miércoles, 14 de septiembre de 2011

El dinero, la vocación y un epílogo de León Felipe

La entrada del jueves 8 de septiembre la inicié con la siguiente afirmación textual: "Yo me acuso. Soy profesor y trabajo por dinero". Después, tras un inciso, el articulo tomó vida propia y se fue por otros derroteros dejando la afirmación, hasta hoy, desguarecida. Intentaré darle refugio.
La vocación. Parece condición inexcusable para determinadas profesiones. En concreto, sabiendo que hay más, citaré tres: médicos, profesores y curas (no tengo claro que está última sea una profesión, pero desde luego si tiene que ver mucho con lo que llamamos vocaciones, o quizás seria mejor hablar de convocaciones, del llamado de dios). Los primeros se supone que deben, juramento hipocrático mediante, cuidar nuestro cuerpo, sanarnos en la enfermedad que bastantes veces nos buscamos o paliar nuestro dolor. Los segundos contribuyen a amueblar nuestra mente con conocimientos varios y a dotarnos de valores (es discutible) por la mañana, que telecinco hace trizas por la tarde. Los terceros deben velar en todo momento, sin interés material alguno, su negociado no es de este mundo, por la salud espiritual de sus creyentes. Iba a utilizar el término bíblico "rebaño" pero, quizás algo cobarde, y sabiendo la connotación cerril de la palabra, la he descartado. Me he olvidado de los militares, en España, amantes patrios por excelencia. Aunque muchos de los que mueren a miles de kilometros sean latinoamericanos cuya vocación, más allá de los honores y los himnos, era huir de la pobreza.
No nos planteamos la vocación del admistrativo, del minero, del pastor (oficio que pasa de padres a hijos, casi predestinado) o, mucho menos, de quién recoge la basura. Es su trabajo y punto. Trabajar cada vez más precarios, y cobrar sueldos congelados o en derretimiento.
Yo, siendo profesor, lo digo: aunque sea una condición que parece inexcusable en mi oficio, no tengo vocación, trabajo por dinero. Lo que sí debe exigírseme, como en el desempeño de cualquier labor, es honestidad. No debemos de
avergonzarnos de trabajar por dinero, al revés, seamos conscientes de que vendemos nuestra fuerza de trabajo y que es
nuestro derecho luchar por tener un salario digno,  que no nos hagan trampas ideológicas, ni chantajes. 
Quizás un médico, por la tarde en su casa, tras una mañana observando concienzudamente a sus pacientes, piense en el músico que le habría gustado ser o una profesora de matemáticas sueñe con ser contadora de cuentos.
Mi vocación es, cada vez más, sentarme en la tercera explanada del muelle viejo de Agaete fumando mi cachimba, leyendo, dándome un bañito y deleitándome con el perfil de Tamadaba.

Para terminar añado un hermoso poema de León Felipe, que siempre me ha conmovido, y que creo viene al caso sobre todo en estos tiempos.

SÉ TODOS LOS CUENTOS
León Felipe

Yo no sé muchas cosas, es verdad.
Digo tan sólo lo que he visto.
Y he visto:
que la cuna del hombre la mecen los cuentos,
que los gritos de angustia del hombre los ahogan con cuentos,
que el llanto del hombre lo taponan los cuentos,
que los huesos del hombre los entierran los cuentos,
y que el miedo del hombre...
ha inventado todos los cuentos.
Yo sé muy pocas cosas, es verdad,
pero me he dormido con todos los cuentos...
y sé todos los cuentos..

6 comentarios:

  1. Hablando de cuentos, permitame parafrasear a Celaya, porque no sólo somos cuentos sino un montón de "noes" que nos marcan y a veces no tenemos fuerza de encontrar nuestos propios "síes".

    No cojas la cuchara con la mano izquierda.
    No pongas los codos en la mesa.
    Dobla bien la servilleta.
    Eso, para empezar.

    Extraiga la raíz cuadrada de tres mil trescientos trece.
    ¿Dónde está Tanganika? ¿Qué año nació Cervantes?
    Le pondré un cero en conducta si habla con su compañero.
    Eso, para seguir.

    ¿Le parece a Usted correcto que un ingeniero haga versos?
    La cultura es un adorno y el negocio es el negocio.
    Si sigues con esa chica te cerraremos las puertas.
    Eso, para vivir.

