sábado, 30 de agosto de 2014

Izquierda, derecha, los de arriba, los de abajo. La yenka o el arte de moverse sin avanzar

Julio Anguita, Willy Toledo, Pablo Iglesias, Cayo Lara, Alberto Garzón, Juan Carlos Monedero... 
Si alguien habla de la izquierda en el estado español, desde diferentes posiciones, surgen estos nombres entre otros. Son las cabezas más visibles de que yo llamo el debate perpetuo. En los últimos días, a pesar de la agosticidad, ya agonizante, al menos tres de ellos se han significado. Anguita ha escrito un texto en Rebelión con el significativo nombre de "Ahora. Sin pretextos" en el que dice que la unidad, respetando la diversidad de cada cuál hay que construirla ya. Sin embargo, matiza que ve aún improbable una inmediata confluencia electoral que fragüe en el 2015. Cayo Lara por su parte ha expresado que en base a un programa puede haber confluencia con Podemos. No obstante, la gran estrella de los últimos días, quién ha movido el avispero de la izquierda debatiente, ha sido Willy Toledo al expresar su decepción acerca de Podemos, formación por la que en la primera hora expresó sus simpatías. Detractores y defensores han saltado a la arena virtual de las redes a repartir mandobles a siniestra y siniestra (la derecha, PSOE incluido, contempla encantada desde la barrera). Unos y otros "lanzan" su hemeroteca para defender sus respectivas posiciones y dejar malherido al contrario en el charco sanguinolento de sus incongruencias. Los puntos de fricción son constantes. Uno que está ahora muy en boga es la vigencia o no del propio concepto izquierda-derecha versus los de abajo-los de arriba. A este nivel soy bastante anguitista. Quizás haya que ir menos a las etiquetas y más a los programas. Precisamente el flanco por el que el PSOE, partido que ha implementado objetivamente muchas políticas de derechas y alguna canallada como la modificación del artículo 135 de la constitución para priorizar el pago la deuda, ataca a Podemos es por su no utilización del término izquierda. Además adscribe a la nueva formación al tenebroso mundo, casi tabú, del populismo. Un ejemplo muy simple: Bono se autoetiqueta de izquierdas, Otegui también. Donde se demuestra cuál es de izquierdas y cuál no, es en el programa que cada uno defiende y su praxis política, claro. Éste es el principal problema. Hay una única circunstancia en la que no podemos establecer discusión o debate alguno. Me refiero al mundo de los hechos.
Estoy mirando más allá del hipotético programa de confluencia. Salvo las alcaldías que ha tenido Izquierda Unida, la experiencia de la izquierda o los de abajo (escoja cada cuál el concepto de su gusto) al timón de organismos de gobierno ha sido nula. Esto me lleva a expresar mi desánimo cuando Anguita expresa que la confluencia electoral la percibe improbable a corto plazo. En su texto pone en valor la importancia que tuvieron la movilización de un millón de personas el 22 de marzo y los resultados de la izquierda en las europeas del 25 de mayo. Yo planteo que ambos hechos tienen que unirse, que el viento de la movilización tiene que atizar el fuego electoral. Salvo que ese millón se mantenga en la calle mucho tiempo, es imprescindible, para dejar de ser hijos de la melancolía y de la revolución pendiente, que esas acciones masivas tengan plasmación en unas urnas que dan acceso, si no al poder, si al gobierno.
