martes, 30 de agosto de 2022

Lo esencial y lo superfluo


Es un debate que a menudo se produce en lo que podríamos llamar el mundo (o universo si nos ponemos grandilocuentes) de la izquierda. La diferencia entre "las cosas de comer" y lo que actualmente se denomina con el apelativo de "batallitas culturales" que poco menos que sirven para mantenerse entretenido en debates estériles cuya arena son las redes sociales.

No pueden dejar de venirme a la mente mis encuentros, generalmente para almorzar o cenar (sí, necesidad biológica aparte, el comer acompañado de alguna bebida espirituosa es, al menos para los muy tímidos, un lubricante social delicioso) con mi buen amigo Jerónimo. Cuando yo, desde mi obsesión por decapitar la monarquía borbónica, esa sanguijuela varias veces expulsada por la acción de las capas más populares de la sociedad y siempre retornada por la oligarquía, sacaba en las sobremesas o veladas alguna trastada o simplemente expresaba mi irritación por la mera existencia política de los descendientes políticos de Franco, mi amigo, gran realista (de apegado a la realidad, no de monárquico), me espetaba, más o menos, creo que no falto al espíritu de su pensamiento: Pepe, el tema de la monarquía no le interesa a casi nadie (bondadoso, no añadía: salvo a algún empecinado como tú), la izquierda tiene otras luchas más inmediatas e importantes. 

Y tenía, y creo que sigue teniendo, razón en que el tema de erradicar la monarquía del estado español aún le interesa a poca gente... por culpa de una izquierda que no pone en solfa, en términos ideológicos, ninguna pieza esencial del sistema como es la monarquía borbónica con sus escuderos políticos como el franquista PP y esa izquierda solo nominal llamada PSOE (y no estoy diciendo que sean lo mismo pues sé que son piezas diferentes pero complementarias para el mantenimiento del tinglado posfranquista), y con el soporte también de esos otros organismos con los que la monarquía tiene una histórica relación simbiótica: oligarquía, iglesia y ejército. Y esta estrecha relación debería hacernos pensar a la izquierda, sabiendo que la clase dominante no da puntada sin hilo y nunca cede en nada que cuestione lo esencial, o sea, su preponderancia, por qué se mantiene forjada a fuego y por qué es defendida ferozmente en los grandes medios de comunicación la institución monárquica. 

Quizás esté equivocado pero siempre he pensado que el poder no defiende la monarquía en el estado español por un amor a la institución sino porque teme que un hipotético referéndum o la instauración por implosión monárquica de una república, abriría un proceso que pudiera, desde su perspectiva de dominio de clase, descontrolarse, abrir debates absolutamente cerrados en muchos casos hasta en las  mentes más abiertas. Tenemos el ejemplo cercano de como el poder (cuando utilizo este término siempre me estoy refiriendo a la oligarquía, a la clase dominante, no al gobierno de turno) alentó la publicación inmediata de noticias falsas en los medios de comunicación, suministradas desde el Ministerio del Interior, liderado en aquellos momentos por el pepero Fernández Díaz, y con la acción colaborativa de determinados jueces que aunque posteriormente las causas quedaran archivadas ya habían conseguido la llamada "pena de telediario", cuando Podemos, sin afán revolucionario alguno, con un tibio programa socialdemócrata que no cuestionaba la monarquía ni el orden social, "amenazó" la hegemonía del PSOE en el denominado campo de la izquierda. Campo que es un solar ideológico que se plasma en bastantes ocasiones de dos maneras: o con debates internos estériles que no contribuyen al avance de la conciencia o con una entrega total al enemigo.

Y hay dos ejemplos de esto, que tiene mucho que ver con el dilema sobre lo esencial y lo superfluo, que planteo al inicio del texto, que quisiera reflejar aquí.

El primero hace referencia a la polémica de la Espada de Bolívar y la "sentada" del nieto político de Franco (también conocido como Felipe VI) y el segundo a un tuit de Más Madrid (y menos coherencia).

