domingo, 6 de agosto de 2023

Algunas reflexiones sobre los resultados del 23J y un brevísimo epílogo atómico

Reconozco que cada vez me irrita más la desfachatez. Y una de sus manifestaciones más habituales, no digo que sea la peor, es lo que vulgarmente se conoce con la expresión “doble vara de medir”. Aquello que admito con indulgencia para mí lo veo absolutamente intolerable en ti. Sé que es más fácil, y mucho menos doloroso, juzgar al vecino que autojuzgarse uno. Este arranque un tanto sentencioso viene a cuento del recién terminado proceso electoral del que en este texto me propongo, probablemente a mi deslavazado modo, hacer algunas consideraciones. Y sí, una de las primeras, a la luz de los resultados y sus ulteriores valoraciones por parte de las diferentes organizaciones políticas, es la pujanza del descaro, de tratar a la gente como si fueran idiotas políticos.

Me explico. Como casi siempre, quien esto escribe a la hora de valorar un determinado acontecimiento suele ser el último de la fila. Me gusta seguir a Silvio Rodríguez cuando en la preciosa Pequeña Serenata Diurna dice: “Tengo mis cantos/ que poco a poco/ muelo y rehago/ habitando el tiempo/ como le cuadra/ a un hombre despierto”. Perdonen la osadía, pero cambiando cantos por reflexiones, esos versos siento, sobretodo por la moledura y el rehacer, que me representan cuando me acerco a la escritura. Al hombre despierto lo anhelo tanto, a veces, como me corteja y descuadra con encono el dulce sueño. Pero bueno, al grano. Uno de los mantras del PP y su cohorte de medios desde el 23 de julio por la noche es que debe gobernar la lista más votada o, para ser más precisos, la que tiene más escaños. Como anécdota comento que en un momento dado del intenso y emocionante escrutinio del 23 por la noche aleteó la posibilidad de que ambas cosas no coincidieran. No quiero enredar mucho, pero el tema electoral siempre es complejo pues suelen conjugarse dos elementos: el territorio y la población. El engarce de ambos depende de la ley electoral que rija priorizando uno u otra. Es un hecho que conocemos en su versión más extrema en Canarias cuando se hacen elecciones autonómicas y la Agrupación Socialista Gomera con 6112 votos tiene 3 diputados, o la Agrupación Herreña Independiente con 1644  tiene 1, mientras Unidas Podemos con 34.531 o Drago Verdes Canarias con 27.916 carecen de representación. Por eso hablo de que en las elecciones se produce una interacción complicada entre territorio y población, circunstancia que en Canarias, con nuestra  realidad insular, los datos lo demuestran, tiene una enorme incidencia. Fíjense que no estoy valorando, estoy describiendo. Esto que muestro para Canarias también se produce, quizás de manera no tan contundente, cuando las elecciones son al Congreso de los Diputados. La distancia entre PP y PSOE es en términos absolutos de 331.000 votos y en porcentaje de un 1,35%. Sin embargo, eso se traduce en una clara distancia de 16 diputados (137-121). 

El PP ha sido la lista más votada, cierto, pero aunque usted piense que votaba por Feijóo o Sánchez no es cierto. A esos señores, lo mismo que a la señora Díaz o al señor Abascal, los votaban los electores de la circunscripción de Madrid. Usted y yo votábamos a los diputados de nuestras respectivas provincias. Los electores no elegimos directamente ni a la persona que va a presidir el gobierno (puede ser cualquiera, recuerden la moción de censura de VOX con el no diputado Tamames de candidato) ni tampoco escogemos, y eso no lo cuestionamos,  a quien detenta vitalicia, hereditaria e impunemente la jefatura del estado español, al Demérito que se recochinea en Sanxenxo navegando en el Bribón me remito, sin recibir otro voto que el dedazo de Franco en 1969, hace más de 50 años. Dedazo que valió, trágala constitucional mediante con ruido cuartelero, para Juan Carlos y su descendencia. El presidente del gobierno, o lo que en otros países llaman primer ministro, se elige por el voto de los diputados, hecho que se denomina sufragio indirecto: elijo a representantes que son los que a su vez eligen al cargo en cuestión. Eso sucede en la que llaman principal democracia del mundo cuando elige a su presidente. El votante de EEUU designa a unos compromisarios de su estado (el partido que gana, aunque sea por un solo voto, antidemocráticamente se los lleva todos)  que eligen al Presidente. Aquí vuelve el tema del encaje entre población y territorialidad. Trump en 2016 sacó en total 3 millones de votos menos que Hillary Clinton, pero obtuvo más representantes y así, de manera legal pero antidemocrática, fue electo presidente. Extraña democracia. Así, volviendo al estado español, debemos tener claro que no elegimos a ningún presidente del gobierno pues no estamos, Constitución del 78 al canto, facultados para ello. Los capacitados para elegirlo son, única y exclusivamente, los diputados (tampoco los senadores pintan nada ahí). 

