Generalmente no me gusta escribir en caliente o caliente (en la acepción que tiene el término de enfado, claro), pero al ver la noticia de que el presidente de Bolivia, Evo Morales, está bloqueado desde hace un buen número de horas en el aeropuerto de Viena, tras que Francia, Italia, Portugal y España le hayan negado el tránsito por su espacio aéreo, al sospechar que podría llevar en su avión a Snowden, lo que Bolivia ha desmentido, he sentido la necesidad, no de reflexionar, sino de, como hacia Beneharo, el derrotado caudillo guanche, en la "Cantata del Mencey Loco", que grabaron originalmente en los 70 Los Sabandeños (después la reeditaron), "lanzar imprecaciones al cielo". Pues sientes que a otro sitio no puedes mirar, por muy ateo que seas, que no hay escapatoria al lacayaje, que el servilismo a unos EEUU que espían a sus supuestos amigos (algo dudoso, pues la amistad es entre iguales), no tiene límite. En el aeropuerto de Gando (Gran Canaria) se ha desplegado la policía, creándose una especie de comité de crisis que, son especulaciones, en el caso de que el avión aterrizara aquí podría plantear, por escrito por supuesto, la posibilidad de registrarlo. Únicamente los gobiernos del Alba (Alianza Bolivariana de las Américas) han estado en contacto con Evo proponiéndole alternativas. Y ese enorme (en dignidad) líder de un pequeño país, Ecuador, llamado Rafael Correa incluso ha propuesto una retirada de embajadores del mentado Alba.
El premio nobel de la paz (en chiquitito, para que el propio premio no se avergüence aún más), es un gánster con cara de negrito bueno y encima progre (para quién considere mis palabras racistas, siempre digo que el racismo está, principalmente, en el grosor de la billetera, a ningún jeque árabe le llaman moro de mierda, ni en Canarias, por ejemplo, la comunidad hindú, absolutamente endogámica, ha sido jamás cuestionada). El historiador Josep Fontana escribió una monumental obra sobre el mundo desde 1945 hasta nuestros días, que tiene un nombre que calza con esta situación como un guante. Su título es: "Por el bien del Imperio". Hoy tiene enorme vigencia. Además un imperio que se sabe amenazado es más peligroso que nunca. La historia está muy viva. Un dato esperanzador a nivel de pensamiento: uno de los libros de no ficción más vendidos de la última feria del libro de Madrid fue "El Manifiesto Comunista". América del Sur nos envía un poderoso soplo de aire fresco, se alza como un espacio libre, un espacio de asilo para los prófugos del imperio. Assange lleva más de un año refugiado en la embajada de Ecuador en Reino Unido, Snowden también ha mirado hacia el Sur en busca de refugio. Hoy en día es causa de la izquierda mundial la defensa de los organismos regionales que se están creando en América Latina como un contrapoder o poder alternativo a EEUU.
En la educación sentimental de algunos, aunque seamos
de izquierdas, Francia, paridora de la revolución burguesa que abre la contemporaneidad, es tierra "mítica" en el sentido de las libertades, de asilar a perseguidos por las horrendas dictaduras del cono sur o de la España fascista. Por eso, sentimental que es uno, duele verlos renegar de su tradición. España no, España no reniega de nada, país cultivado durante 40 años en el fascismo, del que nunca ha soltado lastre (en la chepa tenemos al "hijo" de Franco), aplica una máxima: el servilismo con el fuerte y la prepotencia con el débil.
Al menos hubo suerte y el domingo por la noche nos libramos de ver a miles de individuos, que no se reúnen en las plazas públicas para reivindicar un derecho o defender una dignidad, gritando como posesos el repugnante y acéfalo: " yo soy españooo, españooo, españooo...".
Pues a disfrutarlo.
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