A inicios de agosto, en la toma de posesión de Gustavo Petro como presidente de Colombia, cuando éste solicitó que trajeran a la plaza la espada del Libertador todos los mandatarios extranjeros presentes se levantaron cuando llegó menos el rey español. Siendo banal, superfluo, es un acto de mala educación que ronda la estupidez porque solo transmite resabio. Todo debate sobre las órdenes de Bolívar de matar españoles y canarios es absolutamente inane. Ninguna guerra de independencia (o de cualquier tipo) carece, en mayor o menor medida, de actos reprobables por ambos bandos más allá de la justicia de lo defendido por uno u otro contendiente (tampoco faltan granujas en las causas más nobles ni personas honestas en las más equivocadas). 

No levantarte es despreciar innecesariamente y demostrar prepotencia, seguir con la mentalidad, patrimonio de la extrema derecha, del estado español como “madre patria” de las repúblicas de Iberoamérica. Tampoco soy iluso. La culpa de que el Borbón no alzara su regio culo es básicamente responsabilidad de alguien que exasperó (y mostró) a su Demérito padre: el comandante Hugo Chávez que puso en valor, como símbolo de lucha antiimperialista, nunca contra España, sino contra EEUU, un renovado símbolo llamado Simón Bolívar. De ahí que hoy en cualquier movilización de la izquierda del centro y el sur de América siempre resuena: "alerta, alerta que camina la espada de Bolívar por América Latina". Por eso la acción regia, siendo superflua, nace entre aguas de profundo calado donde se baten las fuerzas que quieren cambios sociales y las que se resisten a ellos.

El tuit de Más Madrid, embrión de Más País, dice textualmente lo siguiente:

"Realizamos la ofrenda floral a la Virgen de la Paloma para que siga protegiendo Madrid, cuide de todos los niños y niñas, y pronto lleguen mejoras para nuestra ciudad que la hagan más verde y saludable".

Imagino que la mayoría de ustedes saben que Más País es, en teoría, una organización laica y de izquierdas. Borren un momento ese conocimiento previo y quédense con el texto puro, desnudo de cualquier apriorismo y verán que  por el contenido podría firmarlo el PP e incluso, con alguna ligerísima corrección, el propio VOX. 

Nada en el contenido del texto nos muestra a una organización de izquierdas: protección virginal que siempre ha invocado la derecha, mejoras para la ciudad sin mención alguna a las clases populares y un celofán verde, que según dicen es el color de la esperanza, como envoltorio.

El texto es ligero, de espíritu casi escolar, pero para nada me parece superfluo pues en él veo ejemplificada la esencia de la sumisión ideológica de buena parte de la autodenominado izquierda a los más rancios postulados de la derecha. La batalla de la izquierda fue por sacar la religión del ámbito político. Hace tiempo que renunció a esa lucha y así vemos a ayuntamientos, cabildos y presidentes del gobierno, en un ejercicio indebido de su función, emperifollados tras vírgenes y santos. Esto es grave, pero lo que ha hecho Más Madrid, como organización, es repugnante pues se entrega con armas y bagaje otorgando otra victoria cultural, una más, al pensamiento de derechas. 

Y te preguntas por qué. Y te respondes con otra pregunta: ¿de verdad piensan que van a pescar votos en los caladeros del PP disfrazándose, invocación mariana a lo Fátima Báñez mediante, del PP? ¿No se dan cuenta que lo único que hacen es trabajar a favor de la consolidación del pensamiento de la clase dominante? Y en esto último, luchar en cada momento, a veces incluso el más superfluo, contra su pensamiento hegemónico, sigo pensando, terco, que está la esencia.

domingo, 14 de agosto de 2022

 Me comprometo a no tener pensamientos

emboscados.

A odiar,

digno hijo de estos tiempos de falacias,

las masacres de los bárbaros designados.

A marchar al paso alegre de la paz,

falangistamente,

entre montañas de cadáveres civilizatorios,

ignorando las sendas sinuosas.

Me comprometo a desterrar de mi mente

los estremecimientos 

y el pasado que me acosa,

a ser, triste secuela,

el maestro sin ceremonias

que embelesa y miente,

que vislumbra y sirve

la forma perfecta, aterradora,

de aquellos que portan,

implacable traductora del futuro,

la risa vana.