Imagínense un caso extremo. Un partido A con 160 escaños y uno B con 100, otro C con 50 y un último llamado D con 40. Siendo A la minoría mayoritaria con gran amplitud, es absolutamente legítima y legal, si existe afinidad programática e ideológica, una coalición de los 190 que suman B, C y D, incluso siendo presidente el representante de este último. Ubicándonos en una situación extrema pueden haber casos, muy retorcidos, lo reconozco, donde haya legalidad pero la legitimidad sea más que dudosa. Por ejemplo, un partido saca 180 escaños, mayoría absoluta, pero antes de las votaciones desertan de sus filas 15 diputados que deciden apoyar a otro candidato (no olvidemos que el acta es propiedad exclusiva del diputado, rara es la legislatura donde alguno no acaba por disensiones con su fuerza política en el Grupo Mixto). Este caso, casi impensable, lo reconozco, sería de dudosa legitimidad pero estaría acorde a la ley. Cierto es que algo similar ocurrió en la Asamblea de Madrid con el denominado Tamayazo en 2003, cuando dos diputados, ausentándose del pleno, frustraron la investidura del candidato socialista y provocaron una repetición electoral que dio el triunfo a la derecha encabezada por Esperanza Aguirre.

El bombardeo acerca del gobierno de la lista más votada se torna en la desfachatez a la que hacía mención al principio cuando observas que el partido que conveniente y fervorosamente la defiende (me pregunto si en una situación a la inversa el PSOE no haría lo mismo) se salta su norma cuando le beneficia con total sinvergonzonería. En Canarias están gobernando Coalición Canaria, 19 escaños y 21,8% de los votos, junto al propio PP, 15 escaños y 19,4% de los votos, frente al PSOE, primero con 23 escaños y 27,1% de los votos. O sea, aventaja al segundo en un 5,3% que es bastante más que el 1,35% que le sacó en las generales el PP al PSOE. Estoy convencido que el PSOE de Canarias la misma noche electoral, a la luz de como encajaban los números, sabía que había perdido el gobierno. El PP, tan defensor a ultranza de la lista más votada, está cogobernando con CC de manera absolutamente legítima. Y con igual legitimidad está gobernando en más de 200 ayuntamientos donde no fue la opción ganadora. Pero claro, la verdad da igual, casi logran la mayoría absoluta junto con VOX en una campaña plagada de embustes y meneando la bandera del miedo a ETA y la perversidad de ese movimiento okupa que la derecha denomina Sanchismo. El problema para la derecha ultra y la ultraderecha es que las hordas sanchistas se movilizaron y, contra pronóstico, mantuvieron a su caudillo que, además, subió un millón de votos y un diputado. La alerta antifascista que provocaba el posible acceso de VOX al gobierno consiguió, con apuros, que el PP tenga, números en mano, imposible gobernar. 