    No seas tan loco. Sé educado. Sé correcto.
    No bebas. No fumes. No tosas. No respires.
    ¡Ay sí, no respires! Dar el no a todos los "nos"
    y descansar: Morir.

    No me cabe la menor duda de que todos trabajamos por un salario, a veces poco digno, pero hacer las cosas por el placer de hacerlas bien es algo que reconozcalo vale la pena.

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  2. Conocía este revelador poema de Celaya que me parece que complementa, en otro registro (¿irónico?), el más desgarrador o desesperado de León Felipe.
    Cuando en mis años mozos, entre el final de la carrera y la primera sustitución, me dediqué a la cobranza a comisión, el día placentero, satisfactorio, era aquél en que el cobro se daba bien. Por la tarde, a veces, intentaba escribir un poema, si éste era de mi agrado, redondito, me inundaba (en pocas ocasiones ha ocurrido) un gran placer.
    O sea, estoy de acuerdo con usted sobre el placer de las cosas bien hechas, pero ese objeto de placer (satisfacción tal vez sí), en pocas ocasiones se llama trabajo.

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  3. Mi amigo Jero sigue con problemas para introducir sus comentarios en este blog. Como en una anterior ocasión, me manda al correo unas reflexiones, en este caso sobre el dinero. Con sumo gusto lo publico y le doy las gracias por entrar en este espacio. Después de varios intentos el comentario no entra entero. Lo divido.
    “José Juan se acusa en esta entrada de ser profesor y trabajar por dinero. Hay que trabajar muy duro para ser profesor y es un placer contribuir al crecimiento, cuerpo y alma, tanto de esos locos bajitos como de personas ya entraditas en años. Por lo tanto, yo me felicitaría por ser profesor. La afirmación que trabaja por dinero merece un punto y aparte.

    Pepe Juan, como cualquier otro trabajador, parece que trabaja por dinero, que el fin que persigue cuando va al trabajo es el salario. Pero lo cierto es que, como cualquier persona que solo tiene capacidad de trabajar y que está libre de medios de subsistencia y medios de producción, necesita trabajar para conseguir el dinero con el que poder comprar sus medios de subsistencia. Tener esta idea presente es importante. El dinero es medio universal de cambio, y es el medio de pago. En la sociedad capitalista desarrollada el que no tiene dinero se muere de hambre. Por lo tanto José Juan trabaja porque persigue el fin de agenciarse los medios de subsistencia. Y para cualquier trabajador el dinero es sólo un medio y no un fin.

    Pensemos en un capitalista, en una persona que tiene tanto dinero que no necesite trabajar para poder vivir, junto con su numerosa familia, hasta el resto de sus días. Si no pone este dinero en movimiento, su dinero pierde valor, se desvaloriza. Todo el mundo que tiene gran cantidad de dinero lo invierte con el fin de hacerse con más dinero. Y para que el dinero se valorice necesita comprar medios de trabajo y fuerza de trabajo, producir un producto que contenga más valor que el dinero con el que compró medios y fuerza de trabajo, y por último vender el producto del trabajo por más dinero del que inició el movimiento. Aquí el dinero, además de funcionar como medio de compra y medio de pago, funciona como capital. Y, como capital, el dinero se convierte en un fin en si mismo. Que yo sepa Pepe Juan es un profesor y no un capitalista, trabaja para poder vivir y no por dinero.

    Sueños y cuentos

    Soñar no cuesta dinero, dicen. Soñemos. Pensemos en una sociedad en la que todo el mundo tenga tanto dinero que no necesite trabajar para poder vivir. Y como nadie trabaja, nadie crea medios de vida (medios de trabajo), y sin medios de vida nadie puede permanecer vivo. El trabajo fue, es y seguirá siendo una condición necesaria para la subsistencia del hombre. El trabajo es el único creador de valor y de riquezas. Que no nos vengan con cuentos de derechas.

