En diversas ocasiones, cuando releo artículos que he colgado en este blog, me entra la desazón de si habré sabido expresar, con exactitud y claridad, mi pensamiento acerca del tema abordado. Casi siempre, tras la relectura, no en caliente, sino en frío, uno o dos días después, me surge la impresión de que algunas hilachas han quedado sueltas. Hecho que por otro lado (la contradicción siempre me acompaña) debería considerar positivo desde la perspectiva con la que afronto este blog: generar, perdón, sé que suena muy petulante, pensamiento. Por eso siempre hago un llamado, casi una súplica, a las personas que pasan por aquí, a que se animen, a que escriban en cualquiera de las paredes paralelas de este callejón en construcción, sus reflexiones o sus impulsos malévolos. Que no, que no me olvido del Banco de España, joder (ni del picoleto simpaticón de la puerta). ¿Destruir el sistema capitalista necesita financiación? La escena que se me ha cruzado por la mente es digna del teléfono de Gila: "Buenos días señor Botín, somos los revolucionarios, los nietos de los hermanos malasombra e hijos de la bruja avería, necesitamos un crédito para cargarnos el capitalismo. (...) ¿Cómo? Con ese tipo de interés no hay quien compre un spray para enardecer a las masas poniéndolo a usted a parir, ni un par de tubos de silicona para joderle la cerradura del banco. (...) ¡Ah!, que lo tomamos o lo dejamos, en fin, tiene uno que quedarse en calzoncillos para enviarlo a usted al basurero de la historia".
Me he desviado por completo, pero el blog tiene ese encanto, comienzas con una idea prefijada, con el camino bien señalado, y de golpe ves un senderito chico al que te apetece echarle un vistazo, descubrirle un encanto. Pero bueno, me disciplinaré un poco y trataré el asunto que me ha traído aquí. Ya el titulo les indica que revisito la última entrada que hice, pues siento que quedó incompleta. Comentaba que la gente que impulsa el 15 O no debía caer en la "banalidad de lo moderno, del desaire al pasado, a lo viejo", que cometerían un error despreciando la bandera roja (modesto trapo la llamaba) que ha acongojado a más de un capitalista. Me reafirmo en todo lo escrito, pero siento que me faltó decir que los de la bandera roja se equivocarían si el 15 O se quedan en casa por desconfianza, porque incluso en alguna ocasión se les ha tratado injustamente de violentos (ese es otro temita que tiene tela: la violencia). Estamos todos en el mismo barco, aunque sea mirándonos de reojo, y hacen falta marineros viejos y avezados junto a los recién llegados que aún marean, y aunque la tierra sea redonda, como no unamos nuestras fuerzas para remar en la dirección adecuada, cual carabela medieval, vamos derechitos, entre mares tenebrosos, al abismo.
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