Insisto en algo que ya dije en el texto previo a las elecciones, desde sectores progresistas y de izquierdas le hemos visto las orejas al lobezno voxista parido por el PP, pero algunas personas y colectivos llevan años recibiendo dentelladas aunque gobiernen otros cánidos aparentemente menos agresivos. Estos días salió la noticia de que el rapero Pablo Hasel, según la Plataforma Antirrepresiva de Ponent, saldrá de la cárcel el 14 de abril de 2027. Si esto se confirma, lleva ya dos años y medio, pasaría seis años y dos meses en prisión por sus letras mientras un Borbón, ladrón en millones de euros, habrá venido tropecientas veces a regatear con su campechanía y nuestro oprobio. Rosario Iglesias, condenada a 12 años de cárcel por el Caso Bárcenas, con dos cumplidos ya ha obtenido el beneficio de ir solo a dormir a prisión. Aquí, insisto, las dentelladas judiciales son unidireccionales y su fuerza y salvajismo detectan perfectamente quien está delante y que posición tiene ante la realidad política y social. Al superagente Villarejo, condenado a 19 años de cárcel, la Audiencia Nacional lo ha dejado en libertad porque según su criterio no existe un riesgo de fuga que sí teme la fiscalía. En honor a la verdad hay que decir que la sentencia aún admite recurso. La duda que se me plantea es si se actuaría igual si el individuo fuera ajeno al espectro ideológico de la derecha.

Se habla mucho del nuevo gobierno de izquierdas, de que tendrá que dorarle la píldora a ese demonio fugado (este término se van a hastiar de oírlo) llamado Carles Puigdemont. Yolanda Díaz ya ha facultado a Jaume Asens como hombre facilitador para iniciar un acercamiento que propicie la investidura de Pedro Sánchez. Y esto me ha sorprendido, pues me pregunto si ya está cerrado el acuerdo entre PSOE y Sumar. Me lo cuestiono por una razón simple: no he leído que hayan emprendido la negociación de un programa conjunto de gobierno. Aquí me surge una de mis idas por los ramales que, casi como película fantástica, se me abren en este callejón: cuando dos fuerzas políticas pactan gobernar conjuntamente lo que las une y obliga son los puntos firmados en el acuerdo de gobierno. Fuera de ese marco siguen siendo organizaciones con sus programas independientes. Puntualizo esto porque con el gobierno PSOE-UP cuando, por ejemplo, surgió el asunto candente de la OTAN con la celebración de una cumbre de esa organización en Madrid, hubo quien pedía la salida del gobierno de los ministros de UP. El PSOE, incluso mucha gente de izquierdas que le votó el 23 lo sabe, es atlantista, fiel aliado de EEUU, y una pata fundamental para el equilibrio del sistema político nacido de la Transición. Ahora además, como añadido particularmente ignominioso, defiende, diría que con fervor, la postura marroquí con respecto al Sahara. Y eso lo saben Sumar, EH Bildu, BNG y cualquier organización de izquierdas que pacte con ellos. Antes del trato es cuando tienes que calibrar si lo consideras adecuado o no, si el momento histórico amerita llegar a acuerdos para cerrarle el paso a un PP que solo puede gobernar con la aquiescencia de los fascistas declarados que, en pocos meses, donde han tocado poder municipal o autonómico, han suprimido concejalías y consejerías de Igualdad, que quieren ocultar la violencia de género, que no cesa, bajo el epígrafe de violencia intrafamiliar, o que, como en Aragón, han pactado derogar la ley de memoria democrática de esa comunidad. Honestamente, y no sé si es suficiente, creo que el PSOE, sin cuestionar ni en sus horizontes más lejanos el sistema capitalista, tiene otra sensibilidad social (no voy ni un paso más allá) hacia la clase trabajadora y los sectores mas desfavorecidos. Varios gobiernos autónomos, entre ellos el de Canarias y la Comunidad Valenciana, como primera medida han suprimido o bonificado al 99%, que es una eliminación de facto, un impuesto de sucesiones que afectaba a las grandes herencias. O sea, llegan al gobierno, ojalá con la izquierda pasara lo mismo, con las tareas a realizar bastante claras.

