La consigna ante el
elevado paro que asola el estado español es hija de mayo del 68: debajo de los
adoquines del paro está la playa de la imaginación. El último ejemplo es el de
un periodista en paro que expuso su currículum cantando en el Metro de
Barcelona. La grabación subida a You Tube fue un éxito de vistas y fruto de
ello, y de la consiguiente publicidad que iba atener el hecho, fue contratado
como guionista por un programa de La Sexta (Antena 3 en realidad). Por
supuesto, de las condiciones laborales nada se conoce, ya sabemos que lo
importante es trabajar sin que se le otorguen a los derechos, largamente
luchados, importancia alguna.
De esta manera se
refuerza en el imaginario colectivo que nos crean, que de la crisis, y en este
caso de su peor lacra, se sale con originalidad. Imagino a mucha gente en
situación angustiada devanándose los sesos, pensando en que golpe de efecto,
con trascendencia mediática, puede idear para conseguir el ansiado trabajo. El
problema es que quizás el listón vaya subiendo y las “exigencias” de los
consumidores del “más ingenioso todavía” en Internet vaya in crescendo. ¿Por
qué no un científico leyendo la retahíla de cursos y master mientras hace unos
malabares con antorchas de fuego? ¿ O un albañil que hace equilibrios con
ladrillos o tejas mientras pone en marcha la hormigonera?
El mensaje, machacón, es muy
interesado y peligroso. Interesado para los sectores empresariales poderosos. Nos
quieren disgregados, buscando salidas exclusivamente individuales -con esto no
niego la necesidad de cada cual-, a problemas colectivos, a problemas que
genera el sistema depredador de seres humanos en que vivimos. Tan interesado es
para ellos como peligroso es para nosotros. Mientras más nos disgreguemos mayor
será su suspiro de alivio. Quieren que nos creamos la quimera de que cada uno
puede ser su propio empresario. Nos sacarán a diario en sus medios los ejemplos
de emprendedores exitosos. Del señor o señora que montó con coraje y riesgo –espíritu
e ideología capitalista en dosis masivas- su negocio. No nos sacarán los
centenares de contraejemplos que están quedando arrumbados a la vera del
camino. Nos cebarán con carnaza podrida al anzuelo de la vía individual. Hay
que borrar todo pensamiento de que la lucha colectiva es el camino, que
Espartaco, aunque sólo su nombre haya quedado en la historia, es la denominación
de los 70.000 esclavos que lucharon por su libertad. Los avances históricos son
fruto del esfuerzo común, siempre a contracorriente, siempre encontrando la
feroz resistencia de los poderosos. Me considero un comunista defensor de la
individualidad, en el sentido de tener acceso a potenciar todas las capacidades
de la persona. El socialismo que yo sueño y no veré debe tener como objetivo el
desarrollo pleno del individuo en un marco de inexistencia de la miseria y del
lujo obsceno. El sistema que más aliena, que impide el desarrollo humano de millones
de personas, usando paradójicamente la coartada de la libertad de prensa, que
es muy fructífera para los que tienen los recursos económicos, es el
capitalismo. El presidente de Ecuador (país cuya constitución recoge el
interesante concepto de ir hacia “la sociedad del buen vivir”, la sociedad de
una felicidad posible y razonable) Rafael Correa dijo una frase magistral: “Desde
que se inventó la imprenta, la libertad de imprenta es la libertad del dueño de la imprenta”.
El dueño de la imprenta, en este caso Antena 3, ha premiado a un “innovador”
congraciado con las redes sociales. Curiosa manera de elegir a un trabajador:
el golpe de efecto. Los sosos lo tienen complicado.
Acabo. La lucha de clases,
ya que cada vez les cuesta más negarla, van a disfrazarla, a tararearla,
a difuminarla. El capitalismo depredador tiene un aparato digestivo inmenso, “la
sociedad del buen (o mal) competir”, en la que a una determinada porción de los seres humanos
que la pueblan les toca ser lo que no
sirve, lo que es expulsado: el desecho. Por decirlo finamente.
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