Empiezo a escribir este
texto a las 20.30, hora de Canarias, del 24 de julio, desde lo que calificaría
un estado personal de expectación decrépita.
En esta política espectacular (por espectáculo), convertida
casi en el mítico y vertiginoso Carrusel Deportivo de las viejas tardes de domingo
la tensión es máxima. ¿Habrá gobierno de coalición? Yo desde luego no voy a
mojarme. El partido, según nos cuentan redes y medios, está inciertísimo. Cada minuto
nace, para Unidas Podemos, un ministerio y muere otro. Por supuesto,
ministerios que no son “de estado”. No se hizo, sin ánimo de ofender, la boca
del cerdo (hipotéticamente antisistema) para los manjares de la “alta política”.
Para Unidas Podemos ministerios querubines, con poco presupuesto y toneladas de
ternura. Los comunistas, que trona, no exenta de razón la derecha, en el
gobierno de la nación, pero con cuchillos de madera y lejos del bacalao. Aclaro
mi pecado de darle la razón a la derecha en el calificativo “comunistas”. Pablo
Iglesias, más allá de su aterrizaje en los mares del posibilismo después de que
se diera cuenta de la petrificación (y no hago referencia al nombre de su
contrincante) o fortificación de los cielos, es un hombre de formación
comunista, aunque me crucifiquen los ortodoxos del siempre escindido comunismo
verdadero. Igual me equivoco (creo que dentro de mi habitual subjetividad hoy
tengo el subjetivo, no sé si el malo o
el bueno, muy subido), pero sospecho que para ese hombre tiene que ser una
tortura callarse un tanto por ciento elevadísimo de lo que piensa, todo lo que
el acerbo marxista que lleva dentro le impulsa a expeler, cual dragón de su
amado Juego de Tronos, boquita adentro porque si no se chamuscarían cientos de
miles de papeletas. Él sabe, fruto de sus propios saberes marxistas, que nunca
rozará esa aurora de dedos férreos que es el poder. Estoy convencido que
incluso el bello Sánchez (permítaseme este guiño a un buen amigo y mejor
escritor que me tortura, dialécticamente, con el bello Otegi) maneja un vehículo
con escaso margen de maniobrabilidad.
Hoy vivimos bajo lo que
percibo como el poder más absoluto que ha contemplado la humanidad. Ningún rey, ningún déspota, ningún rico, ningún imperio en los aproximadamente
cinco milenios de historia que nos contemplan ha tenido el enorme poder que hoy
tienen las grandes e intocables corporaciones multinacionales a las que podemos criticar en las redes lo que nos apetezca (¡viva la libertad de expresión!) pero que están totalmente fuera de nuestro alcance. Una noticia muy
reciente: el gobierno de EEUU multará a Facebook con 5.000 millones de dólares.
Alguien se alegrará. Estupendo. Pero a mí lo que me horroriza es la dimensión,
el poder real que implica que puedas hacer frente sin despeinarte a esa ingente
multa. Otro dato de hoy, que quizás pase desapercibido, al menos para los
grandes medios: en su sociedad patrimonial Amancio Ortega acumula activos
equivalentes al 2,6% del PIB del estado español. Hoy en día las multinacionales
son bichos tan colosales que dejarían a los dinosaurios del tamaño de un
mosquito.
¿Quién tiene poder ante esos
monstruos? Por eso, quizás, mi expectación decrépita, ajada, vieja, sin
expectación. Y así y todo, desde su conciencia de clase, dominante, por
supuesto, tienen cierto temor. En este carrusel que se produce mientras escribo, salta
la noticia de que, según Podemos (sé que la disputa por el relato, en caso de
no acuerdo, también es básica), el PSOE les negó competencias en Trabajo porque
resultan inquietantes para la CEOE. Están acostumbrados a dominar el campo de
juego con tanta superioridad, que una formación resignada al cielo de piedra,
que porta pretensiones humildes que hace
40 años asumía hasta la democracia cristiana europea, les resulta intolerable.
Acabo este pequeño desahogo,
son las 23 horas. El partido tendrá, sospecho, un par de idas y vueltas más. Muchos
huys y nervios, muchos nervios, con tertulianos sudorosos y pactómetros a punto
de reventar.
Paradójicamente, siguiendo
con el símil futbolístico, hace tanto tiempo que la clase trabajadora juega
encerrada en su área…
No hay comentarios:
Publicar un comentario