jueves, 5 de junio de 2014

De lo divino y lo humano: virgen, petroleo y consulta

El sábado 31 de mayo se produjo en la isla de Gran Canaria una de las mayores movilizaciones populares de su historia. Se estima que la bajada número 51 de la Virgen del Pino, desde la localidad de Teror, donde "reside" habitualmente, hasta la catedral de Santa Ana, en Las Palmas de Gran Canaria, congregó alrededor de 200.000 personas (la población total de la isla es de 852.000 habitantes).
El próximo sábado, 7 de junio, tendrá lugar una movilización de otro tipo en todas las islas del archipiélago en la que se busca un doble objetivo: expresar el rechazo a las prospecciones petrolíferas que va a realizar Repsol frente a las costas de Lanzarote y Fuerteventura y, en última instancia, solicitar que la decisión final se adopte tras una consulta popular al pueblo canario.
De lo divino y lo humano, que al final es lo mismo.
Si en todo el territorio canario (algo más de 2.100.000 habitantes), salieran a la calle la mitad de las 200.000 personas que acompañaron a lo largo del 31 a la virgen, sería un éxito enorme. Es curioso, y a mi entender lamentable, observar como moviliza mucho más, como concita muchas más voluntades lo incierto y retrógrado (me llama la atención ver a tantas mujeres devotas de un ente que simboliza su absoluta sumisión y represión sexual), que la acuciante realidad.
Sé que no son elementos necesariamente contradictorios, pero estoy convencido de que no más de 2 ó 3 de cada 100 personas que participaron en el homenaje a la virgen, acudirán a la movilización del próximo fin de semana en Gran Canaria. Insisto, quizás estoy errado, pero creo que son personas que habitan países mentales diferentes.
Lo incontestable es que los habitantes del archipiélago moramos un mundo muy pequeño y fragmentado (7.500 kilómetros cuadrados divididos en ocho cachitos de diferente tamaño cuajados de costa), en el que un hipotético vertido puede ser catastrófico, aparte de que el petróleo nunca generaría el trabajo que aporta el turismo y sus beneficios serían básicamente para los accionistas de Repsol. Existe el mito del maná petrolero: hallar petróleo equivale a nadar en la abundancia. Pero esa supuesta abundancia depende, como casi siempre, de las directrices políticas. Con Chávez, sus enemigos objetaban que los avances sociales se basaban sólo en la renta petrolera, en un curioso planteamiento que debe considerar mejor el beneficio particular que el colectivo sobre los recursos de un país. ¿Los nigerianos, que en más de un 50% viven sin electricidad, reciben alguna migaja del petróleo producido en su país o beneficia casi en exclusiva a grandes compañías extranjeras? En África se conjugan enormes riquezas naturales con una pobreza brutal.
Ahora desde los sectores de la población canaria que rechazan las prospecciones, como señalé antes, se plantea un referéndum. Y el gobierno central ya ha dejado clarito que de consultas populares, nada. También son puñeteros estos catalanes, con la añadidura ahora de los republicanos queriendo votar el desalojo de la monarquía, levantando la liebre. Si hasta los aplatanados canarios quieren tirar de papeleta. ¡Qué la gente decida sobre las cosas que le afectan, faltaría más! Apréndanselo: se vota cada 4 años al jefe de turno y después calladitos y obedientes. Yo, desde luego, no me imagino a Paulino Rivero, presidente del gobierno de Canarias, echándole un pulso real (llevando la consulta adelante) al gobierno del estado. La historia de la burguesía pactista canaria, más allá de algún leve ademán de chulito menor de barrio, es, desde la primera nobleza aborigen que se sometió al colonizador en el siglo XV, la historia de una provechosa sumisión.
El tema de las consultas populares es muy interesante, pues nos muestra como gente que está todo el día con la palabra democracia en la boca, cuando sectores diversos plantean que el pueblo decida directamente sobre un asunto de gran calado, echan el freno y nos ilustran con que esto es una democracia representativa y no asamblearia. Y lo más curioso es que en no pocas consultas los resultados, debido a su apabullante poder mediático, serían favorables a las posiciones conservadoras. En Suiza ganaron los contrarios a limitar las ganancias de los ejecutivos y perdieron los que proponían un salario mínimo de 3.300 euros.
¿A qué tienen miedo? Probablemente a abrir el camino, quizás irreversible, a la posibilidad de que la gente, independientemente de su voto a una u otra formación política, empiece a opinar y decidir directamente, no por vía interpuesta, sobre aspectos fundamentales del acontecer socio-político.

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