domingo, 26 de octubre de 2014

España no es país para consultas: tampoco en Canarias

España no es país para consultas. Ni al norte ni al ultraperiférico sur.
La palabra consulta está asociada a Cataluña y a su deseo de saber a ciencia cierta, no a través de la incierta ciencia demoscópica, la opinión de sus habitante acerca de la naturaleza de su relación con el conjunto del estado español. Sin embargo, con menos ruido informativo, quizás fruto de la enorme distancia, en el africano archipiélago canario, la geografía no miente aunque en el mapa de mi niñez nos desubicaran debajo de Baleares, también queremos ser consultados. No, tranquilidad, bicolores españoles de pro. No se les desmigaja también desde el flanco sur la indisoluble España. Los pérfidos independentistas, que haberlos haylos, son bastante minoritarios, aún, en Canarias. Los "nacionalistas" de Coalición Canaria son gente de orden, aunque últimamente el presidente del gobierno canario Paulino Rivero habla del trato colonial del gobierno español, que sabe perfectamente que esas expresiones son bravatas infundadas, pues en el vocabulario del nacionalismo burgués canario, al menos por ahora,  no existe la palabra independencia. Tampoco existe entre la inmensa mayoría del pueblo que, con la mentalidad infantil del temor a la ausencia del padre, piensa que la independencia supondría el hundimiento en las profundidades oceánicas de una Canarias ajita de tomates y plátanos. Y precisamente, no de plátanos y tomates, sino de las profundidades oceánicas en las que Repsol tiene previsto realizar prospecciones petrolíferas, a 50 kilómetros de Lanzarote y Fuerteventura, iba la consulta que quería hacer el 23 de noviembre próximo el gobierno de las ínsulas. Ya el gobierno central la ha enviado, previo dictamen del Consejo de Estado (por cierto, a mí, como canario, el mentado Consejo me ha ofendido, para la cuestión catalana se reunieron, supersónicos, a las 3 ó 4 horas, con nosotros esta pachorra de días ha sido insultante), al Tribunal Constitucional, esgrimiendo la invasión de sus inalienables competencias. Y eso que, para no invadir el minado terreno, la pregunta, que reza así: "¿Cree usted  que Canarias debe cambiar su modelo medioambiental y turístico por las prospecciones de gas o petroleo?", es de una levedad tan grande que la soportaría hasta en ser de Milan Kundera. La pregunta lógica (y honesta para todos) debería ser algo similar a: "¿Está usted de acuerdo con que la compañía privada Repsol realice prospecciones petrolíferas en aguas cercanas a Canarias?". Además, lamentablemente, el resultado ni siquiera sería vinculante legalmente. Otra cuestión es la legitimidad de desoír el pronunciamiento mayoritario de un pueblo. Pero bueno, con la apostilla "no vinculante" tienen las espaldas cubiertas, por si un pueblo, acertando, se equivoca a la hora de elegir, hecho que, más allá de la ironía precedente, no descarto, pues tengo claro que la democracia se basa en la mayoría, pero no otorga necesariamente la razón.
En Canarias existe un término, no xenófobo, defensivo: "godo". Tradicionalmente se ha denominado así al peninsular que llegaba a nuestras islas con ínfulas, con aires de superioridad, dando lecciones ceceantes al aplatanadillo de turno. No obstante, los peores godos, los que han modelado un pueblo bastante tímido ante la historia, han sido los paridos en nuestro propio territorio. El grancanario ministro Soria sería ese canario agodado arquetípico, el caciquillo político que, mientras su jefe estatal Rajoy dice en Baleares, donde el PP rechaza las prospecciones, que éstas no se harán contra la voluntad del pueblo balear, esgrime nuestra incompetencia para, no ya decidir, que sería lo lógico y democrático, sino opinar sobre un asunto que podría impactar gravemente sobre un territorio pequeño (7.500 kilómetros cuadrados) y fragmentado (ocho islas contando La Graciosa), que tiene en el turismo su "salario", su principal fuente de, desgraciadamente mal repartida, riqueza.

3 comentarios:

  1. ¡Canarias por su soberanía! ¡No a Repsol!
    ¡Adelante, Canarias! Estamos con vosotros.

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  2. Ay, compañero como me duela la tierra, como a ti.
    Acabo de aterrizar de nuevo en las islas después de muchos años de andaduras por el mundo. Busco personas con criterio como tu para crear una corriente de pensamiento divergente a la mediocritud dócil que predomina. Vivo prácticamente aislada por circunstancias personales, pero desde mi espacio virtual estaría encantada de poder compartir ideas. Si te interesa no dudes en contactar. Un saludito compañero

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    1. Tengo que serte sincero. Me revienta la injusticia, pero me duele poco la tierra, pues ésta a menudo es fruto de quiénes la habitamos (hoy tengo un día cruzado por un cierto hartazgo). Agradezco tu ofrecimiento, pero aunque poco dócil (relativamente), sí soy mediocre y, aunque quizás parezca contradictorio con mis ideas igualitarias, muy individualista. Embadurno este callejón con rabia de hombre de letras frustrado y agradezco todas las visitas, aún más las que, como la tuya, dejan sus ideas, pero me siento incapaz de integrar corriente de pensamiento alguna.
      Un saludo cordial.

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