Soy absolutamente nuevo en estas lides blogueras. Tampoco parece que tenga excesiva complejidad, pero lo que me tiene algo "inquieto" es una especie de "síndrome de inabarcabilidad" (¡que petulante!). Me refiero a que desfilan, como en un alocado carrusel, muchos hechos, afirmaciones, conmemoraciones, etc, a las que me apetecería hacer referencia en forma de comentario o, más modestamente, acotaciones reflexivas. Pero es imposible. Me siento incapaz de seguir el ritmo, de comentar todo lo que me apetecería, de centrarme incluso. Veo, oigo o leo algo y se me enciende una chispita mental. Al día suelen ser varias chispitas. Lo confieso, el entusiasmo de la chispita, su efímero fulgor, se esfuma cuando me pongo al teclado. Quizás sea una reflexión vacua, hasta inapropiada, pero necesito escribirla, enfrentarme a ella, porque creo, quizás me equivoco, que me quitará ansiedad. Aunque al final tal vez sólo sea un problema de criterio.
No obstante, hoy tengo una chispa cojonera y me gustaría lanzar (probablemente al vacío) una pregunta que no sé si es simple o compleja: ¿qué es una plaza? Creo que casi todos estaríamos de acuerdo en definirla como un lugar de encuentro, de confluencia. Yo, cuando era joven, quedaba con los amigos y amigas en la plaza, estabamos alli varias horas y hablábamos y reíamos un rato. Ahora las plazas, volviendo dos milenios y pico atrás (a veces ir hacia atrás no es retroceder y avanzar sin freno es ir al abismo) están siendo utilizadas por bastantes personas, el conocido como 15 M, no para quedar a tomar algo o echar unas risas, sino para ser ciudadanos, para juntándose, debatir, pensar y hasta... proponer y actuar. No estoy entrando a valorar las propuestas del 15 M, ese es otro tema. Valoro el uso novedoso y ¿peligroso? de un espacio público.
Planteo el término de peligrosidad porque ayer 2 de agosto y creo que hoy 3 también, la delegación del gobierno de Madrid (PSOE) y el ayuntamiento (PP) acordaron cerrar la Puerta del Sol (el km 0 de todas las españas) desde media tarde. La vaciaron, valga la broma, por tierra y por aire. Cerraron la estación de metro de Sol (con un par) y bloquearon policialmente todos los accesos. Plaza vacía, al menos de pensamiento y acción.
Mientras escribo se me ha venido a la mente otra plaza, más cercana y más entrañable para mí (aunque hace muchísimo tiempo que no paso por ella). Me refiero a la Plaza del Pueblo, en La Isleta, un barrio popular de la ciudad desde la que escribo: Las Palmas de Gran Canaria. En 1936, en el centro de la mentada plaza estaba el local de la Federación Obrera Canaria, lugar de encuentro, de pensamiento y de lucha, ¿les suena?. El 20 de julio, dos días después de la sublevación militar fascista, ese edificio fue dinamitado. Muchos de los que allí se reunían acabaron en Campos de Concentración, fusilados o desaparecidos (aquí entraría y quizás lo haga en otro momento en el lacerante tema de la Memoria Histórica). La plaza por supuesto fue reconstruida, pero quedó vacía, o tomada, según se mire.
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