republicana y escindida del PSOE!) que incuba en su seno al ogro comunista y al cáncer separatista.
Los patriotismos pueden ser diversos. El patriotismo de EEUU es imperialista, expansivo, sometedor. El patriotismo cubano es defensivo, liberador, solidario con otros pueblos. El  primero exporta soldados y armas, el segundo médicos. Son visiones diferentes de lo que es una patria y el rumbo que puede tomar.
No es igual el patriotismo que impide que un pueblo decida si quiere crear su propio estado, que el que solicita la posibilidad de, libremente y en paz, pronunciarse a través del voto sobre la citada cuestión.
No existe ninguna ETA en Cataluña que permita la coartada de cobijar al independentismo bajo el ala terrorista. Aunque tampoco obviaré que la conformación histórica de muchos de los estados hoy existentes se forjó a través de la lucha armada. Por ejemplo, hace 250 años no había ninguna nación independiente en América (esto chafa a los que anhelan poner un freno basado en la historia a los pueblos que quieren decidir si constituyen en estado propio), y todas surgieron de guerras de liberación.
¿De qué me sirve ser independentista, pregonarlo a diario a los cuatro vientos,  si no dispongo de vías para lograr mi objetivo si éste llega a ser socialmente mayoritario? Se trata de, tras debatir, contarse. El estado español demuestra temor al resultado de la consulta. La antítesis es el caso escocés. Allí, Reino Unido y Escocia han pactado para septiembre de 2014 un referéndum de autodeterminación. Aquí en cambio, algunos sectores, cierto que minoritarios, hablan de la posible suspensión de la autonomía catalana. Y esos sectores, quizás vayan en aumento, quedando en segundo plano el debate de ideas. Creo que la premisa básica de la consulta debería ser que nadie se sienta amedrentado en su voto, que lo reflexione, y que cada opción tenga el mismo espacio para la difusión.
Cataluña, o Canarias, mi tierra, son territorios con un devenir histórico propio. Y la historia es cambio, evolución, transformación. Por eso es ridículo, sí, ridículo que la constitución hable de "la indisoluble unidad de España". Aparte del tufo carcelario, a cadena perpetua, que emana del articulito, es absurdo pensar que un enunciado dictado por el ejército en 1978 podrá frenar indefinidamente a un pueblo que tenga voluntad de constituirse en estado. Con esto no afirmo que vaya a celebrarse la consulta. Al contrario, mi natural tendencia al pesimismo me conduce a pensar que no, que el estado central la impedirá. Hecho que retratará, si así acontece, la faz, ya muy deteriorada, de la democracia hispana y que, de camino, sólo servirá para enconar el conflicto.
Si Cataluña lograra, tras acuerdo con el poder central, votar el 9 de noviembre, sin importarme cuál fuera el resultado, yo pensaría lo que ahora no pienso, que quizás (sólo quizás), es posible otro estado español, aquél que se vislumbró en la Segunda República, y que el patriotismo malo español, encarnado en el fascista general Franco, destruyó. Un estado surgido de la libre unión de pueblos. Un estado que no necesite proclamar absurdas unidades indisolubles con un sustrato ideológico imperialista. Un estado donde quizás un viejo -aparte de rojo- republicano federal, al que tampoco asusta la independencia, se sentiría razonablemente cómodo.
 

domingo, 15 de septiembre de 2013

Cataluña necesita la consulta

Tras la cadena humana que recorrió Cataluña de norte a sur el 11 de septiembre (un millón y medio de personas en un país de siete millones es una cifra abrumadora), la situación se llena de expectativas. Para unos el cielo se abre y refulgen al sol los colores, para otros la grisura de los  nubarrones se cierne amenazante.
Tanto Mas como Rajoy tienen motivos para estar preocupados. El primero, porque ha perdido las riendas del proceso. Ahora mismo el caballo conduce al jinete. El segundo porque la polvareda anuncia la estampida que se le viene encima. Era curioso oír alguna tertulia en los días posteriores reclamando la actuación de la política. Craso error. Pocos actos de mayor calado político que uno que consiste en darse las manos un país en pos de un objetivo socialmente transversal. En este caso sólo habría un acto político más decisivo aún: la consulta, el conocido como "derecho a decidir". Cuando esos "tertulianos" hablan de la actuación de la política la mayoría está pensando en la manera de encauzar el movimiento popular. Le dan a la política el valor, no de responder al masivo requerimiento de un pueblo que quiere decidir si en el futuro tiene un estado propio, sino el de ponerle bridas a esa manada que ellos perciben desbocada. Están pensando en como "reconducir" la situación. Porque la convocatoria de algún mecanismo de consulta, salvo la ¿impensable? manu militari, parece no tener marcha atrás. Mas tiene complicado hacer un chanchullito con el PP y el PSOE (este partido ya habla de federalismo asimétrico y, desesperado, le pide al PP que haga "algo"). Si titubea sólo va a conseguir que el trasvase de votos a ERC se intensifique. Por otra parte creo que Rajoy no puede, al menos por estética, aunque debería ser por ética, como implícita o explícitamente le pide la extrema derecha, mandar los tanques a Cataluña. En esta situación la ciudadela de Ciutadans, baluarte de las esencias hispánicas, acoge tras sus murallas a  los peperos y socialistas huidos. Mientras la situación política en el resto del estado español, salvo Euskadi, es bastante pétrea (PP y PSOE suman un increíble 60% de intención de voto), pues los múltiples movimientos políticos y sociales surgidos al calor de la ofensiva neoliberal no logran permear a la sociedad, en Cataluña es volátil, con una posibilidad, nada ilusoria, de que los grandes partidos salten en pedazos. Hecho que, aunque parezca un contrasentido, puede ser un gran respiro para el PP, pues la baza del catalán malvado le renta votos en muchos territorios del estado.
Acabo. Las sociedades se dividen por múltiples intereses. Si se celebra un referéndum y ganan los independentistas por poco más del 50% dirán otra frase muy escuchada: "Han dividido a Cataluña". ¿Harán lo mismo si se imponen los partidarios de seguir formando parte del estado español por un magro margen? El PP gobierna con mayoría absoluta, desmontando derechos, disponiendo del 44% de los votos. Sinceramente creo que la sociedad catalana ha llegado a un punto en el que necesita contar los apoyos reales que tienen una u otra opción.