Otro debate es la utilización del concepto pueblo versus clase obrera o trabajadora. Alguien dice: Botín o Amancio Ortega son parte del pueblo. Necesita ese madero insumergible que es el proletariado. Fraternalmente disiento. El oligarca, con negocios por todo el planeta, que gana millones en un día, por esencia no forma parte de pueblo alguno aunque de muchos saque beneficio. Cuando hablamos del pueblo siempre lo hacemos del que trabaja con mayor o menor cualificación y ganancia. Sí son clase obrera aquellos cientos de miles o millones de sus miembros que votan al PP, partido que realiza políticas que reducen los derechos de muchos de sus propios votantes. Cuando una encuesta dice que un tanto por ciento importante de ejecutivos se plantean votar a Podemos me entristezco, no por razones puristas, sino porque sé que cuantitativamente no compensa el número de obreros que votan a la derecha.
Casta. Este año he oído o leído esa palabra más que en toda mi vida consciente anterior. Clase dominante u oligarquía me parecen términos más precisos, pero no voy a hacer ascos a una palabra que ha condensado la frustración de mucha gente, quizás con escaso interés político y acostumbrada a alimentarse informativamente con las ideas fuerza de la televisión, pero con enormes dosis de cansancio ante lo que perciben como una injusticia, el expolio de unos pocos (de manera poco certera en la diana suelen estar sólo banqueros y políticos a granel) sobre la gran mayoría. Creo que el término casta puede ser introductorio. Quizás algunos que se acerquen movidos por la ira, por el odio, que, como le oí al antropólogo Manuel Delgado, es al gran motor de los cambios (no el amor), se den cuenta de que no vivimos en un momento excepcional, donde una legión de chorizos nos quieren exprimir. Vivimos un momento álgido del capitalismo, donde una minoría está acumulando riquezas en magnitudes nunca igualadas en la historia. Algunos descubrirán que la casta, la vieja y fea oligarquía, inhumana,  existe y gobierna con ahínco nuestras vidas y pensamientos desde hace milenios.
La controversia es necesaria y síntoma de salud política, pero es necesario no traspasar líneas, no deslizarse hacia la desconfianza e incluso la maledicencia, entre los que tienen un mismo horizonte, con equiparaciones disparatadas desde el campo de la izquierda transformadora (cuando el fuego graneado de la derecha se basta y sobra para causar graves daños), de los que, con sus diferencias, quieren cambiar el mundo de base. He visto comparar a Podemos con Falange. Similitud que en la época de la famosa "pinza" ya estableció Santiago Carrillo entre Anguita y José Antonio. Argumentación simple, necia o falaz: Podemos no habla de izquierdas y derechas como hacía el fascismo. La complejidad de una posición política condensada en una línea que nos libera de pensar o de buscar acuerdos. Es tranquilizador para el espíritu decirnos que queremos la revolución socialista, e imaginarnos con un capote asaltando el Palacio de Invierno o con barba en Sierra Maestra participando en una guerrilla que deberíamos tener claro que era interclasista, del pueblo en sentido amplio.
Sabemos que con mayores o menores restricciones el sistema asume un  margen de protestas, de manifestaciones, usando los correctivos que crea pertinentes. Generalmente volvemos a casa felices si hemos sido miles en las calles, pero en muchos barrios populares de muchas ciudades, por ejemplo en el de Jinámar, en Gran Canaria, con altísimas tasas de paro, en las urnas, ellos, la derecha, o los que defienden los intereses de los de arriba, son mayoría. Aún hay que convencer a tantísimas personas para tener la posibilidad de enfilar cambios, que remolonear o zancadillear en la búsqueda de todo lo importante que nos une, contra tan formidable enemigo, me parece una irresponsabilidad manifiesta.
Sin afán mimético propongo mirar hacia América Latina. La oligarquía mundial y sus voceros mediáticos denostan a los gobiernos de Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina, etc, porque con sus grandes contradicciones y dificultades, con caminos plurales, están intentando lo que nosotros no podemos ni avizorar: hacer.

