-Voy a entrar en la cárcel.
Imagino un Urdangarín literario y atildado, mirada perdida
tras el ventanal que ilumina la amplia estancia de muebles nobles, diciéndole
esta frase a un circunspecto psicólogo suizo.
Sé que es una tontería. Pero pienso que sabiendo que va a
estar solo, en una especie de retiro intensivo de un año al menos (seguramente
en ese tiempo ya tendrá un régimen que le permita salidas), visitaría a este
profesional de las mentes para “fortalecerse” de cara a esa soledad, a ese
retiro del mundanal ruido impuesto por las circunstancias.
Lo de Urdangarín, en este caso forzado, me recuerda a esos
monarcas que en tiempos muy pretéritos, bien por retiros espirituales (los
reyes leoneses perdiéndose en la entonces remota Babia) o en el ocaso de su
vida (Carlos I en el monasterio de Yuste) se retiraban a lugares apartados o
solitarios para expiar ese código de delitos religiosos que llamamos pecado.
Las dimensiones físicas de su retiro seguro que son mucho
más reducidas, pero probablemente el aislamiento de aquellos monarcas podía ser
mucho más completo, pues no disponían de una mísera televisión que les sirviera
el mundo, distorsiones aparte, casi al instante. Desconozco lo que gastarían
los viejos reyes leoneses acondicionando el lugar donde iban a recluirse
temporalmente. Sin embargo si sabemos que el módulo de Brieva que acoge a
Urdangarín, vacío desde 2005 (cuando lo abandono Roldán, otro ilustre sableador
de los dineros públicos), ha sido remozado con un coste de algo más de un
millón de euros (casi el valor de dos casas como las de Pablo Iglesias
queridos amigos de la derecha amante de la izquierda espartana).
La comparativa con los reyes leoneses y la Babia donde se
perdían tiene una cierta ironía. La expresión “estar en Babia” hizo fortuna
como un equivalente a estar en la inopia. Y este asunto de Urdangarín y su
encarcelamiento tiene algo de inopia. Pero en este caso no es el cuñado del
rey, el ex duque empalmado, el que está en esa Babia de colores suaves, a medida que es la prisión
soriana. Sospecho que los que habitamos tan desolado (¿o privilegiado?)
territorio somos nosotros.
El otro día, a través de las redes, una persona expresaba
una idea que puede parecer absurda y que, seguramente siéndolo, a mí me hizo
pensar: ¿está Urdangarín en la cárcel? Sé que es retorcido y fantasioso (acorde
a mi personalidad), pero no deja de ser sorprendente que en una época en que
nadie se libra de ser escrutado por una cámara, uno de los presos con más valor
simbólico de la historia del estado español, el primer miembro de la familia
real entrullado, un tipo filmado en Suiza pedaleando con pinta de suizo progre
y ecologista, no consigue ser grabado por ningún avezado tribulete a la hora de
su entrada voluntaria en la cárcel. El tribunal estableció que tenía 5 días de
plazo para ingresar en cualquier prisión del estado. Era un secreto a voces que
su destino era la Babia soriana. Una pregunta inocente: ¿esos 5 días de plazo
para el ingreso voluntario implican cualquier hora? ¿Las 3 ó 4 de la madrugada?
Lo digo por esa capacidad para esquivar a los medios, aunque se que es una
disculpa absurda pues las guardias de los reporteros en casos de este fuste no
entienden de días o noches.
Ya sé que es apuntarse al mundo conspiranoico, a negar que
el hombre llegó a la luna y todo lo que vimos fue un atrezzo yanqui para
asestar un golpe moral al enemigo soviético apuntalando la superioridad del
modelo capitalista, a defender que Hitler vivió plácidamente en una selva
latinoamericana rodeado de algunos fieles arios y quizás, adaptado a los
tiempos y el entorno, sumido en inocentes juegos de la edad tardía con alguna
dulce indiecita.
Pero bueno, abandonemos la conspiración y atendamos a lo que
suponemos realidad.
Las últimas noticias dicen que el ex duque (¿ex empalmado?)
está deprimido, que ni siquiera le apetecen los vis a vis. Conociendo el
apetito del individuo la cosa se torna alarmante. Urdangarín no te deprimas
(estos psicólogos suizos, circunspección aparte, no son tan precisos con el
engranaje mental como sus compatriotas relojeros con el temporal), suponiendo
que estás en la cárcel, piensa que estás prestando un gran servicio a la
monarquía española. El propio juez instructor Castro vino a insinuar que tu lugar
debería ocuparlo el campechano “pater familia”. Eres el chivo expiatorio que
nos vende, suponiendo que no estés dándote la gran vida, la infamia de que la
justicia es igual para todos. Tú, en ese proceso de adaptación de la monarquía,
a los tiempos modernos (póngase la rimbombancia pertinente), has prestado un
gran servicio. Has callado la boca a todos aquellos que decían que no pisarías
la cárcel de ninguna de las maneras, aunque fuera en modo aislamiento regio
dotado de servicio permanente. Yo, el más listillo y creído de la clase,
siempre pensé que tu gran servicio a la causa monárquica española sería ir a
prisión. La mejor manera de mantener las desigualdades es hacer que el desigual
inferior, siendo inocultable el abismo económico, crea que es jurídicamente
igual al desigual superior o clase dominante.
La monarquía española debe y
puede estar tranquila. El bloque dominante (oligarquía del Ibex 35, Ejército,
Iglesia y el tripartito con el PSOE como piedra angular) la considera útil aún.
Y por la vía del pueblo a corto o medio plazo nada es esperable. El 23 de junio
se celebró en Vallecas una consulta popular, organizada por “Vallecas decide”,
acerca de la dicotomía monarquía-república. 150.000 personas estaban convocadas
a partir de los 16 años. Participaron 7.000 personas. Algo más de un 4% del
censo. Me descubro ante el esfuerzo de los organizadores y no le voy a quitar
el valor simbólico de intentar la apertura de un camino hacia la consulta que
nos birlaron tras la muerte de Franco. Pero retrata una realidad triste para
los republicanos. Salvo en Cataluña, territorio hoy manifiestamente hostil a
los borbones, la idea de la república, en estos momentos, es bastante ajena al
grueso de la población. Seguimos pagando el mantra que llevo oyendo desde hace bastantes
años en boca de la izquierda (y no hablo del PSOE): la república
puede esperar… indefinidamente. Sé que son importantes las iniciativas
populares, pero sería fundamental que Podemos e IU pusieran en su agenda, como
prioridad, como eje de lucha, la consecución, en primera instancia, de lo que
nos robaron hace 40 años: el referéndum sobre la forma de estado.
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