martes, 31 de diciembre de 2013

La desunión de la izquierda transformadora es un delito contra la esperanza (un anhelo panfletario para 2014)

El término que encabeza este artículo lo ideó el profesor Pablo Iglesias, o al menos se popularizó a través de un texto que el escribió. En su momento generó cierta polémica entre diferentes autores sobre su pertinencia. En el debate surgieron conceptos como clase obrera, proletariado, clase media, etc. Vaya por delante que siendo yo un hombre que se considera del campo de la izquierda transformadora, de tradición marxista, aún reconociendo que es una osadía por mi parte, pues mis conocimientos  de dicha ciencia son muy escasos, siempre he defendido una visión de la historia que está marcada por el devenir de la lucha de clases, por el conflicto entre los que tienen la propiedad de los medios de producción y su gran beneficio y los que vendemos nuestra fuerza de trabajo por un salario cuando no integramos el ejército de parados. Y sé que está en el ADN de la izquierda, y es necesario e imprescindible, el debate de las ideas.

Pero. Siempre hay un pero acechante.

Llevamos varios años donde nos están moliendo a palos (sé que algunos están recibiendo más leña que otros), sin conmiseración, a todos los que conformamos ese magma diverso que es el pueblo: trabajadores fijos o precarios, parados de corta o larga duración, jóvenes con o sin formación (entre ellos el desempleo supera el 50%) sumidos en la desesperanza, pequeños empresarios ahogados. Sí, somos un pueblo variopinto que tiene como denominador común que, en mayor o menor medida, está siendo vapuleado, ninguneado, irrespetado.

Ante esta situación, me parece un delito de lesa patria (insisto en robarle la propiedad de la palabra patria a la derecha. Verstringe lo dijo: los ricos, con sus capitales huidizos y viajeros en pos de mayores beneficios no tienen patria; nosotros, los trabajadores, que pagamos por adelantado los impuestos con nuestras retenciones, sí la tenemos) por parte de la izquierda radical no buscar la unidad de acción en todos los ámbitos y lograrla, no hablo de construirla a velocidad de tortuga. La guerra, no la batalla, está siendo ahora. La unidad, ante ese coloso político, económico e ideológico, es necesaria ya. Hay que levantar banderas de ilusión alrededor de un programa de mínimos anticapitalista con inmediatez. Nos están derrotando para decenios ahora. El debate es importante, pero lograr un frente popular (¿les suena de algo?) de cara a las elecciones es vital. Por lo pronto, quizás para intentar cubrirnos y amortiguar los golpes, y en el futuro, quizás para pasar a la ofensiva con un discurso diferente que rompa las cadenas ideológicas que atenazan esta sociedad a la resignación.

Esa unión, que anhelo, de las fuerzas que quieren representar a ese conglomerado real que son los de abajo, tal vez no llegue nunca, no es el optimismo (estado del alma carente de todo fundamento) una cualidad que me adorne, pero es lamentable no haber intentado parar ese fascismo light que viene a paso ligero, machacando al débil, restringiendo derechos, esgrimiendo el salario bajo, la porra y la multa.

Acabo este panfleto deseándoles para 2014, a todas las personas que en algún momento transitan este callejón, salud y rebeldía, mucha rebeldía que alumbre dignidad.

En Cuba hace 55 años, un 1 de enero, el ejército rebelde (ése era su nombre) expulsó al gigante estadounidense y su colonización, instaurando una patria. Y ahí sigue, mesándose sus barbas, ejemplo de rebeldía integral, ese coloso llamado Fidel.






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