sábado, 23 de agosto de 2014

El poder de los dioses y la sangre de los hombres

Creo que algunos de los que vimos, al momento de surgir la noticia, el vídeo de la ejecución del periodista estadounidense James W. Foley, pensamos estremecidos: "Joder, que sea un montaje para acojonar a los yankis". 
La parte proporcional de niño que aún hay en quién esto escribe, criado en la España fascista de los años 60, conserva en una baldita de su memoria, inalterable y apolillada verdad, un ramillete de pasajes bíblicos. Uno de los más conocidos es aquél en que Dios le exige a Abraham, como señal de fidelidad absoluta, el sacrificio de su hijo Isaac. Cuando el brazo de Abraham se alza para cercenar el cuello de su vástago, un ángel, enviado de Dios, le detiene. El niño que uno era respiraba tranquilo pensando que los finales felices eran posibles y hasta habituales y (como mensaje implícito lo piensa el adulto) que el poder si te humillas y lo obedeces ciegamente igual hasta te recompensa con su magnanimidad.
Pero parece que no, que Foley no tuvo la suerte de Isaac. Después de casi dos años de cautiverio fue degollado ante la cámara. En un marco sobrecogedor, en el desierto, con un silencio trágico que acentuaba el viento, con un hombre a merced de otro, esta vez en la cruda realidad, no en el mito, el dios de los musulmanes no envió ningún ser seráfico a detener el brazo criminal del hipotético ciudadano inglés John. El problema quizás surge cuando ese mismo día el dios de los judíos, completamente desentendido de los cientos de niños gazzatíes asesinados por sus feligreses, hecho que no debe sorprendernos pues ya en la Biblia mandaba a sus elegidos a desembarazarse de pueblos molestos, no impidió a un militar hebreo, más aséptico y muchísimo más lejano de su víctima que el matarife John (asesinar a distancia da mucha perspectiva), sin cámaras grabando, accionar el dispositivo que envió a la tumba, una gota en ese mar de 2.100 asesinados, a la mujer y a la culpable hija de meses de un jefe militar de Hamas. O el problema quizás se acentúa cuando el dios de los cristianos permite que el más potente de los países que mayoritariamente lo adoran tenga como uno de sus entretenimientos predilectos atacar, con el consiguiente bagaje de sufrimiento y muerte, países musulmanes situados a miles de kilómetros de sus fronteras.

De un vídeo trágico a multitud de vídeos "solidarios". 

Seguro que todos están al tanto de la proliferación, sobre las testas de famosos y anónimos, de baldes de agua helada filmados con la finalidad de recaudar fondos para la lucha contra la Esclerosis Lateral Amiotrófica (ELA), enfermedad degenerativa e incurable. Loable iniciativa con formato infantiloide y con el peligro de que pensemos que la investigación de las enfermedades no debe ser financiada, con impuestos progresivos (muchos de los que aparecen en los vídeos tienen el dinero, con ese corazón tan solidario, en paraísos fiscales), por los estados. 
Hace una semana la Organización Mundial de la Salud (OMS) dijo que necesitaba 75 millones de euros extras para combatir eficazmente al ébola en África. Ahora mismo en la capital de Liberia hay un barrio entero, alrededor de 50.000 personas, que ha recibido el jarro de agua fría de ser aislado y abandonado a su suerte por el ejército mediante alambradas de espino. ¿En que primera página informativa está la creación de este gueto asesino olvidado de los dioses? ¿Cuesta mucho conformar una coalición sanitaria internacional que ataque a tan peligroso enemigo en su origen? Según el dato de la OMS podría crearse con menos de lo que cuesta un caza de esos que asesinan con limpieza incluso en el sagrado Sabbath.
Esta mención, con la que acabaré, viene por el hecho de que en Madrid, una oposición a enfermería que se celebra el sábado 4 de octubre para 45.000 matriculados, se le realizará a 3 personas de religión hebrea el domingo 5, con el argumento, inefable, de que el sábado su religión no les permite hacer nada, salvo darle matarile a los palestinos, claro. Partiendo de la Biblia he llegado a la Torá. La coalición judeocristiana, misteriosos califatos aparte, va viento en popa.

sábado, 16 de agosto de 2014

El color de la libertad o la construcción del miedo (Podemos y los desatados Tertchs)

 "El señor Monedero y el señor Iglesias, en unas condiciones del año 36, me matarían a mí y matarían a mucha gente sin ningún problema. Y si vuelven las condiciones que ellos consideran necesarias para matar a gente, matarán a gente. Matarán a gente si tienen posibilidad de matar a gente y matarla gratis, porque están con el poder o porque el poder les protege. Matarán a gente por cuestiones políticas, no me cabe la menor duda".
Esta afirmación la hizo el periodista Hermann Tertsch en Telemadrid hace algo más de una semana.
Podemos sigue siendo, no una fuente, sino un surtidor a la máxima presión generando noticias y titulares. Me sorprende. A mí me encantaría que las expectativas generadas por el grupo de Pablo Iglesias fueran factibles, pero lo cierto es que lo dudo. Ya he reflejado en algún otro texto que esta iniciativa ha tenido la virtud de ilusionar y, lo que es más importante, movilizar a muchas personas desencantadas y desesperanzadas. Pero creo que quién espere que eso se traduzca en un número de votos apabullantes, pongamos un 30% del sufragio en las generales, está, deseando fervorosamente serlo yo, bastante equivocado.
Vivimos en una sociedad, en contra de lo que piensa la mayoría, que se considera absolutamente libre de influencias ideológicas, profundamente adoctrinada. Y la piedra angular de ese adoctrinamiento es precisamente hacernos creer que somos totalmente libres para hacer lo que queramos. Este fin casi feliz de la historia tiene su perverso contramodelo: el ogro socialista-comunista plasmado, como punta de lanza, en Cuba y Venezuela (país donde se han celebrado, estimados otorgadores de licencias democráticas, tropecientas elecciones desde que llegó Chávez al poder en 1998). Y ese contramodelo opera con bastante éxito. Casi todo el que tacha a Venezuela de dictadura es incapaz de explicar porqué lo es. Simplemente es una idea puesta en circulación masivamente por los medios capitalistas dominantes que un gran porcentaje de la población asume como un dogma de fe. Los más informados aducirán que Leopoldo López, líder opositor, está en prisión preventiva a espera de juicio. Bien. El poder judicial venezolano ha decidido encarcelar a una persona porque considera que ha sido instigadora de las guarimbas en las que murieron más de 30 personas entre febrero y marzo (hay muchísimos opositores no encarcelados y que hablan diariamente en los medios de comunicación venezolanos). ¿Es injusto el encarcelamiento de López? Probablemente la gran mayoría de españoles diría que sí. Y si les pregunto a esos mismos españoles si es injusto el encarcelamiento de Otegui y sus compañeros me dirán que no, que esos, aunque no han empuñado un arma e incluso han buscado y logrado que se silencien, son terroristas. Además me dirán que no compare, que aquí los jueces son independientes. Yo reiré. El Tribunal Constitucional aprobó por 7 (peperos) a 5 (psocialistas) que Otegui and company siguieran, tras 5 años y cumplidas tres cuartas partes de la condena, entrullados. No debe olvidársenos que ambas facciones jurídicas aplican las mismas leyes. Si a esos mismos españoles les pregunto por Alfon, más del 90% desconocerán de quién les hablo. Es un joven vallecano que pasó casi dos meses en prisión preventiva tras la huelga general del 14 de noviembre de 2012 y ahora afronta dos causas por las que le piden 5 años y medio y 2 años y medio de cárcel sin haber herido o robado a nadie.
Pienso que el mito de la libertad, de que vivimos en un país libre, es un elemento que al poder oligárquico le viene de perlas, pues sabe que su ideología, plasmación de su control económico, tiende a ser la dominante entre amplias capas de la población, y la omnipresencia de la palabra libertad tapa la realidad de que, ejercicios intelectuales aparte, nuestra posición en el escalafón social acrecienta o limita nuestra posibilidad de ejercerla.
Con Podemos la derecha y sectores del PSOE están echando el resto intentando presentar a esa opción como cercenadora, en términos absolutos de la libertad que en esos términos no existe.
Tertsch dice que la cúpula de Podemos eliminaría físicamente a sus enemigos políticos. No nos espantemos. No sería algo novedoso en la historia. No hay que irse a la matanza desatada por los fascistas en el 36. El pasado 13 de agosto, contra todo pronóstico y no por su enfermedad, cumplió 88 años Fidel Castro, el ser humano sobre el planeta que más intentos de eliminación física ha tenido por parte de la nación considerada (estoy convencido que Tertsch así lo ve, los negros que cada cierto tiempo son tiroteados por la policía quizás tengan alguna objeción) ejemplo mundial de democracia: EEUU. La democracia británica de Su Graciosa Majestad eliminó en 1988, en el Peñón de Gibraltar, a sangre fría, a 3 activistas del IRA (por esa época aquí funcionaba el GAL). Legendaria es la capacidad del Mossad (servicio secreto israelí), para asesinar enemigos en cualquier parte del planeta, sin hablar de ese campo de practicas militares que para Israel es Gaza. Osama Bin Laden...¿Vale la pena seguir? La eliminación física es algo habitual, no sólo por parte de los terroristas "oficiales", sino de los estados también.
Es triste pero real, cuando la acción de un estadista contribuye a la muerte de miles de extranjeros inocentes los pueblos de esos gobernantes son con indeseable frecuencia benevolentes o tibios, e incluso expresan un manifiesto entusiasmo (el 90% de los israelíes apoyan las matanzas de Gaza, honra y reconocimiento al 10% restante).
Lo sé. Tertsch habla de crímenes dentro del estado español y plantea, con afán atemorizador, un salto cualitativo: llegarían al gobierno (como si no lo hubieren estado ya) gentes dispuestas a usar la violencia extrema contra sus compatriotas. Y eso retrotrae, bastante desconocido y tergiversado en cuanto a sus causas, a nuestro principal "demonio familiar": la mal llamada Guerra Civil. Podemos,  jinete del apocalipsis, arrasando el altar de la Transición, viene a invocar al diablo (rojo por supuesto). 
No albergo duda de que si Podemos o una confluencia de fuerzas con un programa fuertemente reformista (ni ellos plantean revolución alguna tertulianos agitadores), contra los pronósticos que yo hago, llegara al gobierno, conoceríamos lo que es una movilización contundente y violenta en la calle instigada desde el Poder bajo la bandera de la libertad. Por eso sigo pensando, matraquilloso, que la lucha ideológica cotidiana es básica. Y para mí eso se condensa (busco generar polémica ya que últimamente como el coronel de Gabo no tengo quién me escriba) entre otros aspectos, en derribar el mito de la libertad. Esa palabra que, más allá de las salpicaduras de sangre que la glorifican, crece en un espacio y un tiempo  y, al menos por ahora, tiene el color del dinero.

sábado, 9 de agosto de 2014

Sensaciones alrededor de un viaje a París y la visita a un muro casi desconocido

Siendo un cobarde, no es extraña mi tendencia al sedentarismo, casi al encuevamiento. Soy animal que necesita el frescor de la madriguera reconocible para sentir una hostilidad tolerable, para lidiar, con un fracaso asumible, los miedos cotidianos.
Al hombre que le gustaría subvertir el orden social, le horroriza la subversión cotidiana, el desencajamiento de su mundito de pequeñoburgués, de sus entornos y sus rutas reconocibles. La alabanza más extrema a esa cotidianeidad fue la de un intelectual, cuyo nombre no recuerdo, que dijo que casi todo lo malo que le había pasado en la vida  había sido por salir de casa (seguro que era hombre de muy acomodada posición).
También pienso, intentando decirme casi toda la verdad, que una cierta tendencia brassensiana a querer tener mi propia fe (soy comunista, pero, por si alguien quiere hacer asociaciones inapropiadas, poco dado al gregarismo) me ha llevado a desarrollar una cierta prevención ante uno de los mayores fenómenos de masas, al menos en los países capitalistas desarrollados, desde los años 50 del siglo XX: el turismo. Así, durante años casi no me he movido de la ínsula que habito, que en realidad es un trasunto, con paradoja, de la denominación que le doy a este blog: un callejón... turístico, que paga la mayor parte del salario de los canarios. Salvador Allende decía que el cobre, al menos en aquel momento histórico (por eso le organizaron grandes huelgas desestabilizadoras, como lo hizo PDVSA en Venezuela, pero eso es otra historia), era el salario de Chile.
Durante casi una semana del pasado mes de julio me convertí en ese elemento, reconocible a la legua, que ha formado parte de mi paisaje desde la niñez.
Mapa en ristre (Woody Allen, tramposillo, en tus maravillosas imágenes, si la memoria no me juega una mala pasada, no estábamos los marabunteros), puesto por mi hijo entre la espada y la pared de mi coherencia, me dispuse a visitar ese conglomerado de tópicos hecho ciudad que se llama París. Una ciudad convertida en un mito descomunal: el amor, al que según Rick, mientras Sam la toca, siempre le quedará París; la luz, que empezó a alumbrar, intentando deshacer los nudos eclesiales, desde el siglo XVIII; revoluciones y barricadas que son el banderín de salida de la contemporaneidad; artistas bohemios tosiendo el fracaso en sus buhardillas húmedas; el derecho de asilo; la guillotina justiciera descabezando, Borbón incluido, un estamento, una casta parasitaria; César Vallejo y su aguacero mortuorio mientras apuraba el cáliz; mujeres de porte lánguido e incitante palidez, a medio camino, metáfora geográfica, entre el arquetipo hispano y (perdona el plagio, Manolo, amigo) la  sólida arquitectura germánica.
¿Decepcionan los mitos? Inevitablemente. Un ejemplo quizás mal traído. Si nos fuera otorgada la posibilidad de compartir la cotidianidad del escritor cuya huella besamos, probablemente nos apresuraríamos a pasar la mopa y quemar sus textos. Y no reniego de mi breve estancia parisina. Al contrario, seguro que habría sido placentero volver a hollar sus calles, a reconocer ciertos lugares, nada grandiosos por cierto, que ya han quedado en mi imaginario (es curioso, pero incluso me parece que creamos cotidianidades con cierta rapidez). Pero afirmo que el París real, para el habitante que soy de una urbe de 400.000 personas con distancias humanas, una ciudad vastísima, ya sustituye al puzzle de películas, libros y clichés que mi mente atesoraba, tanto en el aspecto físico o material como en el espiritual o intelectual.
Notre Dame y la Torre Eiffel son dos arquetipos de sus épocas. En la Edad Media, bajo la égida ideológica de la cruz, Europa Occidental busca en las catedrales góticas atmósferas tocadas por la irrealidad y altísimas vías hacia Dios. La construcción de la Torre Eiffel representa el orgullo férreo de una clase social que, henchida de soberbia, en esos momentos (y en ello sigue) está asaltando el mundo. Cuando subí a ambas,  a priori  me emocionaba más Notre-Dame, sentí la amargura de ser casi una fiera que transitaba, sin metáfora alguna, por una jaula que afeaba las vistas de la urbe y, lo más lamentable, tras esas rejas antisuicidas la sensación de esponjarte, de salir de tus míseros límites, que a veces te inunda en las cumbres abiertas quedaba cercenada de raíz.
Montmartre es agradable callejearlo, pero tiene en su cúspide, haciendo abstracción de la apabullante, casi monstruosa basílica del Sagrado Corazón, un aire de gran teatro, casi vodevilesco, donde ni siquiera faltaba el pintor disfrazado de bohemio con su pantalón repleto de manchas de pintura. Ya nos prevenía del fin de ese mundo Charles Aznavour en La Bohemia, su tema de los años 60. Aunque esta visión era respondida de manera muy inteligente por Woody Allen en su película parisina, mostrándonos en una entrañable paradoja, que la nostalgia, esa sensación, muy intelectualoide, de que nos birlaron un tiempo pasado que siempre fue mejor, es propia de cada generación. Esa percepción que tienes de haber nacido muy tarde hasta que la sustituye, cuando la locomotora se desboca, la de haberlo hecho muy pronto.
Desde 1789, con la revolución que marca el inicio de la contemporaneidad, París está asociada a la protesta, a la rebelión intelectual (aunque el último fuego rebelde que la alumbró fue precisamente la gran pira automovilística que incendió su periferia en 2005), ha sido considerada la ciudad matriz en la lucha por un mundo mejor. Y así, no me sustraje a visitar el cementerio de Pere Lachaise con un sólo objetivo: acercarme al muro donde fueron fusilados los últimos 147 resistentes de la Comuna de París, ese breve intento de democracia obrera que aconteció entre marzo y mayo de 1871. Un intento que nos deja una enseñanza muy importante. Las oligarquías saben cuál es su objetivo prioritario. La Comuna surge cuando, cercada la capital por las tropas prusianas y capturados miles de soldados franceses, la Guardia Nacional desobedece la orden gubernamental de rendirse y el pueblo de París constituye una Comuna que toma medidas (de muestra unos botones) tan actuales como que el sueldo de un cargo público sea similar al de un obrero cualificado, constitución de un estado laico, preservando el derecho al culto de los católicos siempre que dejaran utilizar las iglesias para asambleas del pueblo, dándole sentido al término griego eclessia que significa asamblea. Implantó una enseñanza laica, universal y obligatoria. Constituida la Comuna, que incluso convoco elecciones, el gobierno burgués se refugió en Versalles. ¿Qué hizo Prusia? Temerosa del contagio, y consciente de quién era el enemigo principal, liberó a los soldados franceses prisioneros para dotar al gobierno burgués de un instrumento que le permitiera acabar con el peligroso experimento, hecho que consiguieron en la semana del 21 al 28 de mayo. Después vinieron miles de fusilados y deportados a las colonias. Hoy los recuerda una lápida perenne y unas flores perecederas. Cuando yo lo visité en varios ornamentos florales estaba el nombre de una mujer y las siglas de la CGT (sindicato comunista). No pude evitar preguntarme quién sería esa mujer, cuyo nombre, poco avezado o curioso no apunté: ¿una luchadora de la comuna especialmente significada o, siguiendo el camino cuesta arriba de la historia, una luchadora del presente que ya está en el cielo comunero? Este muro es conocido también como el "Muro de los Federados", pues aspiraban a que surgieran otras comunas por todo el país (hubieron intentos rápidamente liquidados), que se unieran libremente. En esa zona del cementerio abundan las tumbas de militantes de izquierdas y los monumentos a los fallecidos en la lucha contra el nazifascismo, sea en los campos de batalla o en los de exterminio. Llamó mi atención y me emocionó, por inesperada, una pequeña composición escultórica, desconozco si existe alguna similar en el estado español, que recuerda a los 35.000 españoles que después de salir con vida de la derrota ante el fascismo en España, murieron en el combate victorioso contra el fascismo en Europa.





