sábado, 15 de marzo de 2014

Exabrupto

Pulula por ahí, con su mejor sonrisa, una banda de trileros. Hoy los vi reunidos para darse ánimos de cara a sus próximos juegos de manos. El juego estrella, el que mejor embauca, se llama: "sacar a la derecha del poder".
Si usted aún es tan inocente de votarles, no se queje después, ni tenga la estulticia de proclamarse de izquierdas.
Si usted tiene memoria de pez con respecto a las indecencias (políticas, por supuesto) de la banda que se acoge a las siglas PSOE, tenga usted, le repito, la honestidad de no autodenominarse persona de izquierdas. Confórmese con ser un "progre", que está muy bien visto, y ponga cara de asquito cuando le mienten a esos colosos llamados Fidel o Hugo.
Le recuerdo a usted que un servil (casi se me separa en dos palabras)  presidente llamado Zapatero,  grabó a fuego en la constitución, con la cooperación necesaria de un popular partido de extrema derecha, la prioridad del pago de la deuda sobre cualquier otra política social. También le recuerdo que amplió el número de juzgados habilitados para los desahucios. O que recientemente, no sé si con afán de burla tras gobernar ellos tantos años, pidió que el popular partido de extrema derecha que hoy nos exprime, lleno de meapilas, denuncie el Concordato con el estado integrista llamado Vaticano.
Ver a la señora Valenciano, (no sé si fallera o trilera mayor de esa cuchipanda)  en la presentación de la candidatura europea, captando incautos, prometiendo (¿y cuántas van?) políticas de izquierdas, ha sido superior a mis fuerzas reflexivas.
No me arrepiento de este exabrupto. Prefiero el enemigo claro, diáfano, que el emboscado.
Sé que si por una remota casualidad usted lee este breve texto y está dudando acerca de votarles o no a los falsos socialistas, usted se habrá convencido de hacerlo, quizás enfadado por mi tono, que usted juzgará imperativo, desafiante, casi brutal. ¿Sabe? Me importa un bledo. A los canallas, a los infames, a sus lacayos, hay que denunciarlos a gritos, con suma contundencia, ¿con violencia? Si miro a la Ucrania golpista recibida con honores por el premio Nobel asesino... ¿Qué conclusión saco?
¿Cuándo nos hunden, irrespetándonos, vacilándonos, en un fondo cenagoso y repugnante, entre risas y falsas promesas, debo mantener las sacrosantas formas? Pues no lo sé... Creo que estoy volviendo en mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario