sábado, 16 de agosto de 2014

El color de la libertad o la construcción del miedo (Podemos y los desatados Tertchs)

 "El señor Monedero y el señor Iglesias, en unas condiciones del año 36, me matarían a mí y matarían a mucha gente sin ningún problema. Y si vuelven las condiciones que ellos consideran necesarias para matar a gente, matarán a gente. Matarán a gente si tienen posibilidad de matar a gente y matarla gratis, porque están con el poder o porque el poder les protege. Matarán a gente por cuestiones políticas, no me cabe la menor duda".
Esta afirmación la hizo el periodista Hermann Tertsch en Telemadrid hace algo más de una semana.
Podemos sigue siendo, no una fuente, sino un surtidor a la máxima presión generando noticias y titulares. Me sorprende. A mí me encantaría que las expectativas generadas por el grupo de Pablo Iglesias fueran factibles, pero lo cierto es que lo dudo. Ya he reflejado en algún otro texto que esta iniciativa ha tenido la virtud de ilusionar y, lo que es más importante, movilizar a muchas personas desencantadas y desesperanzadas. Pero creo que quién espere que eso se traduzca en un número de votos apabullantes, pongamos un 30% del sufragio en las generales, está, deseando fervorosamente serlo yo, bastante equivocado.
Vivimos en una sociedad, en contra de lo que piensa la mayoría, que se considera absolutamente libre de influencias ideológicas, profundamente adoctrinada. Y la piedra angular de ese adoctrinamiento es precisamente hacernos creer que somos totalmente libres para hacer lo que queramos. Este fin casi feliz de la historia tiene su perverso contramodelo: el ogro socialista-comunista plasmado, como punta de lanza, en Cuba y Venezuela (país donde se han celebrado, estimados otorgadores de licencias democráticas, tropecientas elecciones desde que llegó Chávez al poder en 1998). Y ese contramodelo opera con bastante éxito. Casi todo el que tacha a Venezuela de dictadura es incapaz de explicar porqué lo es. Simplemente es una idea puesta en circulación masivamente por los medios capitalistas dominantes que un gran porcentaje de la población asume como un dogma de fe. Los más informados aducirán que Leopoldo López, líder opositor, está en prisión preventiva a espera de juicio. Bien. El poder judicial venezolano ha decidido encarcelar a una persona porque considera que ha sido instigadora de las guarimbas en las que murieron más de 30 personas entre febrero y marzo (hay muchísimos opositores no encarcelados y que hablan diariamente en los medios de comunicación venezolanos). ¿Es injusto el encarcelamiento de López? Probablemente la gran mayoría de españoles diría que sí. Y si les pregunto a esos mismos españoles si es injusto el encarcelamiento de Otegui y sus compañeros me dirán que no, que esos, aunque no han empuñado un arma e incluso han buscado y logrado que se silencien, son terroristas. Además me dirán que no compare, que aquí los jueces son independientes. Yo reiré. El Tribunal Constitucional aprobó por 7 (peperos) a 5 (psocialistas) que Otegui and company siguieran, tras 5 años y cumplidas tres cuartas partes de la condena, entrullados. No debe olvidársenos que ambas facciones jurídicas aplican las mismas leyes. Si a esos mismos españoles les pregunto por Alfon, más del 90% desconocerán de quién les hablo. Es un joven vallecano que pasó casi dos meses en prisión preventiva tras la huelga general del 14 de noviembre de 2012 y ahora afronta dos causas por las que le piden 5 años y medio y 2 años y medio de cárcel sin haber herido o robado a nadie.
Pienso que el mito de la libertad, de que vivimos en un país libre, es un elemento que al poder oligárquico le viene de perlas, pues sabe que su ideología, plasmación de su control económico, tiende a ser la dominante entre amplias capas de la población, y la omnipresencia de la palabra libertad tapa la realidad de que, ejercicios intelectuales aparte, nuestra posición en el escalafón social acrecienta o limita nuestra posibilidad de ejercerla.
Con Podemos la derecha y sectores del PSOE están echando el resto intentando presentar a esa opción como cercenadora, en términos absolutos de la libertad que en esos términos no existe.
Tertsch dice que la cúpula de Podemos eliminaría físicamente a sus enemigos políticos. No nos espantemos. No sería algo novedoso en la historia. No hay que irse a la matanza desatada por los fascistas en el 36. El pasado 13 de agosto, contra todo pronóstico y no por su enfermedad, cumplió 88 años Fidel Castro, el ser humano sobre el planeta que más intentos de eliminación física ha tenido por parte de la nación considerada (estoy convencido que Tertsch así lo ve, los negros que cada cierto tiempo son tiroteados por la policía quizás tengan alguna objeción) ejemplo mundial de democracia: EEUU. La democracia británica de Su Graciosa Majestad eliminó en 1988, en el Peñón de Gibraltar, a sangre fría, a 3 activistas del IRA (por esa época aquí funcionaba el GAL). Legendaria es la capacidad del Mossad (servicio secreto israelí), para asesinar enemigos en cualquier parte del planeta, sin hablar de ese campo de practicas militares que para Israel es Gaza. Osama Bin Laden...¿Vale la pena seguir? La eliminación física es algo habitual, no sólo por parte de los terroristas "oficiales", sino de los estados también.
Es triste pero real, cuando la acción de un estadista contribuye a la muerte de miles de extranjeros inocentes los pueblos de esos gobernantes son con indeseable frecuencia benevolentes o tibios, e incluso expresan un manifiesto entusiasmo (el 90% de los israelíes apoyan las matanzas de Gaza, honra y reconocimiento al 10% restante).
Lo sé. Tertsch habla de crímenes dentro del estado español y plantea, con afán atemorizador, un salto cualitativo: llegarían al gobierno (como si no lo hubieren estado ya) gentes dispuestas a usar la violencia extrema contra sus compatriotas. Y eso retrotrae, bastante desconocido y tergiversado en cuanto a sus causas, a nuestro principal "demonio familiar": la mal llamada Guerra Civil. Podemos,  jinete del apocalipsis, arrasando el altar de la Transición, viene a invocar al diablo (rojo por supuesto). 
No albergo duda de que si Podemos o una confluencia de fuerzas con un programa fuertemente reformista (ni ellos plantean revolución alguna tertulianos agitadores), contra los pronósticos que yo hago, llegara al gobierno, conoceríamos lo que es una movilización contundente y violenta en la calle instigada desde el Poder bajo la bandera de la libertad. Por eso sigo pensando, matraquilloso, que la lucha ideológica cotidiana es básica. Y para mí eso se condensa (busco generar polémica ya que últimamente como el coronel de Gabo no tengo quién me escriba) entre otros aspectos, en derribar el mito de la libertad. Esa palabra que, más allá de las salpicaduras de sangre que la glorifican, crece en un espacio y un tiempo  y, al menos por ahora, tiene el color del dinero.

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