    Pensemos en una sociedad socialista. Esta debe erigirse sobre la base de una sociedad capitalista desarrollada. Esta supone una división social del trabajo tal, que el hombre es absolutamente unilateral desde el punto de vista de la producción, y muy multilateral desde el punto de vista del consumo, de las necesidades. Esto implica la necesidad mercantil, del mercado y del dinero. Y la globalización. Que no nos vengan con sueños de izquierdas. No soñemos el socialismo. Conozcamos el capitalismo. Busquemos el socialismo en el capitalismo. (Continúa)

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  4. (Continuación)
    El Proceso de trabajo y el producto de trabajo. (un comentario para Mipiyuna)

    El hombre necesitó trabajar para estar vivo desde antes de conquistar la condición humana, esa esencia que adorna nuestra animalidad, el pensamiento. Solo en la sociedad capitalista desarrollada, la fuerza de trabajo humana se ha convertido en una mercancía. Y en el socialismo se tendrá que seguir vendiendo como una mercancía, al menos en sus estadios más iniciales de su desarrollo. Pensemos en la inmensa cantidad de trabajadores que laboran para empresas públicas, de trabajadores socialistas, que lo hacen por un salario.

    El trabajo se puede concebir en la forma del ser, no solo en la forma de dinamismo, en la forma del proceso. En la forma del ser, en su resultado, en su producto, están objetivadas las fuerzas esenciales del productor. La familia nos reunimos para celebrar la llegada del nuevo ser. Para la fiesta unos hacen unas tortillas y otros unas croquetas. Yo en las croquetas y en las tortillas, veo el valor, el trabajo de su productor, sus fuerzas esenciales objetivadas. Así que cuando me como las tortillas y las croquetas me siento unido a su productor, me como un poquito de su ser. Mientras se elaboran los alimentos para la fiesta familiar, algunos miembros de la familia desarrollan sus cualidades como cocineros, y mientras nos los comemos nos unimos material y espiritualmente.

    Otra, o la misma familia, alquila un local en una dulcería o un restaurante y pagan el
    Trabajo por la elaboración de los alimentos. El capitalismo mercantiliza todas las actividades humanas.

    En definitiva, es de agradecer que podamos consumir un poco de las fuerzas esenciales de los productores de ideas, ciencia, ensayo, prosa o verso, y así, alimentarnos y unirnos espiritualmente.

    Un abrazo. Jerónimo.”

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  5. Disculpa Jero, pero para que el comentario haya podido salir, he tenido que dividirlo en dos partes.
    Bien sabes tú que yo no soy un capitalista, que trabajo para subsistir y darme algún capricho que otro. Detesto la acumulación de riquezas en pocas manos. No voy a debatir contigo si el dinero para un trabajador es medio o fin. En cualquier caso es necesario, vital. Mucho más que para el capitalista, aunque éste se derrita de placer cuando lo acumula, y en cambio muchos trabajadores estén en números rojos a mitad de mes.
    Dices que "busquemos el socialismo en el capitalismo". El sector público (lo que tú llamas trabajadores socialistas) sufre una embestida de los capitalistas. Lo quieren adelgazar, esqueletizarlo. No veo que el socialismo sea un camino inexorable, al cual nos empuja inevitablemente el viento de la historia. Silvio Rodríguez decía que "la era está pariendo un corazón, no puede más, se muere de dolor". Yo no sé lo que está pariendo la era, aunque pinta raro, pero si temo que el dolor se extienda.
    Las tres últimas líneas de tu comentario me han resultado conmovedoras. Un abrazo.

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  6. Introduzco un nuevo comentario de Jero, que sigue con problemas técnicos:

    Vocación.

    Es bastante generalizada la idea de que algunas profesiones son vocacionales, que se realizan por vocación, o que la vocación es el motivación pricipal para el trabajador. Una pequeña cita del Capital de K. Marx,


    “ En primer lugar, a la producción capitalista como tal le es indiferente el valor de uso concreto, en general, la peculiaridad de la mercancía que produce. En cada esfera de producción, lo único que le interesa es producir plusvalía, apropiarse en el producto del trabajo una determinada cantidad de trabajo no retribuido. Y también es propio de la naturaleza del salario sometido al capital que le sea indiferente el carácter especifico de su trabajo, tener que trasformarse de acuerdo con las necesidades y desplazarse de una esfera de la producción a otra.”

    Y en estas fechas, en la sociedad capitalista desarrollada, toda profesión, toda vocación está sometida al capital. Que se lo pregunten a los universitarios mileuristas. Suerte tienen si se ganan la vida trabajando en su vocacional profesión.


    Un abrazo. Jerónimo.

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