Quiero hacer alguna reflexión específica sobre los resultados de Sumar. Primero la evidencia: no hay gobierno progresista sin esta fuerza, aunque, como sucedía en la anterior legislatura con Unidas Podemos, solo con Sumar tampoco. El PSOE, en solitario, está muy lejos, a un mundo. Hablando de mundo, si quiere investir a Pedro Sánchez tiene que recorrer muchos caminos, incluso debe salir al extranjero y darse un inevitable garbeo por Waterloo. Aunque ambos, PP o PSOE, quedaron lejos del gobierno solitario, el bipartidismo parece que está en proceso de restauración, 258 de 350 diputados lo contemplan cuando en la anterior legislatura eran 209 de 350, pero aún, aunque han salido reforzados, estando descartada la gran coalición, ni al uno ni al otro les alcanza con sus propias fuerzas. Además, ese bipartidismo tiene el problema añadido de que esos "catalanes buenos" llamados Convergencia i Uniò (CiU), que apoyaban tanto a la pata diestra como a la siniestra, ya no existen. Sus herederos son los independentistas conservadores de Junts, los del peregrinaje a Waterloo. Sumar, con tres millones de votos, es indispensable con sus 31 diputados. Otro inciso informativo numérico: a Sumar cada diputado le cuesta 97000 papeletas, al PP 59000 y algo más caro, 64000, al PSOE. Debo ser honesto, yo casi esperaba, quizás por mi tendencia al ángulo pesimista (reconozco que era de los que daba casi por descontada la mayoría absoluta de las derechas), que ese conglomerado sacara menos votos y escaños. Se me dirá que perdieron con respecto al espacio de Unidas Podemos, Más País y Compromís 700.000 votos. Esa realidad es incontestable. Su análisis ya es más controvertido. Creo que vista la trayectoria de conformación de ese espacio, con una práctica donde se manifestaba día tras día una falta de sintonía brutal, con navajazos casi a diario entre ese socio a regañadientes llamado Podemos y Yolanda Díaz (personalizo en ella porque, papeleta incluida con su rostro, a eso se jugó, a exprimir al máximo los réditos de una figura que la demoscopia situaba en buenos niveles de aceptación por su labor al frente del Ministerio de Trabajo), los resultados, no siendo buenos, perdóneseme la simpleza, tampoco son malos. Sin largueza ni excesiva cortedad logra mantener el espacio en un contexto de mucho voto útil antifascista al PSOE sobretodo en las provincias rurales, con pocos escaños, donde, la serie histórica lo confirma, obtener un acta era una tarea casi imposible para la coalición de izquierdas. El principal problema, parlamentariamente, lo va a tener Sumar para la gestión de un grupo de 31 diputados donde una matemática muy ajustada hace que cada parlamentario sea esencial para aprobar o tumbar una ley, mientras se aprecia que la convivencia, política y creo que personal también, entre los distintos sectores, especialmente por lo que respecta a los cinco diputados de Podemos, será complicada. Sumar báscula hacia el PSOE y a Podemos se le percibe que entrará, ya lo ha hecho, en una fase de marcar territorio de manera contundente. Por ejemplo, ya he oído a su líder ideológico, Pablo Iglesias, en Canal Red, hablar de que hay que abanderar como elemento de ruptura la lucha por la república, lucha que la izquierda, aquí hablo, por supuesto, del espacio extramuros del PSOE, siempre ha postergado por, extrañamente, considerarla de poca importancia, cuando pienso que es una tarea histórica que rompe una cadena mental con el franquismo, cadena que tiene otro perverso eslabón en el sonsonete de disimular el brutal golpe militar del 36 con el conflicto entre hermanos que se pusieron a matarse compulsivamente. Por eso las derechas tienen como uno de sus estandartes derogar las leyes de memoria, porque, aunque tímidamente, rompen esa visión casi única de la beatífica Transición y, entre otras cosas, nos acercan a pensar que ostenta la jefatura del estado, restaurada por el jefe terrorista Franco, una estirpe, Los Borbones, a la que las legítimas Cortes Republicanas de 1931 declararon fuera de la ley, facultando a cualquier español, si alguno de sus miembros pisará territorio del estado, a detenerlo y ponerlo a disposición de la justicia. Por supuesto, huelga decir que si ese ente llamado PSOE apostara, más allá de algún tuit de sus juventudes los catorce abril, por la república podríamos escribir de nuevo el titular de Ortega y Gasset de 1930: Delenda est Monarchia. No los veo, ni un futuro medio, por la labor.