miércoles, 6 de agosto de 2014

Carnalidad


Ilustraciones, cada cierto tiempo lo reitero, por si alguna nueva persona se extravía por este callejón, de Pilar de Vera, psicóloga y creativa.

viernes, 1 de agosto de 2014

El negro de la Casa Blanca y un par de ricos timoratos

Hace años estaba mal visto decirle a un negro, negro. Se solían utilizar, básicamente, dos eufemismos inexactos: "de color" y "moreno". Eran términos muy usados, por ejemplo, en el ámbito de las retransmisiones deportivas y que denotaban o hipocresía o un extraño complejo de culpabilidad que, principalmente blancos de ideas avanzadas, arrastraban con respecto a las personas de raza negra. Ese complejo de culpabilidad hacía que en muchas ocasiones se le diera al negro, por la carga de sufrimiento que ha soportado debido a la esclavitud y al saqueo de sus territorios, un plus de persona adicta a la justicia y al igualitarismo.
Hace unos 14 años, hablando en el instituto con una compañera de ideología izquierdista, me comentaba el avance que sería una mujer negra en un alto cargo de EEUU. Unos años después, George Bush nombró Secretaria de Estado, cargo equivalente a los ministros de exteriores en el resto del planeta, a Condolezza Rice: mujer, negra y... furibunda belicista.
Cuando Obama llega a la presidencia, sin hacer nada, por ser negro, le dan el premio Nobel, y la mayoría de los progresistas del mundo piensan que al trono imperial ha llegado, por ser negro, un justiciero, un individuo que va a cambiar el signo de un imperio que tiene sus propias lógicas y dinámicas, a las cuáles el ocupante del sillón presidencial, intensidad de la melanina aparte, apenas puede dar un ligero barniz.
Pilar Manjón escribió en su cuenta de twitter: "Odio al negro de la Casa Blanca. Quiero a mis niños asesinados en Gaza. Quiero que la P de su mujer retire el vídeo de las niñas secuestradas".
Me centraré en la primera frase. No creo que Pilar Manjón sea racista. Pienso que quiere expresar, desde su decepción personal, su desprecio por el Tio Tom Obama. La Cabaña del Tio Tom es una novela de 1852 que, siendo abolicionista, presenta al negro que aguanta el sufrimiento de la esclavitud sin rebelarse. En los años 50 y 60 del siglo XX, en pleno auge del movimiento por los derechos civiles en EEUU, denominaban así a los negros sumisos, partidarios del status existente. Pilar Manjón presenta en esta frase su ira ante el negro sumiso (¿hay algo más odioso que el esclavo esclavista?) que sirve a la clase dominante que representa la Casa Blanca. Ese negro que, quizás para ella, desvirtúa el secular sufrimiento de los de su raza, cuando permite la masacre en Gaza. Pero la clase dominante, Pilar, salvo el del dinero, y ese ya es invisible y circula velocidades siderales, no tiene color. Da lo mismo que las cifras digan que los negros sufren un porcentaje mayor de marginación que los blancos. El racismo se diluye a la misma velocidad con la que crece la cuenta corriente. Obama pertenece a la clase dominante de EEUU y es un firme defensor del papel hegemónico de ese país y de su principal cancerbero en Oriente Próximo: Israel. Por eso, mientras vierte lágrimas de cocodrilo por "tus niños asesinados de Gaza", le vende al estado genocida las balas que los matan. En la tercera frase, con esa P mayúscula, llama puta a Michelle Obama por sacar un video en solidaridad con las niñas secuestradas en Nigeria mientras masacran a los niños gazzaties. Reconozco que yo no utilizaría ese exabrupto en un texto mío, pues cuando escribo pienso bastante las palabras y busco más el argumento que el impacto, atraer al dubitativo más que repelerlo. Pero entiendo la rabia de Pilar ante esa doble moral viscosa que impregna casi todos los grandes medios y a los gobernantes que ocultan su complicidad bajo declaraciones de imposible equidistancia. En cualquier caso es bastante repugnante que haya quien se escandalice más por un insulto que por una masacre. De las tres frases que componen el tweet la más dura, con diferencia, y desgraciadamente la más inadvertida, es la segunda.
Pilar Manjón al menos ha demostrado ser una mujer libre y que le duele la tortura sistemática de un pueblo. Javier Bardem y Penélope Cruz tras firmar un manifiesto contra el ataque a Gaza han enviado comunicados donde balbucean que ellos sólo quieren la paz y que sienten el dolor de las madres palestinas y de las israelíes. Y las madres de los soldados nazis también sufrían y lloraban. Los progenitores siempre padecemos por nuestros hijos, aunque sean asesinos. Dos personas que tienen dinero suficiente para ser libres el resto de sus vidas, para vivir y defender una causa justa sin el temor del trabajador que puede perder su empleo, se postran, adoradores del becerro de oro, porque la industria del cine USA está en manos del lobby judío. Ésa es la libertad, llena de sutilezas,  del capitalismo.