Pienso que, con dificultades, habrá investidura de Pedro Sánchez, porque casi todos son conscientes de que la repetición electoral acabaría con el balón, que ahora pasó lamiendo el poste (qué fuente inagotable es el lenguaje futbolístico), en las mallas de la izquierda. Por cierto, no debemos olvidar quienes habitamos el campo de la izquierda que si el balón de las derechas no ha entrado en la portería se debe a que globalmente en el País Vasco y Cataluña (territorios que suman alrededor de 10 millones de habitantes) los resultados del PPVOX son casi un tercio inferiores a los del resto del estado. En esos territorios tildados de separatistas y muchas veces demonizados es donde se hunden las derechas. El economista ultraliberal José Ramón Rallo expresó en las redes que con Cataluña y Euskadi independientes habría amplísima mayoría absoluta de las derechas. Sospecho que por los siglos de los siglos, añadiría yo, sin el amén, claro. Los datos lo revelan. En Euskadi se quedan, conjuntamente, en el 14% y en Cataluña en el 21%. En el global estatal tienen el 45,5%. 

Una circunstancia más complicada que la investidura sería la cotidianidad legislativa. El denominado bloque de izquierdas tendrá que negociar cada ley con un amplio arco ideológico que incluye a las derechas, no fascistizantes pero conservadoras en lo económico, del PNV y de la anatemizada Junts. Me parece, el PSOE en lo económico no tiene grandes diferencias con las fuerzas citadas, que el máximo ingeridor de sapos, de lidiar con situaciones que le enfrenten a sus potenciales bases, generando cierta frustración, puede ser, especulo, Sumar. Situación que ya vivió Unidas Podemos, y a la que hice referencia anteriormente al hablar del pacto programático. Avizorar el futuro es tan complicado como fácil, pues la producción de noticias y opiniones es tan feraz que el error en el vaticinio suele quedar enterrado en el sepulcro definitivo del olvido. Aunque también es cierto que en las redes hay bastantes buscadores, mineros especialistas hasta en los estratos más profundos, de pronósticos fallidos e incoherencias. 


Brevísimo epílogo atómico: quiere la casualidad que suba este texto a la red un 6 de agosto, fecha que conmemora el lanzamiento, por EEUU, de la primera bomba atómica de la historia sobre la ciudad japonesa de Hiroshima en 1945. Supuso la muerte instantánea de más de 100.000 personas civiles. Esta barbaridad la repitió EEUU tres días después, el 9 de agosto, con decenas de miles de muertos más, en la ciudad de Nagasaki. Lo miserable es que ni el alcalde de Hiroshima, Kazumi Matsui, ni el gobernador, Hidehiko Yuzaki, ni el primer ministro de Japón, Fumio Kishida, ni Antonio Guterres, secretario general de la ONU, ninguno de ellos en sus discursos con motivo de la ceremonia fúnebre conmemorativa de la hecatombe pronuncio el nombre de la nación que cometió el acto más criminal de la historia perpetrado sobre población civil. Sin embargo, sí hablaron, canallas manipuladores, del peligro nuclear de Rusia y de Corea del Norte. Mientras tanto EEUU no solo no ha pedido nunca perdón sino que las justifica, fariseamente, diciendo que salvaron muchas vidas ante una costosa invasión terrestre. Si lo que querías era mostrar de manera contundente tu recién adquirido poderío, había alternativas a arrasar dos ciudades como lanzarlas en zonas despobladas. Fue, aparte de una demostración de fuerza ante la Unión Soviética, el otro gran vencedor de la guerra, un acto de castigo masivo y venganza. Acabo como empecé: asqueado por la desfachatez.

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